ARTICULO PRIMERO.- Conformar, el Comité de Dirección de...
"Año de la lucha contra la corrupción y la impunidad”
Fueron hace cuarenta y tantos años los adalides de los llamados Nuevos Románticos, pero los focos y los suspiros (mayoritariamente femeninos) tenían como principal destinatario a su cantante, un dandi alto y trajeado, de voz engolada y aspecto seductor que respondía al nombre de Tony Hadley. Sin embargo, el gran genio creativo detrás de los míticos Spandau Ballet era el también londinense Gary Kemp, aquel rubiales que tocaba la guitarra a la derecha del escenario y el autor de la práctica totalidad del repertorio que popularizó el quinteto: Gold, True, Communication, To Cut a Long Story Short, Paint Me Down y una larga retahíla de títulos inolvidables entre quienes fueron chavalines en los ochenta y hoy son reducidos a la desdeñosa condición de boomers. Kemp acaba de cumplir los 65, pero, lejos de retirarse, ha sorprendido con un hermoso álbum en solitario, el tercero de su discografía en nombre propio. Se titula This Destination y ahonda en los misterios de la vida y los claroscuros de la madurez, pero su firmante, en conversación telefónica, lo tiene claro: “Mis mejores composiciones las estoy escribiendo ahora, con independencia de que solo suelan triunfar canciones concebidas cuando eres un veinteañero”.
A los 60 años, Amada volvió a enamorarse. “Me sentía como una chica de 16”, confiesa a El PAÍS esta profesora de francés jubilada. “El enamoramiento no tiene edad”, asegura, mientras asiente con la cabeza y se balancean sus coloridos pendientes. Ella cree que la sociedad ha ido cambiando. Hoy se respira una libertad sexual impensable en otros tiempos, pero sigue dejando huella el edadismo: ese término que describe una forma silenciosa de exclusión social y que fue incorporado al diccionario de la Real Academia Española en 2023. El 45% de la población española se siente discriminada por su edad, según un informe de las Naciones Unidas.
Siempre hay un desliz, un instante en el que el otro desvela sin quererlo o queriéndolo que contra ti se sublevaría y de golpe en sus ojos no sólo es visible un reflejo, sino también el hambre. Es como darte cuenta de la estrategia que seguía desde que empezó la partida: ha cambiado algo y su mirada ahora baja a la boca y después la evita. No es un roce de los dedos, porque entonces sería en el tacto demasiado evidente, más bien aleación de avidez y cautela líquida. Queda la duda de por qué una no lo ha captado antes, duda luego suplantada por la conciencia de que antes quizás ese arrebato de voluntad no existía, o no aún: qué puede hacerse al encontrar la fuente de energía hasta entonces desconocida, a cuántos pueblos de costa podría proveer de luz sin esfuerzo, acaso serviría para escapar de la muerte, del mar, del frío; podría yo deshacerme en esas manos.
Una vez más, Trump amenaza y no da. Cuando quien tiene enfrente es más fuerte, claro. Si es más débil, entonces saca pecho y se crece. Basta comparar el trato más que deferente hacia Putin en la Cumbre de Anchorage con la vergonzosa y humillante encerrona que organizó para Zelensky en la Casa Blanca. Alfombra roja, desfile aéreo, aplausos y sonrisas, asiento compartido en la limusina blindada presidencial y ni un solo reproche para el dictador sobre el que pesa una orden internacional de detención por crímenes de guerra y que ha rechazado una vez más el imprescindible alto el fuego previo a una negociación de paz equilibrada.
La esperadísima cumbre en Alaska entre Donald Trump, y Vladímir Putin no ha conseguido mover al líder ruso de sus exigencias para acceder a la paz en Ucrania. Pero no habrá sido porque el estadounidense no haya tirado la casa por la ventana para agasajar a su invitado, requerido por la Corte Penal Internacional por crímenes de guerra y hasta ahora gran paria internacional, durante su reunión de dos horas y media en la base aérea de Elmendorf-Richardson, en el norte de Anchorage.
Se repite cada verano. La muerte de alguna persona mientras estaba trabajando en un momento de calor intenso llega a los titulares. La última vez, esta misma semana en Alcarràs (Lleida), donde un temporero falleció por “insuficiencia cardiorrespiratoria aguda en el contexto de estrés por calor”, según el informe forense preliminar. Pero pocos de estos casos acaban en la estadística de muertes de empleados por calor que elabora el Ministerio de Trabajo. Aunque un vistazo a la hemeroteca apunta a lo contrario, el recuento oficial no recoge ni un fallecido en todo 2024. Algo que los expertos en salud laboral de los sindicatos más representativos consideran “imposible”, aunque apuntan que no sucede solo en España.
Observemos a Volodímir Zelenski. Aquel actor fresco y carismático dio vida a un profesor común que defendía con tanto ahínco los valores y la democracia en clase que un alumno viralizó su discurso y pronto, sin buscarlo ni planearlo, se vio convertido en presidente de Ucrania. En la serie que le hizo famoso, Servidor del pueblo, luchaba como un Quijote ingenuo contra los modos asentados de unos prebostes que habían aprendido a esquilmar todo lo que pudiera depararles el poder. Después, la serie se hizo realidad, él saltó a la política de verdad. Y ganó.
La crueldad me supera. Me inundó una tristeza amarga al leer la noticia de los 32 galgos encontrados muertos en una rehala de Extremadura. El cazador propietario de la finca los abandonó allí y dejó que murieran entre la desesperación del hambre y la sed. Desde hace tres años colaboro con una asociación en defensa de los galgos. Redacto el boletín mensual para informar a los socios y padrinos sobre la sucesión de rescates y adopciones. Llegan sin tregua. Rotos y asustados. Es una rueda que se alimenta voraz por el fin de la temporada de caza. Pero, sobre todo, por la impunidad legal. La ley de bienestar animal, que entró en vigor en septiembre de 2023, no incluye a los perros de caza. ¿Acaso son animales de segunda? ¿Su vida es menos valiosa? La respuesta es un no rotundo. No incluirlos permite que el maltrato y el abandono queden impunes. No permitamos que la muerte cruel de estos 32 galgos se olvide. La inclusión de los perros de caza en la ley es un paso imprescindible para ser una sociedad más justa.
Hace solo unos minutos que ha presidido la reunión del Comité Estatal de Coordinación y Dirección (Cecod) celebrada en la sede de la Dirección General de Protección Civil en Madrid cuando el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska (Bilbao, 63 años), se sienta este viernes con EL PAÍS con la condición de hablar solo de los incendios forestales que están asolando Galicia, Castilla y León y Extremadura. Con los datos recién recopilados de los 16 grandes fuegos activos en ese momento, Grande-Marlaska no se muestra optimista. “Durante las próximas 72 horas se mantendrán las temperaturas superiores a los 30 grados, la humedad por debajo del 30% en algunos casos y va a haber rachas de viento en algunas zonas superiores a los 50 kilómetros [por hora]. Con estos tres elementos, la lucha contra el incendio se hace mucho más complicada”, se lamenta. Pese a ello, asegura que, por ahora, el Gobierno no se ha planteado declarar la situación de emergencia de interés nacional en las comunidades afectadas para asumir la gestión de las labores de extinción y carga duramente contra las últimas propuestas del líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, al que acusa de “utilizar cualquier desgracia para hacer política”.
El Gobierno acogió este viernes con “indignación” la petición, formulada por la mañana por Alberto Núñez Feijóo, de que el Ministerio de Defensa realice un despliegue del Ejército a mucha mayor escala que la actual para combatir los incendios. Así lo indica una fuente de La Moncloa, que atribuye el movimiento del presidente del PP a la búsqueda de una “falsa polémica”, porque la Unidad Militar de Emergencias (UME) de las Fuerzas Armadas “no está desbordada” y tiene sobre el terreno los efectivos necesarios para combatir el fuego, que se incrementarán —añade— conforme se detecten nuevas necesidades.
Oliva de Plasencia (292 habitantes, Cáceres) ocupa un punto estratégico a medio camino entre el Valle del Jerte y la ciudad de Placencia. Hay quien escoge esta pequeña aldea, rodeada del encinar extremeño, para turismo rural. Otros pasan el verano en el que es el pueblo de sus padres o abuelos. Entre ellos, José Manuel Ortega, de 76 años. Este jubilado reside en Alicante y se traslada durante largas temporadas a Oliva, donde nació su esposa. Pero el matrimonio ha vivido este año una situación inédita, fruto de un cocktail de circunstancias adversas, que en Extremadura ha desembocado en una aciaga semana de virulentos incendios. El miércoles llegó a haber 19, este viernes quedaban ocho activos.
La Montaña Palentina cumplió a primeros de agosto 25 años de haber sido catalogada parque natural. Para celebrarlo se organizaron charlas divulgativas, talleres, conferencias y hasta el grupo Los Secretos ofreció un concierto. Era el punto álgido de un ambicioso programa coordinado por la Consejería de Medio Ambiente, Vivienda y Ordenación del Territorio de Castilla y León. Con esta celebración, decía la nota de prensa, la Junta buscaba “acercar a la ciudadanía los valores naturales, culturales y sociales de un espacio que simboliza el compromiso de Castilla y León con la conservación del patrimonio ambiental. Con una inversión cercana a los 20 millones de euros en un cuarto de siglo, el parque no solo ha protegido su rica biodiversidad, sino que también ha revitalizado los pueblos de la comarca, convirtiéndose en un modelo de equilibrio entre el cuidado del medioambiente y el bienestar de sus habitantes”.
A más de 4.500 kilómetros de Silicon Valley, en la costa Este de Estados Unidos, Ignacio Arsuaga, líder de la organización ultraconservadora Hazte Oír, registró en Delaware la empresa con la que gestiona Copygen, su asistente de inteligencia artificial. El lobista ha intentado durante año y medio impulsar esta herramienta, que crea contenido de forma automática para redes sociales y campañas de marketing. Su diseño intenta replicar el funcionamiento de modelos como ChatGPT, pero con menos filtros, permitiendo crear contenido extremista.
España arde por los cuatro costados. La suma de despoblación, falta de mantenimiento del mundo rural, las condiciones de proclives al fuego muchas zonas boscosas y los efectos del cambio climático configuran el escenario ideal para la tríada mortal: más de 30 grados de temperatura, humedad por debajo del 30% y vientos de más de 30 kilómetros por hora. Los incendios de sexta generación, hijos de la crisis climática, enormemente virulentos y muy difíciles de gestionar, han echado de sus casas en pocos días a más de 5.000 personas que no saben lo que encontrarán al regresar, se han cobrado ya tres víctimas mortales y han arrasado 115.000 hectáreas. El coste es aún incalculable, si es que alguien sabe poner precio a las vidas calcinadas, a las casas y parajes destruidos y al miedo, incertidumbre y zozobra de los afectados. Cuando alguien diga que invertir para combatir el cambio climático es caro, pregúntenle: ¿Cuánto cuesta no hacerlo?
Manuel Santiago (Jaén, 1968) está pasando unos días en la isla mexicana de Holbox, desde donde se conecta para la entrevista. El empresario, cabeza de un grupo familiar propietario de las gasolineras de bajo coste Petroprix, está en el Caribe por trabajo, supervisando las obras del pequeño hotel que construye. ¿Un capricho? “Puede ser, pero intento que los caprichos sean rentables”, sonríe. Hace dos décadas que este inquieto ingeniero de Telecomunicación abandonó su trabajo en una multinacional para embarcarse en el siempre arriesgado objetivo de robar clientes a las petroleras. Pensaba que utilizando tecnología y siendo más rápido que ellas podría encontrar brechas para hacerse con una pequeña parcela en la distribución de carburantes. El bajo coste apenas estaba desarrollado en el país, así que con un equipo de ingenieros comenzó a montar una red de estaciones sin apenas empleados, con un software propio. Esa red tiene más de 160 estaciones en la Península, unos 400 trabajadores, y facturó 800 millones el año pasado, con 60 nuevas gasolineras proyectadas y otras 50 en prospección comercial. “Son casi 100 proyectos en el pipeline [catálogo] para los próximos cuatro años”, repasa. Y baraja la posibilidad de rozar los 1.000 millones en ventas en 2025.
Si quiere vivir unas vacaciones diferentes (y gratuitas), el mercado inmobiliario le ofrece una opción: cuidar casas y las mascotas que en ellas habitan mientras su dueños están fuera. Hay todo tipo de viviendas y alojamientos a su alcance. El destino corre a cargo del sueño de cada uno para sus vacaciones estivales. Desde fincas de ecoturismo, ranchos al más puro Lejano Oeste americano o cabañas de madera en islas perdidas para los más aventureros. Pero también lujo en estado puro. Villas italianas al sol de la Toscana o casas, al estilo resort, con piscina, lagos y playas privadas en Australia, Nueva Zelanda, Tailandia o Sudamérica. La opción urbanita-celebrity también se sube a este carro con oferta de apartamentos en barrios exclusivos de Nueva York, como la de un triplex en el Lado Oeste de Manhattan (Upper West Side). Todo un mundo de establecimientos a los que acceder, sin pagar una factura, a cambio del mantenimiento de los mismos o del cuidado de las mascotas de sus propietarios.
Para darse una tregua del calor, Abdoulaye Ba se sienta en uno de los bancos que adornan la Cornisa Oeste de Dakar, a escasos metros del mar. En las últimas dos décadas, esta avenida costera donde al caer la tarde hacen deporte miles de jóvenes ha sido el símbolo del dinamismo de la construcción en la capital de Senegal. Decenas de edificios a medio terminar se levantan aquí y allá, desde el centro administrativo de Plateau hasta la zona de ocio nocturno de Almadies. Sin embargo, todas las obras están hoy paradas. Ba, al frente de una empresa familiar de ferralla, se lamenta. “Tenía 20 trabajadores y ahora están todos en sus casas de brazos cruzados. Y aquí ya sabes, la gente vive al día. Encima tengo una deuda que no sé cómo voy a pagar. Es el desastre”, comenta.