ARTICULO PRIMERO.- Conformar, el Comité de Dirección de...
"Año de la lucha contra la corrupción y la impunidad”
El 12 de diciembre de 2015, la cumbre del cambio climático de París se cerró con un acuerdo por el que 194 países, entre ellos los mayores emisores de gases de efecto invernadero, se comprometían a evitar que la temperatura media de la atmósfera sobre la superficie global fuese mayor que dos grados centígrados con respecto a los tiempos previos a la revolución industrial. Y a esforzarse para que no superase el grado y medio. Casi una década después, los Estados miembros de ONU se han reunido esta semana para hablar de clima con la certeza de que ese objetivo se hace cada vez más difícil.
La hórrida pinza de Trump y Putin se adentra en las carnes de Europa.
Era invierno en Buenos Aires. Salí a correr después de dos jornadas de lluvia. Había viento sur, muy fuerte. Me costaba avanzar, me lloraban los ojos. Pero el clima era un castigo que me venía bien. La violencia meteorológica permitía no pensar. El día había empezado maravillosamente y se había vuelto horrible como un insecto moribundo. En la mañana había partido con gran ánimo hacia un sitio determinado con una despreocupación totalmente insensata. En ese sitio sucedieron cosas tristes. Diría que muy tristes. Pero no me di cuenta en el momento. Con temple, acorazada, solo sentí el aroma de la pesadumbre en el aire, como una bruma, y me fui de allí con el ánimo sereno, tomé un taxi, bajé, entré a un supermercado, compré dos o tres cosas, subí a mi departamento, acaricié a las gatas, acomodé la compra, fui a mi estudio, respondí correos. Y entonces entendí que algo no andaba bien. Que, de hecho, nada andaba bien. Que, como un inadvertido hilo de agua negra, la tristeza se había filtrado. Y no era poca tristeza: era inmensa, descomunal. Como un edificio que va perdiendo capas de revoque, me desarmé de a poco. Sentía el electroshock de la pena punzando aquí y allá, la sensación física de estar siendo atacada por un agente químico. Entonces me puse las zapatillas y salí a correr. Me sometí al viento sur, respiré oxígeno agresivo y doloroso. Cuando regresé a mi casa, rondando el naufragio sin que nadie pudiera percibirlo, escribí, leí, atendí varios llamados mientras intentaba hacer la tarea: arrancarme algo, deshacerlo. Había tenido coraje para ir muy lejos pero no tendría, jamás, coraje para lo que restaba. Y lo que restaba era mucho. Arrancárselo era una acción terrible. Como mutilar un árbol fértil, como cortarle un brazo a un niño sano. Sucede siempre con las cosas que realmente importan: no había ningún motivo para hacerlo y había todos los motivos del mundo. Lo imposible nunca nos perdona.
Ya sabemos que Pedro Sánchez es culpable de lluvias, truenos, incendios y todos los males que acechan a España y buena parte del extranjero, pero ahora hemos aprendido que hay más responsables aún: los muertos. ¿Cómo no nos habíamos dado cuenta? La culpa de las víctimas que dejó la dana no fue ya de Sánchez y la Confederación Hidrográfica del Júcar que él se dedica a pervertir cada mañana, sino de esos valencianos que se empeñaron en bajar a los garajes sin tener en cuenta las (tardías) alertas. En su larga huida hacia adelante, el Gobierno valenciano del Partido Popular está virando de culpar a La Moncloa a culpar a las víctimas. Perfecto.
Cambiar la perspectiva lo cambia todo. Parece una obviedad hueca, pero se transforma sustancialmente lo que se ve detrás del cristal, dependiendo del cristal. Y el que nos regala Sara Fantova en esta película es de un color muy especial. Jone, a veces es una historia sencilla y profunda, como lo puede ser la vida de cualquier chica de la edad de Jone, de cualquier mujer, de cualquiera. No osaré definir una nueva corriente cultural -Gramsci me libre- pero desde mi perspectiva se puede percibir el surgimiento de un “nuevo” cine, que no les suele gustar a los críticos de gafa, pipa y codera -menudo cliché, pero es que son así-, que es novedad para quienes viven para y del canon, pero no para quienes no caemos nunca en el centro.
“Tengo que perder mi acento o perder mi trabajo aquí en España”, dice Lucía, colombiana de 26 años. La mujer, que emigró hace casi tres en busca de nuevas oportunidades, pide no revelar su identidad por miedo a represalias. Consiguió un empleo como auxiliar administrativa en una consultora en Valencia, pero sus jefes le han pedido “neutralizar” su acento paisa, típico de Medellín y otras regiones de Colombia. “Si me dicen que estoy haciendo algo mal lo acepto, pero no esperaba que me pidiesen en el trabajo cambiar parte de mi personalidad. Es triste”, cuenta. Lucía sesea, marca bien las consonantes y sube y baja el tono como si estuviera cantando. La glotofobia —la discriminación hacia una persona por su forma de hablar considerándola inferior por no usar la variedad “estándar” del idioma— sigue siendo un problema en España, donde ya viven 9,5 millones de personas nacidas en el extranjero, casi el 20% de la población.
Begoña Gómez tiene, de nuevo, otro encuentro fijado con el magistrado Juan Carlos Peinado, que la mantiene bajo sospecha desde la primavera del pasado año. El instructor la ha citado este sábado en su juzgado, a partir de las 18.00, para “concretar” la imputación que sostiene por malversación contra la esposa del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, tras haber comunicado que, de llegar a juicio esta parte de las pesquisas, su caso lo vería un jurado popular. Si no se producen cambios de última hora, esta será la quinta vez que Peinado y Gómez se vean las caras.
La vicepresidenta primera y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, empezó la semana pasada la negociación con el grupo parlamentario del PNV en el Congreso encaminada a presentar el proyecto de Presupuestos Generales del Estado para 2026, como ha prometido varias veces el presidente y que serían los primeros que se registrarían en esta legislatura. Por ahora se ha producido solo un primer contacto. El apoyo del PNV aún no está asegurado, como tampoco el de otros partidos del bloque de investidura. Junts mantiene que con ellos no se ha intentado aún ninguna aproximación. Hacienda confirma las primeras reuniones para la presentación de las cuentas “dentro de poco”, según Montero.
En ¿Qué pasa con Baum? (Alianza), el debut como novelista de Woody Allen a los 89 años, se respira el mismo aire que en sus películas: las calles de Manhattan, la visita a los museos, a librerías y al bar del Hotel Carlyle, las canciones de Cole Porter, los enredos amorosos, y un neurótico protagonista judío. Tampoco faltan los guiños a algunos episodios de la propia biografía del célebre cineasta, cuya inmensa popularidad y reconocimiento han dado paso en la última década al señalamiento y rechazo por una parte del público, especialmente en Estados Unidos.
Volver a contar la historia de España, pero con la particularidad de hacerlo, en tiempos de masificación turística, a través de sus restos patrimoniales. Es una manera de desafiar los ritmos que imponen las visitas fugaces a edificios y lugares y ruinas del pasado y aceptar el reto de servirse de esa inmensa riqueza para acercarse con una conciencia crítica a cuanto ha ocurrido en este país desde las fechas más remotas. La Unesco ha reconocido en España 50 sitios como Patrimonio Mundial, de los que 43 son históricos, cuatro son naturales y otros tres, mixtos. Eduardo Manzano Moreno (Madrid, 1960), profesor de investigación en el Instituto de Historia del CSIC y uno de los grandes conocedores de al-Andalus y del mundo medieval, acaba de publicar España monumental. Una historia a través del patrimonio (Crítica), un libro con abundantes fotografías y en el que a través de esos 46 lugares reconocidos por la Unesco explora el pasado y sortea así la tentación de volver atrás con el fardo de una mirada identitaria. Ya en España diversa, su anterior libro, mostró la variedad cultural, religiosa, étnica o lingüística de las gentes que a lo largo del tiempo vivieron en España. Esta vez lo hace a través de las huellas que esa diversidad ha dejado en su patrimonio. El historiador comenta aquí 14 de esos lugares llenos de historia.
España monumental. Una historia a través del patrimonioEduardo Manzano Moreno Crítica, 2025 389 páginas, 25,55 euros Coordinación:Guiomar del Ser
Edición gráfica:Beatriz Palomo
“Buster ha estado conmigo y siempre lo estará”, reconoce Johnny Knoxville en el documental de Peter Bogdanovich El gran Buster, que este mes reestrena el canal Historia y vida, unos días antes del 130 aniversario de su nacimiento. A priori, no parece que el actor, alma de la gamberrísima Jackass, tenga mucho que ver con la estrella del cine mudo Buster Keaton (Kansas, 1895- Los Ángeles,1966), pero Knoxville le señala como una de sus principales referencias y confiesa que una de las secuencias de Jackass en la que más cerca estuvo de morir fue la que emulaba la célebre caída de la fachada de El maquinista de la general (1926).
Estar a la altura de los padres a veces es un reto. Para el hijo de la cantante María Jiménez, dueña de una carrera colosal desde mediados de los años setenta y de cuyo fallecimiento se acaban de cumplir los dos años, uno muy exigente. Alejandro Jiménez, fruto del matrimonio de la artista con el actor Pepe Sancho —con quien se casó dos veces y a quien denunció por malos tratos—, honra la memoria de su madre cuidando de su legado. Desde su casa de Chiclana —que fue de la artista y en la que él reside desde hace un año—, y con la ayuda de su esposa, gestiona los recuerdos que conserva de ella, además de su página web (mariajimenezoficial.com) y la cuenta de Instagram (@mariajimenezoficial), con cerca de 77.000 seguidores.
En 1989 al mánager de Tina Turner, Ray David, conductor también de las carreras de Olivia Newton-John, Cher, Janet Jackson, Joe Cocker, Sade o Pink le costó que Peter Lindbergh, entonces uno de los fotógrafos más cotizados del mundo, le cogiese el teléfono. Así se deduce de una de las cartas originales que recoge el libro de Taschen Tina Turner by Peter Lindbergh, que recopila las mejores imágenes (hojas de contacto incluidas) de todas las memorables sesiones de fotos que finalmente sí se produjeron. Lindbergh contestó con una nota manuscrita, llena de sentencias parsimoniosas, donde solo al final, en una posdata traviesa, acaba aceptando el encargo de hacer un reportaje en París con la que para entonces ya era una estrella mundial del pop y del rock de nuevo.
Un caballo blanco galopa con serena gallardía por un paisaje de matorrales calcinados. Un puñado de cuatro casquillos de fusil y otro más pequeño de pistola dan testimonio de los cuatro disparos que hirieron de muerte a uno de los ejecutados el 27 de septiembre de 1975, y del tiro de gracia que lo remató. En las películas los disparos suelen tener una irrealidad abstracta, como de descargas eléctricas sin huella. Quien ha manejado alguna vez un fusil es consciente de su tamaño y su peso como de herramienta primitiva, y ha tocado el peso y la forma afilada de las balas, y puede imaginar su efecto sobre una materia tan frágil como la carne y los huesos humanos. Al recibir la descarga unánime de los disparos, la cabeza de Ángel Otaegui, otro de los ejecutados, voló como una pelota a una distancia de dos metros.
En agosto de 2024 unos trabajadores del centro Cometa ―el que hace el seguimiento de los dispositivos antimaltratadores― grabaron un vídeo en el que se muestra cómo en solo 11 segundos un agresor podía desconectar la pulsera. En el clip se ve que el usuario tiene la posibilidad de gestionar permisos para vincularse a dispositivos cercanos. Es decir, para tener el móvil conectado, o no, al brazalete que llevan en la muñeca, sin que saltara ninguna señal. Sin pulsera y dispositivo vinculados, y sin alerta en el sistema, podía moverse por donde quisiera. En marzo de 2025, el acta de una reunión entre la plantilla de ese centro, Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género y adjudicatarias (Vodafone y Securitas) refleja que eso, siete meses después, seguía siendo posible.
Alrededor de medio centenar de incidenciasDesde el 17 de septiembre, este diario ha tenido constancia a través de múltiple documentación de alrededor de medio centenar de incidencias desde que comenzó el servicio con las últimas adjudicatarias, Vodafone y Securitas, y al menos durante un año y medio. Y no han afectado solo a los dispositivos, han sido múltiples y en diversas áreas. Desde fallos en el funcionamiento del centro, en la gestión de los recursos humanos, la plataforma con la que trabajan y los dispositivos.
Entre ellas hay errores en los posicionamientos, a veces de kilómetros; aparatos que emiten alertas sin motivo y otros que no saltan a pesar de que el agresor haya entrado en la zona de exclusión fijada; órdenes dadas por superiores a los técnicos que no pueden hacerse por protocolo como cerrar alertas sin seguir el procedimiento; falta de personal tanto en la sala de control como en el equipo de campo, el que se ocupa de instalar, desinstalar y mantener y revisar los dispositivos.
También carencia de material en momentos puntuales, o falta de formación tanto en el sistema con el que trabajan como con los dispositivos o en el ámbito en el que esto se enmarca, la violencia de género y la sexual.
En medio de su trabajoso proceso de seducción a Xabi Alonso, Vinicius visita este sábado (16.15, Dazn) uno de los escenarios que le recibe con mayor inquina, contra uno de su rivales más esquivos. “Esperamos un ambiente potente”, dijo este viernes el entrenador del Real Madrid. El brasileño ha jugado seis veces en el Metropolitano y nunca ha marcado. La última, en marzo, falló un penalti en la vuelta de octavos de la Champions. Solo lleva un gol contra el Atlético en 17 partidos, en 2023, horas después de que apareciera un muñeco hinchable con su camiseta ahorcado en un puente. Por aquello condenaron en junio cuatro ultras rojiblancos a penas de entre 14 y 22 meses de cárcel.
Este viernes comenzó en Madrid un fin de semana único para los fans y seguidores del videojuego competitivo League of Legends (LoL), rey de los eSports. Las finales europeas de este popular videojuego de batallas por equipos se celebran en la ciudad y pondrán a prueba a cuatro equipos: G2 Esports, Fnatic, Karmine Corp y el representante local, Movistar KOI. Con una comunidad de jugadores que supera los cien millones en todo el mundo, League of Legends es un videojuego multijugador de batallas online. Pero es mucho más. Es una forma de vida para millones de fans, muchos de los cuales viajarán a Madrid para participar en las diversas actividades repartidas por la ciudad. Aunque es ampliamente conocido, gran parte del público desconoce su complejidad y la dedicación que requiere a nivel competitivo. Aquí van algunas claves:
El miedo y la alarma que genera el uso de la IA y los chatbots por parte de jóvenes y adolescentes va de la mano de los riesgos que conlleva. A finales de agosto, los padres de Adam Raine, un adolescente de 16 años que se quitó la vida en abril en Estados Unidos, demandaron a ChatGPT por ayudarle a “explorar métodos de suicidio”. Un informe de la ONG Center for Countering Digital Hate (CCDH), por su parte, alertó de los fallos de seguridad y de cómo ChatGPT “traiciona a los adolescentes vulnerables al fomentar conductas peligrosas”. En solo dos minutos, cita el informe, ChatGPT recomendó cómo cortarse “de manera segura” (es decir, instrucciones para autolesionarse con la menor posibilidad de detección). En 40 proporcionó una lista de pastillas para sobredosis e incluso generó un plan completo para suicidarse, incluyendo cartas de despedidas para familiares. En el caso de una adolescente con trastorno de conducta de alimentación, tardó 20 minutos en crear planes de dietas peligrosamente restrictivos. También crece entre la población en general el uso de ChatGPT como psicólogo y los expertos han alertado de que puede reforzar el egocentrismo y las ideas paranoides.