ARTICULO PRIMERO.- Conformar, el Comité de Dirección de...
"Año de la lucha contra la corrupción y la impunidad”
Uno de los problemas más comunes cuando se tiene una bici y se vive en un piso pequeño son las pocas opciones que hay para mantenerla siempre a mano sin que nuestro hogar se convierta en un caos. Este vehículo de dos ruedas suele ser robusto, así que no vale cualquier sitio para ponerlo.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, dijo este miércoles por la noche (hora de Washington, madrugada en Londres, donde se halla en una visita de Estado) que designará como una “organización terrorista” a Antifa, denominación que sirve para definir a una constelación amorfa de organizaciones de extrema izquierda con tenues vínculos entre sí.
Las amenazas estaban sobre la mesa. Pero eran eso, amenazas. Codazos entre los jefazos de la clase. No les gustaba Jimmy Kimmel, un tipo sencillo, gracioso, un clásico más conocido dentro de Estados Unidos que fuera, donde todos le confunden con su tocayo Jimmy Fallon. Trump lo dijo hace meses: “Se irán”. Hablaba de los dos. “Es muy bueno verlos irse, y espero haber tenido un papel importante en ello”, escribía en su red social. Cuando cayó Stephen Colbert, en julio, Trump también fue rápido con la tecla, y apuntó a su siguiente enemigo: “Creo que el siguiente es Jimmy Kimmel. ¡Es aún menos talentoso que Colbert!“.
La nueva generación de fármacos adelgazantes consigue reducciones de peso sorprendentes, de hasta el 24% en sus versiones más modernas. Pero al valorarlos, solemos centrarnos en los casos de éxito: en los hastas y no en los desdes. Pero no todo el mundo responde de la misma forma al tratamiento, y un reciente estudio puede haber señalado la razón. Un grupo de científicos monitoreó a 92 personas con diabetes en Japón durante su primer año de tratamiento con fármacos adelgazantes y descubrió que la psicología del paciente puede afectar el éxito de estas terapias. Las personas que comían en exceso al ver u oler comida sabrosa tenían más probabilidades de responder bien a los fármacos a largo plazo, mientras que quienes comían de más por motivos emocionales tenían menos probabilidades de hacerlo.
Querido Robert. Acabo de venir del cine, ese lugar sagrado en el que tantas veces nos encontramos. Comprenderás que El golpe ha sido duro y al llegar a casa me he descalzado y he bajado al parque. Como no había colinas de Ngong he buscado un montículo y me he sentado a reflexionar sobre eso de que nuestras vidas son los ríos, el tuyo y el mío, Dos hombres y un destino. Quiero decirte que has sido El mejor y que en este mundo en el que vivimos, en esta Jauría humana llena de Leones por corderos y en el que Todos los hombres del presidente están encausados, he sentido que somos Tal como éramos y que al volver a casa, a tu salud, me he tomado un Habana. Sé feliz en La última fortaleza.
El encuentro en Madrid ha sido un desatascador clave en una de las grandes pugnas comerciales entre Washington y Pekín. China ve con buenos ojos el acuerdo alcanzado el lunes en la capital española con Estados Unidos para resolver el rifirrafe en torno a TikTok. Al menos así lo ha transmitido el Diario del Pueblo, órgano de propaganda oficial del Partido Comunista chino, mediante un artículo en el que asegura que el consenso alcanzado en torno a la propiedad de la popular red social china de vídeos muestra cómo el diálogo promueve los “beneficios compartidos”.
Este jueves se cumple el plazo de un año que la Asamblea General de la ONU le dio a Israel para abandonar Gaza. Lejos de atender ese mandato, la resolución aprobada por mayoría el 18 de septiembre de 2024 ha quedado enterrada bajo los escombros a los que ya se reduce la mayor parte de la franja palestina, prácticamente controlada en su totalidad por el ejército israelí. El inicio de la invasión terrestre de Ciudad de Gaza es el último clavo en el ataúd de la esperanza de que Israel cumpla alguno de los llamamientos de la comunidad internacional para frenar lo que un grupo de expertos de la ONU ya califica de genocidio, con 65.000 palestinos muertos desde el inicio de la invasión, tras la matanza de Hamás en Israel (1.200 muertos), en octubre de 2023.
Carlos Torres está intentando hilar fino con su intento de adquirir el Banco Sabadell. El presidente del BBVA debe pagar lo suficiente para que los inversores del objetivo vendan, pero sin desmantelar aún más la lógica financiera desde la perspectiva de sus propios accionistas. Será difícil de llevar a cabo.
Hace unos meses, Elon Musk escribía en su red social X que Donald Trump estaba en el expediente Epstein pasando de estrecho colaborador a enemigo del presidente. Tras lanzar la bomba, que borraría horas después, el dueño de Tesla perdía decenas de miles de millones de dólares en la cotización de sus empresas en Bolsa. El calentón le había salido caro.
Perder los papelesLa crónica política está llena de salidas de tono como cuando en 2002, al presidente de Uruguay le compararon la situación financiera de su país con Argentina. Jorge Batlle se irritó y dijo ante las cámaras: “Los argentinos son una manga de ladrones, del primero hasta el último”. Tuvo que viajar a Argentina para disculparse.
En 1992, el presidente catalán, Jordi Pujol, advirtió a los hoteleros durante los Juegos Olímpicos: “Si cristaliza en el mundo la idea de que Cataluña es un país muy caro y un poco gitano, lo pagaremos muy caro”, dijo. Después pidió perdón por carta al presidente de la Federación de Asociaciones Gitanas de Cataluña.
El especialista en derecho internacional Philippe Sands dice que el debate sobre el genocidio es una distracción. Señala que hay crímenes contra la humanidad y crímenes de guerra que pueden ser violaciones más graves que un genocidio. Explica también la dificultad que puede tener probarlo penalmente: la definición legal es, a su juicio, demasiado limitada. En el habla corriente, genocidio es una especie de superlativo. En el caso de Israel, y en concreto de la matanza que el gobierno de Netanyahu está perpetrando en Gaza, el término remite a la Shoá, fuente de legitimidad del Estado; que Israel cometa un genocidio aparece como una impugnación a la totalidad. En el terreno doméstico, el debate a veces interesado (algunos denunciaban la respuesta israelí a los atentados del 7-O antes de que se produjera; otros discuten la categoría, cada vez más apoyada por los expertos, a fin de minimizar la atrocidad) genera enfrentamiento entre personas que están de acuerdo en lo esencial: la necesidad de parar una masacre.
El que acaba de empezar es el primer curso escolar en el que casi todas las comunidades autónomas—menos Navarra (que está ultimando su reforma legal) y el País Vasco— tienen alguna restricción al uso de dispositivos electrónicos, especialmente teléfonos móviles, en los centros educativos de primaria y secundaria.
“Queridos progres, si las armas son tan malas, ¿por qué estoy muerto?”. Este es uno de los muchos memes de humor negro que se han compartido estos días en redes sociales sobre el asesinato de Charlie Kirk. Por supuesto, a mucha gente no le parecerá de buen gusto ni respetuoso, pero el humor macabro tras una tragedia es una constante. Lo ha habido tras asesinatos, atentados y accidentes, y las redes sociales lo único que han hecho es acelerar los ciclos y facilitar que esas ocurrencias no mueran en la barra de un bar.
Mohammed al Dahdouh descarga las pertenencias de su familia, de 15 miembros, desde la parte trasera de un camión en la arena de la playa de Jan Yunis. Con movimientos bruscos, este barbero palestino de 38 años y padre de cinco niños lanza colchones, mantas, bolsas de ropa y enseres domésticos al suelo, en un gesto que refleja más rabia que cuidado hacia unas posesiones que representan los restos de su vida anterior en el barrio de Tel al Hawa, en Ciudad de Gaza. “Dios nos basta”, repite una y otra vez, con una voz que resuena en la playa, donde otros miles de familias desplazadas intentan levantar refugios improvisados tras no haber conseguido ni siquiera un pequeño terreno para instalar su tienda. “Por favor, cálmate. Por los niños, te necesitan”, le suplica su esposa, Mariam, de 35 años, que se sienta en la arena y abraza a su hija menor, Mais, de seis.
Podemos anunció hace meses la ruptura con el Gobierno cuando sus portavoces verbalizaron que no se consideraban ya un socio de la coalición. Lo hicieron después de que estallara el caso Koldo y también en una estrategia para diferenciarse por la izquierda al oponerse al incremento de la inversión militar en un contexto de rearme europeo o ante la ofensiva de Israel en Gaza. El Gobierno ha dado pasos al reconocer el Estado de Palestina, defender la ruptura del acuerdo comercial del Ejecutivo de Netanyahu con la UE y anunciar el embargo de armas a ese país —que aún debe llegar al Consejo de Ministros—, entre otras muchas medidas que han puesto a España a la cabeza de la defensa de los derechos del pueblo palestino en el ámbito internacional. Pero nada es suficiente para Podemos. Tampoco el saludo de Pedro Sánchez a las protestas contra la vuelta ciclista el domingo, un gesto insólito en un presidente y que habría descolocado al partido, que tildó de “hipócrita” a Sánchez. En un nuevo ataque al Gobierno, Podemos ha hecho pública este miércoles una denuncia por prevaricación contra el Ministerio de Economía, al no haber detenido, sostienen, el comercio y tránsito de armas a Israel cuando “estaba obligado” a hacerlo.
Confieso que esta semana estoy desconcertada; desconocía la pasión que los sectores más conservadores profesan por Eurovisión y el agujero que les causará en la agenda y en el corazón no escuchar a mediados de mayo si Guayominí nos otorga deux points. También me sorprenden los que, ante las protestas durante la Vuelta, piden que no se politice el deporte, porque son los mismos que no ven ningún problema en que tantos países de Oriente Medio utilicen petrodólares manchados de sangre para blanquear sus dictaduras con fastuosos eventos deportivos. Igual es que eso no es política también.
“La masacre de civiles debe parar en Gaza. Y los civiles palestinos no son terroristas”. Por primera vez con esa contundencia, aunque no llegara a hablar de genocidio, se expresó este miércoles Alberto Núñez Feijóo desde la tribuna del Congreso. Hasta este miércoles, el líder del PP había llegado a cuestionar como “inaceptable” la ofensiva de Israel en Palestina, pero evitaba los calificativos gruesos, como el de “masacre”, que ayer sí utilizó. La única referencia de Feijóo a Hamás fue para pedir que no forme parte del “futuro”. El líder del PP no ha tenido más remedio que endurecer su posición contra Benjamín Netanyahu mientras Europa discute si rompe relaciones comerciales con Israel y Pedro Sánchez ha logrado situar Palestina en el centro del debate político en España. Génova admite que el PP está atrapado en medio de “una pinza” entre el Gobierno y Vox, de la que trata de escapar, mientras Feijóo hace frente también a la división interna con el ala dura del PP defendiendo a Israel.
La redacción de À Punt, la televisión autonómica valenciana, está alterada por un vídeo que puede ser relevante en la causa de la dana y truncar el relato oficial de los hechos. Se ha abierto una investigación interna para averiguar quién sustrajo y filtró, según la terminología empleada por la cadena, el sonido del vídeo que grabó la tarde del 29 de octubre en el Cecopi, el organismo gestor de la emergencia de las inundaciones que se llevaron por delante la vida de 228 personas. Las imágenes se conocían, porque fueron difundidas y pactadas como un mudo para ilustrar informaciones, pero el sonido no.
Hace veinte años, cuando Harry Frankfurt nos regaló su pequeña joya filosófica Sobre la “mierda de toro” —perdónenme la traducción directa, pero creo que es la única honesta—, el mundo parecía un lugar más predecible. Más ingenuo, tal vez. Creíamos todavía que las mentiras tenían una forma reconocible, que la verdad y la falsedad eran territorios claramente delimitados, como esos mapas antiguos donde lo desconocido se marcaba simplemente como “aquí hay dragones”.