ARTICULO PRIMERO.- Conformar, el Comité de Dirección de...
"Año de la lucha contra la corrupción y la impunidad”
A Ayathandwa Ziqula le brilla la mirada cuando, sentado en un banco del campus Braamfontein de la Universidad del Witwatersrand de Johannesburgo, cuenta que es el primer alumno de la escuela pública secundaria en la que estudió en haber accedido a la prestigiosa institución universitaria, conocida como Wits. En ese brillo, en su contenido orgullo, vibra algo mucho más grande que este chico de 19 años. Reverbera ahí una victoria histórica sobre un pasado oscuro de colonialismo y apartheid; la esperanza de futuro de un país, de todo un continente. El sueño de brindar oportunidades y explotar el potencial del inmenso caladero de jóvenes en Sudáfrica, y en África.
La madrugada del 18 de enero de 2020, Fernando Báez Sosa fue asesinado a golpes en Villa Gesell, una especie de Benidorm argentino donde salir de fiesta es barato y los adolescentes suelen ir de vacaciones cuando acaban el instituto. Tenía 18 años. Lo pateó un grupo de ocho chavales en manada sobre las cuatro de la mañana. “Peleamos y ganamos, nos vamos al centro a premiar”, escribió uno de los asesinos en su chat grupal tras abandonar el cuerpo inconsciente y sin vida, dividirse y evitar a las patrullas de policía dándose consejos por audios y mensajes en su grupo de WhatsApp. Algunos volvieron a la casa vacacional que compartían abrazados, como si hubiesen vivido una juerga épica. Otros se fueron a comer, entre risas, a un McDonald’s cercano que abría toda la noche.
Gianni Infantino cuenta que sufrió acoso escolar en el colegio. Los compañeros de clase se reían de sus pecas y del color rojizo de su pelo. A Donald Trump sus rivales le acusan de ser un abusón y de hacer bullying a los más débiles. Nunca antes dos personalidades tan antagónicas han estado tan cerca. Infantino (Brig-Gils, 55 años) nació en una familia humilde: es hijo de un ferroviario calabrés y un ama de llaves lombarda. Trump (Nueva York, 79 años) creció rodeado de todas las comodidades. Su padre era un próspero empresario de la construcción en la vibrante Nueva York de los sesenta. La inesperada relación de amistad entre el presidente de la FIFA y el presidente de Estados Unidos ha suscitado algunas críticas. Pero el idilio entre los dos mandatarios está acercando el fútbol, un deporte minoritario en Estados Unidos, al mundo MAGA, un coto reservado hasta ahora para la NFL, la NBA y el béisbol.
Lando Norris es de esos deportistas de primer nivel que uno no sabe si disfruta más que sufre, o le ocurre a la inversa. El chico lleva años cargando la etiqueta de debilucho que se le ha colgado a raíz de algunos domingos en los que corrió algo atenazado, una reacción normal si tenemos en cuenta a quien se ha enfrentado la mayor parte de las veces. Max Verstappen es uno de esos genios que, con el paso de los años, ha ido ganando seguidores dentro de un ‘paddock’ que ha terminado completamente entregado a su magia. Por si enfrentarse a una bestia competitiva como ‘Mad Max’ no fuera suficiente desafío, a Norris le ha crecido un tercer problema, que nació en Melbourne hace 24 años y que compite enfundado en el mono de McLaren, como él, para hacerlo todo un poco más difícil de gestionar. Oscar Piastri se llevó la última prueba al sprint del curso este sábado, en Qatar, donde su vecino de taller intentará este domingo (17:00 horas, Dazn) coronarse campeón del mundo por primera vez, y permitir que su escudería lo celebre 17 años después de la última vez, en 2008 y con un chaval llamado Lewis Hamilton como protagonista.
“Me conozco. Por eso muchas veces no puedo salir de casa. El derbi es historia. Deseo hacer historia con toda mi alma y tengo un fuego terrible. La clave para afrontar el derbi en todos los equipos en los que he estado es tener sentido de pertenencia”. Así respondió Matías Almeyda, entrenador del Sevilla, cuando se le preguntó por el duelo de la máxima rivalidad sevillana. El argentino, de 51 años, mostró su lado más pasional. Un técnico que bajó a los abismos de la depresión cuando dejó el fútbol como jugador y que ahora tiene la misión de rehabilitar al Sevilla. Como hizo con el River cuando lo dirigió como entrenador después del descenso histórico del gigante argentino al abismo de la Segunda División. La semana ha sido intensa en el club nervionense. La derrota en Barcelona contra el Espanyol dejó huella. Pero desde el martes se activó el modo derbi. Y Almeyda sabe mucho de duelos de este tipo.
“Escuchadme, hoy es mi último derbi. Me gustaría que para todos fuera vuestro último derbi. La cosa más grande que tiene un futbolista en Sevilla es ganar aquí. Si ganáis aquí vais a vivir la mejor experiencia que vais a tener en vuestra vida, incluso más que ganar una Champions”. Estas fueron las palabras de Tomás Calero, jefe de los servicios médicos, el seis de enero de 2018. Fue en la previa del último derbi que el Betis ganó en Nervión, un 3-5 que llenó de orgullo a su afición.
Las noches en un polígono industrial de Humanes (Madrid) palpitan al ritmo de la música que retumba en Fabrik, el coloso nocturno considerado por muchos como el templo del techno. Pero su fiesta está cambiando. El objetivo: mirar hacia Ibiza para elevar su estatus, pulir su imagen y atraer un público “más adulto, selecto y con mayor poder adquisitivo”. En palabras de su nuevo CEO, Luis Román López, de 29 años, Fabrik busca diversificarse y dejar atrás la etiqueta de “club de polígono” que, aunque popular, le resulta limitada para sus nuevas aspiraciones. Su caso no es aislado. Otros clubes de la capital han dado un giro en su identidad para renovar su público y seguir una tendencia más comercial.
Leyendo el original e intenso ensayo de Nuria Labari La amiga que me dejó, me he puesto a pensar en estos tiempos raros que vivimos. Nuria hace un análisis hipnótico, casi una disección, de una ruptura entre amigas, dentro de una relación heterosexual pero cargada de pasión y contenido, como sucede con las amistades importantes. El tema, de entrada, parece poco visto, de ahí que lo haya adjetivado de original. Pero resulta que en estos últimos meses se está dando una de esas coincidencias telúricas que a veces ocurren, como si todas las mentes creativas estuvieran conectadas de algún modo, como si todos los humanos formáramos parte de un cardumen que danza al unísono a través del tiempo y del espacio, de modo que, de pronto, se produce una explosión de temas semejantes en distintas partes de la Tierra. Tampoco es tan raro si tenemos en cuenta que la creatividad surge del inconsciente. Y que ahí, muy dentro de cada uno de nosotros, estamos todos.
Supongo que conocen una de esas pequeñas maravillas de Roma, la llamada perspectiva de Borromini, en el palacio Spada. No les desvelo nada, pues hay que verla o no te lo crees, si les digo que es una galería de arcos que parece muy larga y que mide 35 metros, cuando en realidad no llega a los nueve metros. Es una ilusión, cuyo mensaje es que no todo es lo que parece, que la vida es un juego, la realidad es un engaño, los bienes materiales no son tan grandes y cosas así. Pese a tan loable empeño pedagógico, en el mismo palacio hay algunas ventanas que, si uno se fija, son de mentira, están pintadas. Es que en el siglo XVIII cobraban una tasa por número de ventanas, consideradas con bastante razón un indicador visible y mensurable de riqueza (a casa más grande, más ventanas). Pero no hay nada que agudice más el ingenio que el no querer pagar impuestos, y que estimule más la creatividad que el arte del disimulo, pues intentaban en todo caso mantener la armonía de la fachada. La fachada de cualquier cosa en Italia es algo importantísimo.
El periodista David Marcial analiza tres obras representativas de Barcelona para navegar esta feria: La plaza del Diamante de Mercè Rodoreda, El día del Watusi de Francisco Casavella y El agente provocador de Pere Gimferrer.
Una portada de Francisco Ibáñez (Barcelona, 1935-2023) para un ejemplar de Mortadelo y Filemón es como un esquema de la teoría de los muchos mundos del físico Hugh Everett: la superposición cuántica de universos paralelos. Sus viñetas reflejan una realidad compleja que hay que remirar una y otra vez para percibir todos los detalles coexistentes. Sus historias son sucesiones de la tercera ley de Newton (para cada acción hay una reacción igual y en el sentido opuesto) y del método ensayo y error, solo que casi siempre culmina en error. La ciencia y la tecnología en torno a los entrañables personajes de la T.I.A. y su equipo (El Súper, Bacterio y Ofelia) han servido al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) para inaugurar este viernes en la Casa de la Ciencia de Sevilla la exposición La ciencia de Mortadelo y Filemón: crónicas disparatadas de la investigación en España. Estará abierta hasta el 15 de febrero en la capital andaluza para recorrer luego el resto de España.
Los gritos agudos de Malick resuenan en la sala de urgencias del hospital Al Nao, en la ciudad sudanesa de Omdurman. El adolescente de 17 años, además de una docena de profundas heridas en la cabeza, tiene un vendaje ensangrentado en la muñeca, donde debería estar su mano derecha. Estaba recogiendo dátiles del suelo en un campo cuando levantó un explosivo que detonó en su mano. Ese día iba con Mohamed, de 18 años, que ahora tiene un agujero enorme en un lado de la cabeza y solo le queda el lóbulo de la oreja izquierda.
El Museu Nacional d’Art de Catalunya té un problema. No parlem de la pèrdua de les obres de Sixena, tot i que al final sí que n’acabarem parlant: que tot estigui connectat més enllà del que sembla és un dels efectes incontrolables dels museus. El problema és, justament, que sembla que no hi hagi cap problema i que res importi gaire a ningú. Mentre que arreu del món els grans museus estan en crisi, el MNAC corre el perill de convertir-se en un lloc en què una col·lecció excepcional es limita a dormir lluny de les nostres preocupacions, fossilitzada perquè la visitin els turistes i les elits hi celebrin sopars de gala. Emblemes globals com ara el Centre Pompidou de París o el Museu del Pèrgam de Berlín han decidit tancar les portes durant uns anys per afrontar reformes arquitectòniques i conceptuals profundes, com si la institució museu no sabés què fer per reconduir la sensació d’irrellevància, incapaç de respondre a qüestions tan diverses com la crítica de l’espoli colonial, la desaparició de la classe mitjana que havia conformat el públic tradicional del museu o el col·lapse dels vells relats de progrés i universalitat. En canvi, el MNAC ha anunciat una ampliació sonada per al 2029, que hauria de doblar l’espai aprofitant la celebració del centenari de l’Exposició Universal del 1929, l’any del naixement de la seu al Palau Nacional a Montjuïc. Però, quina funció fa el MNAC exactament i per què hauríem de voler ampliar-lo?
La invasión rusa de Ucrania ha provocado, entre otras cosas, una percepción tardía entre la población europea de la profunda transformación que se está produciendo en la situación mundial. No obstante, ese cambio llevaba ya tiempo gestándose a consecuencia del declive de Estados Unidos, la superpotencia del siglo XX. Una señal de alarma ya fue el giro repentino en el estado de ánimo de la sociedad civil estadounidense tras el 11 de septiembre de 2001. Este cambio de actitud que desató el miedo en la población se vio agravado por la retórica del Gobierno del entonces presidente George W. Bush y su implacable y belicoso vicepresidente.
Quienes pensaron, como pudo creer la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, que todo se trataba de economía, de proporcionar al nuevo presidente de Estados Unidos, Donald Trump, los fondos que él consideraba justo que fueran devueltos a su país, bien mediante pago de aranceles, inversiones, gastos en defensa, etcétera, se equivocaron. Trump pretende que Europa aumente su gasto en EE UU. Sin duda, para poder reducir los impuestos en su país, pero lo fundamental para él no es la economía, sino la ideología, pura y dura. Trump tiene un proyecto político basado en la antiinmigración, lo antiwoke y lo antiverde. “No está interesado en exportar democracia. Es una división izquierda-derecha, en lugar de la división tradicional entre democracia y autoritarismo, lo que define las políticas de Trump”, escribe Ivan Krastev, del Instituto de Ciencias Humanas de Viena, y la señora Von der Leyen no parece entenderlo.
Costa-Gavras lleva más de seis décadas resistiéndose a los finales felices. Lo ha hecho en su cine, una brillante escuela de estoicismo y melancolía: “Todas las historias acaban mal”, concede el cineasta griego, “porque incluso nuestros éxitos más rotundos acabarán siendo derrotados por el tiempo, que es un enemigo formidable. El happy end del cine estadounidense, además de una convención narrativa, es una gran mentira que nos infantiliza y pretende aportarnos un falso consuelo. Yo me he resistido a esa lógica empobrecedora en mis películas. Pero tampoco soy un nihilista, no pretendo deprimir a mis espectadores. Siempre intento dejarle un resquicio a la esperanza. Creo que los esfuerzos humanos, los actos de dignidad y de valentía, no son estériles. La vida es una lucha, y cada nuevo día nos ofrece la oportunidad de seguir luchando”.
“Éramos tres en este matrimonio. Estaba un poco abarrotado”. Así definió Diana de Gales su relación con el entonces príncipe Carlos en la histórica entrevista emitida el 20 de noviembre de 1995 en Panorama, un programa de la BBC. Casi 23 millones de espectadores siguieron una conversación que marcaría un antes y un después no solo en la familia real británica, también en la vida de su protagonista. Lady Di ocultó a todos, incluso a sus personas de confianza, que iba a ser entrevistada por Martin Bashir: mandó al personal de palacio a su casa y no contó con estilistas ni maquilladores. Ella sola ante el peligro junto a un equipo de grabación de tres personas —incluido el periodista— que entraron en Kensington de manera discreta. Habló de todo y de todos y puso contra las cuerdas a la monarquía. Pero la que fuera considerada “la exclusiva y entrevista del siglo” se reveló 25 años después como un modelo de mala praxis periodística: salieron a la luz las malas artes con las que Bashir consiguió poner a Diana de Gales frente a las cámaras. Un documental de 2020 titulado The Diana Interview: Revenge of a Princess, emitido por la cadena ITV, confirmó las sospechas; y en 2021, una investigación independiente realizada por el exjuez Lord Dyson descubrió todos los engaños. El experiodista de la BBC Andy Webb fue quien, bajo anonimato, puso sobre aviso a los medios británicos sobre lo ocurrido en 1995, y también quien investigó y reveló que la cadena pública encubrió durante años los engaños de Bashir.
Puede parecer una anécdota, y tal vez lo sea, pero estos días el hecho se interpreta como un símbolo de los tiempos que corren en el mayor centro de investigación del cáncer del país: la copa de Navidad se ha cancelado. “Y alguna gente se ha quejado, porque había ganas de celebrar”, asegura una investigadora del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO). El organismo afronta la peor crisis de su historia con una investigación abierta por la Fiscalía Anticorrupción por supuestos contratos amañados, inflados y otorgados a empresas amigas por sumas millonarias. Las ganas de celebrar vendrían porque por fin se ha señalado a los presuntos responsables de esa trama, y ahora se trata de empezar una nueva etapa.
Las mujeres que encarna y crea en sus guiones Noémie Merlant (Nantes, 1988) son rebeldes e iconoclastas. Desde Marie de Heredia, la poeta adúltera de la belle époque en Curiosa o la pintora de Retrato de una mujer en llamas, enamorada a finales del siglo XVIII de otra mujer, hasta las excesivas Las chicas del balcón, su segunda película como directora, donde denuncia la violencia doméstica a golpe de comedia, suspense y gore. “En el pasado, fui bastante dócil”, confiesa Merlant. Ya no tanto. Asertiva, locuaz y reflexiva, va urdiendo una carrera coherente y multifacética basada en personajes tridimensionales y combativos. Será Fantine en la superproducción y remake de Los miserables (prevista para diciembre de 2026) a cargo de Fred Cavayé; pero también la realizadora de una adaptación de Sporus, la novela de Cristina Rodríguez, de la que asegura haberse enamorado.
EstilismoPaula Delgado
MaquillajeIsmael Blanco (Agence Aurelien)
PeluqueríaAlexandrine Piel para Hair Rituel by Sisley
ManicuraDelphine Aissi
ProducciónCristina Serrano
Producción localJPPS Creative Productions
Retoque fotográficoJose Gil Die (The HotShot)
Asistente de fotografíaSaou Tanaka
Asistente de estilismoOlivia Laghi
Hace tiempo que el término “hetero” se usa con tono despectivo en ciertos ambientes. Después de tantos siglos durante los que la heterosexualidad ha sido un estándar asfixiante, ese uso de la palabra hetero con connotaciones negativas demuestra que algunos jóvenes se están dando cuenta de que lo hetero lo permea todo: es un conjunto de reglas, un filtro estrecho a través del que muchos ven a los demás y el mecanismo estándar que regula casi todas las relaciones (no solo las afectivas o sexuales: también suelen ser muy hetero las relaciones entre padres e hijos o entre compañeros de trabajo).