ARTICULO PRIMERO.- Conformar, el Comité de Dirección de...
"Año de la lucha contra la corrupción y la impunidad”
Un año después, la provincia de Valencia afronta un duelo colectivo por las 229 vidas que se cobró la dana, en algunos casos, en presencia de los propios familiares. Hay padres tratando de gestionar la imagen del hijo que se soltó de la mano, arrastrado por la fuerza del agua; supervivientes atormentados por no haber podido salvar a sus padres. Y todos los vecinos de los municipios arrasados han de convivir con la sensación de que gran parte de esas muertes pudieron evitarse. Limpiado el barro, vaciados los garajes, desguazados los 140.000 coches destrozados que se acumulaban en cualquier esquina, es preciso hacer balance, también, de la reconstrucción interior y evaluar la salud mental de los afectados por la catástrofe. Prevalecen, junto al dolor por las muertes, los sentimientos de miedo y angustia porque algo así pueda volver a ocurrir; la ansiedad que provoca la pérdida de rutinas, la vida tal y como la conocían; la dificultad para concentrarse, es decir, para distraerse del horror vivido y la sensación de pérdida de identidad después de que la inundación destruyese los álbumes de fotos y vídeos caseros, los recuerdos de los que ya no están. Los expertos consultados para este reportaje advierten de que tras la adrenalina de los primeros meses, cuando el trabajo era ingente —para volver a hacer habitable una vivienda, reabrir un negocio, solicitar ayudas, hacer trámites con los seguros y la Adminsitración...—, suele aparecer un cansancio físico y emocional que puede derivar en trastornos psicológicos. Han pasado 365 días, pero las secuelas de la peor dana del siglo se prolongarán durante mucho más tiempo.
A veces la memoria es, necesariamente, selectiva. Uno no recuerda dónde dejó aparcado el coche, pero sí el dibujo exacto de la herida que le hizo la primera vez al rozar con esa maldita columna del garaje. Dicen los expertos que, después de una situación traumática, el cerebro puede borrar los recuerdos dolorosos, como un mecanismo de protección. Pero eso no explica, sin embargo, por qué cuando uno se va a dormir escucha todavía los cláxones afónicos de los coches debajo del agua, cómo se mantiene entonces en la pituitaria el olor a podrido, que tiemble cuando escucha llover. Hay sonidos, olores e imágenes que sencillamente no se van, igual que ese lodo que tardó en secarse, convertido en polvo sepia finísimo, que cubre como un manto cada acera de los pueblos inundados por la dana que arrasó L’Horta Sud de Valencia hace un año.
En los archivos de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) no hay un episodio de precipitaciones igual al que ocurrió el 29 de octubre del año pasado, ninguno en el que cayera tanta agua de golpe. “Fue de una intensidad que nunca se había visto en España”, apunta Rubén del Campo, portavoz de esta agencia.
Un año después de la dana que causó 229 muertos, hoy los responsables de emergencias de toda España no pierden tiempo para mandar mensajes de alerta a los móviles de los ciudadanos, y la sociedad española en su conjunto se toma mucho más en serio cuando la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) lanza un aviso rojo. También se ha incluido en la legislación española un permiso retribuido para las personas que no pueden acudir a su centro de trabajo por mal tiempo, y algunas empresas, para proteger a empleados y clientes, directamente ya echan el cierre cuando hay un pronóstico que entraña riesgos. Estos son algunos de los progresos más destacados en prevención desde el desastre de Valencia. La parte de la lección aprendida. Sin embargo, en otras cuestiones se ha avanzado mucho menos, como las medidas de protección en zonas inundables y la gestión del territorio. Y siguen sin darse pasos más decididos frente al cambio climático, cuando en este mismo año se ha visto de forma clara en todo el país cómo está amplificando eventos extremos como las lluvias torrenciales, las olas de calor o los incendios.
Los gobernantes tienden a ver el vaso medio lleno. Es casi una obligación para poder seguir adelante en medio de enormes dificultades. La Moncloa de Pedro Sánchez supera con creces la media habitual en el optimismo de los gobiernos. Tal vez por eso, y porque se temían que podía ser peor, en el Ejecutivo, en el PSOE y en Sumar recibieron con cierto alivio las palabras de Carles Puigdemont al anunciar la ruptura del pacto con los socialistas que llevó a la investidura de Pedro Sánchez.
El líder de Junts, Carles Puigdemont, aseguró este lunes desde Perpiñán (Francia) que a partir de este jueves Pedro Sánchez “no podrá gobernar ni ejercer el Gobierno” ni soñar con unos futuros Presupuestos del Estado para 2026, porque sus siete diputados clave en el Congreso ya no formarán parte del bloque de la mayoría de investidura. Pero esa alianza no ha sido inquebrantable ya desde el inicio de este convulso mandato que llega ahora a su ecuador. Junts ha votado 22 veces contra leyes, decretos y proyectos de ese bloque, la mayoría de contenido económico. Esta semana, en el pleno, no hay votaciones relevantes, pero el Ejecutivo se prepara para evaluar ese tipo de oposición a primeros de noviembre en dos iniciativas muy simbólicas: una sobre la ley ELA y otra de ERC sobre la financiación singular para Cataluña.
En menos de dos semanas y en pleno otoño, tres hombres han perdido la vida en Galicia por picaduras de avispas velutinas. El último ataque mortal se produjo este domingo. Ni la época ni la concentración de fallecimientos son habituales, ya que el periodo crítico en el que esta especie invasora prolifera va de junio a septiembre. La Xunta admite un “aumento extraordinario” por su “enorme adaptabilidad al clima y al territorio” y pide “precaución, máxime en el caso de tratarse de personas alérgicas”, para quienes su pinchazo puede significar la muerte. Xesús Feás, que lleva años estudiando la incidencia sanitaria del insecto en el territorio gallego, se declara “consternado y frustrado”: “Hay miles de nidos, cada vez más, y no los retiran”. Y no todos los que sufren alergia lo saben.
El año 2028, la fecha escogida por el Consejo Europeo la semana pasada para completar definitivamente el Mercado Único, podría convertirse en el nuevo 1992. Se trata de un reto difícil y exigente, pero también de la única vía posible para devolver impulso y fuerza al proyecto europeo.
Yanis Varoufakis, ese griego que fue un día promesa de la izquierda, anda por ahí diciendo que no niega que Trump sea fascista, pero que, aun así, con él “el mundo está más seguro”. Se queda tan ancho como George Clooney, ese actor con ínfulas de congresista, cuando hace poco afirmó que “esta época pasará, como pasó la administración Nixon”. Dos maduritos con fama de ligones, dinero, pasaportes en regla y la sartén del heteropatriarcado por el mango nos explican que no hay que sentir miedo de que en la mayor potencia cultural del mundo estén dominando el discurso público tradwives provida defensoras de la pata quebrada; tampoco aconsejan preocuparse en exceso si andan por ahí señores con chaqueta metálica deteniendo a honrados trabajadores por ser “illegal aliens”. A veces las afirmaciones más despreocupadas pueden contener la iniquidad más extrema. Un amigo me contó una vez que al regresar de una sesión con un creativo que ahora está en la cima del mundo se quedó impactado por la manera en la que él hablaba a las limpiadoras del espacio que iban a inmortalizar. “Este suelo necesita una mopa”, soltaba al aire, sin fijar los ojos en nada ni en nadie. El sujeto era el suelo, el complemento directo la mopa. Las limpiadoras directamente no existían, aunque estuviesen ahí prestas a trabajar. En inglés, lengua nativa del genio, la cosa era aún peor: había una oración pasiva en la que hasta el trapo desaparecía. Algo así conseguía Ana Mato, aquella inolvidable vicesecretaria general del Partido Popular, cuando decía lo de: “Mi momento preferido del día es cuando veo cómo visten a mis hijos”. ¿De quién eran las lumbares que se inclinaban para encajar los calcetines a los piececitos que caminarían hacia un futuro próspero? Probablemente de una mujer, de un migrante o de ambas cosas a la vez. Siempre son los que invitan a refugiarse en la idea de que “todo pasa” aquellos a los que nunca les va a pasar nada.
La dirección nacional de Vox ha tenido que devolver 34.345,64 euros a las Cortes de Castilla-La Mancha después de que el interventor de la institución autonómica detectase que habían sido transferidos irregularmente desde el grupo parlamentario ultra en el Parlamento regional a la caja central del partido en Madrid. Así consta en el Informe de fiscalización de las subvenciones a los grupos parlamentarios, aprobado este lunes por la Mesa de la Cámara, en el que se acusa a la dirección del partido que preside Santiago Abascal de “arrogarse el derecho a que le sean transferidos fondos” que no son suyos.
Una de las primeras terapias génicas desarrolladas para curar la sordera de nacimiento acaba de demostrar éxito inicial, lo que permitiría revertir una enfermedad para la que actualmente no hay cura. En casos poco frecuentes, los niños nacen con defectos genéticos que no les permiten escuchar nada, aunque sus oídos están físicamente intactos. El nuevo tratamiento ha sido aplicado en 12 niños, varios de ellos en España, y ha funcionado en 11. A tres de ellos les ha devuelto una capacidad auditiva completamente normal.
La privatización de las escuelas del Opus Dei -por su voluntad de mantener la escolarización separada de niños y niñas- ha creado un problema colateral al Departamento de Educación de Cataluña: recolocar a los alumnos vulnerables que no podrán pagar la cuota como centro privado y que ahora se mantienen gracias a las ayudas de la Generalitat para luchar contra la segregación escolar. Aunque la mayoría de estas escuelas vinculadas al Opus tienen un perfil elitista, este no es el caso de las dos ubicadas en Girona, Alzines y Bell-lloc. “Habrá una bolsa de alumnos, y no pequeña, que será necesario recolocar”, admite Ramon Homs, director de Bell-lloc. El Departamento asegura que trabaja con la previsión inicial de tener que recolocar unos 250 alumnos vulnerables, aunque añade que habrá que ver cuántos se pueden quedar en las escuelas -con ayudas y becas- y a cuántos finalmente habrá que buscarles nuevo destino, con el hándicap que ello implica debido al número limitado de plazas libres.
La semana pasada, Yamile Angulo, de 30 años, aterrizó en Barajas con la vida en dos maletas. La excusa de su viaje: iniciar un máster en EAE Business School. “Llevaba meses contemplándolo, pero no me atrevía a dar el salto”, confiesa. La realidad es que buscaba algo de claridad sobre qué quiere hacer con su vida laboral, al tiempo que toma algo de distancia de Colombia. Eligió un grado en psicología y negocios impartido en español, una combinación que encajaba con su perfil como administradora. Su abuela le pagó la matrícula, su madre le ayuda con el alquiler y ella cubre sus gastos diarios con un trabajo remoto. “Lo más difícil ha sido la soledad”, admite. Aunque aún no ha comenzado las clases, le preocupa sentirse subestimada: “A veces pienso que pueden creer que no tengo mucho que aportar por venir de donde vengo”.
La empresa siderúrgica Sidenor anunció que rompía relaciones comerciales con Israel el mismo día que se impulsó la querella contra ella en la Audiencia Nacional por vender acero para la fabricación de armas, que ha propiciado la reciente imputación de su presidente José Antonio Jainaga y otros dos directivos. El magistrado Francisco de Jorge ha citado a los tres a declarar el próximo 12 de noviembre por presuntos delitos de contrabando y complicidad en un delito de lesa humanidad o genocidio. El juez indaga en la venta de partidas de acero a la compañía Israel Military Industries (IMI) —sin haber solicitado la correspondiente autorización del Gobierno y sin inscribirse en el registro correspondiente—, con pleno conocimiento de que, en plena masacre de la Franja de Gaza, el material iba a ser utilizado para la fabricación de armamento.
Blanca Romero (Gijón, 49 años) brilla hoy con una luz distinta. Ya no es la mujer impulsiva que cambiaba de casa o de vida cada poco tiempo, sino alguien que ha aprendido a valorar lo logrado y proteger lo suyo –y a los suyos–. Hablamos con ella de la mano de Rabat, que celebra en su evento Rabat Magnificent. “Me cansé de caer”, precisa la asturiana, madre de dos hijos, en la emblemática boutique de la firma joyera en la Milla de Oro madrileña. Lo siguiente, añade, es mirar hacia adelante: “Ahora voy a conseguir mis sueños.”
La ultraderecha del presidente argentino, Javier Milei, celebró el domingo por la noche un triunfo electoral inesperado en las elecciones legislativas de medio mandato. La Libertad Avanza, su partido, venció con casi el 41% de los votos, diez puntos más que los obtenidos por el peronismo kirchnerista y sus aliados. Un impacto particular tuvo la victoria por medio punto en la poderosa provincia de Buenos Aires, un bastión controlado por el kirchnerismo, donde hace menos de dos meses los candidatos del presidente habían perdido por más de un millón de votos en elecciones locales. El resultado global fue sorprendente. Milei y sus aliados tendrán desde el 10 de diciembre, fecha de inicio del nuevo Congreso, 93 diputados (56 más que los actuales) y 19 senadores (13 asientos más). La bancada del Gobierno se queda así a 39 diputados y 20 senadores de la mayoría necesaria en ambas cámaras para impulsar proyectos propios.
Durante las inacabables reuniones que los negociadores del PSOE y de Junts mantuvieron para sacar adelante el pacto de investidura de 2023 uno de los dirigentes de la parte catalana advirtió a sus interlocutores de que la cesta vacía con la que los independentistas acudían a la negociación tenía que llenarse en cuestión de meses. “Si no la rellenamos con logros tangibles lo haremos con la cabeza de Pedro Sánchez”, aseguran que dijeron. El pacto nació de la necesidad extrema de ambas partes y decir que fue alumbrado con fórceps es quedarse corto. No hay que olvidar que el acuerdo llegó después de una campaña en la que Junts juró que no haría presidente a Pedro Sánchez y en la que los socialistas negaron la amnistía.
Desde la ventana, mientras fregaba los platos, vi algo moverse en el agua. Se agitaba con desesperación. Vivo cerca del Estrecho de Gibraltar, así que lo primero que pensé fue que era un hombre. Cogí una toalla y le dije a mi hija de tres años que nos íbamos a la playa. Mientras bajábamos a toda prisa, iba pensando en cómo sacarlo sola, en que un cuerpo al borde del ahogo puede hundirte con él. Recordé que en algunas zonas de Japón los socorristas, cuando no tienen otra opción, golpean la cabeza del ahogado para desmayarlo antes del rescate.
Llevábamos semanas buscando un cuadrito de Picasso que creíamos robado en un asalto como el que ha cometido con todo descaro una banda en el Louvre y resulta que una pareja lo había encontrado dentro de un paquete abandonado en el portal y lo habían subido a casa por si alguien lo reclamaba. Y es que las cosas son mucho más sencillas de lo que parecen. En la mayoría de los casos, lo simple es más verdad que lo rebuscado. Pese a la imaginación de los guionistas de series y las ambiciones de los tecnólogos no hemos entrado en una dimensión del progreso asombrosa, sino que más bien podríamos definir nuestra época como el miserable imperio de la paquetería a domicilio. Si uno pudiera condensar todos los males del mundo en un solo gesto sería este: desear un poke de remolacha y un café macchiato y pedirlo por teléfono para que te lo traigan de inmediato. A esa civilización no le puede esperar nada bueno a la vuelta de la esquina.