ARTICULO PRIMERO.- Conformar, el Comité de Dirección de...
"Año de la lucha contra la corrupción y la impunidad”
Robert Rauschenberg trabajó durante una época —una larga época: la entera segunda mitad del siglo XX— en la que las imágenes tecnológicas no habían llegado todavía a suscitar el hartazgo o, según a quiénes, la obediente credulidad. En cuanto a las artísticas, la estela de la experiencia estética moderna —física, sensorial, independiente de los contenidos y atravesada por la suspicacia— todavía podía percibirse, como la cola de un cometa. La Fundación Robert Rauschenberg ha promovido un plan de conmemoraciones del centenario por todo el mundo, de Milán a Honolulu. Pero eso no es ninguna ventaja a la hora de plantear una exposición de verdad nueva. Quizá las programadas en Múnich y Leipzig acerca de sus círculos personales (su mujer, Susan Weil, maestros y amigos del Black Mountain College como John Cage, Jasper Johns, Cy Twombly…) añadan algo. El Guggenheim de Nueva York celebró su gran retrospectiva en 1998, y se ha contentado, por decirlo así, con mostrar una docena de obras propias, entre ellas la litografía de casi diez metros que posee el museo de Bilbao. El City Museum se ha centrado también en las fotografías.
Según la última encuesta del CIS las principales preocupaciones de los españoles son la vivienda y la inmigración. Sin embargo, según la Feria esotérica de Madrid que comenzó esta semana, los problemas que más preocupan a los españoles son los de toda la vida: amor y salud. Y en tercer lugar, ahí si coincide con el CIS, el trabajo. El dato lo da la da una mujer en una mesa camilla que no deja de recibir a visitantes que pagan entre 5 y 15 euros por algunas pistas sobre su futuro.
En la Italia de la ultraderechista Giorgia Meloni, impulsora del primer centro de deportación de inmigrantes de Europa, también hay iniciativas y espacios que desafían la creencia gubernamental de que el mejor inmigrante es el que no está. En Coloriage, una escuela de moda gratuita y boutique ubicada en el barrio de Trastevere, en el corazón de Roma, Valeria Kone demuestra desde 2019 que acoger a refugiados e inmigrantes con experiencia en la sastrería puede ser no solo un incentivo para la integración, sino también una forma de crear empleo y de sensibilizar a la sociedad sobre la importancia de la multiculturalidad. Además, Coloriage es la prueba de que es posible hacer moda sostenible, que no dañe al medio ambiente, a la vez que se respeta a los trabajadores —con sueldos dignos— y a los consumidores, con precios asequibles a todos los bolsillos.
La calle Asunción, en el barrio residencial de Los Remedios, no es un enclave especialmente pintoresco de los que se reproducen en las postales que Sevilla exporta al mundo. Sin embargo, en torno al balcón del número 21 de esta arteria comercial al otro lado del Guadalquivir se arremolinó el pasado miércoles a la caída de la tarde una variadísima representación de lo que es hoy esta ciudad —jóvenes de estética inclasificable, mucha población mayor y un aluvión de turistas— para escuchar arias y dúos de algunas de las óperas más reconocibles del repertorio clásico que desarrollan su acción en Sevilla: Deh vieni alla finestra, de Don Giovanni; el aria Una voce poco fa, de El barbero de Sevilla; o la celebérrima Habanera de Carmen, de Bizet, sonaron en las excelentes voces de una nueva generación de artistas líricos sevillanos junto a la voz internacional de la soprano Yue He. Confirman que no solo de flamenco vive la capital andaluza.
Cuando la periodista Almudena Ariza dio con el médico de urgencias y anestesista Raúl Incertis, miembro de Médicos Sin Fronteras (MSF) que en 2024 era voluntario en Gaza, supo que tenía en él a un diamante en bruto. Entendió que su voz podía contar con autoridad y humanidad lo que está ocurriendo en torno a la masacre de Israel al pueblo palestino, que hasta el momento ya se ha cobrado 65.000 víctimas. La reportera, en ese momento corresponsal de TVE en Oriente Próximo, había pedido al doctor que se grabara, para incluir sus declaraciones en el Telediario de la cadena pública. Él envió 15 minutos de testimonio. Y ella encontró en ese cuarto de hora un relato bien explicado, coherente, que daba para mucho más que para un extracto de unos segundos en una pieza informativa.
¿Qué es lo que les hace gracia a las nuevas generaciones? Yo sigo repitiendo carcajadas cuando a Groucho Marx le pregunta un ministro en Sopa de ganso: “¿Pero usted sabe con quién está hablando?“. Y este le responde: “No me lo diga, ¿animal o vegetal?“. Y representa a la acracia pura su hermano Harpo, ese ángel mudo, tan infantil como salvaje, sembrando el caos en todo lo establecido. Y me pregunto en medio de mi seriedad forzada o natural: ¿Qué es lo más gozoso que te ha ocurrido en la vida? Pues la risa, compartida con amigos, amantes pasajeras o duraderas, mujeres a las que amé, con temas particulares o universales, con la complicidad maravillosa de que dos personas rían juntas ante lo trascendente o ante la nada.
Todo el mundo sabe que no existe un trauma posaborto y que el bulo de Vox y PP no va a tener consecuencias sobre los derechos de ninguna mujer que decida abortar en España. Sin embargo, la mentira sí cumple con el objetivo de ejercer violencia efectiva sobre todas las mujeres. Así, el trauma posaborto se afana en salvaguardar una sola vida: la de “la mujer fuera del trauma”. ¿Y qué mujer vive fuera del trauma? La que da a luz, claro está, tanto si desea su embarazo como si no. Y así es como el bulo no solo ataca un derecho sino que impone la exigencia de la maternidad como destino y no como deseo. Un poco como le pasó a la Virgen María, que se preñó sin querer y nos dio ejemplo a todas.
No suelo meterme con los nombres propios, esas palabras raras. Pero a veces me tientan: cuando esos nombres se vuelven un símbolo, como le sucedió hace tantos años a la palabra Vietnam. Fue un concepto clásico: los muy pequeños atreviéndose a pelear por su libertad —sí, su libertad— con los más grandes. Y hasta podía funcionar como modelo, como cuando un tal Guevara de la Serna, un rosarino, decía que “Dos, tres, muchos Vietnam es la consigna”.
En una conocida tienda de internet, una bandera palestina ha pasado, en tan solo un año, de costar 4,26 euros a costar 15,99 euros. Esto es indicativo no solo de cómo funciona el mercado sino de lo que hoy significa Palestina para la gente.
En los testimonios desgarradores de las mujeres andaluzas que han padecido los retrasos en los diagnósticos del cáncer de mama se palpa el miedo. La mayoría sufre aún secuelas y le ha visto las orejas al lobo, algunas han pensado mil veces en la muerte, a otras les han extirpado un pecho o los ganglios, o parte de su empuje vital. Se repiten los reproches a la Junta de Andalucía (PP) por el mal funcionamiento del sistema de comunicación al no alertarlas de que sus casos eran dudosos, pero es una indignación tamizada por el mal trago que atraviesan. Transmiten estar más preocupadas por que el error se frene en seco y no haya más perjudicadas que por exigir dimisiones o reclamar compensaciones económicas ulteriores por un cáncer evitable que les ha roto la vida.
Cuando Robert Pattinson (Londres, 39 años) se presentó a las pruebas para Crepúsculo, dormía en el sofá de su agente en Los Ángeles. Era un joven británico guapo, trabajador y con un sueño. Como sus antiguos compañeros piso, que también buscaban su oportunidad en América, unos tales Andrew Garfield, Charlie Cox, Jamie Dornan y Eddie Redmayne. Al final, todos lograron triunfar. “No éramos más que un puñado de actores sin trabajo. Ahora somos amigos porque estábamos juntos cuando no éramos nadie”, ha dicho Redmayne.
Después de tanto tiempo, el flequillo de Eduardo Noriega (Santander, 52 años) sigue intacto. Y sí, necesita a alguien que lo mantenga. Al terminar la larga mañana de presentación de su nueva película, Parecido a un asesinato, la maquilladora se acerca a retocarlo para la última sesión de fotos. Volverá a hacerlo cuando pose otra vez en la habitación del hotel. Con esa media melena con la raya en medio, Noriega se convirtió en un icono generacional en películas como Tesis (1996) o Abre los ojos (1997), ambas de Alejandro Amenábar. Al actor cántabro, sin embargo, parece importarle más bien poco. Aguanta estoico los retoques y posa serio en las fotos. Tal vez demasiado. “¿Me he pasado? Como es una película muy seria, hay que posar muy serio”, comenta después con la gracia de quien lo ha hecho mil veces.
El obispo de Córdoba, Jesús Fernández, en el cargo desde marzo, ha sido acusado de acoso laboral y trato degradante por un sacerdote durante su anterior etapa al frente de la diócesis leonesa de Astorga, donde permaneció desde 2020 hasta este año. Así consta en la denuncia que el cura presentó en el juzgado de esa localidad el año pasado, aún bajo investigación, y que en realidad es la punta del iceberg de un largo conflicto que ahora sale a la luz, también denunciado canónicamente en el Vaticano: este cura relata que fue víctima de abusos sexuales cuando era menor en el seminario de Astorga, pero el caso fue desoído y encubierto por la diócesis en 1993.
La vivienda protegida, destinada a ofrecer una alternativa asequible dentro del mercado inmobiliario, también sube sus precios de venta. El valor tasado se situó en 1.188 euros por metro cuadrado de media en el segundo trimestre. Es la cifra más alta registrada desde que el Ministerio de Vivienda y Agenda Urbana (antes Fomento) empezó a publicar en 2005 la serie estadística (el dato es el promedio ponderado de los valores tasados de las viviendas protegidas, pero no refleja el precio máximo de venta legal que, por ejemplo, en Andalucía es de 2.683 euros por metro cuadrado útil y en la Comunidad de Madrid llega a 2.898 euros). El incremento nacional, de acuerdo con la estadística oficial, fue del 1,6%, frente al mismo periodo del año anterior.
La actriz Alexis Bledel (Houston, 44 años) es mucho más que el rostro de una generación. Es el claro ejemplo de cómo tomar el control de tu vida, de tu carrera y de la narrativa que se genera a tu alrededor. Este domingo 5 de octubre se cumplen 25 años desde que una jovencísima Rory Gilmore apareciese por primera vez en televisión por las calles de Stars Hollow, el pueblo de Las chicas Gilmore, la ficción que le dio la fama cuando no había cumplido los 20 años. Pero sus más de dos décadas en la industria cinematográfica se resumen en su discreción y su lucha por conseguir que solo se hable de su trabajo.
Una cola da la vuelta a la manzana para comprar un muñeco peludo con cara de diablillo, dientes afilados y orejas puntiagudas. La escena se repite en Pekín, en Nueva York o en Londres. Detrás de esa fiebre está la empresa china Pop Mart, creadora del fenómeno Labubu y de un catálogo de personajes que la han convertido en una de las jugueteras más valiosas del mundo. Cotizada en la Bolsa de Hong Kong desde 2020, sus acciones se han disparado más de un 200% en 2025 y en los últimos 12 meses acumulan un alza superior al 400%. Su valor de mercado ronda los 46.000 millones de dólares (unos 40.000 millones de euros), más que el combinado de los gigantes Bandai Namco (20.000 millones de dólares), Hasbro (10.000 millones de dólares) y Mattel (5.500 millones de dólares).
La fiesta bancaria en Europa ha continuado en este 2025, con nuevos bríos que han sorprendido a los inversores. El índice europeo de bancos se ha revalorizado el 48% en lo que va de ejercicio, 36 puntos más que el conjunto del mercado. Una euforia que no ha hecho distinciones entre las entidades de diferentes países: el francés Société Générale lidera las ganancias con una revalorización del 111%, seguido del alemán Commerzbank con el 109% de subida o el Banco Santander, con una ganancia para los accionistas del 97%. Y otros españoles como Bankinter, Caixabank, BBVA o Sabadell se apuntan avances superiores al 70%.
Como todo cambia en este mundo, también lo hace el perfil de los coleccionistas de arte. La imagen del magnate más que maduro que puja por un Rothko en una sala de subastas en Londres va dejando paso a la de un joven de treinta y pocos años que invierte desde el móvil, comparte stories de sus stands favoritos desde la feria Frieze Seúl y compra y vende arte digital con la alegría de quien asume que todo en esta vida es transitorio, así que dejar un legado no se cuenta entre sus prioridades. La sociedad del espectáculo que auguraba el filósofo Guy Debord funciona ya a pleno rendimiento, mientras que las redes sociales y sus algoritmos imponen nuevas costumbres. Y nuevas costumbres requieren nuevos términos para designarlas. Para el mercado del arte, este cambio implica el paso de la era del blue chip a la del red chip.
Seamos sinceros ¿Quién no ha terminado de ver una serie que le ha atrapado y ha pensado: ¡Ahí quiero ir! Ese instante en el que una localización reconocible se convierte en deseo de viaje es el núcleo del turismo de pantalla, una tendencia global que ha pasado de ser anecdótica a ocupar un lugar central en la conversación turística internacional. Y, en ese terreno, España juega con ventaja.
Antes de llegar a España y trabajar en la hostelería, Celia Correira (Ponta Porã, Brasil, 40 años) era secretaria del alcalde de su municipio. Viajó a Elche (Alicante) para visitar a su hermana, se enamoró y decidió quedarse. Tenía 20 años. Su primer empleo lo consiguió como ayudante de cocina en un bar de tapas de la ciudad ilicitana. “¿Sabes hacer tortilla?”, le preguntaron. No tenía ni idea. Recurrió entonces a un amigo para que le enseñara. “En aquella época no conocía otra tortilla que no fuera un ladrillo”, recuerda.