ARTICULO PRIMERO.- Conformar, el Comité de Dirección de...
"Año de la lucha contra la corrupción y la impunidad”
Llegaban tambaleándose al final de las escaleras del tercer piso de la calle de Consejo de Ciento. Infidelidades, hartazgos, machistas, violentos, mujeres agotadas. Las vidas resquebrajadas. Pero ella casi nunca contaba nada al volver a casa. Entraba por la puerta y era solo un qué tal el día, bien, en el juzgado. Ya sabéis. Nosotros esperábamos algún detalle, un pedazo de historia para entender el mundo en el que vivía de diez a siete, dependiendo del día y de los casos en la sala de espera. Y cuando quedaba claro que no soltaría prenda, mi padre arqueaba las cejas y yo me conformaba con imaginar qué habría detrás de los regalos que seguían llegando cada Navidad. Los bombones de la señora Parera, las flores de la farmacéutica o las botellas de cava de la portera.
En muchas casas la escena es la misma: un niño en pijama pegado al móvil antes de desayunar, otro que protesta porque quiere llevarse la tablet a la playa, padres que amenazan con apagar el wifi si no se visten de una vez. Las vacaciones, ese tiempo que debería oler a mar, a pino, a montaña, se llenan de pulsos domésticos por cada minuto de pantalla. El desafío no es pequeño: ¿cómo lograr que trepen a un árbol, rueden por la arena o inventen un juego con piedras y ramas?
La cercanía a la ciudad de Sevilla hace que localidades extraordinarias de la Campiña andaluza pasen desapercibidas. Es el caso de Écija, Carmona u Osuna, villas renacentistas que esconden un fabuloso legado histórico y artístico. En esta zona también hay otros rincones imprescindibles llenos del más genuino encanto andaluz. Quizá sean poco conocidas, pero no por ello menos interesantes. Lo que es seguro es que son una apuesta para escapadas futuras, en otoño, cuando el calor ya no apriete.
Más información en la guía En ruta por España y Portugal de Lonely Planet y en la web lonelyplanet.es.
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Familias protagonistas, novelas divertidas o muy serias, relatos breves para disfrute fugaz y ensayos. El verano es un momento para desaparecer entre páginas pasadas a la sombra de un árbol y sumergirse en la lectura.
Apenas el 15,2% de los jóvenes menores de 30 años logra vivir por su cuenta en España, la tasa de emancipación más baja desde que hay registros (2006). La principal razón de que tantos jóvenes sigan en el hogar familiar bien pasada la etapa de formación estriba en los altos precios tanto de compra como de alquiler de una casa. Y aunque la crisis de la vivienda es un problema generalizado en el mundo desarrollado, en el caso de España golpea con especial dureza a los jóvenes: ni un mayor nivel de estudios ni un empleo estable garantizan la posibilidad de poner en marcha un proyecto vital independiente. Más pronto que tarde, esa tormenta perfecta que combina precariedad laboral, falta de recursos y la imposibilidad de acceder a una vivienda va a acabar por hacer inabarcable la brecha entre generaciones y desatará una verdadera crisis social.
La moción que planteó Vox en Jumilla para prohibir la celebración de la Fiesta del Cordero en las instalaciones deportivas de esta localidad murciana era un despropósito. La versión enmendada, apoyada por el PP y Vox, también tiene muchos problemas. Como ha explicado Germán Teruel, la idea de defender manifestaciones vinculadas a “nuestra identidad” o “proteger valores y manifestaciones religiosas tradicionales” choca con la aconfesionalidad del Estado, no encaja con la importancia del pluralismo y la libertad en nuestro ordenamiento jurídico, e ignora el deber de colaboración de los poderes públicos con otras confesiones. No está claro por qué hay que proteger esas manifestaciones religiosas y tampoco sabemos de qué se las defiende: un hecho sociológico central de los últimos 50 años en nuestro país es la secularización, producto de la libre elección de los ciudadanos. La segunda parte de la moción, que restringe el uso de las instalaciones deportivas, puede ser discriminatoria en la práctica: a fin de cuentas, es lo que pretende. No es fácil borrar su origen; su objetivo no es neutral.
Donald Trump continúa inundando la zona. Cada día al menos hay una noticia de impacto procedente de la Casa Blanca. Estos días estivales están siendo especialmente prolíficos en este sentido. Aranceles, inmigración, lucha contra el narcotráfico y, por supuesto, Ucrania, Gaza, y ahora también, Azerbaiyán y Armenia. No hay nada dónde el presidente estadounidense no esté presente. Esta ya fue su estrategia durante su primer mandato, una estrategia que ahora agudiza todavía más.
Es verano y la producción de toldos y persianas se encuentra a pleno rendimiento. A falta de aire acondicionado, sea por capacidad económica, dificultades de instalación, caseros indiferentes al bochorno de sus inquilinos o voluntad de ahorro energético, un equipamiento digno bien puede salvar del calor estival, más allá de los socorridos ventiladores, los climatizadores evaporativos y los refrigeradores portátiles conocidos como pingüinos, entre otros. Al ser de quita y pon, la persiana de pleita, un trenzado de esparto crudo, y las persianas alicantinas o de tablilla vuelven además a llevarse en zonas con fachadas protegidas donde no se pueden instalar persianas o toldos más invasivos.
En la Mezquita de Córdoba, al murmullo de admiración de los visitantes se le ha unido esta semana el trajín del equipo técnico del Cabildo que trabaja en las tareas de intervención de urgencia para retirar los escombros y garantizar la seguridad de la estructura afectada por el incendio que sufrió el templo el pasado viernes. Es algo esencial para que la Policía Científica pueda regresar al edificio y terminar la inspección ocular, que aún no ha concluido, según confirman fuentes oficiales. Esos trabajos terminarán a lo largo de esta semana, según los cálculos del arquitecto conservador del monumento patrimonio de la humanidad, Gabriel Ruiz Cabrero, que ha explicado en una conversación telefónica con este diario en qué consisten estas tareas y las líneas generales del plan de recuperación y conservación para restaurar las capillas dañadas por el fuego.
Los líderes de siete países europeos, el presidente ucranio, Volodímir Zelenski, los presidentes del Consejo y de la Comisión Europea y el secretario general de la OTAN se reunieron ayer por videoconferencia con el presidente de Estados Unidos bajo la presión insólita de ser excluidos de su propio futuro en cuestión de horas. El objetivo, logrado en apariencia, era dejar clara ante Donald Trump la posición común de Ucrania y sus aliados europeos ante la cumbre con el presidente ruso Vladímir Putin en Anchorage (Alaska) para negociar un final de la guerra cara a cara y sin presencia europea: Estados Unidos no puede hablar sobre Ucrania sin Ucrania, y Kiev no firmará nada sin la participación europea.
Guerra arancelaria y económica con Estados Unidos; China, arrasándonos en su avance competitivo; Vladímir Putin, a la espera; la UE, cuestionada entre ataques externos e internos; escenarios bélicos que proliferan en el mundo; sustitución de la cooperación mundial por la confrontación; negacionismo e imposibilidad de una estrategia mundial frente al cambio climático y la inteligencia artificial; auge de las extremas derechas, con sus redes de mentiras y odio; políticas de deterioro de la democracia. Ninguna de estas curvas era previsible hace 15 años. Nuestro mundo actual en nada se parece al de principios de siglo y, aunque todavía en transición, todo apunta a que camina hacia algo muy diferente a lo diseñado tras la caída del comunismo soviético: crecen las inseguridades, vuelve a priorizarse la seguridad nacional y se debilitan las anteriores alianzas con su impacto sobre la cadena global de valor establecida durante lo que llamamos “globalización”, hoy en plena mutación. Incluso la Unión Europea, otrora potencia comercial mundial, se diluye como azucarillo en aguardiente, incapaz de responder a los desafíos de Donald Trump, Putin y China, ni con la unidad ni con la rapidez exigidas. Benjamín Netanyahu avanza en la ocupación de Gaza tras la masacre de palestinos sin que ninguna entidad internacional le pueda parar los pies.
Summertime, la célebre canción de George Gershwin que nos sumerge en el dulce sopor veraniego, es una de las más conocidas páginas de alabanza al verano. Con ella, el compositor estadounidense iniciaba su más ambicioso trabajo: Porgy and Bess, ópera que tardó 10 años en completar. El verano está presente en muchas obras de los grandes compositores, no solo en las conocidas Las cuatro estaciones, de Vivaldi. Maestros como Haydn, Beethoven, Berlioz, Chaikovski, Debussy, Mahler, Schumann, Mendelssohn, Haendel o Bach también sellaron su vínculo con esta estación de diferentes maneras.
Una noticia se encaramó a las portadas de los periódicos y los telediarios hace justo un año: la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaraba a la mpox (antes viruela del mono) como emergencia sanitaria internacional. Meses después, incumplido el temor de una rápida propagación al resto del mundo y una muy elevada letalidad, quedó en el olvido de occidente. Adrián H. Aginagalde, portavoz de la Sociedad Española de Medicina Preventiva, Salud Pública y Gestión Sanitaria, lo resume así: “La situación es la misma, pero ya no hay pánico”.
Los titulares son desalentadores. El cambio climático se acelera, la biodiversidad se desploma y la degradación de la tierra avanza sin cesar. A menudo abordamos estas crisis como tres desafíos complejos y distintos, cada uno con sus propias soluciones. Pero ¿y si la herramienta más poderosa —y a menudo pasada por alto— para abordar simultáneamente las tres crisis estuviera justo frente a nosotros? Y, más concretamente, en nuestros platos.
Ebtihal Sifeeddinn Adam, una joven de Sudán de 22 años, lleva unas semanas tratando de reconciliarse con su hogar en Omdurmán, una de las tres ciudades que conforman el área metropolitana de la capital del país, Jartum. Acaba de volver después de dos años de ausencia, marcados por una devastadora guerra civil que estalló en abril de 2023 y la obligó a huir con su familia. “Los primeros días fueron muy duros”, recuerda, “pero gracias a Dios, pasaron”.
En un momento de Materialistas, el personaje de Dakota Johnson dice que si algo distingue al verdadero amor es que es fácil. Cuando surge, fluye, y eso es justo lo que no le sucede a la segunda película de Celine Song después de su aplaudido debut con la algo sobrevalorada Vidas pasadas (2023). Nuevamente, se trata de un triángulo amoroso, pero su ópera prima poseía un encanto del que carece Materialistas.
MaterialistasDirección: Celine Song.
Intérpretes: Dakota Johnson, Pedro Pascal, Chris Evans, Marin Ireland.
Género: drama, Estados Unidos, 2025.
Duración: 109 minutos.
La proyección de Dangerous Animals (Animales peligrosos) llevó a la última Quincena de cineastas de Cannes el subgénero de sharksploitation a una programación que asumió —por razones bien distintas— riesgos dispares, como con la incómoda Yes, película del isrealí Nadav Lapid; o la dura Militantropos, documental sobre la guerra de Ucrania. La película del australiano Sean Byrne era, sin duda, una excentricidad, pero si recordamos que este año es el del medio siglo de la película que lo cambió todo, Tiburón, la propuesta —con sus rojos y azules saturados— era interesante, aunque esta nueva incursión en el subgénero se aleje bastante del ritual del terror-animal.
Dangerous AnimalsDirección: Sean Byrne.
Intérpretes: Hassie Harrison, Josh Heuston, Jai Courtney, Rob Carlton, Ella Newton.
Género: terror, Australia, 2025.
Duración: 93 minutos.
Por mucho que el título y la sinopsis inviten a pensar lo contrario, Los Muértimer, adaptación libre de las novelas gráficas de Léa Mazé, poco tiene que ver con el estimulante universo visual y narrativo que, según la crítica especializada, ha ido tejiendo la joven historietista francesa en la última década. La película dirigida por Álvaro Fernández Armero prescinde sin disimulo alguno del aspecto más atractivo del material original: su estética deudora de la llamada ligne claire y su atmósfera melancólica. Lo que queda es un producto indistinguible de tantos otros que pueblan el catálogo de una plataforma de streaming cualquiera.
Los MuértimerDirección: Álvaro Fernández Armero.
Intérpretes: Diego Montejo, Iratxe Emparan, Víctor Clavijo, Alexandra Jiménez.
Género: familiar. España, 2025.
Duración: 90 minutos.
Estreno: 14 de agosto.
Obras de grandes maestros como Francis Bacon, Juan Gris, José Gutiérrez Solana, Henri Matisse o Joaquín Sorolla y una exposición temporal dedicada a Maruja Mallo conviven con expresiones artísticas de veinteañeros en el Centro Botín de Santander, donde las paredes vibran como si el mar Cantábrico se meciera detrás de los muros. El museo, que acaba de ampliar su colección permanente con una nueva donación del legado del fallecido banquero y coleccionista Jaime Botín, encara el verano combinando estas piezas con creaciones que se forjan en talleres y actividades dirigidas a jóvenes.