ARTICULO PRIMERO.- Conformar, el Comité de Dirección de...
"Año de la lucha contra la corrupción y la impunidad”
Guillermo Fernández Vara (Olivenza, Badajoz, 66 años) ha fallecido este domingo de un cáncer de estómago, según ha informado el PSOE. Casado y con dos hijos, presidió la Junta de Extremadura durante 12 años y en dos etapas. De 2007 a 2011 y de 2015 a 2023. Entre medias (2011 y 2015) lideró la oposición socialista tras un acuerdo inédito entre Izquierda Unida y el PP, que dio la presidencia de la región al popular José Antonio Monago. Ya en 2015, sin embargo, Vara se rehizo de ese varapalo histórico y de nuevo comandó la región hasta las últimas elecciones autonómicas de 2023, que ganó, pero tras un pacto de Vox y PP finiquitó de golpe su etapa en el Parlamento extremeño. Antes de irse, eso sí, dejó un consejo a la actual presidenta, María Guardiola:
Hay compras que durante el año se hacen ineludibles. Pero no siempre acertamos con el momento de adquirir ciertos productos que nos acompañan tanto a diario que (casi) ni nos damos cuenta de que los llevamos encima. Entre ellos destacan los auriculares inalámbricos. En el mercado existen numerosos modelos con diversas características para todo tipo de públicos. Pero si eres de los que siempre ha deseado tener unos auriculares sin cable de tipo de diadema de una marca reputada, estás de enhorabuena. El momento ha llegado: PcComponentes ha bajado el precio de muchos productos en tendencia de su web gracias a una de las campañas más potentes del año: sus cada vez más famosos Días Naranjas.
Cada vez que se acerca la temporada invernal, las alternativas que tenemos para protegernos de las bajas temperaturas vuelven a ganar importancia. Para salir de casa, por ejemplo, nada mejor que un buen gorro, un abrigo, unos pantalones con forro polar y unas botas de agua.
La lluvia es uno de los factores que más puede complicar la conducción, puesto que la visibilidad se reduce considerablemente. Si alguna vez has conducido bajo una gran tormenta y has intentado ver la carretera a través de un parabrisas empapado, sabes que, aunque las escobillas hagan su trabajo, muchas veces esto no es suficiente. Así que si buscas un extra de ayuda para estas situaciones, los lavaparabrisas que repelen la lluvia son la mejor solución.
Nuevas tendencias, nueva estación… y nuevas colecciones. Pero la clave no está en acumular prendas que apenas sobreviven tan solo una temporada, sino en invertir en aquellas que perduran en el tiempo. En esos básicos versátiles que, en definitiva, conforman un armario cápsula.
Este sábado, mientras el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, veía “muy cerca” un acuerdo que ponga fin a los casi dos años de horror en Gaza —se cumplen el próximo martes—, Ali Musa al Dibs cuidaba en la asediada capital de la Franja de su hijo adolescente Musab, en coma desde mayo, cuando un ataque israelí lo hirió de gravedad en la cabeza. Musab tiene necrosis y está enormemente desnutrido, cuenta su padre. En las fotos aparece esquelético y ha perdido mucho pelo, uno de los síntomas de la inanición.
El Tribunal Supremo de Estados Unidos, que este lunes, el primero de octubre, abre uno de los cursos judiciales más trascendentales (otro) de su historia reciente, estudia cada año unos 70 casos. Solo un puñado tiene papeletas para atraer la atención mediática. Menos aún cambian el curso de las cosas, como el que en 2022 acabó con el derecho federal al aborto o Citizens United contra la FEC (2010), que trastocó las reglas de financiación electoral.
Desde el puente de mando de la gigantesca patrullera Turva, Mikko Simola, el comandante al frente de la Guardia Costera que vela por la seguridad del golfo de Finlandia, apunta con el dedo —casi como un acto reflejo— hacia el este, hacia la única lengua de mar que, tras atravesar Helsinki y Tallin, desemboca en la ciudad rusa de San Petersburgo.
En las marchas que han recorrido en el inicio de este fin de semana la avenida Mohamed V de Rabat, la plaza de las Naciones Unidas de Casablanca o el bulevar Pasteur de Tánger no solo había jóvenes. Les acompañaban sus hermanos mayores, sus padres, sus abuelos, para reivindicar también sanidad y educación públicas de calidad frente a las lujosas clínicas y universidades de élite privadas, para acabar con el Marruecos del bakchich, de la mordida que abre mágicamente la cueva de los negocios con la Administración. Y para que un país que está construyendo en las afueras de Casablanca el estadio más grande del planeta —con el que disputar al Bernabéu o al Camp Nou la final del Mundial de Fútbol de 2030— cuente también con hospitales y facultades de talla global. Marruecos afronta desde hace una semana el estallido social más extenso tras la Primavera Árabe de 2011 y el más violento desde la revuelta nacionalista del Rif en 2016, en un movimiento juvenil aparentemente espontáneo que amenaza la estabilidad del reino de Mohamed VI. Las manifestaciones prosiguieron en la tarde del sábado en una decena de ciudades, aunque con menor participación que el día anterior.
Es como si hubiera nacido para el cargo. O si, como mínimo, hubiese sido criada para ello. Mary Barra (Royal Oak, 63 años) es del estado de Míchigan, la cuna del automóvil estadounidense, e hija de un trabajador con más de tres décadas de experiencia en General Motors. También ostenta el cargo de máxima ejecutiva de la firma desde hace 13 años, en los que ha tenido tiempo de vivir casi todo. Desde algún que otro escándalo, a la intensificación de la mayor transformación que ha vivido el sector en toda su historia: la electrificación. La única mujer que lidera una de las grandes del automóvil mundial afronta el reto en una vorágine de presiones políticas, giros radicales y la propia idiosincrasia del mercado.
Gran cilindradaAmante de la velocidad. Aunque se ha pronunciado en muchas ocasiones –para luego moderarse– a favor de la transición eléctrica del coche en Estados Unidos, a Barra le gusta la velocidad y los coches de gran cilindrada. Su modelo favorito de General Motors es un muscle car, el Chevrolet Camaro, que surgió como respuesta al Mustang de Ford, su gran rival. Antes de su ascenso a lo más alto de la compañía, no era raro verla probar los modelos en las pistas de pruebas, como responsable de desarrollo de producto, y como amante del motor.
Todo son escombros. Nada de lo que Barcelona levantó en esa estrecha franja de tierra, al oeste de Israel, sigue en pie. El remodelado barrio East al Nasser y el Barcelona-Gaza Peace Park tuvieron una vida efímera. En su día, y para sorpresa de los técnicos municipales barceloneses, los palestinos prefirieron un parque a mejoras en el alcantarillado. El espacio era más importante que los servicios. Las poblaciones constreñidas a vivir escondidas agradecen espacios para salir a la superficie en los cortos intervalos en que no peligran sus vidas.
En cada rincón de España sus habitantes son definidos por un estereotipo. No es grave, pasa en los mejores países. Estos son tacaños, de estos no se sabe si van o vienen, estos son chulos, estos absurdos, estos fríos, los otros melodramáticos, aquellos, mala follá, estos, burros pero nobles. El humor se vale de ellos porque siempre hay algo de verdad en el lugar común, aunque meter a toda una población en un mismo saco convierte en categoría sociológica algo muy discutible. En los últimos tiempos sigo los chistes de la fantástica Laura del Val, que ha hecho de los tópicos que definen a sus paisanos burgaleses y, por extensión, castellanos el tema central de su humor. Ha conseguido convertir la sequedad castellana en algo tan humorístico como la chispa que asiste a los gaditanos. Lo irritante es cuando el rasgo diferencial se exhibe desde la política como una suerte de nacionalismo costumbrista o de denominación de origen. La chulería madrileña fue definida por la zarzuela y dentro de aquel género chico tenía su gracia porque reproducía con ternura el habla arrastrada del populacho apiñado en las corralas y se detenía en los oficios humildes, las modistillas, los serenos, los guardias, las chicas de servir, la señá tal y el señor cual. Incluso los rateros tenían su brillo. La admiración que Valle Inclán profesaba a Arniches se palpa en Luces de Bohemia, donde lo popular alza el vuelo y toca las nubes. Incluso yo, chica de barrio periférico, donde se mezclaban los acentos andaluces y manchegos, fui adoptando ese deje sincopado y un tanto chulillo que luego escuché en un centro de Madrid ya en transición donde la panadera seguía siendo la Petra, o la señá Petra, y la kiosquera era la Sandra y cada tendero era nombrado como “señor” seguido por su nombre de pila. Una peculiar manera de otorgar dignidad a la clase humilde que tenía su encanto.
Ojalá la propuesta de paz en marcha desemboque en un final del genocidio israelí aún en marcha contra los palestinos de Gaza. Pese a sus renglones trumpistas torcidos (y el esfuerzo de tragarlos), eso no es imposible. Pero para ello conviene seguir nombrando las cosas por su nombre: un genocidio es un genocidio.
La autonomía de Europa no la resuelve una mina en Galicia, pero lo más probable es que en 2026 China también sea el país que lidere la producción mundial de litio. En marzo de 2024, la Unión Europea se dotó de un Reglamento de Materias Primas Críticas (enumera 34) y se propuso identificar proyectos estratégicos a los que reconocería como de interés público porque la industria del continente necesita, en la medida de lo posible, garantizarse su suministro. Un año después, se publicó la lista de los elegidos: 7 de los 47 son españoles. Uno es Doade en Beariz (Ourense). Este proyecto de minería subterránea para extraer litio quiere construirse en una superficie de 13,62 hectáreas, cuya propiedad es de la Comunidad de Montes Vecinal en Mano Común (CMVMC) Lama, Cega y Bisticobo. Su impulsora es la empresa aragonesa Samca, que ha creado una filial domiciliada en Galicia con este propósito: Recursos Minerales de Galicia. A su vez, dicha filial está participada en un 10% por Recursos de Galicia, una empresa de servicios públicos impulsada por la Xunta para invertir en proyectos de energía en la comunidad y de cuyo accionariado forman parte 30 empresas. Y existe una movilización popular para impedir la construcción de la mina: se acaban de registrar 3.000 alegaciones en contra por las tóxicas consecuencias medioambientales que podría tener.
Mientras el Gobierno de Benjamín Netanyahu aseguraba que está dispuesto a aceptar el cese inmediato de las operaciones militares, como ha pactado con Donald Trump, el ejército de Israel mató este sábado al menos a 20 palestinos más. Esa es la realidad sobre el terreno cada día y cada hora que se prolonga la matanza indiscriminada de inocentes que Israel está ejecutando en Gaza. Resulta importante tener esto en cuenta cuando se juzga la propuesta de paz impuesta por el presidente de Estados Unidos el pasado lunes y aceptada por Hamás el viernes. Para los gazatíes no existen las consideraciones geopolíticas, legales o ideológicas. Tras dos años de horror, impunidad e impotencia, las opciones han quedado reducidas a una sola: vivir o morir. En estas horas cruciales, hacer que cesen los bombardeos es una prioridad absoluta. Agarrarse a una oportunidad para salvar vidas es una obligación moral. No mañana, hoy.
Cuesta creerlo, pero han pasado dos años desde el 7 de octubre de 2023. Veinticuatro meses de terror y furia, 104 semanas de discursos en los que nos dicen que no falta nada para la victoria total, 730 días de muerte, bombardeos y hambruna. El tiempo vuela cuando está detenido. Hace solo dos años, una nación entera vio con impotencia cómo de la oscuridad surgía una pesadilla; y aquí estamos hoy, sin despertar de ese sueño escalofriante, sino viviéndolo a diario como una parte continua y asesina de nuestra vida: nuestra nueva rutina.
Drama: no encuentran papelillos para fumar. Se palpan los dos sus chaquetas, pero nada. Buscan con los ojos algún estanco o bazar donde comprar. Ninguno de estos establecimientos a la vista. “Ey, sabía que los tenía en algún lugar”, anuncia de repente Íñigo Bregel, con la misma alegría que le produciría encontrar su tarjeta visa que creía extraviada, y saca los ansiados papelillos de un bolsillo del pantalón. El Canijo de Jerez respira aliviado. “¿Podemos posar con un porro?”, pregunta al fotógrafo de EL PAÍS. Son las 18.00 y la tarde luce agradable en el centro de Madrid. Los dos músicos se desperezan después de una noche larga que no acabó hasta las cinco de la madrugada. Se han puesto unos trajes de rumberos setenteros: de corte entallado, color ocre, con cuellos exagerados. Al Canijo el pantalón le queda grande, a Bregel, que mide 1,93, pequeño. Compró los trajes por Amazon la prima del Canijo. Así de chiripitifláutico es todo con estos tipos.
Prácticamente sin moverse, sin apenas iniciativa política ni gestos de impacto, con apariciones muy escasas de su líder, Santiago Abascal, y una actividad parlamentaria nada destacable, Vox se está convirtiendo en el gran protagonista silencioso de la política española. Montado en la antipolítica que crece con las catástrofes ―ya sea incendios o danas―, en la ola antiinmigración que recorre el mundo, y en su éxito en las redes sociales y especialmente entre los más jóvenes, el crecimiento de Vox, que amenaza el espacio natural del PP, está poniendo tan nerviosos a los populares que les hace cometer errores claros como sumarse a su posición sobre un supuesto síndrome posaborto que la ciencia no avala.
Ninguna de las esposas de los siete presidentes del Gobierno desde las primeras elecciones democráticas tras la dictadura ha seguido un manual o estatuto específico porque no lo hay. Cada una ha hecho lo que ha estimado conveniente con su carrera profesional. Unas pidieron excedencias y abandonaron sus respectivos trabajos; otras decidieron mantenerlos; todas tuvieron a su disposición asistentes sufragados por La Moncloa. Alguna vez ha surgido alguna polémica, como puede comprobarse en los diarios de sesiones del Congreso y del Senado, donde llegó a discutirse el uso de una piscina de la Guardia Civil, el séquito o los motivos de algún viaje o entrevista, pero nunca habían llegado tan lejos como hasta ahora, cuando el juez Juan Carlos Peinado acusa a Begoña Gómez, la mujer de Pedro Sánchez, de cinco delitos (malversación, tráfico de influencias, corrupción en los negocios, apropiación indebida de marca e intrusismo profesional) y el PP habla más de ella que del propio Santos Cerdán, ex secretario de Organización del PSOE en prisión preventiva desde junio acusado de ser pieza clave en una trama de corrupción y mordidas millonarias.