ARTICULO PRIMERO.- Conformar, el Comité de Dirección de...
"Año de la lucha contra la corrupción y la impunidad”
Hace dos décadas, en China predominaba la ilusión de que lo mejor estaba por llegar: más oportunidades, más apertura, más confianza. Ahora, sin embargo, millones de jóvenes miran atrás y se preguntan a dónde han ido a parar aquellas promesas. Como quien abre un viejo álbum de fotos, las generaciones millennial y Z del gigante asiático llevan meses compartiendo en redes sociales imágenes de inicios de este siglo para invocar “la belleza de los años de auge económico”. El tema del momento es un alegato a la nostalgia de un tiempo en el que la vida parecía avanzar sin tropiezos, pero también una manera velada de canalizar el descontento ante la desaceleración económica y las presiones sociales.
Algo está cambiando en la composición del patrimonio de las familias españolas. Y los elevados precios del alquiler y el tirón de los pisos turísticos tienen mucho que ver en ello. Los hogares suelen dividir su riqueza en activos como la vivienda principal, las cuentas bancarias o los seguros de vida, entre otros. Estos componentes se mantienen relativamente estables de un año para otro, pero fluctúan disimuladamente hacia abajo o hacia arriba hasta cambiar por completo la radiografía cuando se analiza un periodo de tiempo más largo. Eso es lo que ha sucedido en los últimos años con la vivienda destinada pura y exclusivamente a la inversión, el elemento patrimonial que más crece de todos. Su peso ha pasado del 11,5% de 2016 al 14% de 2022 ―último año para el que se pueden obtener datos―, aunque la proporción se multiplica por dos cuando se pone el foco en los hogares más pudientes. La previsión, avisan los expertos, es que la tendencia se mantenga en el futuro.
Desde diciembre, Mónica (nombre ficticio), colombiana de 56 años, ha aplicado varias técnicas para atajar el deterioro mental de la mujer que cuida, que roza los cien años. Intercala ejercicios de estimulación cognitiva con tareas del hogar más acordes a su contrato de cuidadora y empleada doméstica bajo el régimen de interna. Mónica hace lo que hace porque está convencida de que la anciana “se merece lo mejor”, pero también porque en esa labor ha encontrado un refugio, una actividad más parecida a que realizó durante 17 años como psicóloga especializada en la atención de víctimas del conflicto armado en su país. “Encontrar un empleo acorde a mi formación es tremendamente complicado”, explica. Tras darse a la tarea de escribir a muchas organizaciones del área social, sin respuesta favorable, dio con la oferta para atender a una mujer mayor. “Ese fue el único anuncio por el que me llamaron”, relata.
Lo bautizaron como el discurso de las “promesas inverosímiles”. “Con las promesas inverosímiles no se logran victorias”, dijo en 1985 el entonces líder del Partido Laborista, Neil Kinnock, en el congreso de Bournemouth, a la corriente interna trotskista con el nombre de Militant, que con sus actos de sabotaje y desobediencia municipal frustraba los intentos de modernizar la formación y hacerla atractiva de nuevo para los ciudadanos. “No se puede jugar a hacer política con los trabajos de la gente, o con los servicios públicos que disfrutan en sus hogares”, les recriminó.
El caso argentino bajo la administración Milei ilustra de manera contundente los riesgos de cometer errores en el uso de una herramienta tan poderosa como es la monetaria. Lo que comenzó como un programa de estabilización ortodoxo con resultados prometedores, con sus sombras, evolucionó hacia un experimento monetario de alto riesgo, demostrando cómo las creencias alejadas del consenso académico pueden derivar en errores graves de política pública.
Ana Ribera
Diseño de sonido:Nicolás Tsabertidis
Sintonía:Jorge Magaz
La OCDE acaba de confirmar lo que es una percepción generalizada: en España la movilidad social se ha estancado hasta convertirlo en uno de los países desarrollados con mayor desigualdad de oportunidades. Un dato que supone una llamada de atención al conjunto de la sociedad española y que debería centrar los esfuerzos de la clase política. El análisis de la organización revela que el género, el lugar de nacimiento de los padres y, sobre todo, su origen socioeconómico condicionan más del 35% de la desigualdad de ingresos, uno de los porcentajes más altos entre los países ricos, que acaba condicionando la posición que una persona puede alcanzar a lo largo de su vida. Esa circunstancia se agudiza entre las generaciones más jóvenes, que se enfrentan a mayores obstáculos que sus padres a la hora de progresar, algo que cuestiona el relato en torno al esfuerzo y la meritocracia: una mayor cualificación no garantiza necesariamente una mejor empleabilidad.
El balcón de mi casa da a la calle Barceló. Dejo de leer por un momento, subo la persiana en busca de la luz del día, miro hacia la calle para ver el tiempo que hace y, claro está, por atreverme a ver el tiempo descubro mi reloj en la acera. Hace un minuto lo tenía sobre la mesa de noche, y ahora está en la calle, redondo en su quietud, con las agujas detenidas por la policía. Debe ser una mañana de 1975, un día de hace 50 años. Los recuerdos se caen al suelo cuando nos dan un empujón o cuando la hebilla se rompe mientras alguien grita no se mueva, que nadie se mueva, y nos coloca las esposas en las muñecas. Vemos el reloj detenido con la cara pegada al suelo, o desde un balcón de la calle Barceló, o desde las páginas de un libro. Los ojos cuentan las horas, las semanas, los meses que faltan para una ejecución. Antes de que el dictador muera, los tribunales devotos querrán enviarle de regalo otras cinco sentencias a muerte. No harán falta pruebas, ni deliberaciones, ni posibilidades de defensa. Las agujas del reloj están quietas, pero señalan hacia un túnel que conduce a los tiros de gracia.
España participará en el 250º aniversario de la Declaración de Independencia de Estados Unidos. Pese a las tensas relaciones que atraviesan hoy en día ambos aliados de la OTAN ―Pedro Sánchez y Donald Trump chocan frontalmente en cuestiones clave como la guerra en Gaza y el reconocimiento del Estado palestino o el gasto en Defensa― España estará el año que viene junto a EE UU en la celebración de los fastos con motivo de su Independencia. Y lo hará desplegando en aguas del país norteamericano, y de manera conjunta por vez primera, el grueso de su fuerza naval con el portaaeronaves Juan Carlos I, el buque-escuela Juan Sebastián Elcano, varias fragatas, buques de asalto y grupos de infantería de Marina. Se trata de un aniversario que coincide, además, con el Mundial de fútbol 2026 (que se celebrará entre México, Canadá y EE UU), con lo que el actual inquilino de la Casa Blanca aprovechará para ensalzar la figura y el poderío del país.
Cuando Ghost of Yōtei era apenas un anuncio, muchos lo vieron como el heredero lógico de Ghost of Tsushima, algo que también es un peligro, pues la sombra de su predecesor se asemejaba a una montaña japonesa que había que escalar sin perder identidad. Publicado en 2020, Ghost of Tsushima triunfó con su ambientación en el Japón feudal del siglo XIII, durante la invasión mongola de la isla de Tsushima. Y alejado de propuestas más fantásticas como Sekiro (2019) o como algunas entregas de Assassin´s Creed, Thsushima pretendía hacer un juego de acción con valores cinematográficos muy cuidados.
España ha vetado el tránsito por las bases de Rota (Cadiz) y Morón de la Frontera (Sevilla) de aviones o buques de Estados Unidos cargados con armamento, munición o equipos militares para Israel. Tanto los que se dirigen directamente a dicho país como los que lo tienen como destino final tras una escala intermedia. Así lo aseguran fuentes conocedoras del funcionamiento del Comité Conjunto Hispano-Norteamericano, que gestiona el día a día del uso de las bases. “Rota y Morón no son un coladero”, aseguran las mismas fuentes, saliendo al paso de quienes sostienen que la prohibición del tránsito por España de material militar para Israel queda en papel mojado por el uso sin control de las instalaciones militares estadounidenses en España.
La inmigración ha pasado a ocupar el centro del debate político en España. Ya no somos una excepción: como en Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Italia, Países Bajos o Alemania, el tema se ha convertido en una de las principales preocupaciones del país y se han impuesto discursos racistas y restrictivos. Hoy está presente en el Congreso, en los parlamentos autonómicos y en las conversaciones de la calle. Y será, sin duda, uno de los grandes asuntos de las próximas elecciones. Y los partidos —sobre todo de la derecha— se están armando para sacarle votos.
La palabra “público” se ha repetido varias veces en los últimos días. “Público” como aspiración para referirse al sistema que se encarga de las pulseras antimaltratadores, ahora, y desde siempre, gestionado en España por empresas privadas. Entre 2009 y hasta 2023 lo hicieron Telefónica y Securitas Direct, y desde entonces y hasta este momento Vodafone y Securitas. Los múltiples fallos conocidos en la última semana y media, derivados de la transición entre unas y otras adjudicatarias y amplificados después por la implantación del servicio de las dos últimas, han puesto sobre la mesa entre otras cuestiones, la externalización de un servicio creado para proteger la seguridad y la vida de miles de mujeres, niños y niñas.
Vivir invadida por turistas. Mercedes Arnalde Barrera, de 67 años, es una de las pocas madrileñas que quedan en Sol. En Madrid operan 17.360 establecimientos turísticos. El 92,7% son pisos turísticos (16.100). Solo el 7% son legales (1.131), según el Ayuntamiento de Madrid. El edificio en el que vive queda sobre la calle Preciados y tiene vistas a la icónica Puerta del Sol, el corazón de Madrid. Nació en esa casa: sus abuelos la alquilaron antes de la Guerra Civil, pasaron los bombardeos refugiándose en el sótano y, décadas después, la familia compró el piso a precio de renta antigua. Les costó tres millones de pesetas de la época, cuando las dueñas vendieron el inmueble.
El fontanero municipal de Cazalla de la Sierra, Juan Rodríguez, es el único vigilante del embalse del Sotillo, situado a pocos kilómetros del municipio sevillano (4.600 habitantes) y preñado de irregularidades. Con 850 millones de litros de agua (0,85 hectómetros cúbicos) de capacidad, la presa se creó en 1991 y desde entonces incumple las normas técnicas de seguridad vigentes. El rosario de infracciones es extenso: carece de plan de emergencia e inspección, de equipo de explotación, de sistema de vigilancia y comunicaciones, de caudal ecológico porque sus desagües de fondo están bloqueados y está sin clasificar.
El primer año de Claudia Sheinbaum en la presidencia de México ha estado marcado por la continuidad del proyecto de su antecesor, Andrés Manuel López Obrador y, al mismo tiempo, por la apertura de un estilo propio. Su popularidad se mantiene alta no por inercia, sino porque ha sabido encarnar una transición sin ruptura pero con cambios que vislumbran un giro copernicano en algunos aspectos. Sheinbaum lo ha hecho cargando con un peso simbólico inédito: ser la primera mujer en la historia del país que llega a la jefatura del Estado. Con serenidad y disciplina, ha garantizado la permanencia de los programas sociales que millones de familias consideran ya parte de su paisaje vital. En un país donde la desigualdad es la gran tarea pendiente de cualquier gobernante, esa constancia ha sido clave para mantener la confianza y proyectar estabilidad.
¿Qué está pasando en Francia? La pregunta se repite allá donde vayas. Porque Francia ha sido, históricamente, objeto de deseo o animadversión, pero nunca antes de tanta incomprensión. Ante el desconcierto, se señala a los sospechosos habituales: economía en decadencia, política sin horizonte. Y el insoportable vacío corren a llenarlo los diagnósticos rápidos: la sobredimensión del Estado, el infierno fiscal, el bloqueo de “los extremos”... Francia ha pasado en muy poco tiempo de la negación a la constatación de que el problema es serio. Los mantras que culpabilizan a los de siempre, por supuesto, no faltan a la cita: “Los jubilados cobran demasiado”, “los emigrantes viven de las paguitas”, “los jóvenes no saben lo que es trabajar”... Entonces, acudimos a escenas que hace poco más de una década habrían parecido inconcebibles y que, sin embargo, se han vuelto parte de nuestra cotidianidad. Hace unos días, en el telediario de TF1, un economista desplegaba un cuadro comparativo con los niveles de deuda de los países del sur de Europa. Portugal, Grecia, España e Italia —los antaño denostados PIGS— aparecían ahora como ejemplos de disciplina por haber reducido su deuda. Francia, en cambio, quedaba en evidencia: un rendimiento deficiente y una conclusión obvia. Si los países del sur expiaron sus pecados con austeridad, a Francia le ha llegado su San Martín.
