ARTICULO PRIMERO.- Conformar, el Comité de Dirección de...
"Año de la lucha contra la corrupción y la impunidad”
Este texto es una entrega de la Queerletter, la newsletter LGTBIQ+ de EL PAÍS, coordinada por Pablo León.Apúntate aquí para recibirla.
La historia de Vicky López (Madrid; 19 años) es la de una niña prodigio que ha roto un récord de precocidad tras otro en el mundo del futbol. La jugadora del Barcelona y de la selección, hija de un español y una nigeriana, ha firmado el mejor inicio de temporada de su carrera. Suma cinco pases de gol y cinco tantos en solo 10 partidos —es la segunda máxima asistente y la tercera anotadora de la Liga F— y hace unas semanas fue premiada en la gala del Balón de Oro con el Trofeo Kopa a la mejor futbolista menor de 21 años. Le dedicó el galardón a su madre, Joy Félix, que falleció en 2018 por un tumor cerebral, como también hizo cuando ganó el Mundial sub-17 con España y fue elegida MVP. “Espero que estés orgullosa de mí, mamá”, dijo en París la centrocampista. En verano cuajó con la Roja una Eurocopa fantástica y se convirtió en la española más joven —tenía 18 años y 342 días— en marcar en un gran torneo. Ahora se antoja una pieza indispensable en los planes de la nueva seleccionadora, Sonia Bermúdez. Antes de la ida de las semifinales de la Nations League este viernes en La Rosaleda ante Suecia (20.00; Teledeporte), Vicky atiende a EL PAÍS para hablar de las enormes expectativas que pesan sobre ella, de cómo tuvo que madurar a marchas forzadas y de su relación con Alexia Putellas.
Las compañías eléctricas propietarias de la central nuclear de Almaraz (Cáceres) ultiman la petición de prórroga de su vida útil, para evitar su cierre programado para noviembre de 2027. Iberdrola, que tiene la mayoría del capital y cuenta como socios a Endesa y Naturgy, prevé que se presente la petición antes de fin de mes, cuando cumple el plazo para tramitar el plan de desmantelamiento, que el Consejo de Seguridad Nuclear analizará hasta marzo. El apagón nuclear español se decidió en 2019, cuando el contexto mundial era distinto al actual. El Gobierno fijó un calendario de cierres para todos los reactores que empieza con Almaraz I (2027) y termina con Trillo (2035). Cuando en 2020 se publicó en el BOE la última prórroga para Almaraz, se estableció que sería la última. El partido socialista confirmó este calendario en su programa electoral de 2023 y en el pacto con Sumar para investir a Pedro Sánchez.
Los autónomos son como un ecosistema: bajo una misma palabra conviven especies muy distintas. Algunas prosperan al sol y otras sobreviven en la penumbra. Son el diseñador freelance, la abogada con despacho propio, el artesano que vende por internet, el fontanero de toda la vida, el camionero y el dueño del bar de la esquina. Durante décadas, la teoría económica observó un patrón sólido: a mayor desarrollo, menos trabajo por cuenta propia. Pero cualquier predicción sobre la extinción de los autónomos ha resultado errónea. Tras un descenso sostenido, el autoempleo lleva desde 2015 estabilizado en torno al 15% del empleo total, unos 3,3 millones de personas. En otras economías avanzadas se observa un estancamiento similar, e incluso un repunte. El trabajo autónomo no es un vestigio preindustrial, sino una forma de empleo consolidada: flexible, desigual y a menudo sin red de protección.
Resulta que el Gobierno decide camuflar el impulso de una ley socialmente muy sensible con el expedito disfraz de una proposición de ley. Resulta que el Parlamento la aprueba por los pelos, sabiendo que su constitucionalidad, de afirmarse, será por esos mismos pelos. Resulta que, como era previsible, la decisión del árbitro de tal constitucionalidad es criticada por una mitad de la población, capitaneada con acritud y poco acatamiento por el jefe de la oposición. Y resulta, en la última de la serie de catastróficas desdichas, que ese árbitro había decidido sin pensárselo mucho y con indisimulado estrépito interno.
Hay trabajos para los que se requiere pasar un test psicotécnico y, en cambio, para el ejercicio de algo tan serio como ser representante de los ciudadanos en el Congreso no se pide más requisito que el de ser incluido en las listas de un partido cualquiera. Yo voy bajando el listón en mis expectativas con respecto a la clase política. Si en mi ingenuo idealismo creía que debíamos escoger a quienes mejor pudieran desempeñar las tareas de gobierno, ahora me conformaría con que no tuvieran perfiles con rasgos psicopáticos.
En un pasado, más o menos reciente, los mensajes políticos no llegaban a todos los que tienen que votar. O solo llegaban en momentos muy concretos, cuando los candidatos se acercaban a los rincones más agrestes, remotos y olvidados durante las campañas electorales. Ahora no. Ahora cada uno tiene su móvil, incluso en los parajes más apartados del barullo en el que se cuecen los propósitos de los partidos. Es verdad que la radio y la televisión dieron grandes pasos para acercar las tensiones y los avatares del mundo a quienes habitan en la periferia del sistema, pero ahora con los móviles cada persona es el centro alrededor del que pivota todo lo demás. En cada móvil está la realidad entera a gusto de su propietario.
¿Alguien se acuerda de la pandemia? ¿Alguien recuerda las videollamadas, el frío contacto telemático que nos vimos obligados a tener con nuestros amigos y familiares? ¿Ese “quiero abrazarte, pero hay una pantalla en medio”? Pues aún hoy, ya sin restricciones, aunque con el coronavirus dando guerra en algunos cuerpos, hay personas que siguen comunicándose con sus seres queridos exclusivamente a través del teléfono o de las plataformas sociales. Según las conclusiones del barómetro sobre soledad no deseada del pasado año, uno de cada cinco ciudadanos en España se siente solo. Y la interacción digital que impulsamos en la pandemia no sustituye el contacto humano directo: el estudio refleja que la soledad se duplica entre quienes se comunican por redes sociales frente a quienes lo hacen en persona.
La presa de Siles (Jaén), que se inauguró en octubre de 2015, permanece sin tuberías ni canalizaciones una década después ante la indignación de los agricultores de la comarca de la Sierra de Segura, que contemplan impotentes cómo sus olivos se secan año tras año mientras los 30 hectómetros cúbicos de este embalse se pierden aguas abajo de dos ríos afluentes del Guadalquivir. Y en medio de esa insólita situación, provocada por la disputa política entre el Gobierno de la nación (que financió la construcción de la presa) y la Junta de Andalucía para ver quién paga las tuberías, la principal cuenca hidrográfica andaluza acumula un déficit hídrico de más de 1.100 hectómetros cúbicos.
“Galicia es un puzle de 20 millones de piezas. Tiene 53 comarcas, 313 ayuntamientos, 3.771 parroquias y 30.000 aldeas y lugares, uno por cada kilómetro cuadrado del territorio”. Hay “más de 19 millones de fincas, cada una con su nombre, que pertenecen a 1,7 millones de propietarios”. Esa atomización, la propiedad más dispersa de Europa, “daba para sobrevivir más que para vivir y nunca para soñar. Por ahí empieza a entenderse la emigración”.
Pilar Giménez, auxiliar sociosanitaria, tiene 54 años y vive en la calle desde primavera, cuando el banco embargó el piso de San Sebastián de los Reyes (Madrid) por el que se hipotecó hace más de una década para vivir con su hija, ahora veinteañera. “Trabajé de limpiadora, de pinche de cocina, hasta de vigilante de seguridad. Un día dejó de sonar el teléfono y no me llamaron más. Tiré de ahorros, pude ayudar a mi niña a graduarse en Biología, pero se me acabó la prestación del paro y llegó un momento en el que me quedé sin nada”, lamenta. Como ella, hay alrededor de 4.400 personas sin hogar registradas en Madrid porque en algún momento acudieron a un recurso de alojamiento, como puede ser un albergue o un centro de acogida, según los datos más recientes del Instituto Nacional de Estadística, pero desde Cáritas, con motivo de la semana en la que se conmemora el Día de las Personas sin Hogar, advierten de que son muchas más.
La capital catalana vive un fin de semana de creatividad en todas sus formas: mientras el Festival Kosmopolis llena el CCCB de voces literarias internacionales, el 48h Open House abre las puertas de decenas de edificios emblemáticos para descubrir la arquitectura de la ciudad desde dentro. Entre recorrido y recital, la ruta puede continuar a través del paladar, con una escapada por los sabores latinos que los migrantes han traído a Cataluña: de las cachapas venezolanas al acarajé bahiano, o los tacos. Una invitación a un fin de semana para leer, mirar y saborear Barcelona.
En su ensayo El poder de lo cuqui, Simon May apuntaba a cómo detrás de lo “cute” —término que aglutina a la tendencia estética de lo tierno, mono y adorable— se esconden muchos de los miedos e inquietudes de este tiempo. Según esa teoría, bajo lo cuqui y su apariencia de felicidad redonda color rosa, subyace todo lo que no va bien.
DecoradoDirección: Alberto Vázquez.
Género: drama. España, 2025.
Duración: 96 minutos.
Estreno: 24 de octubre.
En Todo lo que asciende tiene que converger, uno de los abundantes cuentos de Flannery O’Connor que muestran a personajes peligrosamente enraizados en el desconcierto, la alienación y el abatimiento, la escritora estadounidense resume así el hastío mental de uno de ellos: “Nunca hablaba de la casa sin desprecio, y nunca pensaba en ella sin deseo”. En My Father’s House, tema perteneciente al álbum Nebraska, sobre cuya creación bascula la película Springsteen: Deliver Me From Nowhere, el cantante de Nueva Jersey clama: “La casa de mi padre resplandece con fuerza y brillo / se yergue como un faro que me llama en la noche (…). Brillando a través de esta oscura carretera / donde nuestros pecados yacen sin expiar”.
SPRINGSTEEN: DELIVER ME FROM NOWHEREDirección: Scott Cooper.
Intérpretes: Jeremy Allen White, Jeremy Strong, Odessa Young, Stephen Graham.
Género: drama. EE UU, 2025.
Duración: 120 minutos.
Estreno: 24 de octubre.
Desde una concepción quizá un tanto simplificadora, frente al habitual calificativo de misógino ejercido hacia August Strindberg y su teatro, Henrik Ibsen, el otro gran dramaturgo escandinavo de finales del siglo XIX, ha sido concebido a menudo como precursor del feminismo literario, sobre todo gracias a Casa de muñecas. Sin embargo, ante Hedda Gabler, otro de los grandes títulos del genio noruego, resulta bastante más complejo encontrar su poder emancipador, ya sea como férrea defensa de la mujer, o como descripción palpable de las poderosas razones que llevan a su mezquino personaje principal a hacer lo que hace a lo largo de la obra.
HeddaDirección: Nia DaCosta.
Intérpretes: Tessa Thompson, Nina Hoss, Imogen Poots, Tom Bateman.
Género: drama. EE UU, 2025.
Plataforma: Prime Video.
Duración: 107 minutos.
Estreno: 29 de octubre.
Por suerte, y aunque parezca mentira, todavía hay en televisión historias inspiradas en hechos reales que no giran alrededor de asesinos en serie ni escrabrosos true crimes. Porque aún hay relatos vitales tan interesantes y únicos, pero de rutina mucho más costumbrista, que merecen ser contados. El de la activista trans y escritora Paris Lees es uno de ellos, uno que se siente como un tortazo a los discursos considerados transexcluyentes que lidera con vehemencia la escritora J.K. Rowling desde hace unos años.
En tiempo récord, Isabella Hammad (Londres, 1991) se ha afianzado como una de las escritoras más destacadas de su generación, en diálogo constante con su herencia palestina, siempre atenta a las fracturas de su tierra de origen. Tras debutar con El parisino, inspirada en la historia de su bisabuelo, la escritora publica Entra el fantasma (Anagrama). La protagoniza Sonia, una actriz anglopalestina que viaja de Londres a Haifa, donde es reclutada por una compañía que trata de montar Hamlet en los territorios ocupados. Acabará interpretando a Gertrudis mientras los ensayos se estrellan contra controles militares, cortes de financiación y los espectros personales y políticos derivados de la ocupación. La novela llega apenas cuatro meses después del ensayo Reconocer al extraño, nacido de una conferencia en Columbia pronunciada nueve días antes del 7 de octubre de 2023: una mirada teórica a los “puntos de inflexión narrativos” que ordenan —y, a menudo, falsean— los relatos históricos, con Palestina siempre en el visor.
Entra el fantasmaIsabella Hammad Traducción de Antonio-Prometeo Moya Anagrama, 2025 400 páginas. 21,90 eurosReconocer al extrañoIsabella Hammad Traducción de Antonio-Prometeo Moya Anagrama, 2025 88 páginas, 11,90 eurosDurante cuatro años lo visitó en la cárcel de alta seguridad. La escritora chilena Nona Fernández (Santiago, 54 años) y el recluso Mauricio Hernández Norambuena (Valparaíso, 67 años) se reunían los viernes, en horas de conversaciones donde ella anotaba recuerdos, reflexiones y penas. El comandante Ramiro, su nombre de combatiente, fue uno de los miembros del Frente Patriótico Manuel Rodríguez que participaron en el atentado contra el dictador Augusto Pinochet en 1986. La autora decidió contar su historia para entender qué lleva a un hombre a vivir la vida que él vivió: “Tomar las armas para defender a una ciudadanía en dictadura no me parece que sea algo enjuiciable, todo lo contrario”, defiende ella.
Nochevieja. Reyes Magos. El cumpleaños. Fechas muy señaladas, por únicas. Casi como ir al cine en 2024, cuando cada español compró apenas 1,5 entradas de media, según el Anuario estadístico recién publicado por la SGAE. Supone la asistencia más baja que se haya registrado jamás, salvo en la crisis de la covid. Y coincide, a la vez, con un crecimiento inédito: el 15% de la población ve filmes en casa diariamente y el 60,7% al menos una vez por semana, en porcentajes aportados por la Encuesta de Hábitos y Prácticas del Ministerio de Cultura. Nunca el público ha consumido más cine. Nunca, sin embargo, ha acudido tan poco a disfrutarlo en una sala. Una maldición que bien resume Frankenstein, de Guillermo del Toro, el estreno más esperado de este viernes: Netflix ni siquiera ha accedido a detallar a EL PAÍS los cines donde se proyecta, antes de pasar a su catálogo digital en dos semanas. Y eso que ofrece un espectáculo fílmico hecho aposta para una pantalla colosal.