ARTICULO PRIMERO.- Conformar, el Comité de Dirección de...
"Año de la lucha contra la corrupción y la impunidad”
“Miles de millones de dólares en aranceles están fluyendo a los Estados Unidos de América”, celebró el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en redes sociales, cuando la medianoche de este jueves alcanzó Washington. Tras varias idas y venidas, negociaciones y prórrogas, los mal llamados aranceles “recíprocos” a las exportaciones han entrado ya en vigor y las actividades más afectadas se preparan para hacer frente a una nueva era comercial con Estados Unidos. En sectores como la agricultura, el vinícola, el automovilístico, el metalúrgico o el consumo, muchos productores y empresas españolas tienen a EE UU como principal mercado fuera de las fronteras europeas.
Una mañana de mediados de junio, Mohamed Camara, de 10 años, yacía en una cama de un centro de salud en la pequeña localidad guineana de Tamita, vestido con unos pantalones cortos de color azul brillante y una camiseta de estilo militar. Parecía febril y pequeñas gotas de sudor le resbalaban por la frente. Acababa de ser diagnosticado de malaria. Esa mañana, los padres de Mohamed lo habían llevado al centro. Ahora, ellos y su hermana pequeña estaban sentados en la cama junto a él, con aspecto angustiado. “Estábamos muy preocupados”, recuerda su padre, Alseny Camara.
El éxito de los fármacos contra la hepatitis C, que va camino de ser erradicada en España, ha tenido un beneficioso efecto secundario: cada vez hay menos demanda de trasplantes de hígado. Los médicos se pusieron a investigar cómo aprovechar estos órganos en personas con patologías que hasta ahora no eran candidatas y dieron con una que rara vez es compatible con un trasplante: el cáncer. En concreto, la metástasis de cáncer colorrectal (el tercer tumor más frecuente) en el hígado, un procedimiento que está avalado por la sanidad pública en España desde julio. Los pacientes aptos ―que no son la mayoría― pasan de una supervivencia que ronda el 10% a superar el 70%, según los estudios preliminares.
El Gobierno quiere poner bajo la lupa la huella de los centros de datos, los emplazamientos donde se ubican los equipos electrónicos detrás de los servicios digitales o la tan en auge inteligencia artificial (IA), en un momento en el que cada vez son más las empresas tecnológicas como Amazon, Microsoft, Meta, Google o IBM interesadas en España para colocar este tipo de instalaciones muy intensivas en consumo de energía o agua. El Ministerio para la Transición Ecológica acaba de poner en trámite de audiencia un proyecto de real decreto que obliga a estos centros a reportar información concreta sobre su consumo energético e hídrico, así como sobre su impacto en el territorio, de acuerdo con la directiva europea de eficiencia de 2023.
La primera vez que se celebró O Marisquiño en Vigo, Abel Caballero estaba a punto de dejar la política tras su sonado fracaso electoral como candidato a presidente de la Xunta y los skaters eran considerados unos “vándalos” que destrozaban el mobiliario urbano. Era el verano de 2001 y este festival de deportes y cultura urbana nacía como una competición local de skate. Bueno, más bien ni eso. El presentador lo bautizó como “campeonato parroquial”. Lo recuerda jocosamente Carlos Domínguez, más conocido como Pity. Él regentaba una tienda de skate (y surf) en la ciudad y fundó O Marisquiño para “motivar la escena local” de lo que ahora es deporte olímpico. Eligió el nombre para darle el “toque gallego”. Este fin de semana alcanza su 25º edición.
Gabe Kim se gana la vida como puede conduciendo un Uber por San Francisco. Tiene 38 años y hace 10 meses dejó el estudio en el que trabajaba como artista en Los Ángeles para mudarse aquí con una sola misión: colaborar en la construcción del templo de Burning Man. Ha ido cuatro veces al famoso festival, esa celebración entre verbena psicodélica y espiritual de final del verano en mitad del desierto de Nevada, y lo que más le conmovió cada una de esas veces fue “ver arder el templo”. Así que este año, Gabe ha decidido que será uno de los 900 voluntarios que participarán en la construcción de este gran monumento efímero. En Burning Man, casi todo se levanta con las manos de trabajadores comprometidos que, como él, no cobran ni un dólar. Cuando el templo esté acabado, Gabe planea dejar allí una foto y una carta. Su hermano murió de forma repentina a los 21 años, cuando él tenía 18. Nunca pudo despedirse de él.
Abres la web de tu marca favorita, deslizas el dedo y, sin saberlo, le das “me gusta” a alguien que jamás posó ante un objetivo. H&M clonó la piel, los lunares y la ondulación del cabello de 30 modelos reales para que sus dobles digitales protagonicen catálogos mientras ellas desfilan a miles de kilómetros. La nota oficial de marzo de 2025 admite que la opinión pública “se dividirá”, pero defiende la fórmula: integrar a las profesionales, cederles la propiedad de su avatar y cobrar un canon cada vez que una tercera firma alquile esa identidad. Un puñado de escaneos 3D y prompts bien afinados bastan para desatornillar el cuerpo de su dueña; el resultado cabe en la memoria de un smartphone y viaja a la velocidad de un meme.
Aciertan los historiadores cuando nos censuran por comparar el mundo de hoy con el ascenso de los fascismos históricos de la década de 1930. No porque la comparación sea un síntoma de presentismo, el peor de los vicios para un historiador, sino porque estos años que vivimos evocan más el Antiguo Régimen, con sus pelucas empolvadas, sus dorados versallescos, sus chateaux del Loira y sus despotismos a veces ilustrados, aunque siempre despóticos.
Cada vez resulta más difícil determinar cuál es la canción del verano. La fama ha pasado de señalar un tema concreto a ensalzar a los artistas del momento, intérpretes que se han convertido en ricas personalidades con impacto a escala internacional y que, en muchas ocasiones, se jactan de ello en sus composiciones. No es difícil que en cualquier letra se cuele una marca de ropa o la casa de coches deportivos. Mientras las estrellas presumen de Gucci, Versace (como en La Combi Versace de Rosalía y Tokischa) o de tener un “Lambo” (diminutivo de Lamborghini), su público se conforma con repetir la cantinela con el abono transporte en el bolsillo, ver todo lo que publican en redes y esperar largas colas digitales para hacerse con una entrada a un precio disparatado. Aunque resulta llamativo comprobar cómo la cultura del despilfarro llega a toda la población a través de la música, esta se extiende a otros gremios y personajes susceptibles de poder convertirse en modelos a seguir por las audiencias.
Atención, noticia bomba: el heavy metal está de moda. Sí, en 2025, en la época en la que las canciones triunfan fundamentalmente si pasan por TikTok, en la era de la música urbana, del autotune y del corte de pelo degradado a lo militar. Hace unas semanas, Black Sabbath, los reyes del género (aunque cuando ellos comenzaron -1968- aquel intenso ruido no se llamaba heavy metal), ofrecieron su último concierto arropados por bandas punteras como Metallica, Anthrax, Slayer o Pantera. Un gran número de medios, hasta los que siempre ignoraron a los autores de Paranoid, se hicieron eco. Mucho más se habló del grupo cuando solo 17 días después, el pasado 22 de julio, Ozzy Osbourne, carismático cantante del cuarteto de Birmingham, murió a los 76 años. Entonces, ya salieron a dar la cara los que nunca trataron el género con artículos llenos de lugares comunes y desconocimiento.
Dice una broma leída en las redes que, si hoy ocurre un gran acontecimiento inesperado, el documental estará disponible mañana en Amazon Prime Video. Corre como ninguna otra la plataforma de Jeff Bezos a realizar programas austeros y baratos que se enganchen a las tendencias de actualidad, en especial las musicales. Uno de los últimos ejemplos es The Oasis Revolution, estrenado antes de que la banda de los hermanos Gallagher se reuniera después de 15 años para abrir en Cardiff, el pasado 4 de julio, una gira mundial en la que vuelan las entradas a precios estratosféricos (los llaman dinámicos). Oasis lo tiene todo para un buen relato: dos hermanos con tanto talento como chulería, que triunfaron repentinamente y se deshicieron del mismo modo, amigos de los excesos y de las peleas, iconos del resurgir de la música británica en los noventa, aunque a ellos nunca les gustó la etiqueta britpop.
Una veintena de bancos europeos se enfrentaría a restricciones para repartir dividendos, pagar bonus y lanzar recompras de acciones bajo una crisis económica severa. Así lo revela el último test de estrés realizado a los grandes bancos, realizado por la Autoridad Bancaria Europea (EBA) y supervisado por el Banco Central Europeo (BCE).
Joe Eszterhas fue el guionista más famoso del mundo y, de repente, desapareció. Esta breve descripción, en jerga del guion, sería la parte más embrionaria de un proyecto y se llama, a secas, la idea. Lo siguiente sería el giro: este verano su nombre ha vuelto a los titulares de los medios de comunicación especializados al hacerse público, mediante exclusiva de The Wrap, que su obra más conocida, Instinto Básico, tendrá, más de tres décadas después de su estreno, una nueva entrega o reboot y él la escribirá. Esto no es exactamente una secuela (ya existió una en 2006 que el mundo olvidó), sino una especie de relanzamiento que retoma una historia desde otra perspectiva pero mantiene personajes y conceptos de la original.
Kilos Mortales México, producida por HBO Max, desata las mismas pasiones que la serie original en la que se basa: My 600-lb Life (que en Latinoamérica fue nombrada Kilos Mortales y en España Mi vida con 300 kilos). Los espectadores pueden observar la cotidianidad de algunas personas que pesan más de 250 kilos, unos días antes de que decidan acudir al bariatra, un médico especialista en sobrepeso y obesidad, para después acompañarles en su camino hacia una vida distinta.
El Ayuntamiento de Madrid ha impedido a la asociación La Kúpula celebrar un festival a favor de la diversidad cultural en la Plaza de Oporto (Carabanchel), la Plaza de España, (Moncloa-Aravaca) y en la explanada de usos múltiples de Madrid Río (Arganzuela). Las juntas municipales de cada uno de esos distritos le han negado el permiso al evento. Según el Ayuntamiento, podría generar “problemas de orden público” y teme recibir “quejas de los vecinos” por el ruido. Sin embargo, en una de las ubicaciones en las que la asociación ha solicitado realizar el festival, Para Josias Ndanga, presidente de la asociación, eso solo es una “excusa”. “Estamos convencidos de que es una discriminación por razones ideológicas”, señala.
Hoy muchos hablan del cambio climático, ya sea desde la preocupación por un colapso o desde la esperanza de un cambio social. Pero los que hablan son (o somos) sólo una minoría activa con representación en los espacios de comunicación y negociación. Esta minoría, además, pertenece a una clase cultural cosmopolita, es decir, son personas liberadas del arraigo o encierro en el barrio (y en una clase, y en un género) y sueñan con un mundo libre de ataduras del pasado, interconectado y global. Aunque lo nieguen, su medio de transporte favorito es el avión, dudan si vivir en una aldea cántabra o en Nueva York, y siguen medios de comunicación internacionales como Aljazeera o The Guardian. Juegan con el globo terráqueo en sus manos. Pero, ¿qué dicen las mayorías sociales?
En 1974, Costa Rica adoptó su Código Sísmico, un conjunto de normas técnicas que ha protegido durante décadas a su población frente a uno de los riesgos naturales más devastadores: los terremotos. Gracias a esa visión anticipada, el país ha enfrentado con serenidad eventos que, en otros contextos, hubiesen causado tragedias de gran magnitud.
El acristalado comedor donde se servía el desayuno cada mañana tenía todos los ventanales empañados de un rocío doméstico. Vapores de café caliente y sartenes sobre los que burbujeaba la mantequilla. Entré y barrí las mesas con la mirada. Él estaba sentado al fondo, cerca del ventanal por el que se veía el patio del hotel que emulaba un vergel, una selva de palmeras cocoteras y arbustos exóticos de los que asomaban flores coloridas como avestruces. Pasaba las páginas de un periódico sobre la mesa.
La entrada en vigor de los aranceles y las amenazas de que la factura siga aumentando, con nuevos gravámenes a sectores como el farmacéutico o el de los semiconductores, no ha intimidado a los inversores. Desde el pasado 2 de abril, cuando el presidente de EE UU, Donald Trump, anunció los mayores aranceles desde la Gran Depresión, los mercados han asistido a una sucesión de amenazas comerciales que, en la mayoría de los casos, se han moderado o pospuesto al cabo de pocas horas o días. La tregua comercial y la expectativa de que la Casa Blanca recapacite para evitar una recesión han bastado para mantener el apetito por la renta variable.