ARTICULO PRIMERO.- Conformar, el Comité de Dirección de...
"Año de la lucha contra la corrupción y la impunidad”
Es posible que muchos de los lectores de EL PAÍS Escaparate lleven mucho tiempo intentando encontrar el espray quitamanchas más eficaz del mercado. No es algo sencillo, es cierto. Productos de limpieza para el hogar hay (casi) incontables, pero que uno solo arrase con todo tipo de manchas a su paso sin degradar los materiales y que prescinda de químicos agresivos o nocivos para la salud no hay tantos. Por eso, y después de una larga búsqueda, el resultado ha dado sus frutos. Os pasamos a describir en este artículo del producto quitamanchas por excelencia con más de 30.000 valoraciones en Amazon.
Tarde o temprano, a todos nos termina pasando lo mismo: el mando de la tele empieza a fallar, y para hacer que funcione se necesita apretar cada botón como si quisieras hundirlo en el mando para siempre y que no vuelva a salir, y aun así, a veces sigue sin funcionar. Al final, te terminas levantando para buscar los botones de la televisión plana, que suelen estar ocultos, para simplemente poder cambiar de canal o subirle un poco el volumen a la televisión, hasta que te terminas cansando y piensas en comprarte una televisión nueva. Pero, llegado ese punto, lo lógico es buscar un sustituto para el mando que funcione con tu tele, pero que sea fácil de configurar, para que no vaya a ser peor el remedio que la enfermedad.
Entre los primeros signos que evidencian el envejecimiento en nuestro rostro se encuentran las arrugas en los contornos de los ojos, también conocidas como patas de gallo. Para tratar estos pliegues, se puede recurrir a la medicina estética, pero si por algún motivo no quieres hacerlo, también existen alternativas caseras que no tienen un efecto mágico, pero sí ofrecen buenos resultados.
La noche en la que hay mucha niebla en Ceuta, como ocurrió ese viernes, sus vecinos saben que al día siguiente hará mucho calor. También que la tupida cortina que genera este fenómeno meteorológico animará a los migrantes que esperan en Fnideq (antigua Castillejos), la localidad marroquí que limita con el sur de Ceuta, a intentar cruzar a nado hasta territorio español. Agosto es el mes por excelencia del taró, una niebla densa y persistente típica del Estrecho de Gibraltar. Y este año no es una excepción. En la noche del 15 de agosto, que comenzó con el AD Ceuta debutando en Segunda división, los agentes de la Guardia Civil y los efectivos marroquíes lidiaban con los intentos de unas 300 personas que braceaban para llegar a territorio español. Entre las 23.00 y las 00.30, tres jóvenes, dos de ellos que aseguraban ser menores, accedieron encaramándose por un espigón a muy pocos metros de la frontera de El Tarajal, en la bahía sur de la ciudad.
La luz del mediodía baña el distinguido barrio de Pedralbes, lo baña de luz blanca y suave porque aún es el sol de la primavera, de finales de la sensual primavera barcelonesa, y en esta hora muelle de una mañana cualquiera de un día de semana cualquiera, ya de sobra pasado el desayuno y demasiado pronto para pensar en comer, Josep Maria Minguella, sentado en la terraza de su amplio apartamento, lee un diario deportivo culé con una lupa de mano. Tras la lente se ve aumentado de forma exagerada el ojo de Minguella. ¡Qué ojo! Este ojo pagó el apartamento y la mediterránea luz que lo baña. Este ojo veía lo que nadie veía —o al menos lo veía antes que nadie—. Este ojo es el mismo ojo que hace muchos años vio a un chico “gordito y cabezón” tocar apenas uno, dos balones y de inmediato preguntó:
Hace unos años conseguí que mis odiadores me pusiesen por enésima vez a caldo porque en una entrevista se me ocurrió decir que yo no había trabajado en mi vida. Esa gente entrañable debió de pensar que por fin salía del armario, que esta vez sí me habían pillado, que pronto reconocería que en realidad era nieto del vizconde de Ibahernando e hijo de un potentado extremeño y por eso no había dado un palo al agua en mi vida. Pero la realidad siempre es decepcionante, sobre todo para los odiadores: la realidad es que en Ibahernando no hemos visto un noble en nuestra puñetera vida, que mis abuelos eran campesinos sin estudios, que mi padre perteneció a la primera generación de la familia que fue a la universidad y que yo no he trabajado nunca porque trabajar de verdad consiste en ganarte el pan haciendo algo que no te gusta y yo he procurado arreglármelas siempre para hacer lo que más me gusta, que es leer, escribir y pensar en las musarañas, y por eso sería insultar a quienes trabajan de verdad decir que yo he dado un palo al agua en mi vida.
Es 22 junio de 2025. Sobre una tumba del cementerio de Oviedo hay un enorme ramo de flores blancas y azules con una banda en la que se lee: “Somos de Primera”. Lo ha dejado Ana Estrada Sarmiento, hija, madre y abuela de “oviedistas hasta la médula”, para celebrar con los que ya no están que su equipo regresa, 24 años después, a la categoría de oro del fútbol español. “Tengo 65 y soy socia desde los 8. Mi madre fue la primera mujer socia del Oviedo: tenía el número 17. Mi nieto de 9 meses es el 24.680, y yo, el 180. En esa tumba están enterrados mis padres, mi tío, Manolo Sarmiento, y mi marido, que falleció hace año y medio. Hemos ido juntos al campo toda la vida y quería agradecerles todo lo que empujaron para que el Oviedo volviese a Primera”.
Entre más de 40.000 anuncios de alquiler procedentes de todas las capitales de provincia de España, apenas seis cumplen con el límite de precio teórico que sería asumible por un joven. El Consejo de la Juventud de España (CJE) advirtió este martes que un joven que quiera vivir en solitario tendría que destinar, de media, el 92,3% de su salario para pagar la renta: tres veces más de lo que la Ley de Vivienda fija como umbral de sobreesfuerzo. Una vivienda asequible para un joven, calculaba el mismo estudio, debería costar como máximo 351 euros al mes. Ese mismo martes EL PAÍS rastreó Idealista, el mayor portal inmobiliario de España, en busca de pisos que cumplieran ese requisito. Y el resultado deja claro que encontrar algo así en el mercado inmobiliario actual se parece más a una quimera que a una posibilidad real.
El pirata espera fumando en La Ponderosa, un bar junto a la incorporación del aeropuerto de Ibiza. En su WhatsApp ha saltado el mensaje: “XXXX en aerop”. Las x son la matrícula del coche en el que han llegado al aeródromo tres inspectores de Transportes del Consell. El más veterano de ellos hace guardia como un llanero solitario a 38 grados en la rotonda de entrada, bajo la escueta sombra de una palmera. Armado con un silbato y un chaleco amarillo, detiene vehículos sospechosos de llevar turistas sin licencia, sobre todo furgones de alta gama y cristales tintados, idénticos, salvo porque su matrícula no es azul, a los vehículos con conductor con licencia VTC.
A los mercados les gustan las verdades del barquero. Las que nunca fallan. Las recetas infalibles, casi de perogrullo. Una: todas las burbujas explotan. Y dos: las crisis siempre acaban llegando. Pero los mercados tienen también su lado sofisticado: en un tiempo eterno toda profecía termina por cumplirse, pero en esos dos casos lo difícil es acertar con los tiempos, y se puede ganar mucho dinero apostando al momento en que explotará una burbuja y llegará la crisis. Los analistas habían descontado que las erráticas políticas económicas del trumpismo iban a provocar una sacudida a corto plazo en Estados Unidos, y hubo unos días en abril de auténtica pesadilla, pero el fin del mundo no termina de llegar a pesar de que los datos macroeconómicos palidecen cada vez más. La previsible tormenta ha dado sustos, pero los nubarrones no descargan como prometían. A la corta no se atisba el Apocalipsis. La ansiedad se traslada al medio plazo.
Europa: una página en blancoLo popular en Estados Unidos es universal. Y lo que ocurre con su economía también lo es: los riesgos norteamericanos son un dolor de cabeza global, pero a la vez abren el abanico de posibilidades en otras zonas del mundo. China, de momento, sigue a lo suyo, tratando de forzar el sorpasso en la geoeconomía global. Otros países —el Brasil de Lula, por ejemplo— han adoptado posiciones belicosas contra los aranceles de Trump. Y Canadá, probablemente el espejo en el que debería mirarse Europa, acaba de aprobar medidas para acometer la tríada de problemas que atenaza a todo el Atlántico Norte: su primer ministro, el exbanquero central Mark Carney, ha activado planes para recoser el mercado interior, buscar soluciones al problema de la vivienda y aplicar políticas industriales para elevar la competitividad. En la UE se han presentado una miríada de informes al respecto con el mismo foco: los de Letta y Draghi son los más destacados. La hoja de servicios de las instituciones europeas, sin embargo, está prácticamente en blanco, emborronada además con un pacto comercial entre Bruselas y Washington que, sin ser del todo desastroso, pone de manifiesto todas las debilidades y carencias europeas.
Europa llegó mal equipada a la Gran Recesión, y lo pagó carísimo. En cambio, respondió adecuadamente al Brexit y al covid. Pero ha sido incapaz de despertar ante la amenaza del trumpismo, y sigue viviendo en el ensalmo de que las aguas volverán a su cauce. “No hay mercado único, la seguridad europea es aún muy incipiente y la debilidad alemana es un pésimo punto de partida: Europa ha sido incapaz de confrontar con Trump, algo que sí han hecho otras áreas económicas. No consigue articular una visión, tener un plan. Está empezando a mover sus piezas, por ejemplo en defensa, pero es difícil ver a los Veintisiete acordando algo ambicioso. Así que los analistas oscilamos entre la esperanza y el escepticismo. El objetivo es no desesperarse”, critica Blanchard con un punto de ironía francesa. “No hemos hecho nada, ni siquiera en lo más urgente: esa parálisis es atribuible a Bruselas, pero también a los Estados miembros”, asume una alta fuente europea.
Los deberes están ahí, y son de sobra conocidos: reforzar el mercado único, sacar adelante los eurobonos —un activo de reserva seguro en un mundo en el que cada vez escasean más los activos seguros—, y acelerar la unión bancaria para cuando lleguen los problemas. Pero nadie es capaz de ponerle el cascabel al gato. Menos aún con una Alemania que va a lo suyo. Frente a esa oportunidad, solo estamos viendo dolor: la apreciación del dólar, que se suma a la subida arancelaria, hace mucho daño a las empresas europeas, al continente más abierto del mundo. “Ahora mismo Europa es un actor débil, pero confío en que algún momento la estabilidad, la previsibilidad y el Estado de derecho den dividendos, aunque es evidente que tendríamos que hacer reformas difíciles y no hay apetito político para ello”, señala un optimista Praet.
Los aranceles de Trump están en el 15%, pero el FMI calcula que las barreras en el mercado interno equivalen a aranceles del 45% para la industria y del 110% para los servicios. “Europa es muy dependiente de la visión neomercantilista de Alemania, pero es que todo el mundo se ha vuelto neomercantilista y los bloques con grandes superávits comerciales, y ya no digamos Alemania, lo van a pasar peor”, explica Daniel S. Hamilton. González Laya es, de largo, la voz más crítica: “Nadie nos toma en serio, ni EE UU ni los grandes emergentes”, se queja, “porque hemos sido incapaces de jugar de otra manera en la guerra comercial al no tener ninguna autonomía estratégica”. El talón de Aquiles de la defensa europea ha mejorado, pero más porque las empresas están invirtiendo que porque Bruselas haya hecho los deberes: “Sigue sin haber pasos decisivos hacia un mercado único de la defensa bien integrado”. El otro agujero es, curiosamente, el gran activo del que siempre presume Europa, un mercado único con 500 millones de consumidores. “No hemos sabido quitarnos las anteojeras nacionales y no hay avances, esencialmente en el mercado de capitales: en 2008 ya vimos cuánto dolor acarrea esa línea de falla, y en el covid lo hicimos mucho mejor, pero ahora mismo no veo que vayamos hacia ninguna parte”, apunta la exministra. Francia no está. En Italia, Meloni juega al seguidismo con Trump. Alemania está completamente ensimismada en sus graves problemas internos. La voz de España ha perdido tracción por el ruido político. ¿Y Von der Leyen, la jefa de la Comisión? “Le ha faltado ambición en las agendas geopolíticas, como Gaza y Ucrania, y le ha faltado ambición en las agendas geoeconómicas. Está pensando más en lo que las capitales le van a comprar que en propuestas de calado con verdadero vuelo. Cuando ha hecho falta se ha arrimado a la ultraderecha. No veo liderazgo. Ni visión. Es una decepción. Una decepción enorme”, zanja.
Tener o no tener armas atómicas. Esa es la cuestión. Rusia las tiene y Ucrania no y por eso Volodímir Zelenski tendrá que aceptar el “trato” que Vladímir Putin quiera concertar (si es que quiere) para acabar con la guerra, y mejor si lo hace sin que se produzcan muchos más muertos, porque así el presidente norteamericano Donald Trump podrá seguir presentándose como un “pacificador”.
Dos realidades chocan frontalmente en un cerro reseco al sur de la ciudad palestina de Hebrón. A un lado, Um al Kheir, una pequeña aldea de pastores con caminos de arena, casas sin revestir y tejados de lona en la que viven unas 300 personas. Al otro, a menos de 100 metros y tras un portón de hierro amarillo e importantes alambradas, el asentamiento israelí de Carmel, construido en los años 80, en el que residen unos 600 colonos que tienen agua corriente, electricidad y seguridad.
Consciente de que este puede ser su último verano en el cargo, el primer ministro francés, François Bayrou, no se ha dado una tregua estival y durante estas semanas se ha volcado en tratar de defender sus presupuestos para 2026, cuyo debate anticipa un otoño caliente en los escaños y en la calle. La ley, que incluye 44.000 millones de euros de recortes y medidas muy impopulares como la supresión de días festivos, se presentará en el Parlamento en octubre y debería votarse a mediados de diciembre.
En la era de las redes sociales, cada paso en falso puede tener consecuencias laborales. Lo que empieza con un reel en Instagram bailando en una boda o un trend en TikTok en la playa haciendo deporte puede acabar justificando un despido. Especialmente cuando el trabajador está de baja médica. Los empleados deben andarse con ojo. Subir un contenido a internet haciendo actividades incompatibles con su baja médica puede interpretarse como un engaño o una conducta desleal hacia la empresa. Y los tribunales, en muchos casos, respaldan esa postura.
¿Se puede grabar al jefe para denunciar?Las empresas pueden utilizar mensajes públicos de los trabajadores como prueba, pero los empleados también tienen herramientas legales para defenderse. Una de ellas es la posibilidad de grabar conversaciones con sus superiores para documentar irregularidades dentro de la empresa. Así lo reconoce una sentencia del Tribunal Supremo, dictada en marzo de 2023, en la que los magistrados admitieron como prueba una grabación realizada por un empleado sin conocimiento del empresario. En ese caso, el audio permitió acreditar la existencia de cesiones ilegales de trabajadores. Eso sí, el tribunal aclara que para que estas grabaciones sean válidas deben realizarse en un entorno laboral, y su finalidad debe ser la de denunciar hechos ilícitos o proteger derechos laborales de los empleados.
Conseguir hablar con Graydon Carter (Toronto, 76 años) es casi tan difícil como acceder a los ricos y poderosos de los que se rodea desde que empezó a trabajar como periodista en los años setenta. El pasado marzo, el exdirector de la edición estadounidense de la revista Vanity Fair publicó sus memorias, When the Going Was Good: An Editor’s Adventures During the Last Golden Age of Magazines, y desde entonces está inmerso en una maratón de entrevistas de promoción. Tras cinco meses, su equipo finalmente encuentra un hueco en su agenda, en pleno agosto, para la entrevista con EL PAÍS: 30 minutos por videollamada. Carter se retrasa 20 minutos, pero tiene una buena excusa. “Perdón, mi mujer me estaba terminando de cortar el pelo”, explica desde su piso en el Greenwich Village de Nueva York, donde tiene como vecina a la actriz Bette Midler. “Eres el primero que me ve con mi nuevo corte”, añade, enseñando su característico pelo blanco.
La palabra resiliencia ha tomado protagonismo en los últimos años en nuestra sociedad, siendo cada vez más común su uso en términos psicológicos. Resiliencia proviene del inglés resilience, y este del latín resilio, que significa saltar hacia atrás, rebotar. Según la RAE, la resiliencia es la capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o un estado o situación adversos. Es decir, la capacidad de un ser vivo de sobreponerse a una situación hostil, de estrés o desfavorable, saliendo resurgido, fortalecido y exitoso de esta.
El pronóstico que maneja el Gobierno no es halagüeño. Hasta el martes o el miércoles “habrá llamas” en zonas de Galicia y Castilla y León, sin descartar áreas de Extremadura, afirma una fuente de La Moncloa citando la expresión típica de los técnicos para referirse a fuegos vivos, que, incluso aunque hayan dejado de crecer y estén empezando a ser doblegados, aún es posible que se vuelvan a desmadrar, por ejemplo por un mal golpe de viento.
Galicia es tierra curtida en combatir olas incendiarias pero como esta, ninguna. Lo repiten los vecinos, los bomberos, los agentes forestales, los ecologistas y, ahora ya, las autoridades. Nunca jamás se habían afrontado fuegos tan indómitos, de tales dimensiones, durante tanto tiempo y sin vislumbrar el final en los partes meteorológicos. “Esto es imparable, es como intentar parar el tsunami de Indonesia”, ilustra Rubén Cuiñas, que lleva 22 años de bombero forestal en el distrito de Ourense, la provincia que más arde de España. Las alarmas han saltado también en Madrid. Galicia es ahora la comunidad en llamas que más preocupa al Gobierno de Pedro Sánchez después de la devastación alcanzada en Castilla y León, con dos fallecidos.