ARTICULO PRIMERO.- Conformar, el Comité de Dirección de...
"Año de la lucha contra la corrupción y la impunidad”
A principios de año se anunció que el ICAA (dependiente del Ministerio de Cultura) destinaría ocho millones de euros al desarrollo de guiones de largometraje. No se convocaban desde hacía catorce años. Son 30.000€ (un poco menos si es documental) para escribir desde casa. El sueño de todo escritor: la tranquilidad.
El escritor Mick Herron ha vuelto a hacerlo. En realidad, aquí fue cuando lo hizo por primera vez, solo que el atractivo de la saga Slow Horses —llamada, en su versión literaria, Slough House— permitió que supiéramos antes del tipo que cruza los pies sobre la mesa en calcetines —viejos, sucios, rotos— Jackson Lamb (papel que el camaelónico Gary Oldman borda), que de la incombustible Zoë Boehm. Pero Boehm (una brillante, soberbia, Emma Thompson en pantalla) fue su primera creación, una detective privada tan abrasivamente ingeniosa como Philip Marlowe, el clásico e inalcanzable sabueso hollywoodiense de Raymond Chandler. Y puede que la historia parezca minúscula en comparación con las tribulaciones de la llamada Casa de la Ciénaga, esa horrenda y fatalmente iluminada oficina administrativa en la que viejos espías que, en su momento, tuvieron un desliz han acabado desterrados, calificados de caballos lentos. Pero nada que construya Herron puede considerarse pequeño. ¿Por qué no? Porque lo que importa son los personajes.
La escritura del ucranio Serhiy Zhadan fluye en su narrativa y poesía. Cuando se expresa, sus palabras están cargadas de fuerza, de rabia, sin tapujos. Sirva esto de ejemplo: “A nuestro lado hay una sociedad de criminales de guerra, saqueadores, violadores y asesinos”. El novelista, poeta y activista pronuncia esta frase, dirigida a la vecina Rusia, en uno de los seis documentales de Culture vs. War (Cultura vs. Guerra), un proyecto lanzado desde la periferia de Kiev, la capital ucrania, hace más de tres años, poco después del inicio de la invasión a gran escala rusa. Con un doble objetivo: mostrar la guerra a través de los ojos de creadores, artistas, localizados incluso junto a la línea del frente, y proteger la cultura del país, pilar de la identidad nacional que Moscú quiere aniquilar. “Tratamos de tocar otras partes del alma humana”, cuenta en un intercambio de mensajes la productora ejecutiva del proyecto, Alina Krasnianska, “llegar más cerca de la gente, cansada de la información periodística sobre esta guerra”. Los seis documentales cuentan con una versión doblada al español, para la que se ha utilizado la inteligencia artificial.
La escritora Ana Campoy (Madrid, 46 años) se ha consolidado en los últimos años —a base de buenos libros y premios— como una de las voces más importantes de la literatura infantil y juvenil española. 2025 ha sido un año especialmente prolífico para ella, tras la publicación de seis títulos, entre ellos tres volúmenes de Niñera fantasma (Loqueleo) y dos de Misterios en la gran ciudad (Anaya). Lo cierra, además, con la llegada a las librerías de Por un segundo (Edelvives), con el que ha conquistado el premio Ala Delta de Literatura Infantil, que otorga cada año Edelvives.
El matemático Víctor Rotger cuenta que jamás olvidará la primera vez que escuchó hablar de la conjetura de Birch y Swinnerton-Dyer. Estaba a punto de terminar la licenciatura y llamó a la puerta de una profesora para preguntarle si quería dirigir su tesis doctoral. En aquel despacho, rodeado de torres de papeles, el veinteañero sintió vértigo. “No sé cuál debía ser mi expresión durante los minutos que estuve en el despacho de Pilar Bayer esa primera vez, pero yo me sentía como un paracaidista precipitándome sobre una ciudad en la que nunca antes había estado”, relata el matemático en un ya clásico documento en el que intenta exponer la conjetura para que la entienda cualquier persona con ganas y unos mínimos conocimientos. Son 50 páginas de explicaciones. Otro matemático veinteañero, Raúl Alonso, se enfrenta ahora al mismo enigma, uno de los siete endiablados Problemas del Milenio, por cuya solución el Instituto Clay de Estados Unidos ofrece una recompensa de un millón de dólares.
Shoshana Zuboff (Nueva Inglaterra, EE UU, 1951) se conecta a la videollamada desde su residencia en Maine, al noreste de Estados Unidos, al borde con Canadá, donde el frío azota sin piedad en estas fechas. Bebe de una taza con té para calentar la garganta y se disculpa por llegar tarde, pues su agenda está más que cargada, tanto que fue imposible encontrar un hueco para hacer esta entrevista en persona. Es difícil hablar a través de la herramienta de videoconferencias de Google con Zuboff, la principal pensadora sobre el capitalismo de vigilancia por parte de las grandes tecnológicas, y no sentir ansiedad por contribuir precisamente a ese mal que ella nombra desde hace años.
Hay huevos para cualquier ocasión. La oferta actual se ha ampliado y el consumidor distingue entre calidades. Es probable que el producto destinado a una cena con amistades sea distinto al que se usa en la cocina de un martes por la tarde. Esta demanda sofisticada ha pasado de un alimento genérico a una oferta diferenciada por el sistema de cría, identificable en el código de la cáscara: los ecológicos (0) y camperos (1), con acceso exterior, frente a gallinas sueltas en gallinero (2) o en jaula acondicionada (3). Además, se clasifican según el volumen: S, M, L y XL. Y el país de origen: ES para los nacionales. Las categorías superiores (0 y 1) exigen condiciones más estrictas (espacio exterior, alimentación ecológica), lo que eleva el valor percibido. Ello responde a un deseo de una mejor alimentación. Pero independientemente de la variedad de su preferencia, el huevo —y su precio— seguirá bajo presión en los próximos meses.
A mediados de noviembre, Sara Sorribes volvía a coger la raqueta. Tras siete meses largos retirada de las pistas por razones de salud mental, la tenista castellonense, de 29 años, regresaba a la competición y lo hacía, según declaraba en una carta abierta, “por puro placer”. Más o menos por las mismas fechas, piruetas del destino, su otrora compañera de entrenamientos y amiga Nadja Mihalic protagonizaba su propia y sonada vuelta al tenis, aunque ya no a esos torneos en los que una vez se dejó la piel y, casi, la cabeza. El suyo ha sido un regreso testimonial, en absoluto placentero: el que narra en Los que no llegaron, autobiografía editada vía Amazon con la que la exjugadora profesional de la WTA (Women’s Tennis Association, la Asociación de Tenis Femenino) se ha sometido a una sanadora terapia de choque emocional.
Cuando el líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, se trasladó a Barcelona para pedir a Junts, a través de la patronal catalana Fomento, que apoyara una moción de censura parlamentaria para derribar al Gobierno de Pedro Sánchez, se rompió un tabú vigente desde 2017.
Cuando Luka Otim Malech se enteró de que su familia se había quedado sin la ayuda alimentaria para los refugiados, en julio de este año, decidió inmediatamente arrendar unas tierras para empezar a cultivarlas. Este refugiado de 37 años huyó de Sudán del Sur a Uganda con su familia en 2016, cuando estalló la guerra. Desde entonces, él y sus seis hijos habían sobrevivido gracias a la ayuda alimentaria en Bidi Bidi, uno de los tres campamentos de refugiados más grandes de Uganda, situado en el distrito de Yumbe, al norte del país, y que alberga a más de 209.000 personas; pero, en julio de este año, la ayuda que él recibía se interrumpió.
La activista feminista Brisa Batista participó el domingo pasado en una de las mayores movilizaciones celebrada en Brasil contra el feminicidio, ese goteo cotidiano que mata a cuatro brasileñas al día. Esta vez, la socióloga se sintió arropada junto a aquellas miles de mujeres que sacaron su indignación contra los asesinatos machistas y la normalización de la misoginia a las calles de São Paulo, Río, Brasilia y decenas de ciudades más… al grito de “Parem de nos matar”. Una protesta multitudinaria, nada que ver con la soledad que sintió un día 2019.
En junio de este año, Barcelona registró un número récord de noches sofocantes, con temperaturas que no bajaron de los 26 grados. En São Paulo, a lo largo del verano, se acortaron las jornadas escolares y se cancelaron las actividades al aire libre a medida que las aulas se volvían insoportablemente calurosas.
Lorena Álvarez (San Antolín de Ibias, Asturias, 1983) aterrizó como un cuerpo extraño en la música española alrededor de 2011. Lo hizo con un artefacto denominado La cinta, una casete de siete temas que comercializaba en un zurrón diseñado por ella. Las canciones sorprendían por su inocencia, frescura, desparpajo y lucidez, desde un lugar cercano a la canción de autor folk aunque, en realidad volaban libres, sin referencias previas a las que agarrarse. Supuso una pequeña revolución, los medios la acogieron con fervor e incluso Nacho Vegas le dedicó una canción, Rapaza de San Antolín. “Todo aquello me sorprendió bastante. Yo nunca había hecho música y supuse que era normal. Después me di cuenta de que no lo era y lo que hice fue, poco a poco, bajarme de ese carro”, recuerda, “para hacer la música que yo hago, y de la manera en la que la quiero hacer, necesito mantenerme en un lugar muy sagrado y protegido, que no va mucho con la farándula”.
El litoral meridional tinerfeño parece un álbum de fotografías del recientemente fallecido Martin Parr. Entre promotores inmobiliarios y políticos han convertido la zona en un gran resort que nada tiene que ver con el entorno y en un lugar hostil para sus vecinos: colas interminables en las autopistas, encarecimiento de la vida, playas que cierran cada día por el vertido de aguas fecales al mar y construcciones de hoteles y villas que destruyen la costa. Una costa que es el hábitat de una gran variedad de especies que también sufren el impacto de esa estrategia económica justificada por ese mantra que dice que el turismo es trabajo y dinero.
Guía prácticaCómo irEn los algo más de dos mil kilómetros cuadrados de superficie que tiene Tenerife, en la que viven casi un millón de personas, hay dos aeropuertos separados por unos cincuenta kilómetros: el del Norte y el del Sur. En ambos da servicio la aerolínea Iberia Express desde Madrid y otras ciudades peninsulares. El primero es el de Los Rodeos, el segundo es el Reina Sofía, el más cercano a los municipios de la costa suroeste, donde se encuentra la embarcación Bonadea II. Diomedea.
Es aconsejable alquilar un coche. Hay empresas de alquiler de coche en los dos aeropuertos de la isla. Se puede coger el coche en uno y devolverlo en el otro. La empresa local Cicar puede ser una buena opción por precio y número de oficinas que tiene repartidas por todo el archipiélago canario.
Una buena opción es alejarse un poco de la costa suroeste, para evitar el jaleo y los complejos hoteleros tipo resort, y alojarse en localidades del interior o costeras del norte de la isla, como Icod de los Vinos, Puerto de la Cruz o La Laguna.
Hay quienes cuelgan cedés en sus ventanas y balcones para ahuyentar a las palomas, pero Vital Mezery (Járkov, antigua Unión Soviética y actual Ucrania, 39 años) les ha grabado dos discos. El pasado 2024 autopublicó Viva Paloma!!! sentido homenaje a la belleza y forma de vivir de esas aves cuyos detractores –es decir, los que aún no han escuchado a Vital– tachan de “ratas del aire”. Y este año ha lanzado su continuación, Palomizado, donde les dedica otras once canciones, con títulos tan sugestivos como Es un ser marrón, Viene paloma bailando o Buche, buche, buche, este último, un elogio flamenco a la odisea diaria de las palomas para encontrar comida mientras sortean todo tipo de peligros. “Tengo formación en guitarra flamenca y eso es lo que me permite hacer los ritmos, porque la poesía flamenca va a ritmo y tiene ciertas sílabas contadas”, desvela Mezery sobre su proceso artístico por videollamada desde Barcelona, donde reside desde hace 22 años. “Monto las canciones a partir de lo que veo o de lo que me imagino que viven las palomas, porque ellas no te lo cuentan. Es un trabajo difícil”.
El retinol, activo estrella del cuidado antiedad facial, se impone en rutinas avanzadas que tratan cuello, escote, cuerpo y, ahora, también manos. Spate, la plataforma de análisis de consumo en redes, lo predijo a principios de año al afirmar en su informe de 2025, el creciente interés por los geles de baño con retinol, con un aumento del 62% en las búsquedas en Google, y por las cremas corporales formuladas con este activo, cuyos contenidos en TikTok se incrementaron a un ritmo del 76,3%, con una media de 72.800 visualizaciones semanales. ¿El objetivo? Combatir manchas, arrugas o flacidez más allá del rostro.
Ni el plato estrella de Locco Pizza son las pizzas, ni su chef fundador, Elder Carrazana (35 años, Guisa, Cuba) pensó nunca en ser chef. Pero esta es una historia de casualidades: de cómo un chico que iba para albañil acabó desatando la locura por el bocata cubano desde un local diminuto de Carabanchel.
Las grandes fortunas han decidido doblar su apuesta por activos de riesgo, y los departamentos de banca privada de las entidades financieras han sacado a los escaparates un vehículo que hasta ahora apenas se utilizaba en España: las sociedades de inversión libre (SIL), una especie de hedge funds familiares. Las restricciones para que las sociedades de inversión de capital variable (sicav) mantuvieran su tributación en el Impuesto sobre Sociedades al 1% han impulsado su creación. Ahora, cotizan 77 en MTF Equity, la plataforma de BME para que estas sociedades se negocien, cuando a cierre de 2020 eran tan solo 20.
Mantener la calma es el mantra de Christian Rodrigues y los últimos dos meses lo han puesto a prueba. Este pequeño inversor de bitcoin acumula miles de euros de pérdidas en pocas semanas, con el desplome de la criptomoneda, que acumula caídas del 25% desde sus máximos históricos alcanzados en octubre. De todo lo que había ganado desde que empezó a comprar bitcoin en 2020, casi la mitad se esfumó en el último bimestre. “Particularmente me lo tomo con mucha tranquilidad, porque lo veo como una inversión a largo plazo”, declara Rodrigues. A sus 40 años, este publicista natural de Caracas (Venezuela) y residente en Madrid espera usar sus bitcoins para su jubilación. Aunque sigue tranquilo, comenta que “siente mucho temor” en las redes sociales entre los aficionados de los activos digitales. “Los que entraron hace poco se asustan con la volatilidad”, cuenta. Los particulares han sentido el desplome del bitcoin como nunca antes gracias a un nuevo producto financiero que facilita el acceso a las criptomonedas y han atraído miles de millones de euros de particulares en todo el mundo.