ARTICULO PRIMERO.- Conformar, el Comité de Dirección de...
"Año de la lucha contra la corrupción y la impunidad”
Queda algo más de una hora para el Turquía-España y Dani Carvajal y David Raya se baten al ajedrez con el móvil. Ya están en la caldera del estadio de Konya, pero encuentran tiempo para dos partidas en las que se impone el madridista. Este parón internacional de septiembre supuso el regreso de Carvajal a una convocatoria de la selección después de destrozarse la rodilla derecha en octubre del año pasado. Ya había probado su restablecimiento físico con el Real Madrid, pero en la vuelta al grupo de Luis de la Fuente testó también su progreso en el tablero, una obsesión adquirida durante la recuperación.
El cronómetro agotó su vida, Alemania era campeona del Eurobasket y los jugadores y técnicos se abrazaban en una piña en el pabellón de Riga después de vencer en la final a Turquía por 83-88. Todos menos la gran estrella, el base Dennis Schröder, que cruzaba la pista a toda velocidad, el último de sus innumerables sprints, para quedarse con el balón del partido. El director de juego de la máquina alemana quería conservar ese recuerdo para un museo particular que incluye el oro mundial (2023) y europeo (2025) con su selección, y los premios de mejor jugador, MVP, en ambos campeonatos. La lista de quienes acaparan este doble galardón individual habla por sí sola: Drazen Dalipagic, Sergei Belov, Drazen Petrovic, Toni Kukoc, Dirk Nowitzki y Pau Gasol tienen un nuevo socio en el olimpo.
El día de la entrevista, Marta Ros (Barcelona, 29 años) no puede evitar “venirse arriba”. Tras años como coreógrafa, por fin puede volcarse por completo en Ouineta, su alter ego musical: una popstar performativa, irónica y libre que ha convertido su gira en la mejor pista de baile. “Ouineta es el hada de la verdad, una explosión de creatividad”, resume. Su propuesta nace de una búsqueda artística que empezó en el patio del colegio, imitando a María Isabel o Shakira. Hoy, aquella niña que se avergonzaba al cantar ha hecho del escenario su lugar seguro: “Ouineta es el personaje que me permite cumplir los sueños que tenía de pequeña”.
Mucho antes de que hacerse rico jugando a videojuegos fuese algo concebible, las cifras más mareantes estaban en las máquinas recreativas. Puntuaciones absurdamente altas e inalcanzables que iban acompañadas del nick con el que se identificaran las leyendas locales, jugadores en torno a los que se formaban corrillos a lo largo de eternas partidas, donde los clientes del bar, lejos de enervarse por la espera, se sentían privilegiados viendo esas pantallas del juego a las que ellos nunca llegaban. Al principio del documental Tribute, que se estrenó el pasado jueves en Amazon Prime Video, el director Nacho Vigalondo recuerda a Pindorro, figura casi mitológica a la que, de niño, contemplaba hipnotizado frente a la máquina en la villa cántabra de Cabezón de la Sal, su lugar de nacimiento. Traído al lenguaje actual, bromea el cineasta en el mediometraje, Pindorro fue el primer gamer a cuyo canal se suscribió.
La adolescencia, su llegada, marca un antes y un después en la vida del niño, pero también en la de sus padres. Progenitores que se creían comprensivos hasta que se ven a sí mismos perdiendo la paciencia, gritando, convirtiéndose en alguien que no reconocen. Con este eje conductor, la psicopedagoga Sonia López Iglesias (Igualada, Barcelona, 50 años), también maestra de Primaria, vertebra su segundo libro, Cuando la adolescencia duele (Ediciones Destino), publicado el pasado 10 de septiembre. Un volumen que tiene como objetivo acompañar a las familias a transitar desde el amor esta etapa vital llena de “cambios y desafíos”.
“Si quieres que la gente camine, debes hacer aceras anchas y cómodas que impulsen que se camine”, explica David Lois mientras mira resignado la que tiene detrás: el estrecho espacio peatonal del paseo del Prado en el que se agolpan quienes quieren entrar al Museo Thyssen y quienes caminan, rodeados por 10 carriles para coches en una auténtica autovía urbana. La percepción, aquí, es que el automóvil es el rey y que caminar es incómodo. Es el tipo de temas que estudia Lois (Madrid, 54 años), profesor de Psicología Social en la UNED e investigador en el Centro de Investigación del Transporte (Transyt-UPM), donde analiza los condicionantes sociales que influyen en cómo nos movemos. Atiende a EL PAÍS al inicio de la Semana Europea de la Movilidad.
Seila Fernández Arconada no es una artista que se proponga pintar un lienzo en un estudio que acabe en las paredes de un museo, sino una especie de activista del arte con los pies firmes en territorios complejos. Esta artista ecosocial y multidisciplinar nacida en San Felices de Buelna, Cantabria, en 1986, ha trabajado en lugares de la Amazonía, Colombia, China, Inglaterra, Países Bajos, Francia o Ucrania y defiende la creación como algo compartido. Hoy desarrolla el proyecto Río Dnipró: pertenencia ecosocial en tiempos de guerra. De todo ello ha hablado en Santander en un curso de la UIMP.
La ausencia más significativa de los Emmy del pasado domingo no la ha protagonizado ningún nominado, ni ninguna vieja gloria televisiva. Paradójicamente, es la de alguien a quien nadie querría haber visto allí. No se mencionó a Donald Trump ni una vez en toda la descafeinadísima ceremonia, que ha sido la primera entrega de premios importante con su segundo mandato avanzado —los Oscar se celebraron seis semanas después de su toma de posesión y tampoco se le mencionó—. Las almas cándidas especularán con un posible intento de Hollywood por unir a estadounidenses de todo signo. O con eso de que no hay mejor desprecio que no hacer aprecio. El resto sabemos que es solo un síntoma más del miedo generalizado.
Nadia Anjuman (Herat, 1980) escribió la mayoría de sus poemas a escondidas, porque nació afgana y mujer. “No soy como ese frágil sauce que se estremece a la mínima brisa, soy una mujer afgana y justo es que no ceje en mi lamento”, dice uno de sus versos, que se refiere al primer régimen talibán (1996-2001), aunque cobró notoriedad a partir del 2021, cuando los fundamentalistas tomaron de nuevo el poder.
Christian Dior no empezó su romance con el sur de Francia al comprar el château de La Colle Noire, en 1951, sino mucho antes. Fue en una localización bastante más humilde a cinco kilómetros del castillo decimonónico. Todo arrancó en los años treinta, cuando su apellido aún no era sinónimo de lujo, su familia acababa de arruinarse y su hermana pequeña, Catherine, todavía era adolescente. Fue en Callian, un bello pueblo provenzal que presume de bucolismo desde lo alto de una colina y en cuyas inmediaciones se ubica la granja a la que se trasladó la familia tras morir la madre.
Victoria Camps regresa con un libro que duele en los lugares precisos. La sociedad de la desconfianza es un bisturí filosófico aplicado sobre el cuerpo social enfermo, donde cada página confirma lo que intuíamos pero preferíamos no nombrar: hemos construido una civilización de soledades conectadas, de individuos que confunden la autonomía con el aislamiento y la libertad con la irresponsabilidad.
La sociedad de la desconfianzaVictoria Camps Arpa, 2025 216 páginas, 19,90 euros“Mi mujer, Norma, había huido con Guy Dupree, y yo estaba esperando las facturas de la tarjeta de crédito para localizarlos. Aguardaba mi momento. Corría el mes de octubre. Se habían largado con mi coche, mi tarjeta Texaco y mi American Express”. De esta sucinta manera da inicio El perro del Sur, de Charles Portis, road book inefable y una de las novelas más jolgoriosas jamás escritas. Por descontado, lo último no es un aliciente para ciertos lectores. El otro día, precisamente hablando de Portis, mi mujer me soltó que no “consideraba” el “factor diversión” en una pieza literaria. Era aquella una frase que perfectamente podría haber soltado Tomás de Torquemada ante la pira de un judeoconverso, pero este reseñista se mantuvo firme en sus convicciones. Pues nosotros, los que leemos por placer, juzgamos el “factor diversión” un estímulo considerable en cualquier artefacto narrativo.
El perro del surCharles Portis Traducción de Javier Lucini Dirty Works, 2025 259 páginas, 25,95 eurosAntonio León, peruano afincado en Galicia y nadador desde los seis años, se llevó una sorpresa el día que un entrenador alemán lo sacó del agua para trabajar “desde el tronco”. Le aseguró que mejoraría la brazada, la potencia y, en definitiva, que conseguiría mejores marcas para el equipo. Fue su primer contacto con el pilates, un método de acondicionamiento físico ideado por el alemán Joseph Hubertus Pilates que utiliza la respiración y la concentración para fortalecer la columna vertebral a través de ejercicios de bajo impacto. Como León, que ahora dirige su propia cadena de centros desde Santiago de Compostela, cientos de miles de personas sienten que a través del pilates han mejorado en fuerza, flexibilidad, resistencia y estabilidad.
“Lo que siento en todo momento es que nos silencian, que no nos quieren escuchar, quieren hacer leyes sin tenernos en cuenta”. Esto que pronuncia Lea Ferrer, una prostituta de 36 años, lo hacen de diversos modos unas cuantas más de esas mujeres que, insisten, lo son porque lo han decidido ellas, “cada una por sus circunstancias”, pero ellas. Por eso creen que quienes quieren legislar contra lo que entienden como su “trabajo” deberían “como mínimo” escucharlas: qué piensan, cómo viven o cuáles son esas circunstancias, “muy distintas”, que las atraviesan.
La palabra latina humilitas, el lema de la familia Borromeo que sirve para describir la lujosa contención de la estética milanesa, no está inscrita en la fachada de esta casa, pero poco le falta. Cuando diseñó este edificio, a principios de los años sesenta, el arquitecto Luigi Caccia Dominioni quiso reinterpretar la casa lombarda tradicional: sobria y compacta por fuera, suntuosamente espaciosa por dentro. En uno de sus apartamentos principales vive desde hace más de cuatro décadas con su familia el arquitecto Francesco Soro (Milán, 82 años), que es quien nos da la bienvenida. Primera sorpresa: lo que desde la calle parecen ventanas modestas son en realidad muy grandes, y fueron diseñadas para hurtar el menor espacio posible a la luz. De hecho, son uno de los elementos del proyecto original que no han sufrido transformación. “Me quedé con las puertas, altas, bellísimas, y también con las ventanas”, apunta Soro, que llegó aquí en 1978, cuando adquirió un apartamento en la planta baja. Le gustó, cuenta, porque incluía un sótano iluminado cenitalmente por un lucernario. Con los años llegaron los hijos −dos gemelos− y la familia acabó haciéndose con el piso superior, que hoy es el principal. Soro construyó una escalera de caracol para comunicar ambas plantas, y el resultado fue un pequeño palacete dentro de otro palacete que, a su vez, huye de los tópicos sobre lo palaciego. Abrazada por las formas sinuosas que concibió Caccia Dominioni −pasillos serpenteantes, una apabullante escalera elíptica comunitaria−, esta vivienda reafirma su condición de oasis. También condensa una forma de entender lo doméstico.
No es ningún secreto que Tailandia es el país de las sonrisas, pero bajo nuestro punto de vista también podría ser el país de los templos, ya que está repleto de ellos. Es más, algunos son verdaderos lugares de peregrinaje para el turista, por ser conocidos a nivel mundial, y es que hablamos de auténticas joyas arquitectónicas que mezclan cultura, tradición, arte e historia. Así que, si vais a viajar a Tailandia, considerad reservar una parte importante de vuestro tiempo para visitar estos lugares, tan emblemáticos como sorprendentes.
Las redes han hablado y el pan con chicharrón de cerdo se ha proclamado como mejor desayuno del mundo en el particular concurso que puso en marcha el streamer Ibai Llanos. En pleno mes de agosto, Llanos anunció el Mundial de Desayunos, un torneo en el que se han enfrentado los distintos platos con los que países de todo el mundo hacen frente al inicio del día. Venezuela y Perú fueron los elegidos para llegar a la final: el primero lo hizo con las arepas reina pepiada, acompañadas de huevo, plátano frito, frijoles negros, queso rallado, carne mechada y maltín —una bebida a base de malta de cebada—, mientras que el segundo alcanzó la recta final de la competición con su típico pan con chicharrón, tamal y café pasado —filtrado—.
Lucía García tenía apenas ocho años cuando le diagnosticaron un extraño tumor cerebral, muy agresivo e incurable. Era un glioma difuso intrínseco del tronco encefálico (DIPG, por sus siglas en inglés), un cáncer muy poco frecuente —apenas se diagnostican una veintena de casos cada año en España—, pero capaz de burlar al sistema inmune y escapar de todos los tratamientos disponibles para intentar neutralizarlo. La niña falleció un año después del diagnóstico, pero dejó un legado que puede sentar las bases para ayudar a virar el pronóstico de una enfermedad devastadora: las muestras de su tumor, donadas por sus familiares, han permitido a la ciencia estudiar la agresividad de este cáncer e investigar también potenciales dianas terapéuticas para destruirlo.
Josep Oliu (Sabadell, 76 años) pilota el Banco Sabadell desde hace más de 25 años y, antes que él, su padre ya manejó las riendas de la entidad vallesana. El Sabadell es una cuestión de piel para Oliu, pero afirma que afronta tranquilo el desenlace de la opa de BBVA porque con él al frente el banco ha logrado remontar la mala situación que vivió coincidiendo con la crisis financiera en España y que causó fuertes disgustos a importantes accionistas que, además, eran amigos suyos, caso de Isak Andic, de Mango, y José Manuel Lara, de Planeta. “Hoy estarían ganando dinero”, asegura.