ARTICULO PRIMERO.- Conformar, el Comité de Dirección de...
"Año de la lucha contra la corrupción y la impunidad”
Un altavoz portátil o unos buenos auriculares inalámbricos son algunos de los medios más comunes que tenemos para escuchar música actualmente. No vamos a negar que su practicidad es todo un punto ganador, pero aquellos melómanos de corazón saben que no hay nada como oír la música a través de un tocadiscos.
En verano, es muy común que el polvo, el polen y la suciedad se acumulen en superficies exteriores como el suelo del jardín, la terraza o incluso en la carrocería del coche. Las altas temperaturas y la falta de lluvias hacen que estas partículas se adhieran con más facilidad, dejando una capa de suciedad difícil de eliminar con métodos tradicionales.
Un torbellino de declaraciones, algunas de ellas contradictorias entre sí, rodea la negociación que busca un encuentro entre los presidentes ruso, Vladímir Putin, y estadounidense, Donald Trump, que supuestamente sucedería la semana que viene con el objetivo de lograr un paso definitivo para el fin de la guerra en Ucrania. Este fin de semana caduca el plazo “de 10 a 12 días” que Trump puso a Putin para llegar a un acuerdo de paz con Kiev. La Casa Blanca ha advertido al Kremlin de que si no se desbloquea la negociación le impondrá aranceles punitivos, la espada favorita del presidente estadounidense para cualquier nudo geopolítico que se encuentra en su camino.
¿Acaso los ciudadanos israelíes se muestran complacientes con el cruel asedio al pueblo palestino? ¿Acaso no afecta la matanza de miles de personas inocentes a la identidad que, desde la creación de su Estado en 1948, les ha blindado ante el mundo como víctimas herederas del Holocausto en Occidente? Estas son las preguntas que avanza su inquietante silencio ante los masivos asesinatos en Gaza —con bombas de fuego y también de hambre— a manos de su propio Gobierno. La filósofa francoisraelí Eva Illouz ha analizado magistralmente, en su obra La vida emocional del populismo, el condicionamiento psíquico e ideológico que hace posible habituarse al horror infligido al otro: muestra cómo la derecha y la extrema derecha en Israel, guiadas por el fanatismo y el poder de dirigentes demagogos como Netanyahu, no han cesado de fabricar, desde hace más de 20 años, una opinión pública dispuesta a respaldar legítima y ciegamente prácticas de barbarie en nombre de una concepción patológica de la inseguridad.
Antes, hace no demasiado tiempo, la gente ignoraba su existencia. Hoy es habitual conocer a algún trabajador expatriado. Estos días, en este país, hay infinidad de ellos. La ley dice que como máximo esta figura jurídica se puede mantener durante cinco años. Tiene ventajas fiscales y suele aplicarse a profesionales que llevan una carrera sólida en su empresa de origen. Tras ellos viaja una familia. Las ventanas abiertas son un mayor sueldo, una cultura distinta e incluso, a veces, llegan con un experto que les organiza toda la estancia. Este es el prólogo del Instituto de Estudios Económicos (IEE). Buscan colegios internacionales para sus hijos y zonas de alto poder adquisitivo. Y las casas van en consonancia. Piscina, gimnasio, coworking. También los lugares, sobre todo: Madrid y Barcelona. Pero esto es el arranque.
La sorpresa ucraniaLeonardo Cromstedt, presidente de la inmobiliaria Keller Williams para España y Andorra, lleva 37 años trabajando en el mercado nacional y sólo encuentra una palabra para definir lo que se vive: “Inaudito”. “En la provincia de Málaga se han vendido el triple de casas de más de un millón de euros después de la pandemia que antes”. Los expatriados están aquí. El año pasado compraron el 16% de las viviendas puestas en el mercado. “Hemos visto sorpresas inimaginables, Irlanda está comprando, dada su elevada renta per capita, con fuerza, pero lo que no esperábamos era la aparición de clientes de países que limitan con Ucrania y que adquieren hogares de varios millones de euros”, revela. También están llegando familias enteras. Y nómadas digitales que alquilan dos semanas y luego regresan a su país. “Pensaba que esto se iba a desplomar, pero no. Los próximos dos años veo la misma tendencia”, valora Cromstedt.
De José María Alonso Cebrián –más conocido como Chema Alonso- no hay opiniones tibias: o se le considera un gurú de la informática o un simple vendehúmos. Su forma de vestir informal –vaqueros gastados, camisetas amplias con estampados de grupos musicales y la perenne gorra de lana ocultando su melena canosa- han contribuido a construir esa imagen de nerd alternativo y referente tech. No en vano él se define en su perfil de Linkedin como “hacker” y “entrepreneur” (emprendedor). Lo de hacker lo lleva a orgullo. Tanto es así que realizó una campaña con firmas para que la Real Academia Española de la lengua (RAE), que había definido originalmente el vocablo como “Pirata informático”, añadiera la acepción de “Persona con grandes habilidades en el manejo de computadoras que investiga un sistema informático para avisar de los fallos y desarrollar técnicas de mejora”.
Ronald Lauder fue una figura clave en un acuerdo firmado en 1998 que obligó a los bancos suizos a pagar 1.250 millones de dólares por la gestión de las cuentas de las víctimas del Holocausto. Sin embargo, tras el pacto histórico, se convenció de que las entidades financieras debían haber contribuido con mucho más. “Probablemente quedaron entre 5.000 y 10.000 millones de dólares en el tintero”, explica el presidente del Congreso Judío Mundial. La entrevista tiene lugar en su oficina de la Quinta Avenida, un lugar repleto de fotos borrosas en blanco y negro de víctimas de los nazis.
Al dios del turismo siempre le hemos rendido un culto vergonzante. Pasados los años cincuenta, el Mediterráneo español se iba a convertir en contenedor de los veranos de unas clases medias nacionales y foráneas dispuestas a disfrutar de uno de los inventos del siglo: las vacaciones pagadas. Para algunos, aquello destrozó la costa; para otros, democratizó el mar. En realidad, hizo parcialmente las dos cosas, lo que sin duda cuadra con un fenómeno turístico que lleva en su sangre dialéctica el cabalgar contradicciones. El propio Franco iba a tener que cabalgarlas. Por aquellos mismos años cincuenta, el alcalde de Benidorm y el arzobispo de Valencia riñeron a propósito de la modestia en las playas. A propósito, en concreto, del biquini. El Régimen hizo el cálculo ponderado: ¿mantener la castidad de los buenos hijos del Levante o favorecer la entrada de las turistas —y sus divisas— al país? El resultado es conocido, y en España iban a nacer al mismo tiempo el biquini, el Cuerpo de Técnicos de Información y Turismo del Estado y unos planes de ordenación urbana que, por ejemplo, convirtieron a Benidorm en Beniyork. Buena parte del esplendor y la miseria —¡las contradicciones!— de nuestra época están cifrados en aquella.
La plaza, en un primer vistazo, difícilmente llamaría la atención. Un supermercado, una tienda infantil, un centro de belleza, algún otro establecimiento. Y coches aparcados a lo largo de un cuadrado de hormigón como muchos en Madrid, o en cualquier ciudad. La mejor librería de tebeos del mundo no está precisamente en el mejor lugar. Aunque la familia Marugán, que regenta desde hace tres décadas Akira Cómics, seguramente discreparía: es su barrio de toda la vida. Ahí nacieron y se criaron Jesús e Iván, y allí los cuatro, progenitores e hijos, abrieron, en 1993, el espacio que ha cambiado su historia. Y, al menos un poco, la del cómic: jamás los Eisner (los llamados Oscar del sector) habían premiado dos veces al mismo sitio como mejor librería del planeta dedicada al noveno arte.
Baltasar Lobo (Cerecinos de Campos, Zamora, 1910–París, 1993), escultor, anarquista y republicano, sobrevivió al campo de concentración francés de Argelès-sur-Mer, consiguió llegar a París, se hizo amigo de Picasso, entró en el exclusivo club de los artistas de la vanguardia que se reunieron en la capital francesa a partir del periodo de entreguerras, compartió grandes exposiciones internacionales con creadores como Modigliani, Matisse y Braque. Y es ahora, más de 30 años después de su muerte, cuando España, en concreto, Zamora, celebra a uno de los grandes nombres de la plástica europea de la posguerra con la proyección de un futuro museo que profundice en su trabajo y en su legado, reconocido más allá de las fronteras de Castilla y León.
En la cafetería del Ikea de Shanghái se reúnen cada martes decenas de personas mayores con ganas de hacer amigos y lo que surja. Desde hace años, nadie sabe exactamente cuántos —unos dicen siete; otros, diez; probablemente sean más—, hombres y mujeres jubilados, viudos, divorciados y solteros de toda condición, a partir de los cincuenta y tantos, y sin límite de edad, se dejan caer hacia la una por la cafetería de la segunda planta, toman asiento, despliegan sobre las mesas sin ninguna vergüenza las bolsas con comida y los termos de té que traen de casa, mondan mandarinas, comen pipas, se levantan una y otra vez a rellenar las tazas de café gratis, otean de forma indisimulada —¿un rostro nuevo, alguien interesante?— y arman un guirigay con su animado parloteo. Parecen adolescentes un viernes por la tarde en el parque. Algunos están solos, esperando a que alguien se acerque, como esa señora de allí tan erguida que clava los ojos sobre la mesa. Otros se conocen ya de años viniendo y picotean de un grupo a otro. Se convocan a través de Wechat (el Whatsapp chino). A veces suman más de un centenar de personas y apenas queda una mesa libre. Este corresponsal ha pasado un rato con ellos un par de veces. La primera, en 2024; la segunda, en febrero de este año, cuando se vieron obligados a abandonar su Ikea habitual por unas obras de remodelación. No se resignaron: se citaron en otro de los establecimientos de la multinacional sueca en Shanghái.
Un fin de semana de mitad de julio la gaditana Yolanda Vallejo, su marido y sus dos amigos pulverizaron su récord personal de saraos del que ellos denominan “el verano del sí+”, según explica: “Jueves, concierto de Jennifer López; viernes, de Marc Anthony; sábado, de Raphael, y el domingo ya con un Nolotil en la playa de La Caleta”. Desde la pandemia esta bibliotecaria, de 55 años, decidió que no pensaba perderse un concierto del sinfín de festivales y programaciones culturales que jalonan la provincia de Cádiz en verano. Normal que hasta tenga ganas de que llegue el invierno. “Estoy deseando, porque me voy a quedar en el sitio”, confiesa entre risas.
En Formentera, los pequeños acontecimientos cotidianos se suceden y cobran importancia al margen de lo que pasa afuera en el mundo. La otra noche se proyectó en el Jardí de ses Eres, en Sant Francesc, al aire libre, con categoría de première, el documental impulsado por Manolo Oya y Lorenzo Pepe, Peluts i altres forasters a Formentera, que recupera entrañablemente una parte de la memoria del desembarco de los hippies en la isla y lo que supuso la experiencia para ellos y para los locales. Asistí al pase, multitudinario (acudieron muchos de los personajes que aparecían en la pantalla, recibidos como estrellas) y, dado que todas las sillas estaban ocupadas, tuve que ver la película sentado en el suelo y pegado a otros espectadores, como si hubiéramos regresado a los días del flower power y estuviéramos en una protesta contra la guerra del Vietnam estilo Los ejércitos de la noche de Norman Mailer. La otra cara de los recuerdos evocados en el documental ha sido una velada en el Blue Bar, otrora tan auténtico, convertido hoy en una mezcla de parque temático “Formentera experience” y chiqui park. Eso sí, la vista sobre el mar, la luna creciente, y las icónicas inflorescencias secas de los agaves, preciosas.
El jefe del ejército de Israel, Eyal Zamir, ha adquirido notoriedad estos días por su oposición a los planes expansionistas en Gaza del primer ministro, Benjamín Netanyahu. El ascenso del comandante hasta la posición más alta de las Fuerzas de Defensa de Israel ha ido vinculado a la confianza depositada en él por el mandatario israelí, que lo nombró a principios de año, pero que ya en 2018 había tratado de elevarlo al puesto. Pero ahora, tras casi dos años de guerra en Gaza, la oposición a sus planes lo coloca como un inesperado contrincante.
Nadosha Jawad, de 31 años, no termina de entender el anuncio del Gobierno israelí de extender su ofensiva en la Franja y ocupar Ciudad de Gaza, capital del enclave y su hogar. “La decisión de [Benjamín] Netanyahu es terrorífica”, cuenta a través de WhatsApp —como todos los consultados para este artículo— desde el barrio Mashrou Amer, en el norte de la ciudad. “Si se lleva a cabo, será más difícil que los dos años de guerra que ya hemos vivido”, asegura.
Tras las elecciones municipales y autonómicas del 28 de mayo de 2023, el Partido Popular logró gobernar en más de 3.200 municipios y en 12 comunidades. En algunos casos, en coalición con Vox, y en otros, gracias a su apoyo, ya fuera para la investidura o para lograr que le aprobasen sus iniciativas más adelante. Esta semana, uno de los miles de Ayuntamientos donde el PP tiene la alcaldía, el de Jumilla (27.200 habitantes), ha metido en un atolladero a Alberto Núñez Feijóo al aprobar una norma para vetar celebraciones islámicas en sus instalaciones deportivas como respuesta a una moción presentada por la formación de Santiago Abascal, en plena tramitación de los Presupuestos locales. La estrategia de Génova de avalar la norma y al Ejecutivo jumillano, en lugar de desautorizar a la alcaldesa, ha servido al líder de Vox para sacar rédito y da munición a la oposición. Pero también ha acaparado la agenda estival, ha generado titulares negativos en la derecha mediática, ha recibido el rechazo frontal de la Conferencia Episcopal y ha provocado inquietud a nivel interno.
La polémica moción de Jumilla para impedir a los musulmanes celebrar dos fiestas religiosas en instalaciones municipales tuvo un prólogo en la capital de la Región de Murcia. En el pleno ordinario de junio, el grupo municipal de Vox en el Ayuntamiento murciano presentó una moción similar a la de Jumilla para prohibir que en los espacios municipales se celebren “prácticas foráneas”. Pero el resultado de la propuesta ultra fue bien distinto. Lo que en Jumilla sería finalmente una enmienda parcial al texto de Vox que los populares aprobaron manteniendo su título, en Murcia capital fue una negativa del PP a la propuesta de los ultras. Era, dijeron los populares, “más sectaria de la cuenta”. Después de su no, también a diferencia de Jumilla, optaron por presentar y aprobar una moción alternativa. Y hubo una diferencia más con el pleno jumillano. La propuesta de la localidad de 27.200 habitantes veta de facto el uso de los equipamientos municipales para el habitual rezo, siquiera puntual, de los musulmanes. En la de Murcia, de puño y letra del PP, no se hace mención alguna a esos espacios ni a su uso.
La vida del influencer español Noureddin El Yemlahy, conocido en la red por el alias de Nordin Workout, ha dado muchos giros en poco tiempo. Arrancaba 2025 como un youtuber experto en calistenia —con más de 500.000 suscriptores en esta red social y decenas de miles de seguidores en otras como TikTok e Instagram—, que había sido protagonista de reportajes de revistas deportivas e, incluso, imagen de alguna marca. Sin embargo, a las pocas semanas de empezar el año, la Guardia Civil lo detuvo acusado de supuesto yihadismo y la Audiencia Nacional ordenó ese mismo enero su ingreso en prisión provisional. A sus 29 años, este vecino de Leganés (Madrid) ha pasado más de tres meses entre rejas, hasta que el juez Ismael Moreno decidió ponerlo en libertad en mayo. Ya en julio, ha archivado la causa contra él: “Ahora, ¿cómo se limpia esto?”, se pregunta Nordin, que clamó por su inocencia reiteradamente.