ARTICULO PRIMERO.- Conformar, el Comité de Dirección de...
"Año de la lucha contra la corrupción y la impunidad”
Sigue siendo el fútbol la mejor demostración de que los fantasmas existen, también fuera de Galicia, donde el capitalismo ha comenzado a corromper algunas certezas de la tradición oral para convertirlas en estampados de camisetas y leyendas de tazón. No es necesario tragarse los bochornos televisados de Iker Jiménez, ni sacar del trastero la vieja ouija de madera profanada por los cercos de un vaso mojado: basta con echar a rodar el balón en un derbi madrileño para que los viejos espectros de sábanas arrugadas y cadenas oxidadas se citen con los vivos, un espectáculo donde lo invisible se entremezcla con lo palpable, donde la fe y el miedo todavía conservan la capacidad de convertir cada córner en un acto de brujería.
En el fútbol las mujeres estamos claramente infrarrepresentadas, tanto en puestos de dirección como técnicos, pero existe una ausencia todavía más extendida y clamorosa: la de la discapacidad. Ni en empleabilidad, ni en accesibilidad a los estadios, se da a este segmento de población el espacio que merece. El 16% de la población mundial tiene algún tipo de discapacidad, según datos de la OMS, y, sin embargo, solo el 1% del aforo de los estadios españoles es accesible. ¿Por qué el 1%? Porque es lo que marca la normativa. Este dato ilustra cómo el fútbol, al igual que tantos otros sectores, enfoca su relación con la discapacidad desde la Responsabilidad Social Corporativa, cuando en realidad representa una gran oportunidad para crecer como industria.
La escritora italiana Dacia Maraini, de 88 años, lleva toda la vida escribiendo historias, pero una de las mejores la escondía dentro de ella, porque se resistía a contarla, solo lo había hecho de pasada. Durante la Segunda Guerra Mundial, su familia vivía en Japón y con siete años fue internada en un campo de concentración, en el que pasó dos años. Sus padres, convocados por las autoridades de Tokio en septiembre de 1943, se negaron a firmar su adhesión a la República de Salò, la última versión del régimen de Mussolini en el norte de Italia, y lo pagaron con la prisión. Maraini lo cuenta todo en Vida Mía. Memorias de una niña en un campo de concentración japonés, que acaba de publicar en España la editorial Altamarea con traducción de Raquel Olcoz.
La última vez que el No-Do proyectó la imagen de Francisco Franco en vida, lo mostró, con la mano temblorosa y pronunciando un discurso delirante, en el balcón del Palacio Real en Madrid. Ante él la multitud que lo aclamaba. Era el 1 de octubre de 1975. Hace medio siglo. Aquella manifestación de adhesión se había organizado como respuesta a la campaña internacional contra la dictadura tras los fusilamientos de cinco militantes antifranquistas. En 1975 Franco apenas había aparecido en aquellos noticiarios que se proyectaban en los cines porque no se quería mostrar su decadencia, pero eso no significa que un equipo del No-Do, como siempre, no lo siguiese filmándole en actos públicos, políticos y privados. La serie de RTVE Los archivos secretos del No-Do, que ha sido líder de audiencia en alguna de sus emisiones, concluyó anoche con un capítulo que mostró imágenes inéditas de su último veraneo. Son interesantes, pero ya no servían para la propaganda oficial.
Por las vicisitudes del circo, la biografía de Leo Bassi (Nueva York, EE UU, 73 años) podría abarcar varias vidas. Se ha codeado con personajes históricos, ha trabajado en multitud de países, su humor le ha valido intentos de asesinato y lidera una religión propia, el patolicismo, que venera a los patos de goma desde su sede en el barrio de Lavapiés, en Madrid. Resulta lógico que lo terrenal se le quede corto. “No soy la misma persona desde que vi una foto del telescopio espacial James Webb”, asegura, no sin angustia. “En los espacios que nos parecen negros entre las estrellas, hay miles de galaxias como la nuestra. Estamos en una galaxia de clase media baja, ni siquiera cerca del centro. Seríamos Parla”.
Los educadores sociales están por todas partes, pero se sienten olvidados por todos. Hay educadores sociales en escuelas e institutos, en centros sanitarios, en bibliotecas, en centros de menores, en residencias de mayores, en prisiones y en muchas otras instituciones. Pero estos profesionales creen que su función no está suficientemente reconocida —ni simbólicamente, ni mucho menos salarialmente—, y que solo se habla de ellos cuando pasa algo grave, como el reciente caso de pederastia de una niña que sufrió abusos mientras estaba dentro del sistema de protección a la infancia. El Colegio de Educadores Sociales de Cataluña (CEESC) ha lanzado un grito de alerta ante un sistema que está demasiado atomizado —más del 60% de servicios públicos están externalizados, y hay hasta 35 convenios que regulan las condiciones laborales—, muy precarizado —con salarios bajos y con mucha diferencia entre los trabajadores de las entidades y los que emplea la propia Administración— y en el que las situaciones de violencia de los usuarios contra los educadores se han “normalizado”.
Embriagados por la euforia que les produjo hallarse en poder de la llave que abre y cierra la mayoría en el Congreso de los Diputados, los negociadores de Junts y ERC creyeron en su momento, hace dos años, que a cambio de darle al PSOE la mayoría parlamentaria para gobernar podían pedirle todo lo que les interesaba obtener. Ambos partidos catalanes creyeron que, si los socialistas estaban en el gobierno, harían todo lo necesario para cumplir lo pactado. A ello se comprometió el propio Pedro Sánchez, aunque en realidad no todo lo que asumió dependía únicamente de su voluntad política.
Una de las primeras decisiones de Donald Trump tras su regreso a la Casa Blanca fue el desmantelamiento de su agencia de desarrollo (USAID), una catástrofe para cientos de millones de personas en el Sur Global. A renglón seguido, otros grandes donantes europeos —entre ellos Alemania o el Reino Unido— han emprendido drásticos recortes sobre su presupuesto de ayuda, añadiendo aún más presión para los más necesitados. Todo eso quedó patente en la reciente cumbre de la ONU en Sevilla, en la que se constató una dura realidad: habrá que hacer lo mismo con menos. En ese contexto, el director gerente sénior de Políticas de Desarrollo y Alianzas del Banco Mundial, Axel van Trotsenburg, avisa de los riesgos de este repliegue sobre unos objetivos para 2030 que, a menos de un lustro vista, siguen más que lejanos. Se resiste, sin embargo, al pesimismo.
Martín Rechimuzzi recibe a EL PAÍS con un café americano y gafas de sol a mediodía del sábado en un hotel del centro de Madrid. Parece la fórmula adecuada para superar la resaca de la alocada fiesta de la noche anterior. Unas 700 personas llenaron el Teatro La Latina para celebrar los 15 años de Alejandra, la tía de este actor, director y politólogo argentino. En los 70 minutos de función hubo carcajadas y espectadores en pie bailando canciones de Alaska y Dinarama.
Si Wicked hubiera sido como originalmente planeaba su autor, este viernes se habría estrenado en Madrid un musical sobre Hitler o Sadam Husein. Al final, por suerte para su éxito, el escritor del libro que ideó lo que hoy es un fenómeno global transmedia decidió contar la misma historia sobre propaganda y el origen de la maldad que tenía en mente, pero situada en el mundo de El mago de Oz, creado por el escritor estadounidense L. Frank Baum e ilustrado por W. W. Denslow a principios del siglo XX.
A lo largo de su filmografía, Woody Allen ha mostrado tantos hallazgos de genialidad en su exploración de la condición humana que le bastan para retratar el mundo y a sí mismo sin cesar. Estos días hemos podido leer varias entrevistas suyas por la promoción de su última novela, ¿Qué pasa con Baum? (Alianza Editorial). Si nos fijamos en el resumen, trata de un escritor judío de mediana edad, petulante e inadaptado, que no logra hacerse un hueco en el mundo literario y se encuentra ridículamente paralizado por preocupaciones neuróticas sobre la futilidad y el vacío de la existencia. Y si nos detenemos en las respuestas que ha ido dando y algún vídeo reciente en sus redes sociales pareciera que Allen aplica una performance a su campaña lectora porque el hombre, a sus casi 90 años, anda en la inopia.
—¿Tienes miedo?
AYinka Ilori (Londres, 38 años) le bautizó alguien una vez como “el arquitecto de la alegría”, y no hay que discurrir demasiado para entender que se trata de una descripción certera. Park Royal es un polígono industrial en el noroeste de Londres, cerca del barrio de Acton. Es un laberinto feo y desangelado de almacenes al por mayor, talleres mecánicos y distribuidores alimentarios. El diseñador de ascendencia nigeriana escogió este lugar para instalar su estudio. El 17-19 de Sunbeam Road.
Queens es el distrito más multicultural de Nueva York, sin tantos monumentos famosos como en Brooklyn y Manhattan, y el lugar donde viven los neoyorquinos de pura cepa. Es también el distrito más extenso y poblado, en el que viven inmigrantes procedentes de todo el planeta, que le dan un ambiente internacional. Aunque no tenga tanto caché cultural como las zonas más céntricas, es una opción para visitar cuando se prolonga la visita a Nueva York. Aquí conviven los barrios más humildes con otros como Malba, donde viven muchos de los millonarios. Pero, además, hay mucha naturaleza y cultura: parques muy conocidos, como el Flushing Meadows Corona, junto a otros casi desconocidos en los que no encontraremos turistas; y museos muy interesantes, con el MoMA PS1 a la cabeza.
Más información en la guía Nueva York de Lonely Planet y en la web lonelyplanet.es.
Los días que ningún representante de la política madrileña va a El programa de AR o Espejo público me preocupo; ¿estarán Ayuso o Almeida enfermos? A los de territorios más modestos los llevan menos. Sé que generamos menos noticias, pero algunas son sustanciosas. Este año y por primera vez, la televisión pública asturiana no emitió la misa que se oficia en Covadonga el día de la comunidad. Alguien se habrá preguntado qué sentido tenía en un estado aconfesional. No pasó nada. Me recordó al día que un funcionario del ayuntamiento de mi pueblo, para celebrar los Santos Inocentes, sustituyó los villancicos que sonaban a través de la megafonía por música tradicional del Kurdistán. Nadie se inmutó; la gente normaliza que es una barbaridad.
Ante la desaceleración de la economía mundial y el crecimiento de las deudas, existe para muchos gobiernos de países en desarrollo la tentación de reducir los programas de lucha contra la pobreza. Pero sería un grave error. Combatirla no es sólo un imperativo moral, es también un requisito esencial para la estabilidad económica, la prevención de conflictos y el desarrollo a largo plazo.
La Universidad Complutense (UCM) arrastra una deuda inasumible por la asfixia financiera que viven los campus públicos de Madrid desde 2012, pero 76 profesores se esperanzaron al ganar una “convocatoria pública de ayudas para la realización de proyectos liderados por doctores emergentes”. Desde enero deberían haber puesto en marcha sus investigaciones, pero no ha llegado la partida de 2,6 millones de euros que tienen que gastar antes del 31 de diciembre.