ARTICULO PRIMERO.- Conformar, el Comité de Dirección de...
"Año de la lucha contra la corrupción y la impunidad”
En España, cuando muere un familiar cercano, la ley solo nos da dos días libres, cuatro si el fallecimiento ocurre en otra comunidad autónoma. Dos días para hacer papeleo, acompañar, velar y empezar a asimilar lo que ha pasado. Hace unas semanas en El País recibimos una carta al director pidiendo más tiempo para eso, para poder vivir el duelo con un poco de calma. Y al poco llego la respuesta: la ministra Yolanda Díaz anunció que trabajo estudia ampliar ese trabajo a los 10 días.
Realizan:Emilio Sánchez Hidalgo y Jimena Marcos
Presenta:Diseño de sonido:Nicolás Tsabertidis
Edición:Ana Ribera
Coordinación:Dirección de Hoy en El País:Silvia Cruz Lapeña
Sintonía:Jorge Magaz
La situación en franja de Gaza continúa siendo extremadamente precaria: aunque un alto el fuego entró en vigor el 10 de octubre de 2025, tras dos años de conflicto, los bombardeos de este fin de semana —que dejaron decenas de muertos— han demostrado lo volátil del acuerdo. En ese contexto, Philippe Lazzarini, comisionado general de la UNRWA —la agencia de la ONU que atiende a refugiados palestinos— advierte de que la tregua es frágil, pero también un “gran alivio”. Lazzarini (La Chaux-de-Fonds, Suiza, 61 años) habló con EL PAÍS el lunes en Barcelona durante la celebración del foro de diálogo World In Progress (WIP), donde destacó el papel de liderazgo de España en su apoyo a la UNRWA y en el camino para el reconocimiento del Estado de Palestina.
La Unión Europea, que quedó marginada de las negociaciones lideradas por Washington para lograr un alto el fuego en Oriente Próximo, busca ahora cómo recuperar un papel con peso político y no solo económico. El objetivo es no limitarse a pagar la reconstrucción en la etapa que se ha abierto con el plan de 20 puntos del presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Pero esta relevancia política parece más difícil de conseguir tras haber congelado la principal medida de presión sobre Israel: las sanciones propuestas por la Comisión Europea en el marco del Acuerdo de Asociación bilateral. Los ministros de Exteriores reunidos el lunes en Bruselas decidieron no activarlas por el momento, lo que ha causado malestar en algunos Estados miembros, según fuentes consultadas.
Las universidades de élite de EE UU se plantan ante el intento de la Administración de Donald Trump de controlarlas. La presión del Gobierno republicano ha ido desde hace meses en aumento: primero, con el combate al supuesto antisemitismo en los campus como respuesta a la guerra de Gaza; luego, la exigencia de derogar los criterios de diversidad en la admisión y contratación y, finalmente, la invitación a suprimir todo lo que huela a “antiamericano” y “contrario a los valores conservadores”. Este último intento es el núcleo de la propuesta que la Casa Blanca hizo a principios de mes a nueve importantes universidades: una financiación favorable si los centros abjuran de su liberalismo (y por extensión, de su libertad académica). Siete han rechazado la oferta.
“Esta hierbabuena es de un pueblo que ya no existe”, dice el agricultor y bombero forestal Emilio Medina (26 años, Villalcázar de Sirga, Palencia). “Huélela, ya verás”. De repente, una invasión de olores a hierbas salvajes invade el aire del patio de su casa. “Es de Salio, un pueblo inundado por el pantano de Riaño en los ochenta. Una de las mujeres a las que echaron a la fuerza de su casa arrancó de su puerta unas mentas y perejil, que tenía para cocinar, y se lo llevó. Años después, el nieto me dio sus semillas”, cuenta emocionado. “Por eso, es una hierbabuena de un pueblo que ya no existe”, repite.
Unos operarios han hallado este martes en el municipio valenciano de Manises los restos mortales de una persona que serán analizados para comprobar su identidad y, en su caso, si corresponde a una de las tres personas aún desaparecidas en la dana del 29 de octubre de 2024.
El apagón durante varias horas el pasado lunes de Amazon Web Services (AWS), el proveedor de servicios digitales en la nube más importante del mundo, es una nueva prueba de que la concentración de la infraestructura de internet en apenas unas pocas empresas privadas supone un asunto de seguridad global, porque cualquier fallo, accidental o intencionado, causa gravísimos perjuicios a economías y sociedades de todo el planeta.
Me siento bombardeado por la inteligencia artificial (IA). Desde el primer momento, se ha adoptado el discurso de que se trata de una revolución tecnológica. Sin embargo, cada día que pasa, tras cada actualización de mi ordenador o de cualquier dispositivo, veo nuevas funciones a las que solo les encuentro una utilidad: ser un poco más tonto. No me refiero a las grandes aplicaciones científicas, sino a las constantes “mejoras” cotidianas. El corrector predictivo anula mi habilidad para la ortografía. El asistente me sugiere la respuesta perfecta en un correo. El algoritmo decide qué debo ver o leer, eliminando el esfuerzo de la búsqueda y la sorpresa del descubrimiento. La IA nos está quitando el entrenamiento mental diario. Y lo más desalentador es la imposibilidad de huir. Está integrada en cada sistema operativo, en cada aplicación y en cada nuevo producto que sale al mercado. Nos están forzando a delegar nuestro juicio a un sistema que no hemos pedido. La verdadera revolución no es tecnológica, sino sociológica: nos están entrenando para ser dependientes, convirtiendo la comodidad en una debilidad. El verdadero reto no es convivir con la IA, sino evitar que nos convierta, poco a poco, en sus usuarios menos pensantes.
Después de la crisis por los cribados de cáncer de mama en Andalucía, el PP no quiere más problemas en un asunto delicadísimo y que ha empañado la gestión de uno de sus Gobiernos de mayor peso. Los populares llevan coordinándose desde que estalló el escándalo, revisando sus sistemas de detección del cáncer, y ahora las comunidades del PP han consensuado con Génova el plante a la petición del Ministerio de Sanidad de que le faciliten información sobre los cribados de cáncer de mama, cérvix y colorrectal en sus territorios. Con distintos argumentos y matices entre sí, los Gobiernos autonómicos del PP se oponen a enviar a Sanidad la información que se les pide, ante la sospecha del Ministerio de que ocultan datos “malos”. La negativa del PP tiene una relevante excepción, Andalucía, la comunidad donde surgió todo, que se ha desmarcado y ha reclamado que se reúna el Consejo Interterritorial de Salud garantizando que actuará con total transparencia con el Gobierno.
Soy un trabajador autónomo atípico: hay muy poquitos profesionales en España como yo. Desde que arrancó el Estatuto del Artista, cotizo por el epígrafe 864, específico para escritores, pero cuando me inscribí lo hice por el 861, de pintores y ceramistas, aunque la última vez que moldeé una figura de cerámica fue en la EGB y me pusieron un sufi compasivo. Cuando me hice autónomo, el Estado actuó como los padres antiguos cuando su hijo les contaba que quería ser artista. Ya sentará cabeza, decían en Hacienda, ya se buscará un trabajo de verdad. De momento, ponlo allí, donde los pintamonas.
A Itàlia hi ha moltes ciutats més boniques que Trieste, però poques de tan singulars. Durant segles, la seva condició de port franc de l’imperi Habsburg, principal sortida al mar d’aquell conglomerat ja desaparegut de pobles, la va convertir en un lloc cosmopolita amb italians, germànics, jueus, anglesos, francesos, armenis, eslovens i croats, relligats pel dinamisme del comerç i la cultura italiana. Tot i que, des del 1919, la ciutat pertany a Itàlia, aquesta barreja que la va caracteritzar ha produït una literatura específica, de la qual el representant més conegut a l’estranger és Italo Svevo. I, tanmateix, si hi ha un llibre essencialment triestí aquest és El meu carst, de Scipio Slataper (1888-1915). Parteix d’una afirmació que Slataper va consignar en una carta a un amic: “Ja m’he cansat d’escriure sobre temes triestins; ara escriuré triestinament”.
El meu carst Scipio Slataper Editorial Minúscula 128 pàgines. 16 eurosBosun Tijani, ministro de Comunicaciones, Innovación y Economía Digital de Nigeria tiene un plan: un país en el que todas las personas puedan conectarse a internet allá donde vivan y sepan manejarlo mínimamente de aquí a 2030 y una Inteligencia Artificial (IA) autóctona e inclusiva, que sirva realmente a los ciudadanos de a pie.
Las lenguas evolucionan, sí, pero lo hacen despacio y en su parte léxica, difícilmente en la estructura gramatical. Usamos muchas palabras que no existían años atrás; sin embargo, es improbable que aparezcan de la nada una preposición, o nuevas conjunciones, o una cuarta conjugación verbal.
La última polémica por la política de vivienda entre el PSOE y Sumar no es la típica pelea mediática dentro de la coalición que queda en nada. Esta cuestión es central para la izquierda española y europea, porque la crisis de la vivienda, tal como resumió la ministra de Sanidad, Mónica García, de Sumar, “se lleva por el sumidero toda la política social del Gobierno progresista”. El aumento del salario mínimo, la mejora de las becas, las ayudas, el aumento del empleo, todo queda diluido por el descomunal aumento de los precios de compra y alquiler de vivienda. Y ahora la coalición discute internamente una decisión clave: qué hacer con los 300.000 contratos de alquiler que se tienen que renovar en los próximos meses.
El exgerente del PSOE Mariano Moreno y la trabajadora de la Secretaría de Organización Celia Rodríguez han sido llamados a declarar como testigos la próxima semana ante el Tribunal Supremo sobre los pagos en metálico que recibieron el exsecretario de Organización José Luis Ábalos y el que fuera su asesor Koldo García, ambos investigados por el alto tribunal junto al también exsecretario de Organización Santos Cerdán. El Supremo quiere aclarar por qué existe una “falta de concordancia” entre la documentación remitida por el PSOE sobre las liquidaciones hechas a Ábalos y las conversaciones entre Koldo García y su exmujer en las que se reflejan otros montantes en efectivo “mediante sobres” que recogían en la sede de Ferraz.
El debate ni se pudo celebrar. Pero, casi dos semanas después, aún se habla de ello. Y lo que queda. El martes 7 de octubre el Congreso rechazó la toma en consideración de una Iniciativa Legislativa Popular (ILP) para retirarle la protección cultural nacional a la tauromaquia. Es decir, los diputados prefirieron tumbar el asunto sin discutirlo siquiera, con la abstención decisiva del principal partido de Gobierno, el PSOE. Y, de paso, hicieron oídos sordos a 664.777 voces ciudadanas, tantas como las firmas que avalaban la propuesta. En la sede de la democracia, la conversación sobre las corridas de toros fue vetada. Ni el Parlamento, sin embargo, puede impedir que continúe en la calle.
Las empresas eléctricas españolas están forzando alargar la vida de las centrales nucleares, alegando una rentabilidad insuficiente, lo que evidencia que piensan obtener de ellas ingresos adicionales. Y la verdad es que experiencia no les falta en conseguirlo. De hecho, si lo lograran, este sería su quinto rescate nuclear. Repasemos la crónica de los anteriores.
Hay algo impresionante en la carrera feliz de Rosalía por la Gran Vía de Madrid perseguida por cientos de personas. En cuestión de fama, después de eso no hay nada: puede igualarse, y sólo superarse, si cambiamos Madrid por Nueva York. ¿Cómo se baja alguien de ahí, de qué manera puede ayudarse en los demás para usar la escalera o el ascensor? Entre la primera persona que la reconoció y la primera carrera con sus fans detrás, Rosalía firmó varios discos que la han convertido en una de las artistas más influyentes del siglo XXI. La fama, en su caso, es una consecuencia lógica y atemporal: no comenta partidas de videojuegos. Tan interesante será ver envejecer a Rosalía como ver envejecer a la muchedumbre que corre junto a ella, su inmenso poder simbólico. Por eso, el viaje alucinado tiene que ver con el regreso épico a donde uno no suele regresar sin heridas: la vida casi normal, el peldaño entre la superestrella y la estrella. El vértigo —dentro de muchos años, cuando la fiebre acabe, que no la fama— de cruzar la calle más popular de Madrid y que te paren, educadamente, unas cuantas personas. No la caída ni el olvido sino la paz: el adiós a la locura. Durante años, la identidad de una artista de ese calibre está sostenida por una relación de reciprocidad con el mundo: el deseo del público, la visibilidad diaria, la sensación de que todo lo que haces importa, de que cada gesto tuyo genera consecuencias. Pregunto a la IA sobre la fama y me ofrece esta delicada observación: es un sistema nervioso externo. O sea: el mundo te devuelve un eco que confirma tu existencia. Los más listos consiguen desplazar el deseo de ser vistos hacia el deseo de comprender, o de acompañar, a otros. Los menos listos quedan suspendidos en una especie de eco perpetuo, buscando la intensidad perdida en cada proyecto nuevo, cada relación, cada señal fastuosa de relevancia.
Isabel Pérez Moñino (Madrid, 1987), la portavoz de Vox en la Asamblea de Madrid, fue este verano el rostro y la voz con los que la extrema derecha intentó prender la mecha de una ola antiinmigración que recorriera toda España al calor de la agresión a un hombre en Torre Pacheco (Murcia) por un joven de origen magrebí y la violación de una niña en el distrito capitalino de Hortaleza por un residente en el centro de acogida de menores del barrio. Personifica el discurso más duro de Vox. Los ultras buscan con su candidatura intentar acabar en las elecciones autonómicas de 2027 la mayoría absoluta de la que goza Isabel Díaz Ayuso. “El PP tiene miedo”, asegura en referencia a la reacción de los conservadores al ascenso de Vox a caballo de un discurso que pone en la diana a los extranjeros, y que se emplea con especial dureza contra los más vulnerables: los niños migrantes que llegan a Madrid solos. Tras la entrevista recuerda orgullosa que en primavera se plantó en la Asamblea con una camiseta por la que Más Madrid la acusó de portar un mensaje “nazi”. Esto se leía en ella: “Menas [acrónimo de menores extranjeros no acompañados] ¡a su país!”.