ARTICULO PRIMERO.- Conformar, el Comité de Dirección de...
"Año de la lucha contra la corrupción y la impunidad”
El balcón de mi casa da a la calle Barceló. Dejo de leer por un momento, subo la persiana en busca de la luz del día, miro hacia la calle para ver el tiempo que hace y, claro está, por atreverme a ver el tiempo descubro mi reloj en la acera. Hace un minuto lo tenía sobre la mesa de noche, y ahora está en la calle, redondo en su quietud, con las agujas detenidas por la policía. Debe ser una mañana de 1975, un día de hace 50 años. Los recuerdos se caen al suelo cuando nos dan un empujón o cuando la hebilla se rompe mientras alguien grita no se mueva, que nadie se mueva, y nos coloca las esposas en las muñecas. Vemos el reloj detenido con la cara pegada al suelo, o desde un balcón de la calle Barceló, o desde las páginas de un libro. Los ojos cuentan las horas, las semanas, los meses que faltan para una ejecución. Antes de que el dictador muera, los tribunales devotos querrán enviarle de regalo otras cinco sentencias a muerte. No harán falta pruebas, ni deliberaciones, ni posibilidades de defensa. Las agujas del reloj están quietas, pero señalan hacia un túnel que conduce a los tiros de gracia.
España participará en el 250º aniversario de la Declaración de Independencia de Estados Unidos. Pese a las tensas relaciones que atraviesan hoy en día ambos aliados de la OTAN ―Pedro Sánchez y Donald Trump chocan frontalmente en cuestiones clave como la guerra en Gaza y el reconocimiento del Estado palestino o el gasto en Defensa― España estará el año que viene junto a EE UU en la celebración de los fastos con motivo de su Independencia. Y lo hará desplegando en aguas del país norteamericano, y de manera conjunta por vez primera, el grueso de su fuerza naval con el portaaeronaves Juan Carlos I, el buque-escuela Juan Sebastián Elcano, varias fragatas, buques de asalto y grupos de infantería de Marina. Se trata de un aniversario que coincide, además, con el Mundial de fútbol 2026 (que se celebrará entre México, Canadá y EE UU), con lo que el actual inquilino de la Casa Blanca aprovechará para ensalzar la figura y el poderío del país.
Cuando Ghost of Yōtei era apenas un anuncio, muchos lo vieron como el heredero lógico de Ghost of Tsushima, algo que también es un peligro, pues la sombra de su predecesor se asemejaba a una montaña japonesa que había que escalar sin perder identidad. Publicado en 2020, Ghost of Tsushima triunfó con su ambientación en el Japón feudal del siglo XIII, durante la invasión mongola de la isla de Tsushima. Y alejado de propuestas más fantásticas como Sekiro (2019) o como algunas entregas de Assassin´s Creed, Thsushima pretendía hacer un juego de acción con valores cinematográficos muy cuidados.
España ha vetado el tránsito por las bases de Rota (Cadiz) y Morón de la Frontera (Sevilla) de aviones o buques de Estados Unidos cargados con armamento, munición o equipos militares para Israel. Tanto los que se dirigen directamente a dicho país como los que lo tienen como destino final tras una escala intermedia. Así lo aseguran fuentes conocedoras del funcionamiento del Comité Conjunto Hispano-Norteamericano, que gestiona el día a día del uso de las bases. “Rota y Morón no son un coladero”, aseguran las mismas fuentes, saliendo al paso de quienes sostienen que la prohibición del tránsito por España de material militar para Israel queda en papel mojado por el uso sin control de las instalaciones militares estadounidenses en España.
La inmigración ha pasado a ocupar el centro del debate político en España. Ya no somos una excepción: como en Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Italia, Países Bajos o Alemania, el tema se ha convertido en una de las principales preocupaciones del país y se han impuesto discursos racistas y restrictivos. Hoy está presente en el Congreso, en los parlamentos autonómicos y en las conversaciones de la calle. Y será, sin duda, uno de los grandes asuntos de las próximas elecciones. Y los partidos —sobre todo de la derecha— se están armando para sacarle votos.
La palabra “público” se ha repetido varias veces en los últimos días. “Público” como aspiración para referirse al sistema que se encarga de las pulseras antimaltratadores, ahora, y desde siempre, gestionado en España por empresas privadas. Entre 2009 y hasta 2023 lo hicieron Telefónica y Securitas Direct, y desde entonces y hasta este momento Vodafone y Securitas. Los múltiples fallos conocidos en la última semana y media, derivados de la transición entre unas y otras adjudicatarias y amplificados después por la implantación del servicio de las dos últimas, han puesto sobre la mesa entre otras cuestiones, la externalización de un servicio creado para proteger la seguridad y la vida de miles de mujeres, niños y niñas.
Vivir invadida por turistas. Mercedes Arnalde Barrera, de 67 años, es una de las pocas madrileñas que quedan en Sol. En Madrid operan 17.360 establecimientos turísticos. El 92,7% son pisos turísticos (16.100). Solo el 7% son legales (1.131), según el Ayuntamiento de Madrid. El edificio en el que vive queda sobre la calle Preciados y tiene vistas a la icónica Puerta del Sol, el corazón de Madrid. Nació en esa casa: sus abuelos la alquilaron antes de la Guerra Civil, pasaron los bombardeos refugiándose en el sótano y, décadas después, la familia compró el piso a precio de renta antigua. Les costó tres millones de pesetas de la época, cuando las dueñas vendieron el inmueble.
El fontanero municipal de Cazalla de la Sierra, Juan Rodríguez, es el único vigilante del embalse del Sotillo, situado a pocos kilómetros del municipio sevillano (4.600 habitantes) y preñado de irregularidades. Con 850 millones de litros de agua (0,85 hectómetros cúbicos) de capacidad, la presa se creó en 1991 y desde entonces incumple las normas técnicas de seguridad vigentes. El rosario de infracciones es extenso: carece de plan de emergencia e inspección, de equipo de explotación, de sistema de vigilancia y comunicaciones, de caudal ecológico porque sus desagües de fondo están bloqueados y está sin clasificar.
El primer año de Claudia Sheinbaum en la presidencia de México ha estado marcado por la continuidad del proyecto de su antecesor, Andrés Manuel López Obrador y, al mismo tiempo, por la apertura de un estilo propio. Su popularidad se mantiene alta no por inercia, sino porque ha sabido encarnar una transición sin ruptura pero con cambios que vislumbran un giro copernicano en algunos aspectos. Sheinbaum lo ha hecho cargando con un peso simbólico inédito: ser la primera mujer en la historia del país que llega a la jefatura del Estado. Con serenidad y disciplina, ha garantizado la permanencia de los programas sociales que millones de familias consideran ya parte de su paisaje vital. En un país donde la desigualdad es la gran tarea pendiente de cualquier gobernante, esa constancia ha sido clave para mantener la confianza y proyectar estabilidad.
¿Qué está pasando en Francia? La pregunta se repite allá donde vayas. Porque Francia ha sido, históricamente, objeto de deseo o animadversión, pero nunca antes de tanta incomprensión. Ante el desconcierto, se señala a los sospechosos habituales: economía en decadencia, política sin horizonte. Y el insoportable vacío corren a llenarlo los diagnósticos rápidos: la sobredimensión del Estado, el infierno fiscal, el bloqueo de “los extremos”... Francia ha pasado en muy poco tiempo de la negación a la constatación de que el problema es serio. Los mantras que culpabilizan a los de siempre, por supuesto, no faltan a la cita: “Los jubilados cobran demasiado”, “los emigrantes viven de las paguitas”, “los jóvenes no saben lo que es trabajar”... Entonces, acudimos a escenas que hace poco más de una década habrían parecido inconcebibles y que, sin embargo, se han vuelto parte de nuestra cotidianidad. Hace unos días, en el telediario de TF1, un economista desplegaba un cuadro comparativo con los niveles de deuda de los países del sur de Europa. Portugal, Grecia, España e Italia —los antaño denostados PIGS— aparecían ahora como ejemplos de disciplina por haber reducido su deuda. Francia, en cambio, quedaba en evidencia: un rendimiento deficiente y una conclusión obvia. Si los países del sur expiaron sus pecados con austeridad, a Francia le ha llegado su San Martín.
Michael Jordan dijo aquello de que el talento gana los partidos, pero el trabajo en equipo los campeonatos. Quizás por ello otro baloncestista de vocación como Pedro Sánchez, recogiendo la propuesta del presidente asturiano, Adrián Barbón, avanzó hace unos días que la próxima Conferencia de Presidentes abordará las políticas conjuntas de prevención, respuesta y construcción ante emergencias como los incendios que han azotado este verano diversos territorios, o la dana de Valencia, de la que pronto se va a cumplir un año, especialmente a la vista de los reproches entre instituciones por la titularidad de las competencias, los medios puestos al alcance o la eficacia de cada una de ellas.
En los años setenta, en plena Transición democrática, había un ideal claro de ciudadanía: ser ciudadano era ser dueño de lo público. Aquella conciencia ciudadana no se limitaba a votar cada cuatro años, sino que implicaba una forma de relación activa con el Estado y sus instituciones. Las empresas públicas, los servicios sociales, incluso las infraestructuras, no eran simples prestaciones, sino patrimonio común. Éramos conscientes de que lo público era nuestro, y esa condición de propietarios nos hacía sentirnos responsables: pagar impuestos no era una carga, sino una forma de contribuir al bien común. Esa visión, heredera del republicanismo cívico y del socialismo democrático, vinculaba libertad y responsabilidad, ciudadanía y corresponsabilidad.
Vivo rodeada de gente que lo consigue de forma frecuente y aparentemente sin esfuerzo, pero hacer amigos es para mí un acontecimiento extraordinario, prácticamente mágico, un hecho histórico y excepcional. Sufro importantes limitaciones. En un acto social, mi ancho de banda no supera las cinco personas, incluyendo las que ya conozco. Tampoco fui agraciada con el don de la promiscuidad. Quizá por eso, cuando la conexión sucede, para mí es como estar enamorada. Pienso en esta nueva persona cada día y me gusta escuchar sus audios de cuatro minutos por el simple placer de oírla reír o pensar. Quiero ver fotos de su familia, visitar la aldea de su infancia, descubrir lo antes posible cuántas canciones, películas y ciudades favoritas tenemos en común. Leo todo lo que escribe y escucho todo lo que dice. Hago regalos sin justificación. Soy instantáneamente cariñosa, violentamente protectora, y doy por hecho que esa persona siente lo mismo. Todo esto es muy problemático. Todos vemos el mundo como somos nosotros, y no como realmente es.
Leonardo Sbaraglia nació en Buenos Aires, pero su rostro resulta tan familiar en España como en su país, donde despegó su carrera en el cine, la televisión y el teatro en los años noventa. Pertenece a esa estirpe de actores argentinos que compaginan con naturalidad trabajos allá y acá, alternando directores de ambos países como Pedro Almodóvar, Cesc Gay, Vicente Aranda, Rodrigo Cortés, María Ripoll, Marcelo Pyñeiro, Eduardo Mignogna o Eliseo Subiela. Él incluso se instaló en Madrid durante la primera década de los dosmil. No obstante, Sbaraglia tenía una espina clavada que está a punto de sacarse: desde este miércoles hasta el 26 de octubre se medirá cuerpo a cuerpo por primera vez con el público español sobre un escenario. Será en el teatro La Latina de Madrid con el monólogo Los días perfectos, basado en la novela homónima de Jacobo Bergareche, bajo la dirección de su compatriota Daniel Veronese.
La calma que reina en el jardín del Centro Sefarad-Israel de Madrid contrasta con la agitación que hay en el exterior. El día de la entrevista con la rabina Yael Cobano (Ceuta, 43 años), el Gobierno de España ha anunciado nueve medidas para intentar detener el genocidio en Gaza. Cobano podría haber cancelado la cita, pero no lo ha hecho. Es menuda y habla bajito, pero quiere hacer cosas grandes. Es la primera mujer rabina de Madrid y la segunda del país. Su ceremonia de ordenación, celebrada este verano, es considerada la primera en España en 500 años. Lidera la comunidad judía reformista de la capital, a la que bautizó Or Hadash. Significa “luz nueva” en hebrero. El nombre no podría ser más apropiado para una jefa espiritual tan poco convencional: funcionaria de carrera, licenciada en Derecho, máster en Análisis de Inteligencia, experta en resolución de crisis y conflictos, y Observadora de Paz del Ministerio de Defensa.
Sucedió muy rápido. Había terminado la primera edición del Telediario del pasado sábado 13 de septiembre. Los periodistas, realizadores, productores, diseñadores gráficos y editores bajan al comedor central de Prado del Rey, la sede de RTVE en Madrid. De pronto, pasados unos minutos de las cuatro de la tarde, una noticia comienza a circular por los móviles del salón: “Explosión de gas en un bar de Vallecas”. Entre las mesas se encuentra la camarera colombiana María Eugenia Ortiz, de 44 años, a la que todos llaman Mariu. Un compañero de la cocina se le acerca al ver la información:
Desde hace años, Agustina dejaba a sus niños en la parada del autobús escolar en Cerdanyola del Vallès, que los llevaba hasta la escuela Bellaterra, ubicada dentro del campus de la Universidad Autónoma. Pero este curso el transporte escolar se ha eliminado y debe coger el coche. “Estamos a 2,5 kilómetros de la escuela y tardamos más de media hora. A esa hora es horroroso por el tráfico de la universidad y el centenar de coches más de familias que antes usaban el bus”, explica esta madre. Hace una década que la escuela vivía con la amenaza de la supresión del bus escolar, que finalmente se ha hecho efectiva este curso. Pero el caso de Bellaterra no es único. Lo mismo ha sucedido en una de Sant Cugat del Vallès y dos de Vic.
Cambio de normativaDesde el ámbito municipal reclaman una reforma del decreto que regula el transporte escolar, de 1996, para que el transporte no obligatorio de ámbitos rurales donde la distancia entre domicilio y escuela sea grande pase a ser obligatorio y, por ende, gratuito para las familias y financiado exclusivamente por la Generalitat. “Para los alumnos de estos ámbitos el transporte es básico, sin él no pueden ir a la escuela”, reclama Eloi Hernàndez, alcalde de Fonollosa y presidente del consejo del Bages. Desde la Federación de Municipios explican que se ha creado una comisión para definir los nuevos criterios del transporte de cara al próximo curso. El Departamento enfría las aspiraciones municipales y admite que “el actual contexto presupuestario lo hace difícil a corto o medio plazo” porque “supondría un incremento muy importante de recursos”.