ARTICULO PRIMERO.- Conformar, el Comité de Dirección de...
"Año de la lucha contra la corrupción y la impunidad”
1. En Madrid el PP se pone en modo Vox aprobando una declaración sobre el aborto, cargada de ignominias como esta: “Es un gran negocio para el feminismo”. ¿Empieza el baile en la derecha? Atrapado en la vía estrecha de Alberto Núñez Feijóo, el PP siente el asedio de Vox y se mete por berenjenales de la extrema derecha olvidando que en estos casos el elector desengañado acostumbra a preferir el modelo a la copia. Vox está consiguiendo que el PP se ponga a remolque suyo. Es decir, la confirmación del fracaso del modelo Núñez Feijóo, mucho ruido y pocas ideas.
En la primavera de 1994, mientras las bandas de asesinos hutus que se llamaban Interahamwe (“los que matan juntos”) perpetraban el genocidio de Ruanda (800.000 tutsis y hutus moderados fueron asesinados en tres meses), la Casa Blanca decidió mirar hacia otro lado. “Estados Unidos no hizo prácticamente nada para tratar de pararlo”, escribió Samantha Power sobre el país africano en su libro "A Problem from Hell". America in the Age of Genocide (Un problema del infierno. América en la era del genocidio). Publicado en 2002, el impacto de este ensayo de la diplomática estadounidense fue enorme porque puso a Estados Unidos —y al mundo— ante el espejo de su parálisis mientras en Camboya, Irak, Ruanda, Bosnia y Kosovo cientos de miles de personas eran asesinadas por su pertenencia a un credo, un grupo nacional o una etnia. El viento de la realpolitik se había llevado por delante el nunca más que parecía haberse asentado en la conciencia internacional tras la Segunda Guerra Mundial y los juicios de Núremberg y Tokio contra los criminales de guerra de Alemania y Japón.
Ignoro a quien se le ocurrió primero (Arantxa Echevarría o Agustín Díaz Yanes) escribir un guion sobre esa pesadilla colectiva que duró infinito tiempo llamada ETA, sembró de cadáveres, familias devastadas, angustia de casi todo dios ante un monstruo incontrolable e indestructible durante tantas décadas, que culminó su salvajismo volando un supermercado abarrotado de gente inocente. Pero los dos decidieron que la protagonista debía de ser una policía infiltrada en la macabra organización, ciudadana anónima y responsable en gran parte del progresivo derrumbe de esta, mediante un arma tan poderosa como la información. El tema, a pesar de su similitud, da para muchas películas. Y el público, masivo en el caso de La infiltrada, agradecerá seguir con interés algo que ocurrió aquí y entonces, sabiendo que hace 10 años llegó el gozoso final de una barbarie que parecía eterna.
Un fantasma en la batallaDirección: Agustín Díaz Yanes.
Intérpretes: Susana Abaitua, Iraia Elias, Raúl Arévalo, Andrés Gertrúdix, Ariadna Gil.
Género: drama. España, 2025.
Duración: 108 minutos.
Estreno: 3 de octubre de 2025.
Cabello rubio, Metro ochenta y una talla 41 de pie. La ficha del modelo Elio Berenett siempre fue un misterio para los agentes de casting. Incluía todos los datos y, aun así, cada vez que se encontraba con ellos vivía la misma situación. “Me acuerdo de un afterparty donde todos se acercaban preocupados porque no sabían cómo tratarme. Yo simplemente les decía: ‘Me da igual, me apunto a todo’. Entiendo que les fuese confuso, para mí también lo era al principio”, cuenta desde su casa en Suecia. Con nueve años empezó a trabajar como modelo femenina, de adolescente vivió su transición y diez años más tarde debutó a lo grande de la mano de Louis Vuitton en París. La colección era femenina, pero él era un hombre trans. Ahora tiene 22 años y ningún atisbo de aquellas dudas: afronta con la misma decisión un desfile con tacones que un reportaje de moda masculina como el que protagoniza en estas páginas.
El alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, busca ahora la salida del laberinto en el que se ha metido. Primero, su partido permitió el martes en el Pleno que saliera adelante una propuesta de Vox para difundir información “de manera obligatoria” sobre las supuestas consecuencias negativas que causa el aborto voluntario en las mujeres. Alcoholismo, depresión, aislamiento social o agresividad eran algunos de los síntomas recogidos en el texto bajo el término de “síndrome posaborto”. Dos días después de que el PP lo aprobara, el alcalde se ha desdicho al admitir que ese supuesto síndrome “no tiene soporte científico” y que la información que dará el Consistorio será solo a las mujeres que la soliciten y en los términos que decida su partido, apoyado en los profesionales del Ayuntamiento, lo que contradice el acuerdo plenario. ¿Qué alternativas tiene ahora el regidor para dar marcha atrás? La ley, en principio, es clara: está a tiempo de no seguir adelante.
La sanidad andaluza acumula sobresaltos y es el flanco débil del presidente Juan Manuel Moreno (PP), que ha sufrido varias protestas multitudinarias por un deterioro palpable de la atención médica en centros de salud y hospitales públicos. Esta semana la desesperación de pacientes de la sanidad se ha elevado a rabia, alarma, pánico e incredulidad, padecidas por medio millón de mujeres que se someten cada año al cribado del cáncer de mama. Unas 2.000 de ellas han sufrido los retrasos en los diagnósticos y desde este jueves están siendo llamadas para revisar sus casos con lupa. Aquí, preguntas y respuestas sobre lo ocurrido.
El Gran Anfiteatro del Colegio de Médicos de Madrid tiene una impresionante bóveda llena de frescos de Ramón Padró, pintor de cámara del rey Alfonso XII. El miércoles por la mañana contrastaba con tres enormes pantallas. En ellas se proyectaba una imagen creada por inteligencia artificial de una mujer, mitad anciana, mitad joven. Podría pasar por el anuncio de una crema antiarrugas especialmente buena, pero era el cartel del evento TransVision Madrid 2025. El contraste entre el academicismo realista y la ilustración chusca era notable. Pero no tanto como la diferencia entre los conferenciantes: la ciencia seria y el transhumanismo esperpéntico.
Desde hace unos años, la eliminación de peajes se extiende por las autopistas españolas gracias a que las concesiones que las pusieron en manos de empresas privadas han ido llegando a su fin. La gratuidad se ha implantado en vías de Andalucía, Cataluña o Comunidad Valenciana y, en los dos próximos años, arribará a Euskadi y Madrid. A la esquina noroeste de la península, sin embargo, le quedan sobre el papel más de 20 años de espera. Es el plazo fijado en los contratos del Estado con las empresas Audasa y Aucalsa, las compañías que hacen caja respectivamente en la gallega AP-9, que va de Ferrol a Tui, y en la AP-66, también conocida como autopista del Huerna porque une Asturias y León a través de este valle. Desde el pasado julio, la indignación ha ido creciendo en Galicia, Asturias y Castilla y León porque un dictamen jurídico de la Comisión Europea concluye que esas dos concesiones son ilegales.
“Ahora dependemos de Madrid”. Dos diputados del Parlament de Cataluña, de ERC y Comuns, resumen así la situación de la política catalana tras las incógnitas que empieza a generar el futuro de los Presupuestos Autonómicos. Los republicanos, socios prioritarios del Govern junto a los comunes, reclaman avances en la nueva financiación singular para Cataluña pactada con el PSOE para empezar a negociar, pero la compleja aritmética en el Congreso de los Diputados (donde debe modificarse la Ley Orgánica de Financiación de las Comunidades Autónomas, LOFCA), imposibilita cualquier promesa ciega. Tras años marcando el ritmo de la agenda política nacional desde Cataluña durante el procés, el Govern y el parlamento catalán observan con incerteza el traslado del centro de gravedad de nuevo a Madrid.
Después de tres años de negociaciones en torno al nuevo estatuto marco para los sanitarios, la ley que rige las líneas fundamentales de las condiciones de trabajo de 700.000 empleados públicos, el Ministerio de Sanidad y los sindicatos parecen cada vez más alejados. El borrador, un extenso documento que, entre otras muchas medidas, reduce las guardias médicas y modifica las categorías profesionales, ha sido rechazado con movilizaciones del sector (una multitudinaria tuvo lugar este pasado miércoles frente a la sede del ministerio) y dos huelgas específicas de médicos: la segunda, este viernes.
Georg Baselitz se sube al carrito de golf vestido con la gorra y el mono de trabajo manchado de pintura. Pisa el acelerador. Baja por la pendiente desde el chalé en esta región de lagos y verdes colinas, cerca de Salzburgo. Se detiene frente a una cabaña de madera: su taller. Le ayudan a bajar del carrito y entonces entra y se sienta en una silla de oficina con ruedas con la que se moverá entre las telas de 4,70 metros de altura y 2,50 de anchura, extendidas por el suelo. Los botes de pintura y los pinceles están en un carrito con ruedas. Así pasa horas, habitualmente por las mañanas, infatigable a los 87 años, aunque hace tiempo que, si quisiera, podría haberlo dejado todo. Podría haberse dicho que ya no necesitaba más, que los grandes museos le dedican retrospectivas, los críticos le conceden sesudos estudios, sus obras cuelgan de los palacios del poder y es el momento de jubilarse. No. Pese a la fama y los honores, él se ve aún como un marginal, un aguafiestas, un provocador o, como dirá durante esta conversación con El País Semanal, “un charlatán”.
El periodista Yusuf Omar, cofundador de seen.tv y Seen Palestine y con una fuerte presencia en redes sociales, subió el pasado cuatro de septiembre a su perfil de Instagram un vídeo en el que hacía un llamamiento para encontrar un complemento muy especial que ya forma parte del universo de la activista sueca Greta Thunberg: su gorro de crochet de rana. “Tengo una noticia que dar: Greta ha perdido su sombrero de rana. Si alguien nos pudiera conseguir uno…”, dice Omar. “Ya es parte de mi identidad”, dice entonces ella, que pide que les traigan cuantos puedan.
Cuando hace dos semanas recibió la llamada de la directora de arte del Wall Street Journal para retratar con sus trazos sinuosos, sugerentes y coloristas a Taylor Swift, Mercedes Debellard (La Carolina, 39 años) estaba muy lejos de su mesa de trabajo en la pequeña localidad alavesa en la que vive. “Pero no podía decir que no, tenía que hacerlo aunque eso supusiera pasar un fin de semana sin dormir”. Sumaba así el nombre de la cabecera económica un currículum en el que ya figuran Time, The Washington Post, The Guardian, The Sunday Times y este diario. Ahora sueña con aparecer en las páginas del New York Times, aunque la portada del New Yorker le parece inalcanzable: “Es demasiado conceptual para mí”. Sin embargo, ha sido la carga conceptual de los retratos femeninos que hizo en 2018 para las Fiestas de San Isidro más populares (y feministas) de la historia de Madrid y de mural homenaje a Nevenka (a la que no conoce en persona) que pintó en Ponferrada por encargo de Netflix en 2020 lo que la han posicionado como una de las ilustradoras españolas con más proyección internacional.
Luxemburgo lleva meses preparándose para una fecha histórica en su calendario. A partir de este viernes 3 de octubre, el gran duque de Luxemburgo deja de ser Enrique (70 años), después de 25 años en el cargo, y pasa a ser oficialmente Guillermo (43 años), su primogénito. Para celebrarlo, correos ha creado un sello limitado con los retratos del nuevo duque y su mujer, Estefanía de Lannoy (41 años), y la parada de tranvía de Theatre ha pasado temporalmente a llamarse Trounwiessel, el nombre oficial de la ascensión al trono del nuevo gran duque, cuya voz anunciará la llegada a esta estación en luxemburgués y francés hasta el próximo lunes. “La Casa del Gran Duque ha abierto un libro de felicitaciones online para el público que desee compartir un mensaje con motivo del cambio de reinado”, anuncia esta semana la web oficial del último Gran Ducado soberano de Europa. “Quienes deseen tener un gesto pueden, en lugar de hacer un regalo, apoyar los proyectos de la nueva Fundación del gran duque Guillermo y la gran duquesa Estefanía, cuyo objetivo es ayudar a los ciudadanos más vulnerables”, propone también junto a un número de cuenta.
Unos 750.000 empleados federales de Estados Unidos se ven afectados desde el miércoles por el cierre de la Administración debido a que el Congreso no le otorga los fondos necesarios para operar con normalidad. La negativa de los demócratas, cuyo voto es imprescindible, a dar carta blanca a los republicanos ha provocado el primer cierre del Gobierno en siete años y, a diferencia de otras ocasiones, este amenaza con tener consecuencias duraderas. No solo por la dificultad del acuerdo, sino porque el presidente Donald Trump puede utilizar la coyuntura para reducir el tamaño del sector público con despidos generalizados en organismos federales.
No son infrecuentes los incidentes lingüísticos en nuestra vida política: recordemos la reciente reforma del Reglamento del Congreso que admite la intervención de los diputados en sus respectivas lenguas propias, que fue muy contestada, o todavía más recientemente el anuncio por parte del president Salvador Illa de impugnar la decisión del Tribunal Superior de Cataluña sobre la anulación de diversos aspectos de la normativa de la Generalitat respecto de la ordenación lingüística en la escuela, en relación especialmente con el uso del castellano en la misma. Desde luego, no puede ignorarse que la cuestión lingüística puede ser un ariete en la superación del Estado autonómico que algunos proponen, y entonces de lo que se trata es de denunciar especialmente la ineptitud del modelo para abordar satisfactoriamente el pluralismo lingüístico español. Mi intención aquí es justamente mostrar lo equivocado de esta tesis y defender nuestro sistema partiendo, como es lógico, de la propia ordenación constitucional, completada por el Tribunal Constitucional y un adecuado tratamiento académico.
Henry David Thoreau nos recuerda, en Walden, que los duros huesos de un buey están hechos de pasto. Se detiene uno ahí, en esa frase, porque, joder, es cierto. Lo sabíamos, pero nunca nos habíamos detenido a pensarlo. ¿Cómo es posible que un tallo se transforme en mirada bovina, en bramido, en costillar, en pezuñas? La ciencia lo explica con palabras largas: metabolismo, proteínas, síntesis, aminoácidos, enzimas, fermentación, catabolismo, anabolismo, glucosa, celulosa, qué sé yo. Palabras que nos hacen creer que lo hemos entendido. Pero detrás de ellas sigue escondido un fenómeno del todo impenetrable: el tránsito de lo vegetal a lo animal, de lo inmóvil a lo que camina, de lo callado a lo que muge. Te detienes a mirar una vaca y estás viendo, sin verlo, un laboratorio en el que se borran las fronteras entre universos diferentes. Apenas llega al estómago, la pradera ya no es pradera: es piel, pelo, ubres, leche, labios, lengua, párpados, pestañas, por no mencionar el cerebro, el hígado o el resto de las vísceras. Y cuando alguien se alimenta de su leche, la transformación prosigue. Lo que en su día fue una brizna vegetal se convierte en sangre humana, en risa, en lágrima, en lenguaje, en pensamiento. Podríamos decir que la pradera construye silogismos a través de nosotros, que ama y odia a través de nosotros. La pradera no para, pero se queda quieta, porque para el trabajo duro ya estamos usted y yo. De ahí, tal vez, que el olor de la hierba recién cortada nos produzca un bienestar enigmático. En el fondo de nuestro corazón sabemos que todo lo que nos mantiene en pie viene de ahí. Somos forraje digerido en las entrañas de un cuadrúpedo, tierra metabolizada, somos sol transformado en carne. El misterio de la vaca, si me lo permiten, es una especie de eucaristía. Ella solo nos lo recuerda con cada bocado, con cada masticación lenta que constituye un cálculo sobre la extraña continuidad de la existencia.
Los grandes gurús de internet no dejan que sus hijos accedan a la red de redes hasta que son lo suficientemente mayores. Bill Gates ha contado que sus hijos tuvieron un smartphone a los 14 años, y Steve Jobs decía que controlar el tiempo de uso de la tecnología en casa. Chris Anderson, exdirector de la revista Wired, una de las publicaciones de referencia sobre tecnología, afirmó en The New York Times que “en una escala entre caramelos y cocaína”, las pantallas se parecen más a la droga, y añadió que los tecnólogos llegaron a pensar que podrían “controlar” la influencia de los móviles, las pantallas e internet en la gente y, sobre todo, en los jóvenes, pero que resulta imposible, porque esas tecnologías “van directamente a los centros de placer del cerebro en desarrollo”.
Simone de Beauvoir, Hipatia, Mary Wollstonecraft o Simone Weil. Si alguien se limitase a preguntarle a un estudiante qué tienen en común estas personas, seguramente dirían que son todas mujeres. La cosa cambia cuando estos nombres son sustituidos por aquellos que dos años de filosofía obligatoria han forjado a fuego en nuestros cerebros, nombres como Platón, Sócrates o Descartes. En estos casos el estudiante podría responder sin un atisbo de duda que estos nombres pertenecen a filósofos, y además, con un poco de suerte hasta podrían recitar de memoria su biografía e ideas principales. Esto, sin embargo, no es algo reciente. Nuestros padres y abuelos no estudiaron a estas filósofas. Hoy en día, los jóvenes se suman al ciclo. Bajo la premisa de la falta de tiempo de preparación para la selectividad, el temario se limita, quedando al margen todas estas mujeres que, o bien son descartadas por el propio profesor, o no son priorizadas por la programación de la asignatura. ¿Acaso merece la pena un sistema académico que premia la memorización exhaustiva a costa de relegar al olvido a grandes figuras históricas?