ARTICULO PRIMERO.- Conformar, el Comité de Dirección de...
"Año de la lucha contra la corrupción y la impunidad”
Siempre se van demasiado pronto los que nos han ayudado a hacer de la vida una experiencia más plena. También los que nos han llevado a vivirla de un modo más intenso y verdadero. Para muchos Robe Iniesta ha sido la voz propicia de un poeta que abría en la realidad, que nunca es la que nos gustaría y que a veces sabe hacerse aborrecer —empezando por lo que cada uno de nosotros es en lo más profundo—, hendiduras por las que entraba un fulgor que la volvía menos inerte y menos triste. Podía cantarle a la pérdida, a la soledad, a nuestra inagotable capacidad de meter la pata y dañar a otros y a nosotros mismos; pero cuando los versos de Robe apuntaban a esos infiernos, en ellos, parafraseando una de sus canciones, se hacía la luz.
Desde que apareció en el escenario del Liceu el 29 de noviembre de 2024, en plena celebración del 125 aniversario del FC Barcelona, no ha dejado de multiplicarse: presente en los entrenamientos, partidos, celebraciones, actos institucionales, contenidos audiovisuales. Incluso ha saltado de la órbita azulgrana para dejarse ver como invitado en el Gran Premio de Catalunya de Fórmula 1. Es Cat, la mascota del Barça. Un gato culé, sonriente, nacido de la silueta del escudo de la mano de los hermanos Grangel, que se ha convertido en un fenómeno viral, sobre todo entre los más jóvenes. Lo suyo no es una moda fugaz y va más allá de las redes sociales, donde acumula millones de seguidores. La semana pasada, su primer peluche —5.000 unidades— voló en nueve minutos, dando pie, incluso, a una reventa que triplicó su precio original de 35 euros.
La entrega del premio Nobel de la Paz a María Corina Machado y su salida de Venezuela en condiciones inverosímiles han devuelto a un primer plano una verdad que gran parte de la comunidad internacional ya considera incontestable: Nicolás Maduro perdió las elecciones y su permanencia en el poder carece de legitimidad democrática. No es una conclusión opinable ni fruto de la disputa ideológica entre izquierdas y derechas: conviene recordar que es el resultado de informes coincidentes de organismos internacionales, incluidos aquellos invitados por el propio Gobierno de Venezuela, que documentaron irregularidades masivas y un proceso electoral diseñado para impedir la competencia real. La inhabilitación de Machado es quizá la expresión más nítida de ese andamiaje electoral profundamente manipulado.
En el grupo de WhatsApp de mi familia, donde hay varios médicos, cada vez que alguien hace una consulta de salud quien contesta con más aplomo, seguridad y contundencia es uno de los que se dedica a otra cosa. Los médicos son mucho más cautelosos, y no digamos si la consulta está relacionada con su área de especialización.
El señoro de izquierdas es una subespecie pelín más evolucionada que el señoro a secas. El eslabón perdido entre el Homo erectus y el Babosus concienciatus. Merecería un capítulo, digo paper, propio en la revista Macho’s Nature, que procedo a patentar, no sea que se me adelante algún criptobro y la monetice. Nuestro hombre, Paco Jones en adelante por no levantar ampollas, puede ser octogenario, boomer, milenial o zeta. Aunque el grueso de los ejemplares españoles anda entre los 40 y los 60 años, como ciertos amigos del presidente del Gobierno, su seña de identidad no es su edad ni su fenotipo ni su hábitat, que puede ser desde un partido a un periódico, sino su capacidad de adaptación al medio.
Lo que hagan los demás puede ser una excusa o un mal ejemplo, según el caso, pero no es un argumento. Se entiende que los discursos políticos ya recurran casi siempre a la misma táctica, porque la política ha quedado reducida a tratar de decir todo el rato que el de enfrente es mucho peor. Están mal las generalizaciones, pero esa práctica es general. No se trata, entonces, de seducir a la gente para que te vote a ti: sino en disuadirles de que voten al rival. Una política contra, no a favor.
La Unión Europea se enfrenta a desafíos sin precedentes en un momento en el que el orden multilateral basado en la ONU está bajo asedio. La estrategia de apaciguamiento hacia Donald Trump —desde la cumbre de la OTAN hasta la desregulación de las normas digitales, de inteligencia artificial y medioambientales, incluida la humillación arancelaria de Turnberry— no está funcionando. Las concesiones no han reducido la imprevisibilidad ni la hostilidad de Trump. Al contrario, han profundizado la vulnerabilidad estratégica de Europa, han producido un plan de capitulación inaceptable para Ucrania y una declaración política de guerra a la UE en forma de Estrategia de Seguridad Nacional de Estados Unidos, en la que se llama a un retorno a una Europa de naciones y se anuncia, en consecuencia, una alianza de Trump con las fuerzas políticas nacionalpopulistas del continente.
A finales de este primer cuarto de siglo XXI, encender el móvil es, para una mujer, emprender un viaje del héroe donde si consigue llegar al último de miles de vídeos de TikTok e Instagram perfeccionados para monetizar sus inseguridades, le espera un premio final: la belleza. La meta tiene un nombre, el glow up (gran mejora estética sufrida por alguien en un tiempo determinado), un término común entre los adolescentes que comenzó a popularizarse en los años posteriores a la covid junto a los contenidos sobre cómo conseguirlo. La obsesión por la belleza va tan unida a la experiencia digital femenina que las chicas conectadas ni reparan en su exceso. Y, por contra, si el algoritmo considera que se encuentra ante un hombre no le mostrará esta realidad, que pasará a ser invisible para él. La presión estética es hoy más compleja que cuando se centraba solo en la delgadez porque ¿qué es exactamente la belleza? ¿Cómo se consigue? Las respuestas dependen de la edad y unos vídeos que siempre llegan demasiado pronto. A los diez años, maquillaje y productos para el cuidado de la piel, a los veinte botox, a los treinta el armario de toda una vida.
Ese final del camino del que todos hablan no es el final. Lo que sucede es que no conviene ir más allá. Alejarse de Casa Mariano es para Miriam, Jose, Ros y Catherine, “un exceso de confianza”. Eso es lo primero que te enseñan al llegar a Casa Mariano, que de puertas para adentro esto puede ser un pequeño Bogotá o una Caracas amable, pero de lo de fuera, casi mejor no saber, no decir. Ninguno “sabe nada” de lo que pasa “allá”, aunque lo sepan todo. Casa Mariano tiene 15 huéspedes, todos latinos. No parece ni una pensión ni un restaurante y sin embargo lo es. No aparece en Google y sin embargo existe. Tanto es así que todos sus huéspedes supieron llegar directos desde el aeropuerto de Barajas la primera vez que aterrizaron en España. Casa Mariano, incrustada en un lugar muy próximo adonde viven los clanes de la droga de la Cañada Real, se ha convertido en una posada “low cost” que da cobijo a los recién llegados de Latinoamérica, y también, de algún modo, en una forma hiperrealista de recordarles desde el minuto cero que Madrid no será lo que les habían prometido.
Para muchos, el volcán de La Palma sigue sin ser pasado. Tras cuatro años y más de 1.100 millones de euros en ayudas desde el Gobierno central, las conexiones se han restablecido, ya no hay isleños viviendo en barracones y se ha abonado el valor de las casas. Diversas estadísticas como la creación de empresas, empleo o construcción ya superan los registros previos a septiembre de 2021, según la patronal palmera. El sector platanero, sin embargo, sigue lejos de sus mejores horas. ¿La razón? “Aún no es posible el acceso a determinadas zonas por la existencia de gases tóxicos o debido al calentamiento de las coladas que impiden tener acceso a las fincas agrícolas para poder trabajar”, se lee en un decreto gubernamental de noviembre que especifica que “cuatro años después del final de la erupción volcánica en la isla de La Palma, las consecuencias sociales, económicas y medioambientales negativas siguen perviviendo”.
Karla Guzmán (27 años) ha cambiado de trabajo tres veces en el último año. Estudiante de medicina, abandonó sus dos empleos anteriores al denunciar “explotación laboral”: guardias interminables que no le dejaban energía —ni espacio mental— para preparar su examen de residencia. Hoy trabaja en un call center médico desde casa, con horarios más estables. “Los turnos de noche, de 12 horas o más, me consumían. Llegaba, dormía, me despertaba cansada y volvía al hospital. Ya no podía más”, relata. Guzmán representa a ese ejército silencioso de jóvenes que ve el trabajo como un medio, no como un destino.
És una línia del temps feta de filferro amb pues. Austerlitz 1805. Waterloo 1815. Gettysburg 1863. Verdun 1916. L’Ebre 1938. Stalingrad 1942. Saigon 1968. Kigali 1994. Srebrenica 1995. I Kosovo, i Kabul, i Bagdad. I Damasc, i el Donbàs, i Gaza. Eixa és la constant de la humanitat: la línia de filferro espinós que lliga les guerres i que va lligant totes les obres d’Artur Heras (Xàtiva, 1945) en l’exposició El Mal, que s’inaugura este dijous a València, a l’Octubre Centre de Cultura Contemporània.
Amnistía Internacional (AI) ha divulgado este jueves un informe en el que acusa a Hamás y otros grupos armados palestinos de haber cometido “crímenes de guerra y de lesa humanidad” durante los ataques del 7 de octubre de 2023 y al retener luego en Gaza a 251 rehenes, de los que los últimos 20 aún con vida fueron devueltos a Israel el pasado 13 de octubre. En un comunicado difundido conjuntamente con el informe, la organización recuerda también que Israel, por su parte, ha cometido y “sigue cometiendo genocidio con total impunidad en Gaza”, a pesar del alto el fuego que este miércoles cumplió dos meses. La ONG insta por ello a que la justicia internacional garantice que los responsables de todos esos graves crímenes, sea Israel o bien los grupos armados palestinos, rindan cuentas por ellos.
Sobre una canoa, el guía turístico León Djirobo, de 58 años, consigue que un gesto ordinario tenga un efecto extraordinario. Arquea su mano junto a la comisura de su labio. De su gesto no salen palabras, sino un sonido similar al de un felino salvaje. Casi al instante el verdor de los manglares del río Nero se llena de pequeñas manchas negras y blancas. Milliardaire, el joven ayudante del guía, deja de remar, mientras una veintena de monos acuden al llamado de Djirobo; un reclamo conocido por varias generaciones. La especie, llamada comúnmente mono de nariz blanca, (de nombre científico Cercopithecus petaurista), se acerca a comer plátanos de la mano del guía con confianza y seguridad.
Se sienta Judith Colell (Sant Cugat del Vallés, 57 años) a charlar y sonríe aún más de lo habitual: “Siempre he hecho cine intimista, con presupuestos ajustados. Ahora he afrontado un drama con más dinero, porque era necesario para la recreación histórica, aunque creo que sigo hablando de seres humanos”. La actual presidenta de la Acadèmia del Cinema Català (ha renovado mandato este año hasta 2029) encara la promoción de Frontera, que se estrena mañana viernes, un drama basado en hechos reales: hasta 8.000 judíos cruzaron de Francia a España destino a Portugal durante la Segunda Guerra Mundial, y la película cuenta lo que ocurre en un pequeño pueblo catalán fronterizo, cuando en 1943 en los Pirineos un funcionario decide ayudar a los refugiados. “Acepté el encargo por el eco indiscutible con la actualidad”. Y ahí arranca la conversación.
El hotel Reúma, en la ladera norte de la colina de la Sabika y a 90 metros de los muros de la Alhambra, es sin duda un cuerpo extraño en su entorno. Allí, en el bosque de San Pedro de la Sabika, coto de caza del sultán Muley Hazen en el siglo XV, y coronado por el recinto nazarí, este edificio de 125 metros cuadrados y tres plantas surge en 1910 con su aire historicista y afrancesado, un peculiar tejado de zinc y su remate central a modo de asa donde aparecía el rótulo. Nacido con el nombre de hotel Bosques de la Alhambra, la humedad y el frío de ese bosque hizo inviable el negocio y cerró en apenas dos años. Los granadinos, claro, no tardaron en bautizarlo como “hotel Reúma” o casa de la maleta, por la apariencia del edificio con su asa en el tejado. Tuvo distintos usos a lo largo del siglo XX, y la Alhambra lo adquirió hace 25 años. Cuerpo extraño, edificio exótico o pegote, tiene un valor simbólico indudable para la ciudad.
Resulta imprecisa, por no decir injusta, esa división entre novela de género, en este caso ficción criminal, y novela literaria. Como si la primera, por sistema, no llegara a ciertos criterios de calidad. Al final, parafraseando a Javier Cercas, esto es cuestión de buenas y malas novelas. No hay más. Eugenio Fuentes lleva desde 1993 demostrando con su serie protagonizada por Ricardo Cupido que existe lugar para una apuesta de largo alcance.
WendyEugenio Fuentes. Tusquets, 2025 504 páginas. 22,90 eurosEn blanco y negro y en primera persona, el protagonista llega a una granja para comprobar que vive una pesadilla: los “animales” no son animales, sino humanos desnudos bajo máscaras de caballos, y son brutalmente sometidos a trabajos y humillaciones continuas. Se trata de Horses, videojuego experimental del estudio italiano Santa Ragione que ha sido vetado por las principales plataformas antes incluso de llegar al gran público. La polémica arrancó antes de su estreno: Steam (la mayor tienda digital) dijo en 2023 que prohibiría su publicación citando contenido con “conducta sexual que involucra a un menor”, tras revisar una versión temprana del juego donde aparecía una niña sobre los hombros de una mujer enmascarada. Esa escena fue modificada (la niña fue reemplazada por una adulta), pero las plataformas siguieron vetándolo hasta hoy. El juego acaba de llegar al mercado, pero lo que nació como una reflexión inquietante sobre la obediencia y la culpa ha acabado convertido en un caso paradigmático sobre los límites —visibles e invisibles— que aún pesan sobre la creación interactiva.
Uno por uno, Diego Pablo Simeone explicó a sus jugadores durante la charla táctica en el hotel Pullman de Eindhoven el planteamiento que había diseñado para minimizar el juego combinativo del PSV y evitar su presión. La receta fue meridiana: jugar con la patada larga de Oblak para que Sorloth y Nico González peinaran balones o en su defecto intentar ganar las segundas porque el Cholo había detectado que los futbolistas de Peter Bosz flojeaban en esa faceta. Al final del encuentro y con la trascendental victoria en la saca, el preparador argentino estaba entusiasmado por cómo sus futbolistas habían ejecutado su plan. “Hacía tiempo que no me voy tan lleno, disfrutando de lo que vi. Me gustó mi equipo, no reculó, jugamos y presionamos siempre en contrario. Teníamos un plan que salió”, se felicitó el Cholo.
Me pregunto si es posible que Toño, el comentarista arbitral de Movistar+, se haya podido olvidar de que un día fue Mateu Lahoz, el rey de la baraja. A veces ocurre, no sería el primer caso de amnesia curricular vinculada al éxito profesional y tampoco será el último. Ni siquiera tienen que mediar el despecho o algún tipo de trauma ocasionado por los excesos de una vida anterior: simplemente pasas página con la misma elegancia que uno olvida a un antiguo compañero de piso, sin rencores, como si ya no pudieras recordar quién dejó abierta la ventana para que se escapara el gato o si aquello no es más que otra leyenda urbana.