ARTICULO PRIMERO.- Conformar, el Comité de Dirección de...
"Año de la lucha contra la corrupción y la impunidad”
La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso (PP), se negó el jueves a cumplir la ley creando un registro de sanitarios objetores al aborto (“no voy a hacer una lista negra de médicos nunca”, dijo en la Asamblea), y dejó una de esas frases que persiguen a un político durante toda su vida: “No se va a señalar a nadie por abortar, pero tampoco por dejar de hacerlo. Y no se va a señalar a ningún médico por practicar un aborto, o por no querer practicarlo. ¿Le parece poco? ¡Pues váyanse a otro lugar a abortar! (...)”, le espetó a la oposición de izquierdas. Sin embargo, nadie puede dar por seguro que esa sea la opinión definitiva de la baronesa en este asunto. Su discurso sobre el aborto ha sido un ir y venir constante desde que se asomó a la vida pública.
Las críticas de Donald Trump contra Pedro Sánchez por ser la excepción de la OTAN y negarse a destinar el 5% del PIB de España a gasto militar ha coincidido con la reunión en Madrid del Presídium de la Internacional Socialista, la cúpula de la organización fundada en 1951 que agrupa a 132 partidos socialistas, socialdemócratas y liberales de todo el mundo que el presidente del Gobierno y secretario general del PSOE preside desde 2022. El encuentro se suele celebrar cada año en Nueva York durante la semana de la Asamblea General de las Naciones Unidas, pero las restricciones de Estados Unidos a la concesión de visados, como sucedió con la delegación palestina, ha provocado que se celebrase en la sede socialista de la calle Ferraz.
El Ayuntamiento de Madrid ha comenzado a cobrar una nueva Tasa de Gestión de Residuos, de unos 141 euros al año por hogar. La tasa varía para cada propietario en función del valor catastral de su vivienda y de dos indicadores del barrio: el volumen de basura generada y una medida de la “calidad de separación” en el reciclaje.
“Este momento lo compensa todo”. Esta no es la típica frase con la que empezaba el discurso de aceptación de un premio, pero es que la historia de quien la pronunció tampoco es del todo normal. Lara Raj (Los Ángeles, 19 años) fue escogida entre 120.000 candidatas para convertirse en una de las seis integrantes de Katseye, un experimento inédito en la industria musical. El grupo fue concebido para exportar las metodologías del pop coreano, o K-pop, al resto del mundo. Y parece estar lográndolo porque hace unas semanas conseguía su primer galardón: el VMA a la mejor performance emergente. Para comprender el fenómeno basta con atender al resto del discurso: “Gracias a las discográficas Geffen y Hybe. Y a nuestro líder visionario, el presidente Bang”. Acababa después con agradecimientos en otras dos lenguas: filipino y tamil.
Bastante antes de que la expresión “lujo silencioso” existiera, ya había quien pensaba que la verdadera exclusividad tenía más que ver con materiales y procesos que con logos y tendencias. De hecho, fue la idea de Renzo Zengiaro a mediados de los años sesenta. Experto marroquinero, se alió con un amigo suyo, Michele Taddei, representante comercial de curtidurías italianas, para crear una especie de laboratorio del cuero en el que utilizar la mejor materia prima e innovar a través de técnicas artesanales centenarias. Llamaron a aquel taller Bottega Veneta, porque estaba situado en el Veneto (concretamente en el municipio de Montebello Vicentino, donde continúa) y porque la palabra Bottega remitía a las antiguas tiendas-taller locales en las que los distintos gremios artesanos comercializaban sus productos.
La dimisión de la consejera andaluza de Salud, Rocío Hernández, anunciada el miércoles por el presidente de la Junta, el popular Juan Manuel Moreno, era un paso obligado ante el escándalo de los cribados del cáncer de mama. Hernández no podía seguir en su puesto tras conocerse, por una sucesión de testimonios de afectadas, que nadie comunicó a unas 2.000 mujeres que se han hecho mamografías en los tres últimos años de que serían precisas más pruebas para descartar un tumor. A la obvia responsabilidad política, se sumaba la falta de empatía con las damnificadas y con la asociación que canaliza sus denuncias, a las que acusó de alarmismo y de tener intereses partidistas.
Si le es familiar el título de esta tribuna, usted cumple al menos dos condiciones: ha rezado el Padrenuestro más de una vez y tiene una edad superior a los 40 años, cuando aún el texto de la oración incluía el enunciado “El pan nuestro de cada día dánosle hoy”. Quizá no cumpla una tercera condición: ver normal esta frase, que para la mayor parte de la comunidad hispanohablante es una versión leísta de lo que en su habla común sería “El pan nuestro dánoslo hoy”, con lo.
Era sábado o domingo. Estaba amasando pan con una receta que hice muchas veces durante la pandemia y que había considerado perdida. Es un pan trabajoso. Lleva semolín, harina, por supuesto levadura, cantidades ingentes de agua, y requiere mucho amasado, mucho reposo, y un rato largo de horno. Ahí estaba yo, literalmente con las manos en la masa, la cabeza bullendo de ideas, escuchando a Iggy Pop y siguiendo el método que indica esa vieja receta italiana: amasar al “passo del cavallo”, hundiendo las manos sin dejar de tocar nunca la masa. Sale una mano, entra la otra, sale una mano, entra la otra. Así, durante media hora en un masacote casi líquido y sumamente pegajoso. Me dolían los hombros y el cuello, pero avanzaba bien. A los quince minutos sonó el teléfono. Era un vecino del edificio. Pensé que había pasado algo, me quité el masacote a los tirones, me enjuagué un poco las manos y atendí. No era nada serio, un trámite que había que hacer. Colgué y volví a amasar los veinte minutos restantes. Después dejé reposar, volví a amasar un rato. Es un procedimiento largo y hermoso. Todo el proceso toma unas seis horas. Es como ver crecer un árbol en tiempo real. Cuando estuvo listo, le di forma al pan, lo espolvoreé con harina y lo metí en el horno a 250 grados. Después lo bajé un poco para terminar de hornear. Quedó bien. Una gran horma con la corteza crujiente, blanquísimo. A la mañana siguiente corté unas rebanadas. En un momento el cuchillo chocó contra algo muy duro. La resistencia no era normal. No podía ser harina endurecida porque el pan estaba esponjoso. Entonces miré y ahí estaba, incrustado, el anillo de plata que el hombre con quien vivo me regaló hace unos años en Barcelona. Intacto. Había sobrevivido al amasado salvaje, al horno brutal y al filo del cuchillo. Hundirse, perderse, quemarse, resistir. No es una fórmula bonita pero aplica a muchas cosas. A más de las que quisiéramos.
En cuestión de semanas, la Argentina pasó de ser vitrina de un programa económico que parecía finalmente encaminar al país hacia la estabilidad, a protagonista de otra sacudida de los mercados financieros. El dólar trepó al techo de la banda de flotación, el riesgo país saltó a niveles de pánico y la Bolsa se desplomó. Todo después de que el oficialismo de Javier Milei se viera envuelto en un escándalo de corrupción que golpeó en el corazón de su narrativa anticasta y debilitó su capital político, y de que sufriera una dura derrota el pasado 7 de septiembre en la provincia de Buenos Aires, en las elecciones para renovar la mitad del legislativo provincial y los concejales.
Todos los demonios se desataron en el PP el día en que su anterior líder, Pablo Casado, disparó contra Isabel Díaz Ayuso por las comisiones que cobró su hermano en la pandemia. La refriega fue rápida y el que desenvainó primero (Casado) cayó fulminado a manos de quien aceptó el duelo (Ayuso). De aquella batalla casi imprevista, fugaz, un visto y no visto en un hábitat político que suele ser estable, llegó Feijóo, que sabe que en Madrid las navajas son veloces.
“Pagué un precio muy alto por participar en manifestaciones en defensa de los derechos de las mujeres cuando los talibanes tomaron Kabul, el 15 de agosto de 2021. Meses después, unos 10 talibanes rodearon mi coche. Viajaba con mi madre, mi hermana, mi cuñado y mis sobrinos de seis y 10 años. Golpearon a mi cuñado, se llevaron a mi sobrino de 10 años. A mí me arrastraron fuera del coche y me pegaron con sus AK-47 y con pistolas eléctricas. Me cubrieron los ojos, me pusieron una pistola en la cabeza y me dijeron que, si me movía, me matarían. Después, me encerraron”.
A las 7 de la mañana de este viernes, en la sala 6 del tanatorio sur de Madrid, una decena de cuerpos deshechos dormitaba en los sofás de escay negro junto a un féretro cerrado. El día anterior no se había muerto mucha gente, comentaba una limpiadora con un encargado de seguridad, las dos únicas almas que habitaban los pasillos. Faltaba una hora para que se hiciera de día, para que llegara el cura, para que soltara un sermón sobre lo inexplicable de la muerte a veces aquí en la tierra, para que volvieran los llantos, incluso retransmitidos a miles de kilómetros por videollamada, para que se despidieran de un compañero, un cuñado, un hermano, un marido, un padre. Para que cremaran a Jorge Gonzalo Velázquez Pacheco. Que tenía 55 años, era de Quito (Ecuador) y trabajaba, como hacen la mayoría de los que buscan sobrevivir en España, de obrero en un edificio de seis pisos que se derrumbó y segó otras tres vidas el martes a las 12.48 horas en pleno corazón turístico de Madrid.
Noelia Extremera (38 años, Madrid) lleva casi una década acompañando como psicóloga a mujeres en diferentes etapas de su maternidad. Fue su propia experiencia la que la llevó a especializarse en psicología perinatal —rama que abarca todos los aspectos psicoafectivos relacionados con la concepción, el embarazo, parto, postparto y crianza temprana—, al percibir la necesidad real de un acompañamiento experto y actualizado en este momento vital. Una etapa en la que afirma que al “desconocimiento por parte de muchos profesionales” se suma la ausencia de relatos, tanto científicos como personales, de las protagonistas: las madres. Para dar voz a las mujeres que atraviesan la maternidad, y poder hacer visible el enorme abanico de emociones que la atraviesan según la etapa o el proceso, Extremera acaba de publicar su primer libro Las emociones de mamá (Grijalbo, 2025), un libro en el que no hay consejos o un manual de instrucciones, pero sí un espacio de comprensión y validación.
El negocio que rodea al sector inmobiliario está que arde, y no solo por la compraventa y alquiler de pisos. Los seguros que cubren viviendas y comunidades de propietarios también se están beneficiando de un mercado en expansión. Según Unespa, los seguros multirriesgo facturaron en la primera mitad del año un 7,2% más (2.800 millones de euros). Tener un seguro de hogar no es obligatorio por ley, solo es imprescindible su contratación si se adquiere la vivienda a través de una hipoteca, ya sea fija o variable, recuerdan desde el BBVA. Tampoco es obligatorio suscribirlo como inquilino de una vivienda arrendada, aunque sí existen productos recomendados para proteger el contenido por si se produce un incidente, como un incendio, una inundación o un robo.
La sombra de la ocupaciónComo han hecho otras compañías aseguradoras o de alarmas, Mutua de Propietarios habla en sus informaciones periódicas sobre el peligro de la ocupación. “En los últimos años, España ha visto un aumento significativo en los casos de ocupación ilegal de propiedades”, señala la compañía en su blog. La estadística, sin embargo, cifra en el 0,06% el número de viviendas afectadas por este tipo de casos (datos de 2024). Los datos del Ministerio del Interior hablan de que el número de denuncias registradas (no probadas) ascendió a 16.426, un 11% más que las de 2020. Las condenas firmes por allanamiento de morada alcanzaron 218 en todo el país (2023).
“Es la mayor innovación en el campo de batalla en una generación”. El secretario de Defensa estadounidense, Pete Hegseth, reconocía el pasado mes de julio un secreto a voces: los drones han revolucionado no solo la industria bélica, sino la fisonomía de las guerras en el siglo XXI. Ucrania, haciendo de la necesidad virtud, ha convertido estos aviones no tripulados en la clave de bóveda de su defensa tras la invasión de Rusia. Y ahora es Moscú quien ha perfeccionado estos dispositivos para contrarrestar a Kiev y sembrar las dudas en la OTAN al sobrevolar el espacio aéreo de algunos de sus miembros, como Polonia.
Había una deuda histórica con Maruja Mallo (1902-1995), sostenida en el tiempo e instalada en los distintos espacios que habitó, Madrid entre ellos, que se salda ahora con una exposición majestuosa, de título tan intrincado como la artista, Máscara y compás. O lo que es lo mismo: “creaciones mágicas de medidas exactas”. El Museo Reina Sofía, juntamente con el Centro Botín de Santander (donde la muestra ya se pudo ver la pasada primavera), hace justicia ahora al legado de esta autora esencial del arte del siglo XX de la mano de la comisaria Patricia Molins, en la primera gran muestra de su nueva etapa bajo la dirección de Manuel Segade. Es un exhaustivo análisis de un trabajo que, cuanto más se adentra en su legado, más se expande fuera de sus obras. Es lo que tienen las artistas que viven cual verso libre, como ella.
Si preguntan a Mulatu Astatke quién inventó el ethio-jazz, el instrumentista etíope les dirá sin remilgos que él mismo. No es el único que renovó la música de su país en la primera mitad de los años setenta —no dejen de escuchar a maestros como Getatchew Mekurya, Getachew Kassa o Mahmoud Ahmed—, Apero statke creó algo único, muy personal, que ha conseguido llegar a una audiencia amplia y transversal. Y eso lo legitima hasta el punto de que, más que el inventor del género, Mulatu es sencillamente el ethio-jazz.
Mulatu Plays MulatuMulatu Astatke Strut RecordsLa actriz y cantante Leonor Watling (Madrid, 1975) acaba de inaugurar una nueva etapa de su carrera junto al músico y productor Leo Sidran, la segunda (¿o primera?) pata del dúo Leo&Leo. Ambos han publicado un disco homónimo con 11 canciones entre el jazz, el pop y el swing que sacarán de gira acompañados de The Groovy French Band, la banda habitual del estadounidense.