ARTICULO PRIMERO.- Conformar, el Comité de Dirección de...
"Año de la lucha contra la corrupción y la impunidad”
Había una palabra bendita en la Transición y su estela. Consenso. Como el hierro, el consenso adquirió, con el paso del tiempo, la maldición del óxido. A partir de 2011, aproximadamente, mentar el consenso era anestesiar a la población, ocultar el conflicto político y blanquear los vestigios sociales de la dictadura. Si las grandes fuerzas políticas buscaban consensuar algo importante, solo podía ser porque se quería perpetuar el sistema de castas inaugurado en la Transición. Había unas élites con sus tejemanejes y una ciudadanía que no se sentía representada por los arreglos que, ya fuera a plena luz del día o en lo oscurito, aquellas pergeñaban. Había que dinamitar los grandes pactos sobre la imparcialidad del poder judicial, las virtudes de la meritocracia, el carácter semiheroico de la Monarquía, los viáticos de la clase política o el proyecto común de España, entre otras cosas.
Para escribir buena literatura autobiográfica no hay que tener pudor, pero sí mucha vergüenza. A Juan Carlos I le sobra el pudor y desconoce la vergüenza. Se dirá que el Rey no tiene ambiciones literarias y que el valor de Reconciliación es el testimonio, pero la relevancia de lo testimonial depende de la actitud del testimoniante. El primer dilema al que se enfrenta quien narra su vida es puramente literario: por qué, desde dónde y hasta dónde cuenta. A los escritores se nos presenta mucha gente que presume de tener una vida de novela, y Juan Carlos de Borbón tiene varias vidas de novela, pero ni siquiera la mano dócil y experta de Laurence Debray las ha salvado del desastre literario, que equivale a un desastre histórico y político.
Hay récords que nadie se cree. Ocurre con los de los presupuestos de Sanidad de la Comunidad de Madrid. Cada año, el Ejecutivo anuncia que suponen una cifra nunca vista. Y cada año, sin embargo, nacen superados por la realidad: casi siempre se paga más de lo que se presupuesta. Pocas cosas engordan más esa factura que los hospitales de gestión privada que hay en la red pública madrileña. Unas veces es porque captan a pacientes de otros hospitales, lo que se les paga aparte. Otras, porque ganan sus numerosos juicios contra la Comunidad. En ocasiones, porque Madrid paga deudas que arrastra desde hace más de un decenio. Pero el agujero en las cuentas públicas es millonario: según los datos de la Intervención regional, durante los primeros seis años de su gobierno (2019-2024), Isabel Díaz Ayuso ha pagado 2.354 millones más de lo presupuestado a Quirón (2.208) y Ribera Salud (146), ahora en el ojo del huracán por las órdenes de su CEO, Pablo Gallart, para mejorar la cuenta de resultados. Como consecuencia, la factura total en ese periodo ha sido de 6.663 millones a repartir entre cinco hospitales públicos de gestión privada. Más de 1.300 millones al año. Una dinámica que el gobierno defiende como normal.
El paritorio es la joya de la corona del Hospital de Torrejón, centro público de gestión privada. Incluso organiza visitas guiadas para mostrar a las futuras madres las instalaciones y los métodos con los que trabajan, que se basan en procesos con la mínima intervención. Cientos de familias de otras áreas sanitarias (no cápita) acuden cada año a dar a luz a Torrejón, por lo que el hospital cobra un extra al canon que tiene estipulado con la Comunidad de Madrid.
Irene de Miguel ha decidido salir a bailar en campaña. En medio de la crispación, en una contienda salpicada por la imputación del candidato socialista, las advertencias de la presidenta María Guardiola sobre una posible repetición electoral ante el bloqueo a su figura con el que amaga Vox, o la presencia constante de Santiago Abascal y su pulso al PP, la líder de Unidas por Extremadura sonríe, organiza chocolatadas y apela “a la alegría”. Solo se pone seria cuando los periodistas intentan extrapolar la situación en su comunidad a la de la izquierda nacional. “El salseo de dentro de la M-30, para dentro de la M-30″, zanja.
Ver ahora Servidor del pueblo causa perplejidad. Hace 10 años se estrenó la serie de televisión que catapultó a Volodímir Zelenski a la presidencia de Ucrania, pero entre el país que retrataba el programa y la realidad de hoy, parece que haya pasado un siglo. Sorprende de aquella comedia el uso de la lengua rusa, la utopía contra la corrupción y lo más impactante, la ausencia de la amenaza del Kremlin. Lo que proyectaba el presidente Zelenski de la ficción es lo que deseaba un 73% de la población, la que votó por él en la segunda vuelta de las presidenciales 2019. Y poco tiene que ver con la Ucrania actual.
Diciembre comenzó con una tranquilidad en el PSOE granadino que solo duró un día. A partir de ahí, a cada sobresalto le sigue otro. “No recuerdo una semana igual”, dice una fuente del partido que lleva muchos años afiliada. El primer susto llega en forma de dimisión: la vicepresidenta de la ejecutiva provincial y alcaldesa de Armilla dimitió del primero de sus cargos, el del partido. Luego, simultáneamente, dos mociones de censura, una desde fuera y otra desde dentro. En Pinos Puente, PSOE e IU venían gobernando juntos hasta que IU ha decidido unirse al PP y echar al alcalde socialista. En el pueblo de Nevada, cinco concejales socialistas han presentado una moción de censura contra la alcaldesa, también del PSOE. Y en otro ámbito totalmente distinto, a continuación, la alcaldesa de Cúllar hace pública una denuncia por uso de imágenes degradantes realizadas con inteligencia artificial contra ella.
El próximo 1 de enero Filippo Grandi (Milán, 68 años) dejará su cargo como alto comisionado de la Agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur) después de 10 años de servicio. La semana pasada, Grandi visitó Madrid para recibir la Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica en reconocimiento a su trayectoria y compromiso con la defensa de los derechos de las personas desplazadas, un galardón que recibió de presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.
En la montaña, los problemas suelen ir encordados a las malas decisiones. Las tomadas de forma negligente por el alpinista austriaco Thomas Plamberber (36 años) el pasado 18 de enero pueden llevarle a la cárcel, pero sea o no declarado culpable por los tribunales el próximo 19 de febrero, nada devolverá a la vida a su compañera sentimental, Kerstin Gurtner (33 años). Ambos emprendieron hace casi un año la ascensión de la montaña más elevada de Austria, el Grossglockner (3.798 m) por su arista suroeste, un itinerario largo, complejo, con tramos de escalada y especialmente delicado en invierno.
El descalabro electoral sufrido por Justicia Guardia Civil (Jucil) en las elecciones celebradas el 29 de octubre al Consejo del instituto armado ―en las que esta asociación, hasta ese momento mayoritaria, perdió la mitad de los seis vocales que obtuvo hace cuatro años― ha provocado un terremoto interno. El Comité Ejecutivo Nacional, formado por 10 personas, lleva semanas fracturado en dos con acusaciones cruzadas que han desembocado en que ambos sectores hayan convocado a los cerca de 15.000 asociados por separado a sendas asambleas extraordinarias.
Los vecinos de Montecarmelo han demandado al Ayuntamiento de Madrid por seguir adelante con su idea de construir un cantón de limpieza y una base de SELUR en pleno corazón de ese barrio. El recurso que han presentado ante el Juzgado de lo Contencioso-Administrativo de Madrid se basa en que, según argumentan, el Consistorio está usando una técnica de “tierra quemada” para sacar adelante la obra. Es decir, que trata de construir estos equipamientos lo más rápido posible para que una vez terminada la obra no haya posibilidad de dar marcha atrás aunque finalmente se declarase ilegal. Más de 4.000 residentes de ese barrio han puesto dinero de su bolsillo para pagar al abogado y, en su caso, las costas procesales.
Cuando en Wall Street se habla más del sucesor de Jerome Powell al frente de la Reserva Federal que del movimiento que hará el banco central en su reunión de este miércoles es que hay una anomalía en el mercado. La Casa Blanca no oculta que quiere sustituir a Powell, insultado, acosado y denigrado por Trump, por un hombre fiel, complaciente y dócil como Kevin Hasset, el director de la Oficina Económica al servicio del presidente de Estados.
“Estoy en un buen momento de mi vida. No estoy enfadada”, dice Toni Acosta (La Laguna, Tenerife, 53 años) de sí misma. Una estupenda declaración de intenciones aunque antes de empezar la entrevista la actriz le ha afeado a un señor que fumara un puro en una terraza cerrada y este la ha llamado “gilipollas”. Acosta hace cine, teatro, televisión, radio y lo que se le ponga por delante, pero recuerda con cariño especial uno de sus trabajos. “Me cambió la carrera la serie Señoras del hAMPA. Fue un proyecto que nació cuando atravesaba un desierto sin trabajo, me puse a hacer, creé la reunión con el directivo, llevé a los guionistas… me hizo saber: cuando no tengas nada, créatelo tú”.
Hace unos meses, Mika (Beirut, Líbano, 42 años) se incorporaba como coach de la nueva temporada de La voz de Antena 3, que está a punto de elegir a su ganador. El cantante ya había aparecido en el programa de forma puntual durante la temporada pasada, como asesor de Pablo López. Este tipo de formatos no son nuevos para él. En los últimos años, ha viajado por media Europa siendo jurado en cuatro idiomas diferentes. Lo ha sido de La voz en Francia, de Factor X en Italia, y de las versiones de El piano en Reino Unido y España.
El corsé, una de las prendas más controvertidas de la moda femenina, ha regresado con versiones que llevan la movilidad el límite de lo razonable. Schiaparelli y Maison Margiela lo mostraron en pasarela el pasado mes de julio, y ahora Hailey Bieber y Kim Kardashian han lucido sus modelos en la alfombra roja de la quinta edición de la Annual Academy Museum Gala. En sus redes sociales Bieber mostró dificultades para sentarse y Kardashian, (también con el rostro tapado) llevaba la cintura tan oprimida que sus costillas se tensaban y sobresalían con efecto doloroso. Los corsés constriñen el torso para cincelar la idealizada figura reloj de arena. Para lograrla de forma permanente, recientes artículos en medios de comunicación internacionales, como The New York Times, The Cut, Allure o The Sun, se hacen eco de una nueva técnica quirúrgica que da una vuelta de tuerca a la polémica eliminación de las costillas flotantes.
La aprobación por parte de los ministros de Interior de la UE de un paquete de medidas que da más poder a los Veintisiete para expulsar a los solicitantes de asilo que han visto rechazada su solicitud como para crear centros de deportación y recepción de inmigrantes fuera de la Unión es un paso atrás en la defensa del proyecto europeo como garantía de respeto a los derechos humanos. El acuerdo — adoptado con la oposición de algunos países, entre ellos España— supone la constatación de cómo el discurso de la extrema derecha ya ha contaminado a gobiernos de diferente signo político en el interior de la Unión.
La noticia ya la saben, ahora —como diría Wyoming— les contaremos la verdad. La noticia es que 19 días —y 500 noches— después de publicar a toda prisa el fallo condenatorio contra el fiscal general del Estado, el Tribunal Supremo ha publicado por fin la sentencia, y la novedad es que no hay novedad.
La oposición al régimen de Nicolás Maduro se halla en la tesitura de cómo situarse ante el aumento de la presión de EE UU, que amenaza la soberanía del país pero puede suponer el final de un régimen que ha debilitado los derechos fundamentales.
Lo entrevisté en la plaza Santa Ana de Madrid. Hubo un momento en el que evocó, sin ser él nada de eso, a Leopoldo María Panero (“a mí me han echado de todos los sitios, hasta de un piso franco”), cuando contó que a él lo echaban de todas partes, también de los clubes de coleccionistas. Y entonces su larga y quijotesca figura de hombre en vigilante mansedumbre (había pedido té, no sin antes recordar las que había liado en aquel garito décadas antes) se inclinó hacia mí y contó la historia perfecta de la entrevista, la respuesta que sólo podía dar él, Jorge Ilegal, y que además de resumir de un plumazo su vida resumía, también, el mundo al que él aspiraba. Tiempo atrás se había hecho con una caja de soldaditos de plomo de finales de los años 20. Venían cosidos perfectamente a la caja. Jorge estaba en una coctelería con otros coleccionistas. “Me tomé una copa mientras escuchaba a uno diciéndome que jamás había que descoserlos. Me cago en la hostia. Los descosí todos, los puse en formación perfecta, los moví de aquí para allá; los coleccionistas se echaban las manos a la cabeza. ¿Pero qué te crees que va a pasar con el mundo? Todo se va a descoser. ¿A que los tiro por el váter?”. Contra los sacramentos venerados, contra los límites, contra la ley y el orden, sobre todo contra el orden, y también contra el bienquedismo (esos bienquedas que de tanto obedecer terminan acatando órdenes de no saben quién, sólo porque las obedecen otros), Jorge Martínez siempre dispuso sus armas, que podían ser desde un stick de hockey a un soldadito de plomo pulcramente cosido a su caja. Le pregunté por la muerte (“Cuido mi vida. La vida acaba mal. La vida mata”) y también cuántas veces había estado enamorado: “Prefiero no hablar de esos temas. Ni tocarlos, porque estallan”. Luego, sin su vida personal ya en la pregunta, dejó una contestación sublime: “El amor no es para todo el mundo”. Todo se va a descoser, sí, pero qué gusto cuando lo descosía él.