ARTICULO PRIMERO.- Conformar, el Comité de Dirección de...
"Año de la lucha contra la corrupción y la impunidad”
Carmen Perpinyá, 85 años, chaqueta rosa y pantalón azul marino, se desplaza en un andador con asiento, una especie de híbrido entre silla y caminador. Está en mitad de lo que un día fue salón de sus padres de un piso de dos alturas en la calle Ausiàs March de Benetússer, y que luego lo fue de ella y su familia. Cuenta que la noche anterior llovió en Valencia, donde vive ahora. Ella estaba tumbada en cama junto a su marido, Daniel Massiá, 90 años. Se levantó en cuanto oyó las primeras gotas y se sentó sobre el colchón, alerta. Empezó a llover a las 2, a las 4.45 paró un poco y se mantuvo así hasta las 6, dice. “Todas esas horas las pasé sentada en el borde de la cama. Sin ver la lluvia, pero oyéndola”.
Un año después de la dana, la Generalitat valenciana, presidida por Carlos Mazón (PP), no ha usado aún el 74% del presupuesto de 2.364,3 millones que tiene para financiar la reconstrucción en 2025, según los últimos datos oficiales, referentes a agosto. Aunque el ejecutivo regional asegura que “en breve” publicará el balance de ejecución presupuestaria de septiembre, con resultados “bastante superiores”, los 612 millones que se han ejecutado hasta ahora (26% del total) son el símbolo de todo lo que queda por hacer por parte de todas las administraciones en los municipios a los que golpeó el agua. Porque hay auditorios, piscinas, colegios y bibliotecas todavía inutilizados. Pintadas en las paredes que recuerdan el terror del 29 de octubre. Y por el cauce del barranco del Poyo aún hoy hormiguean decenas de trabajadores que intentan prepararlo por si un día vuelve a atacar el torrente. Así, la reconstrucción apenas comienza, y lo hace entre dudas: la Generalitat ya le comunicó este verano a la Autoridad independiente de responsabilidad fiscal (Airef) que en 2025 preveía ejecutar gastos asociados a la dana por 1.694 millones, lo que implicaría dejar de usar 670 (28%).
Días después de la dana de Valencia, en mitad del puente de la solidaridad apareció un piano cubierto de fango, con un cartel que rezaba “tócame”. Cuando se cumple un año de la catástrofe, descubrimos la historia de ese piano a través de Sedajazz, la escuela de jazz que consiguió salvarse gracias al colaboracionismo y la red de la Horta Sur.
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EdiciónAna Ribera
CoordinaciónDirectora Hoy en el PaísSintoníaJorge Magaz
Una trabajadora de la Secretaría de Organización del PSOE y el exgerente del partido comparecerán este miércoles en el Tribunal Supremo por los pagos en metálico que recibieron José Luis Ábalos y el que fuera su asesor, Koldo García. El magistrado Leopoldo Puente les ha citado como testigos después de que un informe de la Guardia Civil aludiera a “una falta de concordancia” entre la documentación remitida por el PSOE al Supremo sobre las liquidaciones hechas a Ábalos y conversaciones entre García y su exmujer sobre supuestos ingresos en efectivo “mediante sobres en la sede del PSOE” de la calle Ferraz.
El adelanto electoral de María Guardiola en Extremadura ha dejado al PSOE sin demasiado margen de maniobra sobre su candidatura a la Junta. La pregunta que agita al partido, en una comunidad en la que el PP jamás ha gobernado dos legislaturas seguidas, es cómo encarar una campaña con un candidato procesado. El comité regional ratificará este miércoles la elección para la presidencia de la Junta de Miguel Ángel Gallardo, el sucesor de Guillermo Fernández Vara como secretario general desde marzo de 2024, inmerso en la causa judicial contra David Sánchez, el hermano del presidente del Gobierno, por su contratación en la Diputación de Badajoz que presidió durante 10 años, hasta el pasado mayo. Un proceso que en ningún caso estará resuelto antes del 21 de diciembre. “Guardiola no quería Presupuestos, lo que quería eran elecciones”, acusó Gallardo, en una comparecencia en la sede del PSOE extremeño en Mérida, a la baronesa del PP de utilizar las cuentas autonómicas como “una coartada para justificar una decisión previamente tomada” mientras apelaba al PSOE a presentarse a los comicios “fuerte, con lo mejor del partido y sin personalismos”.
La portavoz de Junts en el Congreso, Miriam Nogueras, concedió este martes una decena de entrevistas a televisiones y radios nacionales y catalanas y en ninguna de esas exposiciones pudo precisar bien en qué consistirá a partir de ahora la nueva posición y el sentido de voto de su partido y de sus siete diputados clave en el Parlamento. Nogueras afirmó que si las bases ratifican este jueves la decisión de la Ejecutiva de romper el diálogo con el PSOE no se sentará a negociar nada, ni en Madrid ni en Barcelona ni en Bruselas: apoyará lo que considere conveniente para Cataluña y otras cuestiones “por sentido común”. El PP le reclamó más concreción y desde el PSOE auguraron que actuarán “como hasta ahora, pero poniendo más cuidado en las iniciativas que lleguen al Congreso”.
Un grupo personas mayores asiste a una charla en Jaén. “Este es un producto de alta gama que alarga la longevidad y regenera tus células mientras duermes”, les dice la comercial. El aparato se denomina Biow, cuesta casi 3.000 euros y promete convertir tu dormitorio “en una cámara bioenergética antioxidante” y “mejorar la longevidad” con unos resultados “avalados por la ciencia”. Pero no es así.
La Audiencia Nacional ha anulado la sentencia por la que concedió en julio de 2024 la nacionalidad española al empresario ruso Alexánder Dmitrenko, quien estuvo investigado por su presunta vinculación con la trama del procés catalán y al que un informe del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) acusa de trabajar para los servicios de espionaje del Kremlin y tener tratos con jefes del crimen organizado de aquel país. La decisión se produce después de que los magistrados que se la otorgaron tuvieran conocimiento de que otro tribunal del mismo órgano judicial se la había denegado con anterioridad precisamente por el contenido del documento del CNI, al que ellos no habían tenido acceso. En conversación telefónica con EL PAÍS, Dmitrenko niega cualquier relación con el servicio secreto ruso o mafiosos de su país de origen, y asegura que recurrirá al Tribunal Supremo para lograr la nacionalidad. “Me considero español”, afirma.
Átame con tu cabello a la esquina de tu cama. Aunque el cabello se rompa, haré ver que estoy atada…, decía Rosalía en Di mi nombre, tema del álbum El mal querer (2018). Siete años después, la melena negra de gitana, de María Magdalena, de Cristo en la cruz, que se deslizaba cubriendo sus pechos en la portada del disco, se ha velado. Rosalía parece una monja, con su toca. Si entonces añadía: que lo malo sea bueno e impuro lo bendecí’o, en la portada de su nuevo trabajo, Lux, retoma esa idea mística, pero al contrario. El pelo ahora es un secreto. Algo oculto. Inquietante. Está presa en una camisa de fuerza. Y lo hace la semana que Portugal prohíbe el uso del niqab y el burka, dos prendas que cubren el cabello y el rostro de la mujer, salvo los ojos, en el espacio público.
Sílvia M., barcelonesa de 37 años, madre de dos hijos, nos dice que sus franjas horarias más productivas y mejor remuneradas son las que van de las 6 a las 8 de la mañana y de las 9 a 11 de la noche. Las dedica a tareas de traducción, edición y corrección de textos, por las que percibe, según calcula, unos ingresos de alrededor de 15 euros brutos por hora. El resto de la jornada lo dedica a un turno matinal de tres horas como auxiliar administrativa en una gestoría, a los niños y a su hogar. Los sábados y domingos hace turnos “esporádicos y no muy bien pagados” en la cafetería de un amigo, y algunas tardes encuentra tiempo para preparar unas oposiciones, aunque obtener la plaza que persigue desde hace años se le antoja, a estas alturas, “una esperanza más bien vana”.
La mayoría de los espectadores están acostumbrados a un único Gonzalo Miró (Madrid, 44 años). Ese que ya está acostumbrado a ponerse delante de la cámara, con el micrófono colocado a un lado de la camisa, sentado y sentido comodísimamente en un sofá, una silla o donde le toque. El mismo que da a entender que el mundo le importa lo justo, que los nervios los tiene dominados desde hace décadas, también las inseguridades. El que se ríe a carcajadas cuando algo le hace gracia, y se enfada sin contemplaciones cuando algo le chirría.
El Ministerio de Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030 ha expedientado por abuso de su posición de dominio a la agencia inmobiliaria Alquiler Seguro, una de las mayores entre las dedicadas al sector del alquiler, con más de 50 oficinas y una facturación de 28 millones de euros el pasado ejercicio. Según el ministerio encabezado por Pablo Bustinduy, se han constatado prácticas ilegales como exigir un estudio de solvencia al potencial inquilino, obligarle a contratar un seguro de hogar, forzar la contratación de un Servicio de Atención al Inquilino sin haberlo solicitado e introducir una cláusula en el contrato que autorice a la agencia a incluirle en ficheros de morosos. Alquiler Seguro afirma que cumple la ley y que sus condiciones sirven para garantizar la tranquilidad de los propietarios que recurren a sus servicios.
Si Carlos Mazón está buscando un momento para dimitir, o Alberto Núñez Feijóo la ocasión propicia para pedirle en público que se marche de una vez, hoy es el día. Se cumple un año de la tragedia que se llevó por delante la vida de 229 personas, y las más altas autoridades del país asistirán en Valencia al funeral de Estado, que es la manera que tiene una nación de rendir su homenaje más solemne a las víctimas. Sería una vergüenza –y también una afrenta– que el presidente valenciano del PP, el mismo que lleva un año entero saltando de mentira en mentira para intentar salvarse, se sentara en la primera fila de la ceremonia, hombro con hombro con el jefe del Estado, a escasos metros de los familiares de quienes, aquella tarde del 29 de octubre de 2024, fueron perdiendo la vida bajo el barro. ¿Dónde estaba, qué hacía, cuál era el motivo tan importante que impidió al president de la Generalitat estar donde debía estar?
Es una buena noticia que la televisión autonómica valenciana, Á Punt, al contrario que la BBC, no haya retransmitido la manifestación por la dana, 229 muertos. No es la primera vez en la historia que tiene más audiencia un programa que no se emite, que uno que sí. De haber emitido la manifestación, habría pasado inadvertida; al sustituirla por una corrida de toros de 1997 en Alicante titulado Corridas Míticas, la audiencia de lo que no se está emitiendo se dispara. Si no quieres que la gente vea algo, agáchalo. Pocas horas comió Carlos Mazón con Maribel Villaplana para convencerla de dirigir À Punt. Se entiende ahora que haya estado cuatro, como se entendería que hubiese necesitado diez. Se ha sabido ahora que Mazón también la acompañó al párking: la turra que debía de llevar esa mujer. Había entonces ya había medio centenar de muertos flotando en garajes y calles de los pueblos, pero la prioridad para el presidente era que Villaplana encontrase el coche. No podía ella apretar al mando por los pasillos para ver qué coche se encendía, como hacemos los demás: el presidente tenía que escoltarla. Cuando ganaron las elecciones PP y ultraderecha en Valencia, se hizo un importante cambio en la línea editorial para recuperar contenidos vinculados a la “tradición popular valenciana”, entre ellos los toros, la caza y la música regional. Otras tradiciones se abren paso. Por ejemplo: una protesta recorrerá el trayecto que hizo Mazón el 29 de octubre. No sé si mucha gente en Valencia recuerda una corrida de toros de 1997 en Alicante: quizá si la siguen emitiendo cada año, consigan olvidarla del todo. Lo que se recordará dentro de 100 años, sin necesidad de directivos televisivos palanganeros, es lo que hizo el presidente Mazón mientras Valencia se inundaba y los valencianos morían, se sabrá la factura de El Ventorro, se sabrá el contenido de las conversaciones, su aparición en el párking como si fuese Batman. Probablemente hasta haya placas. Y alguna recordará al partido político que sostiene, sin vergüenza, la ignominia.
El estadio Bernabéu alberga cada jornada a unos 80.000 espectadores, entre los que se hallarán algunas decenas de miles que habrán acabado el bachillerato, o como se llame ese tramo de la enseñanza cuando usted lea estas líneas. A ellos se suman millones de hispanohablantes que ven por televisión los prolegómenos del partido. Todos asisten una fecha tras otra a una notoria incongruencia ortográfica.
Las sociedades depositan en el deporte valores como el respeto, el trabajo en equipo, la salud, la superación, la disciplina o el juego limpio. Unos principios que se intenta inculcar a niños y jóvenes, quienes siguen las hazañas de unos deportistas convertidos en ídolos dentro y fuera de la pista. Pero este fabuloso poder de influencia tiene sus riesgos cuando el comportamiento de los jugadores dista de ser ejemplar.
Ángel Milagro planeó el primer aterrizaje privado en la Luna sentado en su pupitre de la infancia. El joven ingeniero espacial es director de misiones de Ispace, una empresa japonesa valorada en más de 200 millones de euros. En Tokio había un equipo de más de 20 especialistas a sus órdenes con un objetivo: posar una sonda robótica en el satélite, algo que por entonces solo habían conseguido Estados Unidos, China y la India; y ninguna firma privada. Pero era 2022, y con medio mundo confinado por la peor pandemia del siglo XXI, Milagro lo dirigía todo desde casa de sus padres en Alfaro, un pueblo de La Rioja de menos de 10.000 habitantes, a más de 14.000 kilómetros de la capital nipona. Cada día, cuando se sentaba a trabajar, veía en el corcho de la pared las viejas fotos de sus amigos, de la roja celebrando el Mundial de Sudáfrica, y uno de sus primeros dibujos de niño: una nave espacial.
La chilena Paula Díaz llegó a Madrid a trabajar como agente comercial en 2020. Tenía 45 años, una maleta, y un contrato como agente comercial bajo el brazo. Su trabajo, entonces, era un verbo en movimiento entre caminar y negociar. De oficina en oficina, pasando por Madrid y Guadalajara. “Visitaba clientes todo el día”, cuenta a EL PAÍS. Eso era antes. Ahora pasa seis horas —o a veces más— sentada frente al ordenador. Mira el monitor, mantiene el cuerpo quieto, los ojos fijos, el teléfono cerca. El trabajo sigue, pero ha cambiado de forma: se volvió sedentario.