ARTICULO PRIMERO.- Conformar, el Comité de Dirección de...
"Año de la lucha contra la corrupción y la impunidad”
Los bulos y noticias falsas sobre cambio climático y medio ambiente corren por las redes sociales, plataformas de mensajería y páginas web. EL PAÍS rastrea esta desinformación para desmentir y aclarar algunas de las mentiras más reproducidas y que resurgen en muchas ocasiones. Si se topa con alguno de estos bulos o con algún mensaje que considere sospechoso, nos lo puede enviar a bulosambientales@elpais.es.
No, los biocombustibles no son la mejor solución para el transporteAlgunas petroleras anuncian en sus gasolineras “combustibles 100% renovables” como una solución casi mágica para descarbonizar el transporte por carretera, mientras ciertos sectores consideran que estos biocombustibles son la mejor solución frente al cambio climático. Ecodes ha elaborado una guía para desmontar estos y otros mitos que pueden ralentizar la electrificación de coches, autobuses y camiones, la forma más rápida de reducir el CO₂ en la movilidad. Los biocombustibles son carburantes derivados de materia orgánica. Los de primera generación —como el biodiésel— se obtienen a través de cultivos como la palma o la soja; los de segunda, de residuos orgánicos; los de tercera —muy incipientes—, de algas. Según la entidad ecologista, es cierto que reducen las emisiones, pero no tanto como se suele promocionar —hasta un 90%—: “La reducción de emisiones atribuida a los biocombustibles no es generalizable y depende de múltiples factores, como la materia prima usada y su procedencia geográfica”; es decir, los cálculos actuales subestiman la huella de carbono real.
Tampoco pueden considerarse 100% renovables. “Eso supone ignorar una parte importante del ciclo de vida de los biocombustibles y la capacidad real de abastecimiento. No hay en Europa materia prima suficiente para satisfacer la demanda. La mayoría del aceite de cocina que se usa está importado desde el sudeste asiático y hay sospechas de que se usa aceite de palma en lugar de aceite de cocina usado”. De hecho, otro mito apunta que este tipo de carburantes refuerzan la independencia energética de España. Frente a eso, la ONG contrapone que el 80% de las materias primas para biocombustibles se importan, que la disponibilidad de materias primas es limitada y que los biocombustibles producidos a partir de cultivos generan competencia por el uso de las tierras y afectan a la seguridad alimentaria. En cambio, la energía que usan los vehículos eléctricos no provoca estos efectos, y además en España procede cada vez más de las renovables, que no dejan de crecer (en 2024 llegaron al 57% del mix energético).
Además, la combustión de los vehículos con biocombustibles sigue generando contaminantes atmosféricos con efectos negativos para la salud humana. “El hidrobiodiésel que se vende en las gasolineras está mezclado con diesel fósil, lo que reduce su aporte real a la descarbonización y alimenta falsas percepciones sobre su sostenibilidad”. Por eso, Ecodes señala que distan mucho de ser la mejor solución para descarbonizar el transporte por carretera: “Los vehículos 100% eléctricos que usan energías renovables emiten mucho menos CO₂ que los que usan biocombustibles”.
Bulos relacionados con el sistema de depósito, devolución y retorno de envasesFabricantes de bebidas y empresas de distribución trabajan para la puesta en marcha en España de un sistema de depósito, devolución y retorno (SDDR) de envases de bebidas. Esta importante novedad supone que las botellas de plástico, latas y briks de refrescos o agua deberán incorporar en su precio de venta un depósito de un mínimo de 10 céntimos que los consumidores podrán recuperar al devolver el envase vacío para proceder a su reciclaje. A la espera de ver si se cumple el plazo de noviembre de 2026 para su puesta en marcha y del sistema de funcionamiento que finalmente se decida, lo que sí está provocando ya esta novedad es la propagación de algunos bulos o malinterpretaciones. Uno de ellos es que ahora se va a pagar a los ciudadanos por reciclar o se va a ganar dinero por reciclar, pues en realidad el SDDR va a devolver a los usuarios la cantidad extra que pagarán al comprar el producto. Es verdad que en otros países alguna gente aprovecha para recoger envases abandonados en la calle para cobrar el depósito, pero este es un efecto colateral de este tipo de sistemas. En realidad, lo que se busca justamente es que los consumidores no dejen en cualquier parte las latas y botellas de plástico y se encarguen de retornarlos para recuperar su dinero. Otro bulo que está circulando es que los pequeños comerciantes tendrán que repercutir a los clientes el coste de las máquinas que se tienen que instalar para la recuperación de los envases. Esto no es cierto. Primero, porque la ley establece que son los productores de las bebidas los que deben hacerse cargo de la implantación del SDDR. Y, segundo, porque no hacen falta máquinas en los comercios pequeños y medianos para devolver el depósito, en el caso en el que se decida involucrarlos en el nuevo sistema, una de las cuestiones por decidir.
Cómo puede haber tantas zonas del mundo que se calientan más rápido que el restoEsta semana la Agencia Europea del Medio Ambiente ha insistido en que el continente europeo es el que más rápido se está calentando por el cambio climático, el doble que la media de la Tierra. Sin embargo, si uno busca en Google, encontrará muchas alertas de otros sitios que también se están calentando más rápido que el resto: el Ártico, Oriente Próximo, África, Rusia, China, Australia, Canadá, México, Estados Unidos, Latinoamérica y el Caribe, la Antártida… Esto genera confusión y no da mucha credibilidad a la advertencia climática. Según ironiza el estadístico estadounidense William M. Briggs, “cualquier lugar de la Tierra se está calentando más rápido que cualquier otro lugar de la Tierra”. Así pues, cabe preguntarse: ¿Qué hay de cierto de todo esto?
La realidad es que, científicamente, sí encaja que en todos esos sitios el aumento de la temperatura sea mayor que la media. Ocurre porque se trata de zonas terrestres en un planeta ocupado en más del 70% de su superficie por océanos. Como explica María José Sanz, directora científica del Basque Centre for Climate Change (BC3), “las masas de agua se calientan mucho más lentamente que las áreas terrestres, entonces, resulta obvio que la superficie terrestre se calienta más rápido”.
Esto explica la multiplicación de avisos en zonas terrestres sobre la mayor velocidad del calentamiento que la media del planeta, sin embargo, también existen diferencias entre todos estos sitios. Y, si hablamos de continentes, efectivamente, Europa es el que se está calentando de forma más rápida. Como incide Sanz, también integrante de la Mesa del Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), uno de los factores que más influyen es el llamado “albedo”, que determina la proporción de radiación que refleja una superficie. En sitios cubiertos por hielo o nieve, la mayor parte de la radiación que llega a la superficie es reflejada. En cambio, en otras zonas (más oscuras) donde no ocurre esto el calor que llega es absorbido por la Tierra, aumentando las temperaturas. “Europa está en el hemisferio norte, y cuanto más cerca del polo norte, del Ártico, más calentamiento, pues hay más cambios con el albedo. En latitudes altas en las que tenías más superficies cubiertas por nieve o hielo, al desaparecer estas cambia el albedo y se calientan más rápidamente de lo que se calentaba antes”, señala la investigadora.
El falso desastre ambiental de las placas solaresUn “ecodesastre en espera”, “una catástrofe ecológica desconocida y gigantesca”, “un desastre ambiental” del que “nadie habla”. En los últimos días, han aparecido diversos artículos en medios que señalan a las placas solares como una supuesta bomba de efecto retardado que estallará cuando dentro de unos años se conviertan en residuos todos los paneles que se están colocando ahora. Esta hipótesis es falsa por exagerada. ¿De dónde sale esta repentina alarma por las placas solares como residuo? El término “eco-disaster” aparece primero en un artículo en inglés de la BBC del que luego derivan diversas versiones en español y en todas estas publicaciones citan como principal fuente a Rong Deng, de la Universidad de Nueva Gales del Sur, en Sídney (Australia), que ha calculado que actualmente hay alrededor de 2.500 millones de paneles solares en todo el mundo. En alguno de los artículos en español se asegura también que se trata de un doctor experto en reciclaje de paneles solares. Sin embargo, en realidad ella es una investigadora y no está de acuerdo con esta visión catastrófica.
“Yo nunca he usado estas palabras tan fuertes, la energía solar no es ningún ecodesastre”, se queja Deng por teléfono desde Australia. “Necesitamos nuevas soluciones para gestionar los paneles solares una vez que termine su vida útil o sean reemplazados, pero esto ni siquiera se aproxima a un desastre, es simplemente un problema que necesitamos resolver”. Según el trabajo de esta investigadora, más del 95% de los materiales utilizados para fabricar un panel solar pueden ser reciclados, siendo las partes más valiosas el silicio, el aluminio o la plata. Sin embargo, como recalca Deng, los sistemas utilizados en la actualidad deben ser mejorados para aumentar el aprovechamiento de estos materiales y evitar que metales valiosos acaben en el vertedero.
No, las hormigas no pueden predecir el final de la sequíaUn método de supuesta predicción del tiempo ancestral que no tiene nada de científico se ha extendido en los últimos años. Se trata de las cabañuelas, que usaban los pastores cuando no existían ni la física atmosférica ni los satélites. Consiste en observar ciertos parámetros del tiempo ―como la temperatura, la forma de las nubes y la dirección del viento― y algunos comportamientos animales ―como el vuelo de las aves, la presencia de hormigas aladas y el orejeo de las mulas― durante los primeros 12 días de agosto en España ―enero en Latinoamérica―, que se consideran de ida, y los 12 siguientes, de vuelta. Sus resultados se proyectan a los 12 meses del año y son muy abstractos y locales.
Este método ha alcanzado una gran visibilidad gracias al espacio que conceden muchos medios de comunicación a Jorge Rey, un joven de 16 años al que presentan como meteorólogo sin, obviamente, serlo. Rey es un aficionado que aprendió las cabañuelas de un pastor de su pueblo, Monasterio de Rodilla (Burgos), y que las combina con los pronósticos de los modelos meteorológicos. Se le atribuye, falsamente, el hito de haber predicho Filomena, y todos los años insiste en que habrá una nueva Filomena, aunque nunca llega. A pesar de ello, es entrevistado habitualmente en radios, televisiones y periódicos.
El chico tiene 65.400 seguidores en Instagram; Aemet (Agencia Estatal de Meteorología), 22.300. Los verdaderos expertos subrayan una y otra vez que este sistema es una mentira. “Es una tradición folclórica que no tiene rigor ni validez, el horóscopo de la meteorología”, dice Beatriz Hervella, de Aemet. “Es como predecir el final de la guerra de Ucrania con los posos del té”, ejemplifica el portavoz, Rubén del Campo, mientras que el experto en supercomputación aplicada a la meteorología Daniel Santos Muñoz lo compara “con la marmota Phil de Pensilvania, el pulpo Paul de la Eurocopa, la homeopatía o el tarot”.
Periódicamente y desde hace años, las teorías sobre las estelas inundan las redes. Es, quizás, una de las conspiraciones más populares, tal vez porque solo hace falta mirar al cielo para ver ese rastro que dejan los aviones. Pero esas estelas no son la prueba de que se esté fumigando con productos químicos a la población. Y tampoco son la prueba de que se esté evitando la lluvia con geoingeniería. Esta última mentira es la que se replicó durante abril y mayo, cuando la falta de lluvias fue muy pronunciada en la Península debido a los anticiclones que bloqueaban la llegada de precipitaciones. Esta conspiración saltó, como ya ha ocurrido en otras ocasiones, a la Fiscalía de Medio Ambiente, donde se presentaron decenas de denuncias (que no son admitidas). Un informe del Ministerio Público aclara que esas estelas no son más que "nubes de hielo" y no existe ningún plan secreto para bloquear la lluvia en España.
La Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) lleva años negando también ese supuesto plan secreto de geoingeniería. En este documento de preguntas y respuestas detalla que “las estelas de condensación son nubes de hielo, en forma de largas líneas, que surgen en ocasiones al paso de un avión, por condensación del vapor de agua contenido en las emisiones de los motores”. “Las estelas en sí, son simples nubes de hielo, que no pueden envenenarnos”, concluye Aemet en ese texto.
No, no se están tirando cientos de presas que podrían almacenar aguaEste es un bulo que cobra una dimensión especial al lanzarse en el contexto de una prolongada sequía en España: el Gobierno está tirando cientos de presas y ahora dicen que falta agua. No, no es cierto, la realidad es que la capacidad de almacenamiento de reservas hídricas en España es hoy mayor que hace unos años, no tanto porque se hayan construido más embalses sino por alguna obra de recrecimiento (ampliación) de los existentes. Hoy en día, hay infraestructuras para almacenar 56.069 hectómetros cúbicos de agua, un 1% más que hace 10 años.
¿Entonces por qué la organización Dam Removal Europe considera a España como el país europeo líder en la demolición de este tipo de construcciones? Lo cierto es que sí se están retirando cientos de obstáculos que cortan las corrientes fluviales en el país, pero se trata mayoritariamente de azudes (construcciones de mucho menor tamaño que las presas para derivar agua de los ríos) y otras barreras pequeñas que han quedado en desuso.
También hay presas obsoletas que merece la pena eliminar de los ríos por no cumplir ya su función o no compensar los costes de mantenimiento para que no se vuelvan un peligro. Sin embargo, como explicamos en este especial sobre la retirada de barreras artificiales que fragmentan los ríos de todo el continente, del más de un millón de obstáculos que el proyecto Amber estimó en 2020 que había en las corrientes fluviales de Europa, dos terceras partes tienen menos de dos metros de altura. Y, según Carlos García de Leaniz, el investigador principal de esta iniciativa europea, una de cada cuatro barreras de los ríos está fuera de uso. Tirarlas no tienen ninguna incidencia en las reservas de agua y resulta muy positivo para recuperar los ríos.
Recordatorio para el futuro: tampoco sirve de gran cosa tener muchos embalses, si luego se quedan vacíos (como ocurre en la imagen de arriba, con el de Sierra Boyera, en Córdoba).
No, la ciudad de los 15 minutos no implica encerrar a la gente en su barrioLa ciudad de los 15 minutos es un modelo que pretende reorganizar las urbes para intentar que cada persona tenga cerca todo lo que necesita en su día a día (servicios públicos, colegios, tiendas, parques…) y más facilidades para caminar y moverse en bici. Una idea, en principio amable, que ha generado miles de bulos, espoleados por cuentas de ultraderecha.
La mecha prendió con críticas a los cortes de tráfico en calles de varias urbes anglosajonas (pues para facilitar la movilidad sostenible hay que quitar espacio al coche), y fueron subiendo de nivel: primero, que la ciudad de los 15 minutos supone cerrar calles al tráfico y esto quita libertad de movimiento (lo cual es falso, pues hay muchas formas de moverse en las urbes). Después, que es un plan para encerrar a la población en su barrio; más adelante, que consiste en prohibir los coches, fraccionar las ciudades en guetos identitarios y controlar las emisiones de carbono de cada ciudadano mientras los poderosos siguen viajando en jets privados. Por último, que es un plan para encerrar a la población en su barrio, cosa que no solo no es cierta, sino que da la vuelta a la realidad: de hecho, hay muchos nuevos barrios donde no hay servicios ni tiendas y se fía todo al coche, quitando la libertad a quien no conduce.
Carlos Moreno, el profesor creador del concepto, les responde: “Es un delirio decir que vamos a encerrar a los ciudadanos en su barrio. La ciudad de los 15 minutos es lo contrario, que puedas moverte libremente por tu barrio a pie o en bici, y luego por toda la ciudad en bici o transporte público, que es el medio para conectar los barrios”.
Aquí se puede saber más sobre la ciudad de los 15 minutos y sus bulos.
¿Qué significa que para producir un kilo de carne hacen falta 15.000 litros de agua?Mensaje en Twitter de este sábado 10 de junio: "El bulo de los 15.000 litros para producir 1 kilo de carne de ternera parece que ha triunfado. Se repite en cualquier conversación que implique crítica a la ganadería. Verás cuando se enteren de que esa agua de lluvia cae en los campos con vacas o sin ellas". Resulta cierto que se tiende a interpretar mal las mediciones de la huella hídrica, pero lo que dice este tuit es también una verdad a medias. Cuando se utiliza esta metodología creada por el holandés Arjen Hoekstra para calcular cuántos litros de agua se necesitan para producir un determinado alimento hay que tener muy en cuenta que el cálculo incluye tanto el riego como la lluvia. En el caso de la carne, la mayor parte del agua estimada está relacionada con el riego o la lluvia que han hecho falta para producir a su vez el alimento que ha comido la vaca (por eso es una cantidad muy alta). Ahora bien, la importancia real de la huella hídrica depende de dónde se produzca. Si el ganado se ha alimentado de pastos en un lugar lluvioso, efectivamente, lo que se está contabilizando es agua de lluvia que caerá con vacas o sin ellas. Pero si el animal ha sido criado en una región seca, en un momento de sequía o con alimentos que han requerido de mucho riego entonces su impacto es muy distinto. Por ello, al referirse a un cálculo realizado con esta metodología resulta clave saber dónde se produce ese alimento y qué proporción de agua de riego o lluvia se ha utilizado allí.
Esta herramienta de medición resulta muy interesante, pero debe utilizarse con cautela. Este post advertía de los errores de interpretación de la huella hídrica hace ya más de 10 años, pero sigue siendo válido para entender mejor la metodología: Los 1.216 litros de agua de una pizza margarita.
No, la tuberculosis bovina no es un bulo para favorecer la entrada de carne de MarruecosEntre los bulos más recientes hay uno que dice que la tuberculosis bovina que tanto revuelo ha levantado estos días en Castilla y León es mentira y forma parte de un plan para favorecer la entrada de carne de Marruecos. Entre aquellos que rechazan las restricciones de movimientos de ganado debido a esta enfermedad ha surgido el argumento de que los controles europeos para evitar la extensión de la tuberculosis bovina son en realidad una forma de aumentar la importación de carne del país del norte de África. Esto no es así, primero porque se trata de una enfermedad muy seria que puede tener un enorme impacto en la ganadería. Y segundo, porque la legislación establece que no se pueden mover animales vivos si se han dado casos de tuberculosis bovina, pero sí que permite vender la carne.
Es muy complicado que la enfermedad salte a los humanos a través de la alimentación así que la carne puede ser consumida tras pasar los controles pertinentes en el matadero. "Es perfectamente apta, siempre que así lo indiquen los veterinarios”, explica Joaquín Gargallo, responsable de vacuno de carne de la organización COAG. No existe ningún veto comercial en ese aspecto, que facilitase la entrada de carne de otros países. En cambio, lo que sí puede darse es el efecto contrario: un veto a la venta de animales vivos de España a otros países, incluso de zonas sin riesgo, por la desconfianza generada si no se realizan de forma adecuada estos controles en el país.
Sí, el ser humano es el principal responsable del cambio climáticoLos bulos negacionistas del cambio climático van evolucionando. Desde negar la evidencia sobre el calentamiento del planeta (con argumentos como que siempre ha hecho este calor cuando se produce un episodio de altas temperaturas) hasta rechazar que sea el ser humano el principal responsable de esta crisis. Uno de los bulos más extendidos se resume así: siempre han existido cambios climáticos y el actual no es responsabilidad del ser humano. La primera parte es cierta, la segunda no. Efectivamente, en el pasado se han producido cambios climáticos que han enfriado o calentado el planeta. Pero la diferencia en el caso del actual es que el responsable es el ser humano debido a las emisiones de gases de efecto invernadero que genera su actividad (fundamentalmente, por la quema de los combustibles fósiles).
La ciencia es clara y miles de artículos respaldan que el hombre es el principal responsable. La última gran revisión realizada por el IPCC (el panel internacional de expertos que analiza toda la literatura científica para sentar las bases sobre el cambio climático) fue tajante al afirmar que es “inequívoco” que el ser humano y sus actividades han “calentado la atmósfera, el océano y la tierra”. Y esto ha generado cambios “generalizados y rápidos en la atmósfera, el océano, la criosfera y la biosfera”. Sus conclusiones son ratificadas por los casi 200 países (prácticamente, todos los del mundo) que participan en las negociaciones climáticas. Y, aunque pueda parecer novedoso, desde hace décadas existe ese consenso internacional sobre este asunto, aunque se intenten sembrar dudas. La todavía vigente Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, de 1992, reconocía de partida que “las actividades humanas han ido aumentando sustancialmente las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera” y “ese aumento intensifica el efecto invernadero natural”, lo que dará “como resultado, en promedio, un calentamiento adicional de la superficie y la atmósfera”. Y ese calentamiento ya ha ocurrido.
Aquí puede conocer más sobre el cambio climático, sus causas y sus efectos.
“Odio a mis oponentes y no quiero lo mejor para ellos”, aseguró Donald Trump en su discurso durante el funeral por el activista conservador asesinado Charlie Kirk el domingo pasado. Menos de una semana después, se ha desatado la campaña de venganza judicial contra quienes él considera sus enemigos. Uno de sus grandes adversarios políticos, el exdirector del FBI James Comey, ha sido imputado a última hora de este jueves por perjurio y obstrucción a la justicia, apenas días después de que el presidente de Estados Unidos exigiera públicamente que se presentaran cargos contra él. Y el republicano ya apunta que Comey no será el único en ser sometido a ese tratamiento.
A finales del pasado mayo, el Instituto Tony Blair (TBI, en sus siglas en inglés), un poderoso centro de pensamiento que funciona también como consultora internacional y dirige el ex primer ministro británico que le da nombre, publicó una encuesta que casi pasó desapercibida. TBI había encargado a la empresa demoscópica Zogby Research Services que preguntara a los palestinos qué futuro deseaban. Un total de 1.435 de ellos participaron en el trabajo de campo; 426 en Gaza, 759 en Cisjordania y 250 en Jerusalén Este. Los resultados desmontaron muchos prejuicios.
Teju Cole nació en Kalamazoo (Míchigan) en 1975 porque sus padres estaban estudiando allí. Con cinco meses llegó a Lagos. Creció en Nigeria y, con 17 años, regresó a Estados Unidos cuando sus padres reunieron el dinero para hacerle estudiar allí. Hoy tiene una visión amplia y desprejuiciada del mundo. Su novela Ciudad abierta fue aclamada y premiada por la crítica y su último ensayo, Papel negro (ambos libros editados por Acantilado), indaga con valentía sobre lo que vive en la oscuridad. En el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona empieza agradeciendo la preparación de la entrevista. Y advirtiendo que si hay algo que debamos evitar, lo haremos.
Catorce años después del inicio del conflicto, Siria enfrenta múltiples crisis que amenazan con hipotecar su futuro. Entre las ruinas del silencio y las promesas de reconstrucción, el país carga con las secuelas de un conflicto que, aunque ya no truena en los cielos, sigue resonando bajo los pies y en las aulas vacías. Lo que la violencia dejó atrás —infancias rotas, escuelas colapsadas, tierra sembrada de muerte— sigue marcando el pulso de cada día.
Todas las edades tienen su literatura. La infancia tiene su poesía, la adolescencia tiene su drama, la juventud tiene su épica y la vejez tiene el prestigio de la filosofía. Solo la mediana edad se quedó sin literatura en el reparto. O, al menos, se quedó sin más musa que la musa del aburrimiento: si los dioses aman a los que mueren jóvenes, a los que tenemos entre 40 y 50 solo nos ama quien quiere vendernos un plan de pensiones. Al cumplir 45 años, uno siente que, en el banquete de la vida, le acaban de servir el brócoli.
Los organismos más abundantes de la Tierra no son los humanos ni las ratas ni las cucarachas. Ni siquiera son las bacterias, que andan por todas partes y colonizan por billones nuestra piel y nuestras tripas. Son los virus que las infectan, de los que hay 10 por cada bacteria. Se llaman fagos, abreviatura de virus bacteriófagos (devoradores de bacterias, literalmente), y para contar los que hay en el planeta necesitaríamos un 1 seguido de 31 ceros. Con esa supremacía numérica, no es extraño que los fagos sean los verdaderos maestros de la evolución biológica, sus demiurgos y sus ingenieros.
El 12 de diciembre de 2015, la cumbre del cambio climático de París se cerró con un acuerdo por el que 194 países, entre ellos los mayores emisores de gases de efecto invernadero, se comprometían a evitar que la temperatura media de la atmósfera sobre la superficie global fuese mayor que dos grados centígrados con respecto a los tiempos previos a la revolución industrial. Y a esforzarse para que no superase el grado y medio. Casi una década después, los Estados miembros de ONU se han reunido esta semana para hablar de clima con la certeza de que ese objetivo se hace cada vez más difícil.
La hórrida pinza de Trump y Putin se adentra en las carnes de Europa.
Era invierno en Buenos Aires. Salí a correr después de dos jornadas de lluvia. Había viento sur, muy fuerte. Me costaba avanzar, me lloraban los ojos. Pero el clima era un castigo que me venía bien. La violencia meteorológica permitía no pensar. El día había empezado maravillosamente y se había vuelto horrible como un insecto moribundo. En la mañana había partido con gran ánimo hacia un sitio determinado con una despreocupación totalmente insensata. En ese sitio sucedieron cosas tristes. Diría que muy tristes. Pero no me di cuenta en el momento. Con temple, acorazada, solo sentí el aroma de la pesadumbre en el aire, como una bruma, y me fui de allí con el ánimo sereno, tomé un taxi, bajé, entré a un supermercado, compré dos o tres cosas, subí a mi departamento, acaricié a las gatas, acomodé la compra, fui a mi estudio, respondí correos. Y entonces entendí que algo no andaba bien. Que, de hecho, nada andaba bien. Que, como un inadvertido hilo de agua negra, la tristeza se había filtrado. Y no era poca tristeza: era inmensa, descomunal. Como un edificio que va perdiendo capas de revoque, me desarmé de a poco. Sentía el electroshock de la pena punzando aquí y allá, la sensación física de estar siendo atacada por un agente químico. Entonces me puse las zapatillas y salí a correr. Me sometí al viento sur, respiré oxígeno agresivo y doloroso. Cuando regresé a mi casa, rondando el naufragio sin que nadie pudiera percibirlo, escribí, leí, atendí varios llamados mientras intentaba hacer la tarea: arrancarme algo, deshacerlo. Había tenido coraje para ir muy lejos pero no tendría, jamás, coraje para lo que restaba. Y lo que restaba era mucho. Arrancárselo era una acción terrible. Como mutilar un árbol fértil, como cortarle un brazo a un niño sano. Sucede siempre con las cosas que realmente importan: no había ningún motivo para hacerlo y había todos los motivos del mundo. Lo imposible nunca nos perdona.
Ya sabemos que Pedro Sánchez es culpable de lluvias, truenos, incendios y todos los males que acechan a España y buena parte del extranjero, pero ahora hemos aprendido que hay más responsables aún: los muertos. ¿Cómo no nos habíamos dado cuenta? La culpa de las víctimas que dejó la dana no fue ya de Sánchez y la Confederación Hidrográfica del Júcar que él se dedica a pervertir cada mañana, sino de esos valencianos que se empeñaron en bajar a los garajes sin tener en cuenta las (tardías) alertas. En su larga huida hacia adelante, el Gobierno valenciano del Partido Popular está virando de culpar a La Moncloa a culpar a las víctimas. Perfecto.
Cambiar la perspectiva lo cambia todo. Parece una obviedad hueca, pero se transforma sustancialmente lo que se ve detrás del cristal, dependiendo del cristal. Y el que nos regala Sara Fantova en esta película es de un color muy especial. Jone, a veces es una historia sencilla y profunda, como lo puede ser la vida de cualquier chica de la edad de Jone, de cualquier mujer, de cualquiera. No osaré definir una nueva corriente cultural -Gramsci me libre- pero desde mi perspectiva se puede percibir el surgimiento de un “nuevo” cine, que no les suele gustar a los críticos de gafa, pipa y codera -menudo cliché, pero es que son así-, que es novedad para quienes viven para y del canon, pero no para quienes no caemos nunca en el centro.
“Tengo que perder mi acento o perder mi trabajo aquí en España”, dice Lucía, colombiana de 26 años. La mujer, que emigró hace casi tres en busca de nuevas oportunidades, pide no revelar su identidad por miedo a represalias. Consiguió un empleo como auxiliar administrativa en una consultora en Valencia, pero sus jefes le han pedido “neutralizar” su acento paisa, típico de Medellín y otras regiones de Colombia. “Si me dicen que estoy haciendo algo mal lo acepto, pero no esperaba que me pidiesen en el trabajo cambiar parte de mi personalidad. Es triste”, cuenta. Lucía sesea, marca bien las consonantes y sube y baja el tono como si estuviera cantando. La glotofobia —la discriminación hacia una persona por su forma de hablar considerándola inferior por no usar la variedad “estándar” del idioma— sigue siendo un problema en España, donde ya viven 9,5 millones de personas nacidas en el extranjero, casi el 20% de la población.
Begoña Gómez tiene, de nuevo, otro encuentro fijado con el magistrado Juan Carlos Peinado, que la mantiene bajo sospecha desde la primavera del pasado año. El instructor la ha citado este sábado en su juzgado, a partir de las 18.00, para “concretar” la imputación que sostiene por malversación contra la esposa del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, tras haber comunicado que, de llegar a juicio esta parte de las pesquisas, su caso lo vería un jurado popular. Si no se producen cambios de última hora, esta será la quinta vez que Peinado y Gómez se vean las caras.
La vicepresidenta primera y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, empezó la semana pasada la negociación con el grupo parlamentario del PNV en el Congreso encaminada a presentar el proyecto de Presupuestos Generales del Estado para 2026, como ha prometido varias veces el presidente y que serían los primeros que se registrarían en esta legislatura. Por ahora se ha producido solo un primer contacto. El apoyo del PNV aún no está asegurado, como tampoco el de otros partidos del bloque de investidura. Junts mantiene que con ellos no se ha intentado aún ninguna aproximación. Hacienda confirma las primeras reuniones para la presentación de las cuentas “dentro de poco”, según Montero.
En ¿Qué pasa con Baum? (Alianza), el debut como novelista de Woody Allen a los 89 años, se respira el mismo aire que en sus películas: las calles de Manhattan, la visita a los museos, a librerías y al bar del Hotel Carlyle, las canciones de Cole Porter, los enredos amorosos, y un neurótico protagonista judío. Tampoco faltan los guiños a algunos episodios de la propia biografía del célebre cineasta, cuya inmensa popularidad y reconocimiento han dado paso en la última década al señalamiento y rechazo por una parte del público, especialmente en Estados Unidos.
Volver a contar la historia de España, pero con la particularidad de hacerlo, en tiempos de masificación turística, a través de sus restos patrimoniales. Es una manera de desafiar los ritmos que imponen las visitas fugaces a edificios y lugares y ruinas del pasado y aceptar el reto de servirse de esa inmensa riqueza para acercarse con una conciencia crítica a cuanto ha ocurrido en este país desde las fechas más remotas. La Unesco ha reconocido en España 50 sitios como Patrimonio Mundial, de los que 43 son históricos, cuatro son naturales y otros tres, mixtos. Eduardo Manzano Moreno (Madrid, 1960), profesor de investigación en el Instituto de Historia del CSIC y uno de los grandes conocedores de al-Andalus y del mundo medieval, acaba de publicar España monumental. Una historia a través del patrimonio (Crítica), un libro con abundantes fotografías y en el que a través de esos 46 lugares reconocidos por la Unesco explora el pasado y sortea así la tentación de volver atrás con el fardo de una mirada identitaria. Ya en España diversa, su anterior libro, mostró la variedad cultural, religiosa, étnica o lingüística de las gentes que a lo largo del tiempo vivieron en España. Esta vez lo hace a través de las huellas que esa diversidad ha dejado en su patrimonio. El historiador comenta aquí 14 de esos lugares llenos de historia.
España monumental. Una historia a través del patrimonioEduardo Manzano Moreno Crítica, 2025 389 páginas, 25,55 euros Coordinación:Guiomar del Ser
Edición gráfica:Beatriz Palomo
“Buster ha estado conmigo y siempre lo estará”, reconoce Johnny Knoxville en el documental de Peter Bogdanovich El gran Buster, que este mes reestrena el canal Historia y vida, unos días antes del 130 aniversario de su nacimiento. A priori, no parece que el actor, alma de la gamberrísima Jackass, tenga mucho que ver con la estrella del cine mudo Buster Keaton (Kansas, 1895- Los Ángeles,1966), pero Knoxville le señala como una de sus principales referencias y confiesa que una de las secuencias de Jackass en la que más cerca estuvo de morir fue la que emulaba la célebre caída de la fachada de El maquinista de la general (1926).