ARTICULO PRIMERO.- Conformar, el Comité de Dirección de...
"Año de la lucha contra la corrupción y la impunidad”
Como todos los años, para conmemorar el día de la Constitución el Congreso de los Diputados abrirá sus puertas a todos los ciudadanos. Una vez más, cuando la gente de la calle llegue al hemiciclo levantará la vista hacia la cúpula buscando los impactos de bala que dejaron las metralletas durante el frustrado golpe de Estado de Tejero. Fueron unos 45 impactos, algunos han sido borrados, pero quedan los suficientes para satisfacer el morbo, hoy convertido casi en un divertimento, puesto que fueron balazos que por suerte no mataron a nadie. Puede que si hubiera muerto algún diputado la sangre habría reclamado más sangre y el golpe hubiera triunfado después de una gran escabechina, pero al final la ráfaga de metralleta quedó solo como una rúbrica de plomo que certificaba el odio que un bando de españoles sentía contra la libertad y la democracia consagradas en la Constitución. En Madrid se conservan otros impactos de metralla mucho más dramáticos. El fotógrafo Robert Capa los inmortalizó con su cámara durante la Guerra Civil en 1936. Están en la pared de una casa humilde de la calle Peironcely, 10, del Puente de Vallecas. El odio y la muerte habían pasado por allí, pero ahora en la fotografía de Capa contra esa pared de fondo roída por las mordeduras de la metralla aparecían unos niños desarrapados jugando en la acera bajo la mirada sonriente de la madre que los vigilaba desde la puerta de casa. Mientras los balazos del hemiciclo y los de la pared de Entrevías están a punto de convertirse en una atracción turística, es evidente que en este país el odio entre los políticos está creciendo cada día y a la hora de insultarse ya van cargadas de plomo las palabras que usan. Cuando los ciudadanos el día de puertas abiertas del Congreso de los Diputados invadan el hemiciclo no es necesario que miren el techo. Basta con que imaginen que entre los escaños la violencia verbal de baja calaña de algunos políticos tiene ya el mismo impacto que la metralla.
Pedro Sánchez acusa el golpe de una nueva semana infernal para el Gobierno y en especial para el PSOE, incendiado otra vez por la desastrosa gestión del caso Paco Salazar, esto es las denuncias por acoso sexual contra el que fuera uno de los hombres más destacados de su núcleo duro, del que salió en junio al publicar elDiario.es las primeras informaciones sobre el escándalo. Seis meses después, el partido ni siquiera se había puesto en contacto hasta esta semana con las víctimas. El final de año está siendo muy duro para un Gobierno al que se le acumulan los problemas políticos tras la ruptura de Junts y también judiciales, ahora que un juez de la Audiencia Nacional le ha pedido al PSOE todos los justificantes de gastos de los últimos ocho años. Ante esa situación, el presidente se aferra a la defensa de la sanidad y la educación públicas frente a los procesos privatizadores de las comunidades del PP y, en concreto, el escándalo del hospital de Torrejón destapado por este periódico.
La presidenta del Consejo de Estado, Carmen Calvo (Cabra, Córdoba, 68 años) recibe a EL PAÍS tras celebrar, junto al Rey y el jefe del Ejecutivo, la reunión preparatoria de los actos por el quinto centenario de la institución el año que viene. En otra semana horribilis para su partido, el PSOE, la exvicepresidenta del Gobierno (2028-2021) y exministra de Cultura (2004-2007) opina sobre los últimos escándalos y sobre las reformas que, a su juicio, precisa la Constitución, que este sábado cumplió 47 años.
Santiago Abascal baja despacio las escaleras de un hotel cuatro estrellas de Badajoz. Alejandro Nieto, Lucía Román y Marta Moreno, de 20 años, extremeños y estudiantes de Enfermería en la Universidad de Extremadura, están ansiosos:
El sector porcino español es la joya de la corona de la ganadería nacional y un motor de la agroalimentación. Su crecimiento ha sido exponencial en las últimas décadas tanto en volumen de producción como en exportaciones, convirtiendo a España en una potencia mundial. Con más de 33 millones de animales, 54 millones de ejemplares sacrificados en 2024 y exportaciones por casi 8.800 millones de euros, se encuentra en el top 4 de países con más cerdos del mundo, solo por detrás del gigante mercado chino (434 millones de cabezas porcinas), Estados Unidos (75 millones) y Brasil (42 millones). En Europa no tiene rival. Logró desbancar a Alemania en 2015, cuyo sector porcino entró en caída libre tras la llegada de la peste porcina africana (PPA) a sus granjas: un virus que no se transmite a las personas, pero que es letal para los animales y que las autoridades germanas aún no han logrado erradicar. La misma amenaza pende ahora sobre España.
El tiempo de armonía en las relaciones transatlánticas terminó. Para los Estados Unidos de Donald Trump, Europa, el proyecto de valores y defensa del orden multilateral basado en reglas, es un adversario. Uno que hay que tratar de reconducir para que camine hacia la vía iliberal y reaccionaria que marca el trumpismo y que siguen sus aliados europeos, los Caballos de Troya ultras, nacionalpopulistas y euroescépticos que buscan dinamitar a la Unión Europea desde dentro y a quienes, en su nueva estrategia de seguridad nacional, Washington —que los denomina partidos y formaciones políticas “patrióticas”— se marca como objetivo impulsar. Una promesa de interferencia, de intromisión en la soberanía europea, que podría sonar propia de autocracias como Rusia o China (aunque con toda probabilidad no harían públicas sus intenciones) más que del histórico aliado que ya no lo es.
A Federica Mogherini la ha engullido esta semana un escándalo que bien podría ser la trama de una de las novelas policiacas que tanto disfruta leyendo. La que fuera jefa de la diplomacia europea entre 2014 y 2019 fue arrestada ―aunque solo durante unas horas— por la policía flamenca el pasado martes a instancias de la Fiscalía europea, que la acusa de fraude y corrupción en la contratación pública dentro de su actual responsabilidad como rectora del prestigioso Colegio de Europa, con sede en Brujas. La imputación de Mogherini y de Stefano Sannino, ex secretario general de los servicios diplomáticos europeos, ha sacudido Bruselas. La investigación de la Fiscalía europea, que por primera vez apunta a la cúspide de la arquitectura comunitaria, es otro guantazo a la credibilidad de las instituciones europeas en un momento en el que estas buscan resguardarse de los ataques que reciben desde dentro y fuera de la UE. Pero el golpe va más allá: la investigación pone en entredicho también la reputación de una institución, el Colegio de Europa, que desde después de la Segunda Guerra Mundial ha venido formando las élites de Bruselas y pone sobre la mesa una vez más las complejas relaciones entre los lobbies y los políticos bruselenses.
Juan se sienta en la mesa de su cocina, abre una lata de cerveza y muestra el último mensaje que le ha enviado su dealer por WhatsApp: un vídeo de apenas unos segundos del paquete de cocaína que le acaba de llegar y que solo se puede ver una vez antes de que se borre automáticamente. La vende a 50 euros el gramo. Si se lleva tres, le hacen un precio especial de 100 euros. Ni siquiera tiene que salir de casa. Si quiere comprar, el vendedor estará en su puerta a más tardar en una hora o antes, si está cerca. “Es muy fácil”, explica este español de 46 años, que vive en Bruselas desde hace más de una década y que habla bajo la condición de que no se revele su nombre real.
Artículo elaborado en el marco del proyecto ChatEurope, financiado por la Comisión EuropeaCuando Oleksandra Matviichuk (Boiarka, Ucrania, 42 años) recogió el Premio Nobel de la Paz de 2022 en calidad de presidenta del galardonado Centro para las Libertades Civiles, dijo en su discurso algo muy significativo: ante la agresión brutal y la ausencia de justicia, muchos activistas por los derechos humanos y por la paz se vieron forzados a defender las ideas en las cuales creen con las armas en la mano. Su persona, su trayectoria, su discurso y el premio de la organización que lidera arrojan luz sobre la defensa de las ideas de paz y derechos en un tiempo de imperialismos desatados y creciente impunidad. Matviichuk concedió esta entrevista el jueves en Saint-Vincent (Valle de Aosta, Italia), en el marco del Grand Continent Summit, una conferencia organizada por la revista homónima para reflexionar sobre el futuro de Europa. En ella, la abogada ucrania se mostró convencida de que “Putin no quiere la paz. Quiere alcanzar su objetivo. (…) Quiere restaurar por la fuerza el imperio ruso”. Tras la conversación, se disponía a viajar a Siria, otro país en el cual la acción de Rusia, mediante su apoyo a la dictadura de Bachar el Asad, debería ser sometida a escrutinio de la justicia.
Isabel Pérez Moñino, la portavoz de Vox en la Asamblea de Madrid, dispara a quemarropa: “¿Dónde están las 25.000 viviendas que usted prometió en el año 2019?”, le pregunta a Isabel Díaz Ayuso un jueves en la Asamblea. Son doce palabras como doce granos de sal en una herida supurante. Porque no, las 25.000 viviendas del Plan Vive que prometió la presidenta para 2027 no se han construido. El objetivo se ha reducido a 13.000, de las que solo 4.875 se habían entregado a 1 de septiembre. Y como las elecciones de 2027 están ya en el horizonte, el dato alimenta la campaña con la que Vox espera reventar la mayoría absoluta del PP. Se llama Madrid Sur en Pie. Busca captar votos en barrios y ciudades tradicionalmente de izquierdas contraponiendo las necesidades en vivienda y servicios con la región espectáculo que creen que está construyendo Ayuso a base de grandes eventos (F1, NFL...). Un “Madrid global”; ”cosmopaleto”; “el patrio trasero de los multimillonarios de medio mundo”, dicen los portavoces de la extrema derecha. Una suerte de Miami europeo. Y todo el mundo, del PP al PSOE, pasando por Más Madrid, ha tomado nota.
En un artículo clásico sobre el ya manido “efecto Bilbao” y sobre cómo el Guggenheim de Frank Gehry desató una fiebre de la que quisieron contagiarse ciudades de todo el mundo, publicado en The Guardian con motivo del 20 aniversario del museo, el arquitecto canadiense, fallecido ayer a los 96 años, recuerda que un mes antes de la inauguración subió al monte de Artxanda. Contempló desde lo alto su flamante criatura de titanio brillar, y pensó: “¿Qué cojones le he hecho a esta gente?”.
Cuando Carlos Benaïm (Tánger, Marruecos, 81 años) llegó al mundo de las fragancias como aprendiz, a finales de los sesenta, se sintió un intruso. Entonces el oficio de perfumista, tremendamente endogámico, se transmitía de padres a hijos: “Yo no tenía nada que ver, pero primero porque la mayoría no estaban tan preparados. En Grasse en aquella época, cuando un chico no iba bien le metían de perfumista; pero yo venía de hacer estudios químicos muy avanzados, había empezado un doctorado y dejé todo para hacer algo creativo que no conocía, sin tener ni idea de si iba a salir bien”, cuenta en la sede de la Academia del Perfume en Madrid, donde presenta su autobiografía A Scented Journey (Nez Éditions). Maestro perfumista en IFF y Académico de Número, sillón Poleo, la Academia le acaba de otorgar también la mención Leyenda del Perfume.
A Scented JourneyCarlos Benaïm Nez Éditions, 2025 184 páginas. 30,95 euros Disponible en inglés y francésHa terminado la entrevista y Lole Montoya, relajada, dice: “Antes me preguntabas sobre lo que significó Nuevo día para la España de 1975. Fue esto…”. Y lo explica sin palabras: la cantaora encoge el cuerpo con las manos ocultando el rostro y luego se yergue con los brazos extendidos y el rostro mirando al cielo. La pequeña performance no puede ser más certera: una España acomplejada y sombría que recibía la muerte de Franco con esperanza. “El Sol, joven y fuerte, ha vencido a la luna”, canta con una voz clara y vibrante Lole en los primeros versos de aquel debut de Lole y Manuel, un álbum de referencia que se publicó meses antes del fallecimiento del dictador y que supuso un fogonazo de luz, un revulsivo anímico en un país que llevaba demasiado tiempo entre penumbras. En lo musical, Nuevo día abrió la puerta a un flamenco moderno y evolutivo varios años antes que Veneno, Pata Negra o del acercamiento de Camarón al rock con La leyenda del tiempo. Ahora Lole va a celebrar el medio siglo de aquel hito con una actuación en el madrileño festival Miradas Flamenkas el próximo 14 de diciembre.
La nueva Estrategia de Seguridad Nacional que acaba de publicar la Casa Blanca ha disipado las últimas dudas respecto a la temida ruptura del lazo transatlántico que tan estrechamente ha vinculado a los europeos con Estados Unidos desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. El enemigo declarado por el trumpismo no es Rusia, ni siquiera China, sino la potencia normativa y receptora de inmigrantes que es la Unión Europea, junto con las instituciones y países solidarios con Ucrania frente a la invasión rusa.
Algo fundamental se está desvaneciendo, casi imperceptiblemente, en el espacio público. Las aceras siguen llenas de gente, los parques también, pero si observamos, o mejor dicho, si medimos más de cerca, la trama sutil de las interacciones sociales parece haber cambiado. Se ha vuelto más escasa.
El machismo no es una suma de conductas puntuales, sino un sistema que atraviesa de manera estructural y transversal todas las esferas de la vida, lo que también afecta a las instituciones públicas y privadas y, por tanto, a los partidos políticos. Ninguna organización está al margen de esta realidad y, por eso, desde posiciones feministas reclamamos transformaciones profundas que garanticen una igualdad real, plena y efectiva.
Emanan vapores viscosos desde la Sala Segunda del Tribunal Supremo, la penal. El más denso es el dilema sobre la causa de la condena (¡carente aún de sentencia!) al ex fiscal general del Estado, por presunta revelación de secretos.
Aunque no se reúna desde hace más de un lustro, esta comisión de las Corts valencianas sigue activa sobre el papel. Su función no es trabajar para elaborar nuevas leyes. Digamos que se trata de un asunto interno: la revisión del Reglamento que rige el funcionamiento del parlamento autonómico. Y como el Reglamento vigente debe ser útil, la comisión está inoperativa y así podría parecer del todo innecesaria, pero allí sigue formalmente constituida porque cumple con una función alternativa. Los partidos designan a su portavoz para que participe en ella y esa elección, que no aumenta la carga de trabajo del diputado en cuestión, tiene premio: un complemento salarial mensual. Son 634 euros, como nos contó Ferran Bono. ¿Qué deben pensar los diputados que puntualmente reciben ese plus en la nómina porque ellos lo valen? Ahora el grupo parlamentario del Partido Popular ha seleccionado a su nuevo portavoz en dicha comisión que cumple a la perfección con esa idea tópica del chiringuito que tanto daña el respeto a la mecánica de las instituciones. Sí, sin vergüenza, el elegido es Carlos Mazón. ¿Qué debe pensar?
Llegamos con formación, idiomas y experiencia, esperando contribuir y crecer, pero pronto descubrimos que lo que importa no es el talento ni la vocación, sino convertir cada relación en una oportunidad. Los contactos, los afterworks, las conversaciones casuales se transforman en fichas de un juego donde, si no rentas socialmente, quedas fuera. La transaccionalidad invade todo: la vida profesional y la social se fusionan en un único espacio donde cada gesto se mide por el beneficio que puede ofrecer. La educación, que prometía abrir puertas, ya no garantiza movilidad; los méritos se diluyen frente a la necesidad de posicionarse. La meritocracia se revela como una ficción, y la precariedad se instala como norma. Es un capitalismo extremo, que nos usa y nos evalúa por nuestra habilidad para extraer valor de cada interacción, dejando la vocación y la autenticidad en segundo plano. Somos jóvenes atrapados en un sistema donde todo es transacción, y sobrevivir implica adaptarse a unas reglas que explotan nuestra energía y distorsionan la idea misma de trabajo digno.