ARTICULO PRIMERO.- Conformar, el Comité de Dirección de...
"Año de la lucha contra la corrupción y la impunidad”
Violando el derecho internacional, el ejército israelí detuvo este jueves a la Flotilla de la Libertad que se dirigía hacia la Franja de Gaza con ayuda. Fue en aguas internacionales, a pocas millas de la costa palestina. Entre los más de 400 tripulantes detenidos están la activista Greta Thunberg, la exalcaldesa de Barcelona, Ada Colau y nuestro compañero Carlos de Barrón.
La sensación de impotencia que ha trasladado el Gobierno ante el asalto en aguas internacionales a la flotilla que transportaba ayuda humanitaria para Gaza ha generado grietas dentro del Ejecutivo. Sumar sostiene que se podía haber hecho más, incluso forzar la situación permitiendo que el buque militar que navegaba cerca de la flotilla entrara en la zona de exclusión que ha determinado Israel y así forzara algo más la situación. “Ni el Gobierno español ni ningún otro ha hecho suficiente para impedir este desenlace”, dijo el ministro Pablo Bustinduy (Sumar). La Moncloa, y en especial el ministerio de Defensa, optó por no traspasar esa línea roja y el barco tenía órdenes expresas de no entrar en la zona de exclusión, según fuentes del Ejecutivo, porque eso habría supuesto un riesgo evidente de enfrentamiento con tropas israelíes que el Gobierno quería evitar a toda costa. El presidente, Pedro Sánchez, insistió en que el Gobierno ha “apoyado a la flotilla en todo momento”.
Israel asaltó el miércoles los barcos de la flotilla Global Sumud en aguas internacionales, donde rige el derecho a la libre navegación. Fue, por tanto, una operación “completamente ilegal”, según coinciden dos juristas consultados por EL PAÍS y han denunciado este jueves los gobiernos de países como Qatar o Turquía. La Comisión Europea ha pedido a Israel que “respete el derecho internacional”, dando a entender que lo había vulnerado, aunque no ha llegado a condenar la operación. La ONU sostiene que con la interceptación de la flotilla, que transportaba ayuda humanitaria, el Gobierno de Benjamín Netanyahu amplía su “bloqueo ilegal de la Franja”.
En apenas 24 horas, el PP de Madrid y la dirección nacional han pasado de defender que “la información nunca es un problema” y es necesario explicar a las mujeres que quieran abortar de un supuesto síndrome posaborto no avalado por la comunidad científica, a reconocer que ese síndrome “no es una categoría científica reconocida”. Y, por tanto, en la ciudad de Madrid, donde el PP aprobó la iniciativa de Vox, no se informará de forma obligatoria sobre ello a las mujeres que quieran interrumpir su embarazo. El volantazo, que ha asumido en primera persona el alcalde de la capital, José Luis Martínez Almeida, se fraguó la tarde del miércoles, cuando el partido empezó a bullir internamente ―también el propio PP de Madrid― consciente del “gol” que les había colado la extrema derecha. “Es un error abrir este melón”, admiten en la dirección del PP en referencia al aborto, un asunto divisivo como pocos para el partido, donde conviven sectores ultra católicos con otros más liberales.
Abbas Saleh Shariati (Mashad, Irán, 61 años) es uno de los escasos dirigentes iraníes que se dejan ver estos días por las capitales europeas. Recién llegado de Mondiacult, el foro de políticas culturales de la Unesco celebrado en Barcelona, el ministro de Cultura de Irán enfatiza que Europa no tenía motivos para reanudar —como acaba de hacer— las sanciones a su país que estuvieron en vigor hasta 2015 por las sospechas de que Teherán pretendía fabricar la bomba nuclear. El recelo respecto a ese programa y la represión desencadenada sobre las mujeres a raíz de la muerte, hace ahora tres años, de la joven Mahsa Amini por no llevar bien colocado el velo islámico agrandaron la brecha entre el gigante chií de Oriente Próximo, por un lado, y Europa y Estados Unidos, por otro.
Los graves incendios forestales del verano han demostrado que hemos entrado en la era de los incendios virulentos que no se pueden apagar de la forma tradicional. Llevábamos tiempo advirtiendo del advenimiento de este nuevo régimen de incendios, pero en agosto se desarrolló el que probablemente haya sido el primer complejo de incendios de estas nuevas características en el noroeste peninsular en varias décadas o centurias. La ciencia y la ingeniería forestal aún tienen que contestar muchas preguntas sobre las condiciones concretas de propagación de estos incendios, pero lo que sí tenemos claro es cómo se pueden afrontar, asumiendo que el riesgo va a ser alto mucho tiempo. Planteamos seis líneas básicas.
En esta época de redes sociales quizá ya no sea así, pero un periódico fue siempre como una casa, un lugar donde se puede andar descalzo y donde las gentes y los objetos resultan familiares, y donde de tanto en tanto llama la atención alguna novedad. La leyenda habla de noticias, de episodios y asuntos desconocidos que irrumpen en el mundo con la promesa de que van a cambiar las cosas, pero eso —si fuera verdad— solo ocurre de vez en cuando. Lo habitual es que todo siga su curso, y durante ese curso puede ocurrir que en algún lugar estalle una guerra o que se muera algún personaje célebre. El periódico lo que hace es ordenar un poco el ruido incesante de la realidad, construir un marco para poder hacerse cargo de lo que sucede, organizar esos artefactos que dan cuenta de los hechos —las crónicas, los análisis, los reportajes, las propias noticias, las columnas, los crucigramas, el mapa del tiempo, los anuncios—, y propiciar la ficción de que algunos son más importantes que otros y que es necesario para contarlos introducir una jerarquía —sin esto, no existirían los periódicos o se morirían—. Así que cada día o en cualquier momento te metes en esa casa —o incluso en varias— y es como si entraras en el mundo para conocer lo que está pasando. En casi todos estos sitios hay un lugar especial y es el que corresponde a quienes, como El Roto, hacen cada día una viñeta.
El ministro de Consumo, Pablo Bustinduy, ha anunciado un decreto para obligar a las páginas web de apuestas a indicar a los usuarios de forma clara y directa los riesgos que corren con los juegos de azar online. Mensajes como “la ludopatía es un riesgo del juego” o “la probabilidad de ser un jugador que pierde dinero es del 75%” deberán estar visibles antes de realizar cualquier movimiento. El ejemplo es el de las cajetillas de tabaco.
1. En Madrid el PP se pone en modo Vox aprobando una declaración sobre el aborto, cargada de ignominias como esta: “Es un gran negocio para el feminismo”. ¿Empieza el baile en la derecha? Atrapado en la vía estrecha de Alberto Núñez Feijóo, el PP siente el asedio de Vox y se mete por berenjenales de la extrema derecha olvidando que en estos casos el elector desengañado acostumbra a preferir el modelo a la copia. Vox está consiguiendo que el PP se ponga a remolque suyo. Es decir, la confirmación del fracaso del modelo Núñez Feijóo, mucho ruido y pocas ideas.
En la primavera de 1994, mientras las bandas de asesinos hutus que se llamaban Interahamwe (“los que matan juntos”) perpetraban el genocidio de Ruanda (800.000 tutsis y hutus moderados fueron asesinados en tres meses), la Casa Blanca decidió mirar hacia otro lado. “Estados Unidos no hizo prácticamente nada para tratar de pararlo”, escribió Samantha Power sobre el país africano en su libro "A Problem from Hell". America in the Age of Genocide (Un problema del infierno. América en la era del genocidio). Publicado en 2002, el impacto de este ensayo de la diplomática estadounidense fue enorme porque puso a Estados Unidos —y al mundo— ante el espejo de su parálisis mientras en Camboya, Irak, Ruanda, Bosnia y Kosovo cientos de miles de personas eran asesinadas por su pertenencia a un credo, un grupo nacional o una etnia. El viento de la realpolitik se había llevado por delante el nunca más que parecía haberse asentado en la conciencia internacional tras la Segunda Guerra Mundial y los juicios de Núremberg y Tokio contra los criminales de guerra de Alemania y Japón.
Ignoro a quien se le ocurrió primero (Arantxa Echevarría o Agustín Díaz Yanes) escribir un guion sobre esa pesadilla colectiva que duró infinito tiempo llamada ETA, sembró de cadáveres, familias devastadas, angustia de casi todo dios ante un monstruo incontrolable e indestructible durante tantas décadas, que culminó su salvajismo volando un supermercado abarrotado de gente inocente. Pero los dos decidieron que la protagonista debía de ser una policía infiltrada en la macabra organización, ciudadana anónima y responsable en gran parte del progresivo derrumbe de esta, mediante un arma tan poderosa como la información. El tema, a pesar de su similitud, da para muchas películas. Y el público, masivo en el caso de La infiltrada, agradecerá seguir con interés algo que ocurrió aquí y entonces, sabiendo que hace 10 años llegó el gozoso final de una barbarie que parecía eterna.
Un fantasma en la batallaDirección: Agustín Díaz Yanes.
Intérpretes: Susana Abaitua, Iraia Elias, Raúl Arévalo, Andrés Gertrúdix, Ariadna Gil.
Género: drama. España, 2025.
Duración: 108 minutos.
Estreno: 3 de octubre de 2025.
Cabello rubio, Metro ochenta y una talla 41 de pie. La ficha del modelo Elio Berenett siempre fue un misterio para los agentes de casting. Incluía todos los datos y, aun así, cada vez que se encontraba con ellos vivía la misma situación. “Me acuerdo de un afterparty donde todos se acercaban preocupados porque no sabían cómo tratarme. Yo simplemente les decía: ‘Me da igual, me apunto a todo’. Entiendo que les fuese confuso, para mí también lo era al principio”, cuenta desde su casa en Suecia. Con nueve años empezó a trabajar como modelo femenina, de adolescente vivió su transición y diez años más tarde debutó a lo grande de la mano de Louis Vuitton en París. La colección era femenina, pero él era un hombre trans. Ahora tiene 22 años y ningún atisbo de aquellas dudas: afronta con la misma decisión un desfile con tacones que un reportaje de moda masculina como el que protagoniza en estas páginas.
El alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, busca ahora la salida del laberinto en el que se ha metido. Primero, su partido permitió el martes en el Pleno que saliera adelante una propuesta de Vox para difundir información “de manera obligatoria” sobre las supuestas consecuencias negativas que causa el aborto voluntario en las mujeres. Alcoholismo, depresión, aislamiento social o agresividad eran algunos de los síntomas recogidos en el texto bajo el término de “síndrome posaborto”. Dos días después de que el PP lo aprobara, el alcalde se ha desdicho al admitir que ese supuesto síndrome “no tiene soporte científico” y que la información que dará el Consistorio será solo a las mujeres que la soliciten y en los términos que decida su partido, apoyado en los profesionales del Ayuntamiento, lo que contradice el acuerdo plenario. ¿Qué alternativas tiene ahora el regidor para dar marcha atrás? La ley, en principio, es clara: está a tiempo de no seguir adelante.
La sanidad andaluza acumula sobresaltos y es el flanco débil del presidente Juan Manuel Moreno (PP), que ha sufrido varias protestas multitudinarias por un deterioro palpable de la atención médica en centros de salud y hospitales públicos. Esta semana la desesperación de pacientes de la sanidad se ha elevado a rabia, alarma, pánico e incredulidad, padecidas por medio millón de mujeres que se someten cada año al cribado del cáncer de mama. Unas 2.000 de ellas han sufrido los retrasos en los diagnósticos y desde este jueves están siendo llamadas para revisar sus casos con lupa. Aquí, preguntas y respuestas sobre lo ocurrido.
El Gran Anfiteatro del Colegio de Médicos de Madrid tiene una impresionante bóveda llena de frescos de Ramón Padró, pintor de cámara del rey Alfonso XII. El miércoles por la mañana contrastaba con tres enormes pantallas. En ellas se proyectaba una imagen creada por inteligencia artificial de una mujer, mitad anciana, mitad joven. Podría pasar por el anuncio de una crema antiarrugas especialmente buena, pero era el cartel del evento TransVision Madrid 2025. El contraste entre el academicismo realista y la ilustración chusca era notable. Pero no tanto como la diferencia entre los conferenciantes: la ciencia seria y el transhumanismo esperpéntico.
Desde hace unos años, la eliminación de peajes se extiende por las autopistas españolas gracias a que las concesiones que las pusieron en manos de empresas privadas han ido llegando a su fin. La gratuidad se ha implantado en vías de Andalucía, Cataluña o Comunidad Valenciana y, en los dos próximos años, arribará a Euskadi y Madrid. A la esquina noroeste de la península, sin embargo, le quedan sobre el papel más de 20 años de espera. Es el plazo fijado en los contratos del Estado con las empresas Audasa y Aucalsa, las compañías que hacen caja respectivamente en la gallega AP-9, que va de Ferrol a Tui, y en la AP-66, también conocida como autopista del Huerna porque une Asturias y León a través de este valle. Desde el pasado julio, la indignación ha ido creciendo en Galicia, Asturias y Castilla y León porque un dictamen jurídico de la Comisión Europea concluye que esas dos concesiones son ilegales.
