ARTICULO PRIMERO.- Conformar, el Comité de Dirección de...
"Año de la lucha contra la corrupción y la impunidad”
“¿Por qué abandonaste a tus hijos? ¿Estás ganando mucho en el ejército?”, preguntaron a Vatra, madre de un niño y una niña. “Estás sirviendo en lugar de criarlos. Deberías quedarte en casa”, comentaron a Bilka, madre de dos chicas. “¿Y si mueres? Si no eres madre, no eres nada”, tuvo que leer en sus redes sociales Ruta, madre de tres hijos.
La bola es pequeña, apenas mide unos milímetros y aún es blanca, aunque se trata de la semilla de un guisante, concretamente de un guisante Bágoa Atlantic. Bágoa significa lágrima en gallego y, si germinara, entonces sí adoptaría esa forma de luna menguante y se teñiría verduzca. Pero este grano, en concreto, bajo la custodia del banco de semillas de la Misión Biológica de Galicia, no va a florecer. Permanecerá congelado en el espacio-tiempo como un embrión vegetal. Sobre sus diminutas formas recae la responsabilidad de que su especie sobreviva al tiempo.
El sector de la tecnología de defensa está a punto de sufrir su Waterloo. Desde la invasión de Ucrania en 2022, han surgido más de 200 nuevas empresas tecnológicas centradas en el ámbito militar, animadas por las promesas de los Gobiernos europeos de destinar anualmente el 3,5% del PIB a sus ejércitos. En 2026, muchas de ellas podrían verse obligadas a recaudar nuevos fondos con valoraciones mucho más bajas, o ser adquiridas por rivales con mayor poderío financiero, como Anduril, valorada en 31.000 millones de dólares (26.000 millones de euros), y Helsing, valorada en 14.000 millones (12.000 millones).
Con un discurso de 18 minutos plagado de medias verdades, mentiras completas y constantes exageraciones, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se dirigió el miércoles a sus compatriotas en lo que se suponía era el anuncio de las líneas básicas de su Administración para el año 2026. La alocución terminó derivando en una amalgama de declaraciones egocéntricas, promesas irrealizables e incomprensibles ataques personales al expresidente Joe Biden, algo más propio de un líder de la oposición que de alguien que ocupa la Casa Blanca.
Las jornadas de Lía resultan de lo más entretenidas. Huye de murciélagos gigantes, esquiva lluvias de meteoritos, evita que un terremoto la engulla. No hay pausa en la vida de la niña prehistórica que imaginó Raquel Díaz Reguera en la serie de novelas infantiles La tribu de Kai (Flamboyant), realizadas con Lucía Serrano. Pero ni la creatividad de la autora pudo prever una de las interpretaciones que ha recibido su libro: resulta que a muchos pequeños lectores les recuerda… el primer día en el colegio. De ahí que en varias escuelas lo aprovechen para actividades al respecto. “Jamás lo escribí pensando en eso”, se ríe la narradora al teléfono. Prueba de algo resabido: en mentes minúsculas caben las fantasías más grandes. Pero también de otro superpoder, de la literatura infantil y juvenil: ofrecer refugio, como el que busca Lía en una cueva cuando las catástrofes parecen multiplicarse. Y también comprensión, reflejo de la realidad, ayuda. En los mejores casos, sin que haga falta siquiera decirlo expresamente. Como un amigo, pero de papel.
El historiador José María Lama reside en Zafra (Badajoz, 16.700 habitantes), tiene 65 años y ninguna duda: los últimos 40 años han sido, a su juicio, “los mejores años de historia de Extremadura e intentar trasladar la idea de una Extremadura mísera es un error porque es mentira”. Uno de los problemas de la región es “el desprecio ajeno y el victimismo propio”, cree. “La gente de fuera siempre nos ve por menos de lo que somos. Y eso coincide con la imagen que nosotros mismos nos hemos creado, que también es que somos menos de lo que somos”, sostiene Lama.
Y dos semanas después… se baja el telón de la campaña electoral extremeña. Si se hace un balance, las propuestas de los principales partidos apenas han marcado la agenda. Han sido 14 días de mítines y confrontaciones con visitas de todos los líderes nacionales. Encapsulada, también, por los últimos escándalos que han afectado al PSOE. Y todo envuelto en unas elecciones atípicas, donde el contexto de celebrarse en plenas Navidades tampoco ha ayudado mucho aunque, por primera vez, ha sido una campaña de unas elecciones que se celebran en solitario.
Terminaba 2013 y los cuatro integrantes de un grupo aún sin nombre ensayaban por primera vez en un local de Murcia. El batería, Fernando Campillo, sentía fascinación por grupos suecos de post-rock y, durante una noche de fiesta, alguien gritó “¡Viva Suecia!”. Doce años después, son una de las bandas emblema del rock nacional. El pasado 15 de diciembre, Viva Suecia estuvo en los Encuentros EL PAÍS para presentar su nuevo trabajo, Hecho en tiempos de paz, un refugio frente a los tiempos que corren. Ya puedes disfrutar en vídeo de la entrevista y de la actuación en directo que ofreció la banda. Si quieres asistir a más encuentros como este, puedes hacerlo aquí.
Agaete, un pueblo cafetero en la costa noroeste de la isla de Gran Canaria, y Ezcaray (La Rioja), por preservar el patrimonio arquitectónico en su casco histórico, han sido las dos villas españolas seleccionadas en la quinta edición de Best Tourism Villages 2025, los premios que otorga la ONU Turismo a los mejores pueblos turísticos del año. Han sido seleccionadas junto a otros 50 pueblos de todas las regiones del mundo, entre más de 270 candidaturas provenientes de 65 Estados Miembros de ONU Turismo. Adicional a ello, Brihuega (Castilla-La Mancha), Orduña (País Vasco) y San Martín de Unx (Navarra) han resultado elegidas para el programa Upgrade este año, en el que les ofrecerán diferentes incentivos para promocionar su propuesta turística sin descuidar la sostenibilidad. Estos premios se conceden con el objetivo de acelerar el papel del turismo en el desarrollo rural, al mismo tiempo que salvaguardan las zonas rurales junto a sus paisajes, los sistemas de conocimiento, la diversidad biológica y el patrimonio cultural.
Por mucho que les pese a los adalides de la ambición revolucionaria, los cambios fundamentales acaecidos en la historia de las artes no llegan con anuncio previo. Se producen casi sin que público, creadores y especialistas se den cuenta. Más por sedimentación que por obstinación. Por ello, cuando hace ahora 16 años llegó la elefantiásica Avatar para cambiar, nada menos, que la historia del cine, algunos de nosotros supimos mantener la calma: nunca los avances puramente tecnológicos hicieron progresar el arte del cine. Ni siquiera la transformación más profunda, el paso del mudo al sonoro, mejoró el cine al instante; de hecho, lo retrasó durante unos años porque se pasó de un arte que había ido conformándose a partir de la pureza de la imagen a que aquello se llenara de simple charlatanería. Tuvieron que pasar unos años para que el sonido evolucionara también hacia una confluencia con la imagen, y que un arte aún en pañales siguiera encontrando su propia brillantez y nuevos caminos.
Avatar: fuego y cenizaDirección: James Cameron.
Intérpretes: Sam Worthington, Zoe Saldaña, Stephen Lang, Oona Chaplin.
Género: fantasía. EE UU, 2025.
Duración: 195 minutos.
Estreno: 19 de diciembre.
Los regalos ponen a toda la familia de acuerdo. Salvo en su cantidad: los niños piden un aluvión, sus padres ejercen de dique, Papá Noel y los Reyes Magos se desviven para encontrar contrarreloj un equilibrio que contente a pequeños y mayores. Labor complicada, desde luego, aunque existe un atajo: libros. Una alegría tanto para los primeros lectores como para quien pretende inculcarles tan bonita costumbre. La lista para esta Navidad, donde libreros de distintas Comunidades Autónomas han seleccionado sus obras de literatura infantil y juvenil favoritas del año, lo pone aún más fácil: una garantía para regalar. Y para disfrutar.
No hay lugar de importancia que no sea también lugar de tópicos. A Extremadura la persiguen unos cuantos. Quizá el más arraigado esté en aquella rima que, con el gusto moralizante del siglo XVIII, censura que un “espíritu desunido / anima a los extremeños”. Mirados desde el siglo XXI, esos versos despiertan menos reconocimiento que estupor: si por algo se ha caracterizado el cuerpo electoral extremeño durante décadas es por estar unido, por no decir imantado, al Partido Socialista. El PSOE, de hecho, comenzó a gobernar Extremadura antes de que el Estatuto de Autonomía rebautizara a la Junta Regional como Junta a secas. Era a finales de 1982, se deshacía la UCD y a Juan Carlos Rodríguez Ibarra, como ocurre en tantos destinos que parecen manifiestos, le cayó la presidencia de chiripa: dos ucedeístas descontentos tenían que votar por su candidato, pero aprovecharon la votación secreta para votar por él. Ibarra luego iba a gobernar un cuarto de siglo. Y el PSOE, por cerrar con otro tópico, iba a formar, como las cigüeñas de siempre o las placas solares de hoy, parte necesaria del paisaje.
El germen del caso Plus Ultra por el que la semana pasada fueron detenidos el presidente y el consejero delegado de la compañía —Julio Martínez Sola y Roberto Roselli, respectivamente— se ubica en Suiza y en Francia. Ambos países remitieron información a la Fiscalía Anticorrupción el pasado año poniendo sobre la mesa nombres como el de Luis Felipe Baca Arubulu, un exbanquero en el país helvético, y Danilo Alfonso Díazgranados, un bróker de Venezuela. La Policía Nacional registró ya entonces varias propiedades a nombre de ambos en España y la Fiscalía abrió una investigación secreta para indagar en una presunta organización que se dedicó a blanquear dinero por Europa desde Venezuela y que pudo utilizar los 53 millones de euros del rescate a la compañía aérea que el Gobierno entregó en 2021.
El Gobierno de Isabel Díaz Ayuso le ha pagado más de 5.000 millones de euros entre 2019 y 2024 a Quirón, la empresa que gestiona cuatro hospitales de la red pública de sanidad de la Comunidad de Madrid. Eso ha ayudado a reducir la deuda de la Administración con el gigante sanitario de 1.000 millones al cierre de 2019 a 455 millones al cierre de 2024. Son cifras mastodónticas, pero para Quirón reflejan un problema: el tiempo consumido en las auditorías que fiscalizan sus reclamaciones de pago, y en los numerosos pleitos abiertos con el gobierno como consecuencia, han provocado que haya tenido que esperar hasta 2022 y 2024 para recibir pagos correspondientes a 2016, 2017, 2018, 2019, 2020, 2021, 2022 y 2023, según la empresa. Así, el Ejecutivo de Ayuso (desde 2019) ha liquidado ejercicios que se corresponden con el Gobierno de Cristina Cifuentes (2015-2018). Un balance que reafirma a la oposición en sus críticas a la opacidad de un sistema en el que es difícil dar por cerrado un ejercicio presupuestario, o seguir el ritmo y cuantía de los pagos.
Construir vivienda, especialmente si es asequible, pasa por ser la respuesta del Gobierno para hacer frente a la crisis de acceso actual tras años de parálisis. Pero los últimos datos del Ministerio de Vivienda, publicados este jueves, están llenos de claroscuros. Por un lado, reconocen un pequeño impulso en la construcción entre los meses de enero y septiembre de 2025 respecto al mismo periodo del año anterior: en este tiempo se inició la construcción de más viviendas que en los nueve primeros meses de 2024 (84.089 frente a 87.624). Pero, a la vez, el total de las casas que se finalizaron menguó (de 61.910 a 58.804). Y mientras, las viviendas de protección oficial (VPO) se mantuvieron prácticamente estables. Eso provocó que el porcentaje de este tipo de inmuebles sobre el total que se edifican aumentara en medio punto (del 11,3% al 11,8%). Una proporción que, pese a este empujón, todavía se queda muy lejos de las necesidades del mercado, según alertan varios expertos en el ecosistema inmobiliario.
La decana de Filosofía y Letras (FyL) de la Universidad de Valladolid, Dunia Etura, se ha dirigido en una carta a su alumnado, “preocupada pero sin miedo”, para explicarles por qué hubo policía el martes 16 por la tarde en la facultad. Agentes uniformados y de paisano se desplegaron tras las amenazas recibidas por Etura al consentir “un acto en el que reflexionar y debatir sobre por qué no debemos normalizar el fascismo en la universidad”. Los policías identificaron a más de una docena de personas que “pretendían acceder con la clara intención de impedirlo”. La decana ha reivindicado a la entidad como garante de “la libertad de expresión, de reunión y de pensamiento” porque “esto va de democracia o de totalitarismo” y ha insistido en el “deber” de proteger la independencia más allá de religiones o ideologías: “Aunque pueda parecer que no nos va mucho en ello, en realidad nos va todo. Os pido que defendáis conmigo nuestra autonomía y nuestra libertad”.
Es un maestro deslizando el cuchillo sobre una maza de jamón. Ernesto Soriano (Madrid, 52 años) se inició como cortador en una charcutería del barrio de Moratalaz, donde empezó a familiarizarse con el oficio. Con el tiempo se fue formando en distintas tiendas y en eventos hasta recalar en el ya desaparecido restaurante Álbora. De allí dio el salto a la firma salmantina de ibéricos Joselito, donde desde hace 11 años es responsable del equipo de cortadores.
Viernes noche, una de la mañana en el club. El beat, los estrobos, la gente… Este es el momento en el que empieza la fiesta, el descontrol, o así debería ser, porque el camino para llegar hasta allí ha sido de todo menos espontáneo. Primero, las entradas: de 15 a 30 euros de media, hay que comprarlas varios días antes para que no se agoten ni se encarezcan. Después, crear un grupo de WhatsApp con los comprometidos y ponerse de acuerdo para la previa, normalmente una casa o un bar. Por último, luchar contra la espera, el sueño y el frío antes de entrar. Al fin en la pista de baile toca moverse y esperar que pinchen algo que anime la fiesta. Una copa, otra, pero no llega. Es inevitable preguntarse:
El desalojo del antiguo instituto B9 de Badalona en el que malvivían cerca de 400 inmigrantes desde 2023 ha vuelto a poner sobre la mesa la extrema vulnerabilidad en la que se encuentran miles de personas sin vivienda en España. La expulsión se hizo a petición del Ayuntamiento de Badalona, en manos de Xavier García Albiol (PP), que desde el primer momento ha alardeado no solo de querer echar a las personas que vivían de forma tan precaria en su municipio sino también de no ofrecerles ninguna alternativa habitacional. El que fuera el mayor asentamiento de inmigrantes de Cataluña y uno de los mayores de España albergaba todo tipo de realidades sociales: desde personas sin papeles hasta trabajadores perfectamente regularizados que ni con un trabajo pueden permitirse pagar una vivienda digna. Pese a esta disparidad de situaciones, el Ayuntamiento badalonés siempre ha tratado esta situación como un simple problema de orden público sin atender al hecho que la inmensa mayoría de quienes habitaban en el antiguo instituto no son delincuentes.
La historia se repite, y no aprendemos. Dos décadas de colonización digital no han servido de alerta para proteger nuestro ecosistema informativo y nuestra democracia ante el asedio de la IA y las grandes tecnológicas. Hemos fallado en prevenir la nueva ola de canibalización de datos y contenido, y nos enfrentamos a las consecuencias: un oligopolio cognitivo que nos está costando la convivencia y el entendimiento. Primero fue Google, luego Meta y ahora los gigantes de la IA generativa con sus sistemas de extracción de todo el contenido sobre la faz de internet y, si les dejamos, de la Tierra. Expolian el material, se lo apropian y dejan fuera de juego a sus autores, convirtiéndose en los grandes guardianes de un conocimiento que no han creado. Y, para colmo, a menudo lo regurgitan de manera incorrecta.