ARTICULO PRIMERO.- Conformar, el Comité de Dirección de...
"Año de la lucha contra la corrupción y la impunidad”
Hasta en la sopa. En los bailecitos de TikTok, de música de fondo en los vídeos de Instagram, entre los disfraces más vendidos de Temu... Y, por supuesto, en las listas de popularidad y los algoritmos de recomendación de YouTube, Spotify y Netflix, donde se colocó el miércoles como la película más vista de la historia de la plataforma (236 millones de visionados). Las guerreras k-pop está hasta en la sopa. Literalmente: la marca de fideos surcoreana Nongshim ha lanzado una línea de ramen y snacks con los personajes del filme, una colaboración que ha sido posible “gracias a que los consumidores descubrieron voluntariamente la marca en la película y lo compartieron con gusto”, dice la nota de prensa.
Un retraso de unas horas en la entrega de mi reportaje sobre el colapso de la asistencia sanitaria en el Complejo Médico Nasser de Jan Yunis me salvó la vida. Estaba escribiendo el artículo para EL PAÍS, utilizando el hospital como ejemplo del deterioro del sector médico en Gaza, cuando el cansancio me venció la noche anterior. Dejé el trabajo a un lado.
El aumento de la competitividad escolar, observable en la subida de las notas de corte para entrar a la universidad o en el gasto ingente que las familias destinan a actividades extraescolares educativas para mejorar el rendimiento de sus hijos, ha elevado un 68% el estrés académico desde 2006. Las chicas sacan cada vez mejores resultados que sus compañeros, pero están pagando un precio: el porcentaje que manifiesta sentir “mucha presión” se ha disparado entre ellas un 118% en el mismo periodo. La experimentan ya casi 4 de cada 10 alumnas de secundaria (frente un 23% de los chicos). Entre las de 17 y 18 años, la etapa en que muchas cursan el Bachillerato, afecta a más de la mitad. En total, en el curso que se inicia oficialmente este lunes en España ―las clases empiezan a partir del 8 de septiembre―, cerca de un millón de estudiantes de secundaria se sentirán muy estresados por el trabajo escolar.
El verano que este domingo acaba —el meteorológico, porque el verano astronómico dura hasta el 22 de septiembre— cierra otro trágico capítulo de la emergencia climática en la que está atrapada España y que, crisis tras crisis, se ha instalado en nuestras vidas. Las temperaturas extremas de este estío han contribuido a una brutal oleada de incendios que, además de matar a ocho personas que luchaban contra las llamas y dañar la economía de muchos pueblos y los hábitats de cientos de especies, amenaza con pulverizar los registros del fuego de las últimas tres décadas.
“Mira, ven, observa esto atentamente”, dice Fernando García mientras abre las manos y enseña un tesoro. “Esta es la prueba de que los seres humanos, en realidad, no inventamos nada, sino que se lo copiamos a la naturaleza”, añade. Entre los dedos del biólogo brilla una concha perfectamente redonda, una espiral en forma de escalera diminuta que desciende sobre sí misma hasta perderse en el centro del caparazón. “Es un número áureo impecable”, señala antes de devolverla a una estantería abarrotada de otras conchas. Esta fue de un caracol marino —de la especie Architectonica maxima— y ahora es una pieza de la colección de malacología del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN) en Madrid, donde García trabaja como archivero.
En el verano más caro de la historia de España, en el que ir a Mallorca cuesta tanto como viajar a Bali, julio y agosto siguen reinando. Pero aunque históricamente estos dos meses acumulan más gente vacacionando [no en vano sus nombres vienen directamente de los inventores del concepto vacaciones, los antiguos romanos], algo está cambiando en las cabecitas de la clase media española, que últimamente se desmarca eligiendo períodos antes o después de estas fechas para irse de viaje.
El calor por fin ha aflojado a finales de agosto, y el camino que va de la estación de Sant Cugat del Vallès a la casa de Victoria Camps (Barcelona, 84 años) se abre propicio para vagar y preguntarse sobre el bien y el mal, pero sin mucho ahínco. Al fin y al cabo, uno espera que al llegar a la casa encuentre algo de claridad y alguna respuesta: Camps es una de las mayores especialistas en Ética de nuestro país. Catedrática emérita de Filosofía Moral y Política de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), es autora de decenas de libros, entre los que destacan Virtudes públicas (Premio Espasa de Ensayo en 1990), El siglo de las mujeres (1998), Breve historia de la ética (2013) o El gobierno de las emociones (Premio Nacional de Ensayo en 2012). Desde su posición de académica ha participado en todos los debates, desde el feminismo y la educación hasta el federalismo y la bioética. Y también ha tenido contacto directo con la política, como senadora independiente para el PSC de 1993 a 1996, y como miembro del Consejo de Estado entre 2018 y 2022.
Los relatos chinos siempre tienen algo de épico. Están llenos de aventuras, lealtades inquebrantables y personajes (en su mayoría masculinos) que cargan en los hombros con el destino de toda una nación. Por ejemplo, en El romance de los tres reinos, un clásico del poeta medieval Luo Guanzhong (1330-1400), tres hombres, hastiados de la corrupción del Imperio, se reúnen en un huerto de melocotones y juran rescatar al pueblo sin miedo a perder la vida. “Aunque no nacimos el mismo día, quieran el Cielo y la Tierra que muramos juntos”, dice uno de ellos. Esa tarde matan a un buey y festejan. Es quizás por eso que la historia de Chen Jinghe no podía ser menos que extraordinaria. Se cuenta que hace cuatro décadas, cuando estaba recién graduado como geólogo de la Universidad de Fuzhou, un funcionario de Pekín se acercó a él con una orden simple, pero monumental: “Ve a la montaña y encuentra oro”.