ARTICULO PRIMERO.- Conformar, el Comité de Dirección de...
"Año de la lucha contra la corrupción y la impunidad”
La firma del Pacto de Bruselas sacudió las aguas siempre turbias pero normalmente estancadas de la España profunda. La urticaria se hizo evidente desde el primer encuentro con una delegación del PSOE en nuestros despachos del Parlamento Europeo y la famosa imagen de la reunión presidida por una fotografía mural del día del referéndum. Al ver el texto del acuerdo, las aguas se agitaron excitadas por cuatro factores.
Dos ancianas, por decirlo bien y pronto, cargaban sus bolsas de la compra por la acera de una populosa calle valenciana. Adelantar a mujeres de esas generaciones es tarea ardua porque guardan la vieja costumbre de andar del brazo ocupando la calle, y puede ocurrir, como así fue, que de pronto se paren para enfatizar una afirmación, con lo que las viandantes que vamos detrás hemos de tener reflejos para no caernos sobre ellas. Aun así, agradezco haber escuchado de sus bocas una información valiosa: ambas concluyeron que vivíamos en una dictadura comunista. Confieso que tal afirmación me extrañó porque tenían la edad suficiente como para haber vivido el mandato que el régimen nacionalcatólico imponía a las mujeres, pero luego deduje que ellas distinguían entre dictaduras de distinto palo. Esta dictadura comunista en la que vivimos posee rasgos tan particulares que la opresión no se pilla a la primera. No me hago de nuevas porque no es la primera vez que oigo semejante cosa. Si te paseas cualquier mañana a la hora del viejo aperitivo por el cogollito de Manuel Longares, el barrio de Salamanca, puedes cruzarte con señoras que, blandiendo un vermú, te informan a gritos de estar amordazadas por tan singular dictadura. Tal vez lo que acusan es que su barrio está siendo comprado por ricos latinoamericanos que están dejando en minoría a la flor y nata de la ranciedad castiza, pero el caso es que esta denuncia permanente de la dictadura sanchista, encabezada por la presidenta madrileña, ha calado. Al parecer, en las dictaduras comunistas se persigue sin piedad a los defraudadores de impuestos o a los que se enriquecen con el material sanitario en momentos de extrema gravedad, y por contra, en las democracias ideales, se premia al propagador profesional de bulos, se castiga a quien los denuncia y se desoye la voz de los periodistas que trabajan por contarnos la verdad. Ay, señor, y luego dicen de la juventud, que se está volviendo franquista.
La conmemoración de la muerte de Franco ha mostrado una celebración solipsista: élites hablando para sí mismas mientras grandes sectores del país miran con indiferencia o rechazo. La pregunta incómoda que hemos postergado demasiado tiempo es si es posible tener una democracia funcional sin un relato compartido sobre sus orígenes. ¿Podemos construir el futuro sin un pasado común? Lo dijo Javier Cercas: “No sé qué demonios estamos celebrando”. Porque es cierto que necesitamos una conversación adulta sobre qué significa ser demócratas en un país donde ya ni siquiera compartimos qué estamos defendiendo cuando decimos que defendemos la democracia. Hoy, podemos escribir sobre los “claroscuros” de 1977-1981, rechazando tanto la “versión rosa” (Transición modélica sin fisuras) como la “versión negra” (pacto fraudulento de élites), y hacerlo de forma matizada, compleja y seria. Sin embargo, análisis como ese quedan suspendidos en el aire, pues asumen que hay consenso sobre los hechos básicos y que todos sabemos qué fue el franquismo. Cercas da por sentado que Franco fue “siniestro y sanguinario”, pero Paul Preston advertía en este periódico que eso no es algo tan obvio para muchos españoles. Sectores significativos de la población consideran hoy que Franco “no fue tan malo”, que “trajo desarrollo económico”, que la represión está “exagerada” y que “hubo excesos en ambos bandos”. El de Cercas es un ejercicio de narrativa histórica sofisticada, pero evita el trabajo político duro: establecer qué es innegociable.
Bastión Frontal, Hogar Social, Democracia Nacional, Skin Moncloa... grupos y subgrupos diluidos en los últimos tiempos han encontrado un nuevo puerto de extrema derecha en Madrid en el que recalar y sumar fuerzas para resurgir con nuevo ímpetu, espíritu muy joven y ambiciones políticas. Se han autodenominado Núcleo Nacional (NN), aunque el germen de este movimiento de extrema derecha surge —según fuentes policiales— en las protestas de Ferraz de noviembre de 2023, frente a la sede del PSOE. Entonces acuñaron el nombre de “Noviembre Nacional”. Hoy, dos años más tarde, tras una estudiada campaña de marketing y merchandising con la que han dado forma a su marca y rienda suelta a su estética de embozos y ropa negra ajustada, son ya 1.500 socios, según las mismas fuentes. “Muy jóvenes en su mayoría y que abonan una cuota de diez euros mensuales”, apuntan fuentes de los servicios de Información de la Policía. Tienen su “Nido” en Las Tablas, como han denominado al amplio local —con gimnasio incluido— en el que lucen su simbología, convocan a sus actuales y potenciales adeptos y abultan la musculatura de sus cuerpos.
El presidente andaluz y del PP regional, Juan Manuel Moreno Bonilla, se ha visto obligado a tomar las riendas en el PP de Almería, decretando suspensiones de militancia de los implicados en el caso mascarillas en Almería, que ha derivado en dimisiones, algo insólito en una provincia que ha solido funcionar como un reino de taifas desde 1995, cuando se hizo con el Gobierno de la Diputación. “Cuando la justicia inició el trámite, en principio, por la información de los procedimientos judiciales que se abrieron, no había causa”. Así justificaba Moreno, la inacción de su partido en el primer caso mascarillas que se conoció en España y que estallaba el 15 de junio de 2021 con la detención del vicepresidente tercero de la Diputación de Almería, Óscar Liria, por el supuesto cobro de mordidas de entre 200.000 y 400.000 euros de una adjudicación de material sanitario por valor de dos millones de euros suscrita en pleno confinamiento.
El caso Cerdán se ha convertido en un campo minado para el PSOE. En cualquier momento, todo puede volver a saltar por los aires. La Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil tiene pendiente entregar al Tribunal Supremo un análisis sobre el patrimonio de Santos Cerdán, secretario de Organización del partido entre 2021 y 2025, y analizar el ingente material que intervino durante los registros del 14 de noviembre, cuando entró en las sedes de dos cooperativas vinculadas a la trama y de Acciona, así como en casa de un exdirectivo del gigante de la construcción (Justo Vicente Pelegrini, al que ha situado en varios encuentros clandestinos con el político). El propio juez instructor Leopoldo Puente admitía esta semana que se han “abierto nuevas líneas de investigación” tras estudiar el último informe de la UCO, que “refuerza” los “consistentes indicios” de criminalidad contra el exdirigente socialista. En ese documento se aportan nuevas fotos y mensajes sobre Cerdán.
Jordi Pujol dejó a Cataluña boquiabierta la tarde-noche del 25 de julio de 2014. En un escrito breve, el expresidente de la Generalitat afirmó que su familia había mantenido una fortuna oculta a Hacienda, a lo largo de más de tres décadas, en un banco andorrano. La confesión fue, para muchos y en especial para quienes le habían votado con fidelidad y venerado como padre de la patria, una decepción de esas que hielan el alma; para otros, fue la confirmación de una sospecha. Además de dividir a la sociedad catalana, el mea culpa entonado por Pujol tuvo dos efectos inmediatos: sepultó la imagen pública de uno de los personajes más relevantes de la política contemporánea española y activó a máxima potencia la maquinaria judicial, que desbordó los contornos de aquel acto de contrición: no es solo que Pujol y su familia hubieran tenido dinero sin declarar en el extranjero, sino que ese dinero era hijo de la corrupción política.
Los 26 decanos de la Universidad Complutense han decidido plantar cara abiertamente a la infrafinanciación que sufre su institución y con la que bregarán los próximos tres años. Y lo han hecho a través de un manifiesto conjunto que leyeron hace una semana, y sentándose siete de ellos ―en representación de los 26― con este periódico en torno a una mesa para compartir sus preocupaciones. El encuentro se celebró el pasado jueves en la facultad de Ciencias Físicas, convertida en el epicentro de las protestas, con permiso de la siempre reinvindicativa Ciencias Políticas. Y una cita que coincide con la antesala de las dos jornadas de huelga y la manifestación que las asociaciones y sindicatos han convocado la semana que viene en las seis universidades públicas madrileñas para denunciar su asfixia económica.
La esperanza de vida en España ha batido un récord: por primera vez supera los 84 años. Lo hace después de haber aumentado 10 años desde 1975. Los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) sobre 2024 revelados esta semana, que sitúan la media en 84,01 años, reflejan también un significativo aumento respecto de 2023, cuando la esperanza de vida al nacer alcanzó los 83,7 años. Esto coloca a España de nuevo en el feliz podio de los países con la población más longeva del planeta, junto a Japón, Corea del Sur o Suiza. El crecimiento, además, se mantiene sostenido en el tiempo, con un bache durante la pandemia de la covid que relegó a España a un noveno lugar del que pronto se recuperó.
Entre los variados motivos por los que el papa Francisco era detestado por muchos obispos, además de por ser jesuita y por haberse negado a venir a España en viaje oficial, destacó su decisión de investigar el origen de los abusos y las razones para encubrirlos. Escoció que el Vaticano encargase a dos obispos uruguayos, y no a prelados españoles, un informe sobre el funcionamiento de los seminarios, con la recomendación de ignorar las injerencias de los prelados diocesanos. Pasados casi dos años y llamados a consulta en el Vaticano todos los obispos, nada se sabe de los resultados, pero sí que hubo tres consejos, oportunos al caso de lo sucedido en el seminario de Getafe con su rector y desde hoy ex obispo de Cádiz, Rafael Zornoza: cambiar la manera de formar a los seminaristas, la inclusión de mujeres entre el profesorado y una vigilancia permanente, desde todos los puntos de vista.
Hay gente que se ha fumado la dictadura durante 40 años e ignorando que era un veneno, muchos incluso la fumaban con placer; en cambio otros lucharon por quitarse ese vicio porque sabían que con ello les iba el pellejo. Quien después de fumar muchos años deje el tabaco, pese a todo, seguirá siendo un exfumador el resto de su vida y puede que si baja la guardia un día sin darse cuenta se sorprenda con un cigarrillo en los labios y volverá a empezar una y otra vez. Franco es como el tabaco y lo malo de ello, como pasa con el franquismo, son las recaídas. Cuando uno deja definitivamente de fumar sucede que al cabo de pocos días toda la nicotina del cuerpo ha sido expulsada por la orina. El veneno ha desaparecido. El cuerpo se ha desintoxicado. Franco ha muerto. Con eso uno piensa que ha ganado. A los tres meses sin humo los capilares de los pulmones que habían sido abrasados por miles de cigarrillos comienzan a regenerarse y vuelven a captar el oxígeno. Parece como si hubiera llegado la libertad, pero el verdadero problema consiste en desenredar el hábito del circuito del cerebro. Pueden pasar años sin conseguir olvidarte de ese vicio que estaba unido a toda clase de gestos, emociones, sentimientos y estilo de vida. Un día verás que alguien fuma con fruición un cigarrillo de la marca que tú fumabas y sentirás un tirón; la batalla por vencer el tabaco es muy larga pero siempre se gana cuando sientes que la has olvidado. A la hora de celebrar el 50 aniversario de la muerte de Franco te preguntan qué hacías cuando murió dictador. Sin duda sería más positivo que se interesaran por saber cómo viviste el primer día de libertad. Aquella famosa botella de champán estaba a favor de la vida, no de la muerte. Los jóvenes deben saber cómo se las gastaba aquel hombre, pero basta con que se le nombre para que Franco vuelva a existir. Queda mucha gente en este país que jura haber dejado de fumar, pero guarda una cajetilla en la estantería al alcance de la mano.
Todo es malo. Y ocurre simultáneamente. El unilateralismo radical de Estados Unidos desafía a Europa y al mundo. Grandes sucesos se aglomeran en pocas horas.
“Treinta años de vigencia no se sustentan sin una red de colaboradores, máxime con un líder enfermo”. A ello se aferran las acusaciones en el juicio de la secta que operó durante tres décadas en la masía de La Chaparra de Vistabella (Castellón), para demostrar que los seis procesados fueron figuras clave en la longevidad del grupo. También en la materialización de los ritos esotéricos y en las prácticas sexuales con fines sanadores, cometidas, incluso, contra menores, con las que el guía espiritual -Antonio, el Tío Toni-, fallecido en prisión dos meses después de su detención, en 2022, sometió a decenas de adeptos. Durante este tiempo, creó una comunidad inquebrantable que se ocultaba bajo la rutina de una vida doméstica y comunitaria aparentemente normal, y en régimen de convivencia.
A media tarde del viernes, la aldea de Vega de Rengos se quedó en silencio. El sonido de las ambulancias rompió la calma del valle y la noticia del derrumbe corrió de móvil en móvil. “Aquí las cosas se saben en minutos”, contaba José Manuel Rodríguez, vecino del concejo. En un bar cercano, varios habitantes seguían las actualizaciones oficiales con la inquietud de quien conoce bien el trabajo de los mineros.
El consumo de platos preparados vive un momento de explosión en España. El impulso de esta oferta dentro de los supermercados está dando alas a una categoría muy desarrollada desde hace tiempo en la distribución de Reino Unido, norte de Europa o Estados Unidos, y que ahora se identifica como una de las principales palancas de crecimiento para estos operadores.
No se puede ver ni tocar, pero sacude los mercados y es un imán para las inversiones. La inteligencia artificial (IA) se ha convertido en el objeto de deseo de las grandes tecnológicas, que están destinando cifras astronómicas a su desarrollo al calor de unos beneficios récord. La otra cara de esa fiebre son los recortes de plantilla, con la automatización como telón de fondo, que han anunciado multinacionales como Amazon, Meta o UPS y que, por carambola, amenazan con extender el impacto de las nuevas tecnologías a otro campo: las arcas públicas. Menos personas que trabajan implica menos contribuyentes al fisco, por lo que la pregunta cae por su propio peso: si las máquinas y los algoritmos sustituyen a los humanos en sus trabajos, ¿también deberían asumir los impuestos que estos dejan de pagar?
Cuenta Jerry Moore que la duda le asaltó una noche cualquiera, en su sala de estar. Este arqueólogo y escritor tenía a su gato en su regazo, le miró fijamente, y reflexionó: “¿Cómo diablos ha llegado esto aquí?”. La respuesta a su inquietud es Cat Tales: A History (Thames & Hudson), por ahora sin traducción al español. Es un libro muy amplio y ambicioso, escrito desde la arqueología y la antropología, donde Moore nos lleva a un viaje que dura desde el Plioceno de los terroríficos gatos dientes de sable hasta los vídeos de gatitos en Instagram. Es una historia de miles de años de convivencia, desde la depredación mutua hasta la feliz domesticación, que demuestran que la pregunta que se hizo Moore tiene una respuesta muy compleja.
Als noranta tothom parlava de la suposada manca d’una gran novel·la sobre Barcelona, i Sergi Pàmies va aprofitar el clixé per al títol irònic d’un recull de contes. El consens al qual es va arribar llavors va ser que, d’històries que no podrien existir sense Barcelona, no n’hi ha una sinó moltes, i que Mercè Rodoreda, Eduardo Mendoza, Juan Marsé, Quim Monzó o el mateix Pàmies (aquests dos últims, els grans angles morts de la llista que trobareu a continuació) integren la constel·lació literària de la capital catalana. També que, al bell mig de la postmodernitat, la preocupació per trobar l’essència de l’experiència urbana era anacrònica.
Unas 450 escuelas públicas y concertadas (lo que representa casi el 20% del total) se han apuntado a participar en las pruebas para detectar trastornos de aprendizaje de sus alumnos. Las pruebas son voluntarias -los centros deciden si las pasan-, cuando en marzo se anunció que serían obligatorias, cosa que ha generado opiniones opuestas entre los diferentes sectores. Se trata de una especie de cribado a los que se someterán en enero los alumnos de 1º y 3º de primaria con el objetivo de hacer aflorar problemas en el lenguaje o de dislexia. “Necesitamos detectar las necesidades desde una mirada educativa y ver qué intervenciones se pueden hacer en el aula para ayudarlos y, finalmente, mejorar los resultados educativos”, resume Susana Tarapiella, directora general de Educación Inclusiva.
Convenio con Sant Joan de DéuEl Departamento de Educación se centra en los llamados trastornos de aprendizaje, pero las escuelas públicas de Sant Cugat del Vallès disponen desde 2023 un acuerdo con el Hospital Sant Joan de Déu para realizar cribajes para detectar trastornos del neurodesarrollo (autismo, TDAH…), un proyecto que financia el Ayuntamiento de la ciudad. Se trata de una prueba voluntaria para los alumnos de 2º de primaria y, en el caso de que se detecte algún indicio, se realiza un estudio más profundo, algo que desde los centros consideran “un lujo”, teniendo en cuenta el coste y la lista de espera de estas pruebas. “El objetivo es evitar el abandono de estos alumnos porque no has detectado antes que tienen un problema y no se han puesto las medidas para ayudarlos”, destaca Ana Prieto, directora de la escuela La Floresta.
Hay que confiar en la Justicia. Es lo que se suele decir cuando hay una resolución que causa sorpresa o que abiertamente chirría cuando se coteja con la lógica de un derecho bien aplicado. Pero hace ya tiempo que una parte de la Justicia española se está ganando a pulso la desconfianza y cada vez cuesta más pronunciar esa frase. La sentencia del Tribunal Supremo que condena al fiscal general del Estado marca un punto de no retorno.