ARTICULO PRIMERO.- Conformar, el Comité de Dirección de...
"Año de la lucha contra la corrupción y la impunidad”
En una charla sencilla, cercana, resulta fácil entender por qué Kate Winslet es un tótem de la industria del entretenimiento. Mientras que muchos actores sonríen para la foto y se marchan sin mirar atrás, la británica Winslet (Reading, 50 años) se queda hasta casi perder el avión de vuelta a casa de cháchara con un grupo de periodistas al que —a algunos de años, a otros de apenas breves encuentros— conoce incluso por su nombre. Se acerca, abraza, pregunta por la familia, ríe con anécdotas, se saca selfis. El evento tiene lugar durante un pase de Adiós, June, su primera película como directora, con guion de su hijo mayor, Joe Anders, de 21 años (en realidad, Joe Alfie Winslet Mendes).
—Hijo mío, ¿dónde estás?
Sin atreverme a afirmar que este es el peor de los tiempos tampoco podría definir el presente como el mejor de la historia, como a veces reivindican los que observan el mundo a través de estadísticas que rezan que objetivamente hoy es menor el número de niños que mueren de hambre o enfermedad. Concluir que el mundo es mejor que antaño porque cuantitativamente se vive menos violencia es ignorar a los que sufren, y también eludir a quienes vivimos con la sensación de que nuestro mundo, tal y como lo conocíamos, da señales de agotamiento. No hay razones para ser optimista; sí las hay para creer que es urgente adoptar un compromiso radical para reducir el atropello. Lo significativo del presente es que la crueldad ha cobrado un protagonismo extremo. Si quienes la ejercían ayer trataban de enmascararla, hoy se exhibe sin complejos. El periodista de The New Yorker David Remnick señalaba que las palabras de Trump sobre la muerte del director Rob Reiner era un escalón aún más bajo de atrocidad en su ignominioso historial. La tragedia no despertó en el presidente eso tan humano que se llama piedad; muy al contrario, hizo responsable a la víctima de su propia muerte por el hecho de que Reiner hubiera denunciado sin miedo las atrocidades trumpistas. A esto se sumó el perverso Steve Bannon, quien se dirigió al muerto para decir algo así como “tú criaste a ese hijo que te rebanó el cuello”. El temor a ser considerado cruel ha desaparecido. Y no bauticemos esta actitud como psicopática, porque solo un 2% de personas podría definirse bajo ese diagnóstico. Esto que vemos hoy es el producto de un clima social en el que expresar revancha o egoísmo es aplaudido por un sector de la población. Poco le importó a Trump que Reiner fuera un hombre admirado y conocido por su bonhomía; en su narcisismo extremo lo relevante era que el director se había mostrado siempre como ferviente antitrumpista.
Lo dijo Maquiavelo: la indecisión es peor que una mala decisión. Quienes dudan mientras el mundo cambia son arrastrados por los acontecimientos y hoy Bruselas es la capital de los timoratos. Esta semana teníamos 210.000 millones de euros rusos congelados sobre la mesa. ¿Qué hacer? Podíamos confiscarlos, financiar a Ucrania y decirle al Kremlin: el agresor paga. Pero, claro, confiscar activos soberanos es jurídicamente problemático y sienta un peligroso precedente: el Sur Global, muy receloso hacia Occidente, tomaría nota. Y si confiscamos los activos rusos hoy, ¿qué garantiza que los nuestros estarán seguros mañana? Bélgica ―donde está la mayor parte del dinero― se negó a asumir el riesgo sola y Europa eligió una vía menos sexy: emitir eurobonos. Es la segunda vez ―la primera fue en la pandemia― y significa que Alemania, resistente a mutualizar deuda, ha cedido. ¿Es un acto de prudencia institucional o una nueva muestra de la parálisis europea? Probablemente ambas, pero el debate sobre los activos rusos es síntoma de algo más profundo. Europa no sabe decidir, y quizás no sea un defecto sino el resultado de una apuesta históricamente inédita: que el poder puede domesticarse mediante reglas y la soberanía compartirse sin violencia.
“Hay un desequilibrio en los poderes del Estado en favor del judicial (…) Tiene que parar el espectáculo diario de la justicia (…) Algunos jueces como mínimo son unos descerebrados, sino son algo más”. Podrían parecer palabras de algún sanchista indignado por ciertos casos judiciales que salpican a su partido. Pero tienen casi 30 años. Las pronunció otro miembro del PSOE, muy mimado hoy por la derecha y crítico frecuente del Gobierno. Salieron de boca de Felipe González en una reunión con parlamentarios de su partido en abril de 1997, pocos meses después de abandonar La Moncloa, cuando los escándalos que habían arruinado la recta final de su mandato seguían proporcionándole disgustos.
La red que Leire Díez (52 años, Bilbao) tejió durante años de actividad profesional labrada, en parte, en la empresa pública está en manos de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil. Esta exmilitante del PSOE, que se movía en el anonimato hasta hace un año, está ahora investigada en dos procedimientos distintos que transcurren paralelos, y por los que, previsiblemente, tendrán que comparecer y dar explicaciones muchas de las personas que ser relacionaron con ella, tanto del partido de Gobierno como de distintas empresas privadas. Los agentes la detuvieron el miércoles de la semana pasada en una operación que tuvieron que precipitar por miedo a que Díez y otros implicados destruyeran pruebas. Registraron tres viviendas vinculadas a ella, volcaron su teléfono de forma íntegra e incautaron documentos y agendas hasta el año 2025, según explican fuentes de la investigación.
El pasado 5 de diciembre, Vicente Fernández Guerrero (Málaga, 1973), tenía razones para estar eufórico. La Audiencia Provincial de Sevilla notificó su absolución en el caso Aznalcóllar. Fernández envió la noticia a algunas personas de su entorno después de seis años bajo sospecha. No era para menos, aquella imputación en octubre de 2019 fue el principio del fin para un alto funcionario con una carrera meteórica, que llegó al culmen cuando fue nombrado en junio de 2018 presidente de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales. La SEPI, el conglomerado de empresas públicas y participaciones de control en compañías estratégicas. Uno de los lugares desde que el que se ostenta más poder, solo superado por los sillones nobles de algunas corporaciones del Ibex 35, la Real Casa de la Aduana (sede de Hacienda) o el Palacio de la Moncloa.
La vida de la jurista italiana Francesca Albanese, que desde 2022 es relatora especial de la ONU para los territorios palestinos ocupados, comenzó a cambiar este verano, el día que presentó su informe De la economía de la ocupación a la economía del genocidio, en el que acusaba a grandes empresas de ser cómplices de la ofensiva de Israel en Gaza. Ya había recibido amenazas tras su informe de marzo, Anatomía de un genocidio, pero esta vez fue distinto. A los seis días, el pasado 9 de julio, el secretario de Estado de la Casa Blanca, Marco Rubio, anunció que también se le aplicarían a ella las sanciones ya impuestas en febrero a jueces y fiscales del Tribunal Penal Internacional (TPI) por emitir mandatos de arresto contra Benjamin Netanyahu y su ministo de Defensa, Yoav Gallant. La acusación contra ella era, precisamente, de cooperar con el TPI y ser “una amenaza para la economía global”.
La Inspección de Trabajo levantó en octubre un Acta de Liquidación contra Torrejón Salud, S.A., concesionaria del Hospital Universitario de Torrejón de Ardoz (público de gestión privada), en la que reclama 488.503 euros por impagos a la Seguridad Social al considerar que usó a 28 sanitarios como falsos autónomos. El documento, al que accedió EL PAÍS, analiza el periodo transcurrido entre diciembre de 2020 y agosto de 2025 y hace un desglose mensual de trabajadores, bases de cotización y cuotas dejadas de ingresar según el criterio de los inspectores. Ese balance, sin embargo, “no contempla de forma correcta la naturaleza de las relaciones profesionales analizadas”, según un portavoz del hospital, que avanza que el centro ha recurrido, y que también lo han hecho varios profesionales afectados. Ribera Salud, grupo al que pertenece el hospital, se remite a esa explicación.
El B9, un antiguo instituto de Badalona, ha sido lo más parecido a una casa para cientos de migrantes. Forzados siempre a moverse a golpe de desalojo —de asentamiento a nave, de nave a local—, habían encontrado en las viejas aulas de secundaria un refugio más o menos estable. Pero nada es para siempre. Después de más de dos años allí, retoman el itinerario de la miseria. El miércoles, el Ayuntamiento de Badalona ejecutó con la bendición judicial uno de los mayores desalojos colectivos de España, y eso que ya solo quedaban la mitad de las 400 personas que convirtieron el B9 en el mayor asentamiento informal de Cataluña, un pueblo autónomo dentro de la ciudad. La inmensa mayoría ha quedado en la calle, sin ninguna alternativa por parte de los poderes públicos y sin que eso parezca importarle demasiado a las administraciones, empezando por la local, que ha abordado el asunto como un problema de delincuencia.
Cuando en España se cambiaron las pesetas por los euros, el 1 de enero de 2002, el décimo de la Lotería de Navidad, como muchas otras cosas, se redondeó para arriba: pasó de 3.000 pesetas (unos 18 euros) a 20 euros. Pero ahí se quedó. El principal producto de las administraciones de loterías lleva 23 años congelado, y los loteros, que llevan tiempo quejándose, están más que hartos. Este año, la previa del día de la Lotería de Navidad ha estado acompañada de un creciente malestar de los propietarios de administraciones, que admiten que están haciendo más ruido que nunca porque cada vez pierden más poder adquisitivo. Primero, porque no pueden subir el precio de los décimos; después, porque los premios tampoco suben, y aunque las ventas crecen, temen que en el futuro no sean tan atractivos para los jóvenes; y por último, porque de cada décimo de lotería de Navidad solo se llevan un 4,5% de comisión (90 céntimos), mientras que de los otros sorteos se llevan un 6%. “La gente se piensa que nosotros somos millonarios, porque vendemos lotería, pero somos autónomos como cualquiera, y algunos pasamos aprietos económicos. No podemos ni tocar el margen ni el producto, y mientras, el coste de la vida va subiendo”, dice Jorge Arta, que tiene una administración del mismo nombre en Ourense.
Alberto San Juan, periodista de formación antes que actor por vocación, invita a café en su casa. Da la dirección en un barrio del centro de Madrid y, al llegar, una, prejuiciosa, espera encontrarse el típico apartamento bohemio de artista. Frío, frío. Vive en un normalísimo piso de una gigantesca manzana de bloques cerrada a un patio interior con piscina, pistas de tenis y parque infantil al modo de las urbanizaciones de las afueras. Le comento mi sorpresa y me da la razón. “Esto, que podría ser la evolución de la corrala, de la vida en comunidad, es el mismísimo infierno de la clase media aspiracional”, se ríe. “Antes, vivía en un sitio que igual piensas que me pegaba más, pero eso sí que era un infierno para Max y nos mudamos aquí para que pudiera bajarse a jugar”. Max es su hijo pequeño, de 12 años, que lee tirado en el sofá del salón mientras su padre atiende a la entrevista en la cocina. De fondo, una lavadora a pleno rendimiento.
"DESCLASADO" ALBERTOAlberto San Juan (Madrid, 57 años) creció en el madrileño barrio de El Viso, hoy un distrito prohibitivo, hijo del dibujante Máximo San Juan y la periodista Pilar Guijarro. "Una vez, mi padre me dijo que al haber comprado un chalé en El Viso nos convirtió en unos desclasados porque, socialmente, nunca perteneceríamos a ese mundo, pero tampoco a ningún otro. Mis hermanos y yo nos perdimos la experiencia de barrio, pero, afortunadamente, tampoco tuvimos la de unos niños bien", dice hoy este actor que, antes de atreverse a explorar su vocación de actor, estudió y ejerció brevemente el periodismo, en el que, reconoce, cometió algunas pifias como llegar tarde o marcharse demasiado pronto de los sitios. Hoy, con dos Goya en su haber, y multitud de papeles en cine y teatro, donde también escribe y dirige, San Juan tiene en cartel La cena, una de las películas más taquilleras del año. No se queja.
Hace exactamente un año desde que el CIS identificó, en el Barómetro de diciembre de 2024, la vivienda como el asunto que más preocupa a los españoles. En octubre del año anterior ocupaba el puesto número 13. La ansiedad que revela este dato coincide con una escalada de precios tanto de compra como de alquiler que ha convertido la crisis de la vivienda en un problema social de primer orden que no ha encontrado una respuesta acorde en la política.
En la Real Academia Española se ha celebrado hace unos días un acto conmemorativo de los 20 años de la Fundación del Español Urgente (Fundéu), hoy —desde 2020— FundéuRAE. Asistió a él su Presidenta de Honor, la reina doña Letizia, cuyo interés por las cuestiones normativas del idioma, que arranca de los años en que ejerció el periodismo, es bien conocido, y la ha llevado a participar en muchas ocasiones en los seminarios organizados por dicha fundación en San Millán de la Cogolla.
Ya verás, un día volveremos a ser jóvenes y viajaremos de nuevo a Siracusa como aquella vez. Sentados en una terraza, junto a la fuente de Aretusa, un manantial de agua dulce que cita Virgilio en las Geórgicas, esperaremos a que se levante el viento del Sur que nos traerá como un regalo el violento olor del espliego que brota en las descarnadas galerías de las minas de mármol, abiertas al sol, con las que se fabricaron las estatuas de todos los dioses. Tomaremos ciertos licores después de pasear entre ruinosos templos y antiguos anfiteatros donde resuenen todavía las tragedias de Esquilo, y al oírnos recitar sus versos, por las grietas de los sillares asomarán su cabeza las lagartijas. Este lugar era entonces la isla Ortigia, donde la ninfa Calipso retuvo a Ulises en sus brazos. Ya verás, un día volveremos a ser jóvenes y navegaremos por el Egeo hasta Creta y llegaremos a las ruinas de Cnosos que se levantan en un valle de olivos, viñedos y cipreses cerca del mar y como aquella mañana, allí podremos contemplar unos frescos con delfines, cenefas adornadas con vírgenes y serpientes, imágenes de sacerdotisas que llevan en las manos vasos de incienso y de príncipes coronados con lirios, toda esa belleza sostenida por las columnas color sangre y el canto de los mirlos. Ya verás, un día volveremos a ser jóvenes y viajaremos por las ciudades del mundo donde habrá siempre un antiguo Hotel Inglés con una reserva a nuestro nombre. Llevaremos un sombrero de ala blanda y un maletín de fuelle en el que quedará el rastro de su paso por Nairobi, Serengueti, Kilimanjaro, Nueva Orleans, Montparnasse, Rodas, Deauville, Praga, Bangkok. Volver a ser joven no es tan difícil, si es eso lo que te inquieta. Hoy, 21 de diciembre, es el solsticio de invierno. La luz del sol comenzará a crecer cada día. Es el dios que renace todos los años, despierta la savia de los árboles dormidos y llena de nueva vida las viejas ramas. Bastará con que dejes que ese dios haga contigo este mismo milagro.
En el aeródromo militar de Kleine-Brogel, situado en territorio flamenco de Bélgica, hay una construcción subterránea donde se almacenan bombas nucleares. Es una herencia de la Guerra Fría. Dispone de un sistema de almacenamiento que posibilita, por una parte, no tener que ir a buscar las bombas fuera de las instalaciones y, al mismo tiempo, los aviones tampoco tienen que estar permanentemente cargados con el arsenal nuclear, lo cual permite alargar la conservación de los proyectiles. La clave son las bóvedas. Están integradas en el suelo de hormigón, exactamente debajo del lugar donde aparcan los aviones. Si fuese necesario reaccionar ante una escalada apocalíptica, las aeronaves se cargarían en pocos minutos y apenas se necesita personal para realizar dicha operación. No es el único espacio europeo donde la OTAN dispone de esta infraestructura bélica dotada de la máxima seguridad por si llegase la hora de enfrentarse a intentos de sabotaje o infiltración. El pasado 2 de noviembre, cuatro drones desconcertaron al sobrevolar el aeródromo. Esa misma noche la policía local de una zona industrial del país recibió llamadas alarmadas: 12 drones también estaban donde no debían. Pocos días después, el jefe del Ejército fue claro al dar una orden a sus soldados: disparen contra los drones.
La guerra no tiene visos de terminar, pero la pelea por el botín ha empezado antes de que se atisbe el desenlace. Su posesión forma parte tanto de la contienda entre Rusia y Ucrania como de las negociaciones patrocinadas por la Casa Blanca para que acabe cuanto antes y, en consecuencia, también adelanta la posición de quien pueda declararse victorioso. Está en disputa un fondo de reservas bancarias de 210.000 millones de euros pertenecientes al Estado ruso, congelados por la Unión Europea tras la invasión.
Friedrich Merz. ‘Alemania y el fin de la Paz Americana’ ('Le Grand Continent', 16 de diciembre).Carlo Masala. ‘Y si Rusia ganara. Un escenario más que probable’ (Península, 2026).hilip H. Gordon y Mara Karlin. ‘The Allies After America. In Search of Plan B’ ('Foreign Affairs', 16 de diciembre en la edición digital; enero/ febrero 2026 en la impresa).Charles Dubouloz apenas cuenta 36 años, pero el francés es un icono del alpinismo mundial, un especialista de los grandes retos invernales en solitario, un joven que creció devorando literatura de montaña y que sabe muy bien que la muerte prematura aguarda a los mejores alpinistas. El pasado domingo 14 de diciembre, se plantó en la cima del Mont Blanc con ocho kilos menos de peso tras pasar seis días y cinco noches en la pared del Grand Pilier d’Angle, primera gesta de una trilogía que será su despedida, su reverencia. Dejará para siempre el alpinismo de compromiso, igual que lo hizo el inigualable Walter Bonatti: señalado como el Dios del alpinismo, dejó la montaña en 1965 tras abrir una vía soberbia en invierno y sin compañero en la norte del Cervino. Así que esta es su gira particular de despedida: deja atrás una forma de vida y de expresión.
Allan Nyom está cojo. Desde que empezó la temporada, el defensor camerunés del Getafe, de 37 años, sufre problemas físicos en cadena. Pero el 6 de diciembre en La Cerámica su entrenador, José Bordalás, decidió darle la titularidad ante el Villarreal aprovechando lo que parecía una remisión de las molestias. Fue un error. Antes del descanso, Tajon Buchanan encaró a Nyom en el vértice izquierdo del área visitante obligándolo a un esprint. Cuando Buchanan recortó con la derecha, el defensa se quedó clavado y cuando remató con la izquierda gozaba de todo el tiempo del mundo para apuntar bien. Bordalás sustituyó a Nyom ‘ipso facto’. El 1-0 precipitó la victoria del Villarreal y la hinchada lo celebró como un hito. La gente recuerda que hace dos años el equipo luchó por no bajar a Segunda. Ahora se afirma en el tercer puesto de la Liga. La visita del Barcelona (16.15, Dazn y Movistar+) sirve para medir el potencial del equipo en un periodo crítico.