ARTICULO PRIMERO.- Conformar, el Comité de Dirección de...
"Año de la lucha contra la corrupción y la impunidad”
Lourdes Leoz atiende su paragüería en el Casco Viejo de Bilbao, la única que queda en la ciudad. No solo vende este complemento tan necesario en el norte, sino que los arregla y confecciona también en su taller en la trastienda. “Cada vez más personas con conciencia sostenible optan por arreglar sus paraguas en vez de comprar otro”, reconoce esta bilbaína. Ese aumento de la clientela en una tienda sin competencia ayuda a paliar el descenso de los días de lluvia en la villa. Pero sus días están contados.
Una fría tarde de noviembre de 1926, la Société Anonyme —una colección sin sede fija, precursora del MoMA—, creada por la mecenas Katherine Dreier y el artista Marcel Duchamp, mostraba por primera vez en EE UU dos pinturas de Joan Miró, junto a una panoplia de obras de artistas europeos sin rival en el arte norteamericano. Titulada Exposición internacional de arte moderno e inaugurada en el Brooklyn Museum, estaba acompañaba de un catálogo donde Dreier anotó: “Miró es uno de los líderes surrealistas de París. Puede que a uno no le gusten sus cuadros, pero resultan inolvidables”. Las pinturas de aquel “joven español de gran talento y fuerte personalidad” eran Le renversement (La caída, 1924) y Peinture (1926), un “pequeño lienzo azul” —como se titula en la actualidad— que acabó formando parte de su colección personal. Son dos obras decisivas que abren la exposición Miró y los Estados Unidos en la fundación del pintor en Barcelona, y que todavía arden en el recuerdo de quien esto escribe, pues son también el epígrafe de un recorrido deslumbrante. Nos recuerdan que pocos artistas comprendieron tan bien como Miró el apocalíptico poder de la pintura.
Los noventa no se entienden del todo sin Saint Etienne. Desde principios de aquella década, el grupo ocupó un lugar propio en el paisaje del pop británico, como un puente improbable entre la cultura de club y la canción melódica. Responsables de himnos como ‘Only Love Can Break Your Heart’, ‘He’s on the Phone’ o ‘Heart Failed (In the Back of a Taxi)’ documentaron una melancolía urbana muy propia de aquel tiempo finisecular.
InternationalSaint Etienne Heavenly / PiasTú, que tienes ademanes de ensueño, exposición de Lucía C. Pino (Valencia, 1977) abierta en el CA2M de Móstoles hasta el 8 de marzo de 2026, explora cuestiones desde la materialidad y la forma a la capacidad para generar atmósferas de medios dispares como la escultura y la fotografía.
“Esto”, dice Alekséi Pázhitnov con un desordenado cubo de Rubik en la mano, “es mi puzle preferido. Pero también creo que es, sencillamente, una de las mejores cosas que ha inventado la humanidad. Si solo pudiéramos mandar diez cosas al espacio, esta debería ser una de ellas”. Al lado de Pázhitnov, que revolucionó el mundo digital cuando creó el videojuego más vendido de todos los tiempos, el Tetris, sonríe el propio padre del cubo, Ernő Rubik. Ambos dan entrevistas en contadas ocasiones, pero han accedido a hablar con EL PAÍS en el Museo del Videojuego OXO, en Málaga. Rubik, que pasa la mitad del año en San Pedro de Alcántara (Málaga), se acercó este viernes al museo, templo del ocio creativo atestado de niños, donde Pázhitnov recibirá este sábado un premio honorífico.
De la sonrisa de Mona Lisa de Leonardo Da Vinci al hombro descubierto de Madame X pintada por John Singer Sargent que le valió, a la retratada, ser ridiculizada por los críticos de la época por lo que consideraron una actitud vulgar y promiscua. A lo largo de la historia, los hombres han convertido a las mujeres en sus musas y han usado sus cuerpos y sus rostros para expresar sobre el lienzo sus visiones del mundo y también sus deseos. Las mujeres no eran individuos autónomos, sino un canal que conectaba al artista con el público o, incluso, al artista con su propio inconsciente.
Ocurría en El último vals, la preciosa despedida en forma de réquiem glorioso que filmó Scorsese para testimoniar el último concierto de la vibrante The Band, compartida con músicos más allá del bien y el mal como Dylan, Van Morrison y Neil Young. Imagino el llanto, ya que no estaba presente, de tanta gente conmovida. He visto y vivido multitud de conciertos. Pero existen algunos especiales respecto al estado de ánimo del público. Uno fue en julio del 82, en el Calderón, en medio de rayos, aguacero e ilusión compartida cuando aparecieron los Rolling Stones. Esa emoción de los espectadores, la sensación de que determinadas canciones han sido compuestas exclusivamente para ti, para tus emociones, para tu identificación, también lo consigue Springsteen.
Es una danza constante. Bandalos Chinos baila entre el rock y el pop, entre lo emergente y la madurez, entre lo profesional y lo familiar. La banda argentina la conforman seis amigos desde el colegio. Dos pares de hermanos. En su coreografía ecléctica incorporan lo mejor de todos los mundos. “Tenés que aprender a convivir con que un día comés arroz y al día siguiente comés caviar. Un día estás llenando un Auditorio Nacional de 10.000 personas en Ciudad de México y dos semanas antes estabas batallando para meter a 300 en Washington”, cuenta el cantante Gregorio Degano que, junto al guitarrista Iñaki Colombo, responden a la entrevista. Esta noche les toca un punto medio: comen boquerones y tortilla en una terraza de Madrid. Seguirán sus conciertos en la capital, Barcelona y Valencia, donde reunieron casi 4.000 personas.
Corrupción, conflicto, hambre, migración, pobreza, dependencia. El guion se repite y la narrativa sobre África parece haberse quedado atrapada en las mismas historias negativas. “Vemos África a través de una ventana estrecha. El fragmento que entra es real, pero ese fragmento no es todo”, lamentó Carlos Lopes, profesor y economista de Guinea-Bisáu y ex representante especial de la Unión Africana para las relaciones con Europa. “Si abrimos la ventana, entra más luz, cambia la percepción y las decisiones que tomamos, así que también cambia el futuro. África no necesita indulgencia, necesita ser vista”, agregó Lopes este viernes durante el V Encuentro de Periodistas África - España organizado por Casa África y el Ministerio de Asuntos Exteriores de España, centrada en los estereotipos que presiden los contenidos relacionados con el continente.
Las Bolsas mundiales están en máximos históricos, pero el fantasma de una burbuja en la tecnología que arrastre a la economía, la incertidumbre sobre los tipos de interés, los efectos de las erráticas decisiones de Trump y el avance de los populismos intervencionistas han puesto en guardia a los inversores. En España, el 99% de las suscripciones netas de los fondos de inversión en noviembre fueron en productos de bajo riesgo, como la renta fija a diferentes plazos.
Cellnex Telecom es una clara paradoja bursátil. Se trata de una de las compañías que reúne mejor consenso por parte de los analistas, con el 79% de las recomendaciones de compra y un potencial de revalorización del 56% sobre el precio objetivo (39,72 euros), y sin embargo es el peor valor del Ibex en 2025 con un descenso del 16%. En las últimas semanas ahonda su caída hasta cotizar en mínimos de 2019: el anuncio de una retribución al accionista de 1.000 millones con cargo a 2026 no basta para conjurar la presión por la pérdida de negocio que puede traer el esperado proceso de concentración de las telecos.
Una rentabilidad del 5,7% entre dividendo y recomprasMás remuneración. Cellnex ha anunciado que repartirá entre sus accionistas 1.000 millones con cargo a las cuentas del próximo año entre dividendo y recompras. Goldman Sachs concreta que “pagará un dividendo de 500 millones entre enero y julio y recomprará otros 500 millones en acciones, 200 millones más de lo previsto, lo que refleja un abono parcial de los beneficios de la reciente venta de su centro de datos. El resto de las ganancias se utilizará para desapalancarse. En general, esto implica que la compañía ofrecerá una rentabilidad a los accionistas del 5,4% el próximo ejercicio (2,7% por dividendo). Dado que se prevé que el dividendo crezca un 7,5% anual, y podría incrementarse aún más por la mayor flexibilidad que ofrecen las recientes actualizaciones de calificación de Fitch y S&P, el cupón debería ser de al menos el 2,9% en 2027, y vemos un potencial de crecimiento significativo para este objetivo”.
Después de 20 años en Primera División y más de 600 partidos, Raúl García ha dejado atrás la presión constante y la autocrítica feroz. El exjugador de Osasuna, Atlético de Madrid y Athletic disfruta del tiempo, de la familia y de pasiones que antes quedaban relegadas, como los caballos, mientras analiza con honestidad su carrera. Hoy estará en San Mamés y disfrutará como un aficionado más.
La de Valencia es la maratón de los debutantes de postín, como Kelvin Kiptum, que hace tres años corrió sus primeros 42,195 kilómetros en el circuito hasta la Ciudad de las Artes en 2h 1m 53s. Fue una carrera fugaz. Un relámpago en el altiplano. Un año después dejó el récord del mundo en Chicago en 2h y 35s. Cinco meses más tarde se mató en un accidente de coche. Tariku Novales corrió su primer maratón junto al Turia en 2022, y en 2023, allí también, dejó el récord de España en 2h 5m 48s. El debutante más interesante de este 2025 se llama Fernando Carro, madrileño plusmarquista nacional de 3.000m obstáculos y subcampeón de Europa en la misma distancia. Sus ambiciones, en una distancia que descubre, son menores. Lejos de él la tentación de echarles una carrera a los favoritos del domingo (8.15, TDP, Eurosport, À Punt, #Vamos), que buscan superar la mejor marca del año (2h 2m 56s, Sebastian Sawe en Berlín; 2h 14m 56s, Hawi Feysa, Chicago) en uno de los recorridos más rápidos, agradables y cálidos. Nada que ver Carro con Sisay Lemma, que ya ganó en Valencia con 2h 1m 48s (récord de la prueba), en 2023, o con John Korir (2h 2m 43s), que llega de ganar consecutivamente en Chicago 24 y Boston 25. En mujeres, las favoritas son Amane Beriso (2h 14m 58s, su récord de la prueba, cuando ganó en valencia en 2022) o la campeona olímpica de Tokio Peres Jepchirchir, también campeona en Valencia en 2020. “Me basta con hacer la mínima [2h 9m 30s] para los Europeos de Birmingham”, dice Carro, de 32 años. “Estoy adentrándome en terreno desconocido”.
Todavía es posible encontrar bistrós auténticos en París. Bistrós por los que el tiempo no ha pasado y que no renuevan su mobiliario para aparentar un encanto vintage. Bistrós que conservan la cocina de la abuela (francesa, en este caso) y un ambiente popular. Le Bar Fleuri es uno de ellos, una rara avis. Situado en las colinas de la capital, detrás del parque de Buttes-Chaumont, nada en su fachada envejecida, con un toldo de lona raído por los años, podría atraer a un transeúnte despistado. Nada, salvo un cartel amarillo escrito a mano en el que se lee: “Pollo de corral asado con patatas fritas caseras, 6,86 euros”.
Vuelves del puente de diciembre y en la entrada del colegio algo no te cuadra. Falta una familia de las de siempre. ¿Se han dormido? ¿Se han olvidado de que hoy ya había clase? ¿Los han abducido los extraterrestres precisamente solo a ellos? La respuesta no te sorprenderá, porque no son los únicos en hacerlo: están (o siguen) de vacaciones. Además de algún día suelto cercano a un puente, en cada curso siempre hay familias que, por motivos logísticos o económicos, priorizan las condiciones favorables de un viaje lejano por encima de las obligaciones del calendario escolar.
Salgo del portal y me doy de bruces con un rodaje. Camiones de equipo, gente de producción cortando la calle, enormes focos y una cámara en una grúa filmando una escena en el interior de uno de los restaurantes de la calle. Esto, que en cualquier otro barrio de Madrid sería un evento extraordinario, en el barrio de Las Salesas se está convirtiendo en algo tan habitual como la apertura de un nuevo café de especialidad. Es el precio que hay que pagar por vivir en la zona más chic de Madrid (del otro precio, el real, mejor no hablamos).
En la fábrica de vidrio de La Chapelle-Saint Mesmin, en el departamento del Loira, está uno de los mayores ejemplos de resistencia empresarial en Francia. Poco más de 200 trabajadores han hecho este último año su revolución: intentar salvar de la quiebra, con todas las cifras en contra, la emblemática marca de vasos y platos de cristal Duralex, esos en los que han comido y bebido en los últimos 80 años millones de franceses, también españoles, uno de los mercados donde están más presentes.
María Cordero debería estar preparando su llegada a Caracas para las fiestas navideñas, pero está en su casa en España revisando cada pocas horas las notificaciones de su aerolínea. Su vuelo directo a Venezuela fue cancelado y la única alternativa que le ofrecen ahora es aterrizar en Bogotá y, desde allí, continuar hasta la frontera para cruzar a pie hacia Cúcuta, la ciudad colombiana que se ha convertido, de facto, en la nueva puerta internacional de los venezolanos. “Nos dieron donde nos duele”, dice. Su itinerario extraviado es hoy el de miles de pasajeros que intentan regresar —o salir— de un país casi incomunicado.
Emmanuel Roman (París, 62 años) es un hombre atípico en el convulso mundo de las finanzas. Lector voraz, apasionado del arte y amante del fútbol, vive en la soleada Los Ángeles, pero viaja con frecuencia a la bulliciosa Nueva York. Hijo de dos artistas franceses, criado en el bohemio barrio de Montparnasse, estudió matemáticas y economía, pero le gusta la filosofía. Roman, al que muchos conocen como Manny, diminutivo de Emmanuel, es el consejero delegado de Pimco, la mayor gestora de fondos de renta fija del mundo, con una cartera de más de dos billones de dólares. Pacific Investment Management Company (Pimco) es una filial de la aseguradora alemana Allianz. Invierte en bonos soberanos de los países, deuda municipal, corporativa, etc. Pimco es también el mayor acreedor de Prisa, grupo editor de EL PAÍS. Roman fue, además, consejero de Prisa entre 2010 y 2015.