ARTICULO PRIMERO.- Conformar, el Comité de Dirección de...
"Año de la lucha contra la corrupción y la impunidad”
Muy poco se habla de la Asturias de interior y, sin embargo, este verano algunos de sus rincones más desconocidos —y espectaculares— se han convertido en escenario de un rodaje de talla mundial: Teverga y su vecino Somiedo han sido elegidos como plató natural para filmar Amanecer en la cosecha, la quinta entrega de la saga de Los juegos del hambre. Una tierra de hayedos infinitos, gargantas, valles y cascadas; un territorio alejado del turismo de masas que, de pronto, se transforma en set cinematográfico para una de las franquicias más exitosas de Hollywood —la propia franquicia se ha encargado de enseñar a sus casi dos millones de seguidores en Instagram algunos de los paisajes elegidos—.
En América, el fuego ya no es un visitante estacional: se ha convertido en un residente permanente. Solo en 2024, más de 950.000 kilómetros cuadrados —una superficie mayor que Bolivia— ardieron en el continente. La devastación no solo consume bosques: arrasa cultivos, infraestructuras, cuencas hídricas y deja a millones de personas respirando aire contaminado. El impacto climático es colosal: en ese mismo año, los incendios liberaron 2,6 gigatoneladas de CO₂ equivalente a la atmósfera.
Los socialistas se juegan parte de su precaria estabilidad parlamentaria, tanto en el Parlament como en el Congreso, en un nuevo sistema de financiación y una herramienta clave para controlar la recaudación de esos nuevos recursos desde la Generalitat: la Agència Tributària de Catalunya (ATC). Aplazado su estreno en la recaudación del impuesto de la renta del 2026 previsto inicialmente a al menos 2028, el organismo nacido en 2007 gana tiempo para adecuarse a ese salto que supone pasar de recaudar poco más de los 5.000 millones actuales a encargarse de unos 30.000 millones y dar motivos para pensar que se puede encargar del resto de tributos estatales. Los últimos datos de 2024 muestran un récord de ingresos, pero estancamiento tanto en su capacidad para aflorar fraude como en el aumento de la plantilla, que desde 2017 ha crecido muy poco a poco.
La que firma está a dos comas de plantarse en la ferretería, pedir brocha y tinte rojo, y empezar a corregir los panegíricos que algunos atrevidos pintan por el pueblo. “Noelia te kiero”, reza en una señal de tráfico de camino a la playa. Así, sin la coma vocativa tras Noelia y keriendo a la gente como si viviésemos instalados en un eterno SMS escrito desde un Nokia 3310 en 2003.
En política puede defenderse todo. Excluir debates o silenciar posiciones acostumbra a ser un error que acaba alimentando lo que se pretende evitar. Pero no todos los debates son iguales ni todas las propuestas merecen la misma consideración. Nuestras sociedades democráticas tienen una serie de referentes comunes que pretenden ordenar, contextualizar y valorar las concretas propuestas y su alcance.
A veces, la primera pregunta de una entrevista es una toma de contacto, una forma de establecer parámetros y el tono de la conversación. Pero con Carlota Barrera (Gijón, 32 años) sucede algo distinto. Cuando le pregunto por el momento actual que atraviesa su marca, no responde a la ligera. “A veces, en la moda parece que todo el mundo está estupendamente siempre, y lo cierto es que yo he pasado algunas temporadas un poco desconectada de lo que hacía, creo que como resultado de escuchar demasiadas voces”, responde. “Al final, las marcas pequeñas siempre estamos intentando crecer más, vender más, salir más en prensa. Y, al echar la vista atrás, me di cuenta de que había empezado a hacer prendas y colecciones para cumplir unos objetivos que se alejaban de lo que yo quería hacer. Llegó un momento en que me detuve y dije: ‘Pero ¿de quién es esto? Porque mío, no’. A lo mejor desde fuera no se apreciaba tanto, pero me replanteé por qué estaba invirtiendo todo mi tiempo, mi energía y mi dinero en algo que tampoco me hacía increíblemente feliz”.
Anna Moynihan (Taplow, Inglaterra, 43 años) se trasladó con su joven familia a una casa en el sur de Londres que necesitaba reforma. Ella tomó las riendas del proyecto, encargándose de buscar y contratar a los obreros especializados. La tarea le costó lo suyo, ya que era nueva en la zona y no contaba con referencias de amigos o familiares. Era el contacto de referencia durante todo el proceso previo, pero en el momento en el que los trabajadores llegaban a su domicilio hablaban directamente con su marido Paul. “Me pareció una locura. Yo era la persona con la que habían estado tratando, cerrando fechas y presupuestos. Ahí me di cuenta de que no había visto ni una sola mujer en todas las páginas que había consultado. Estuve investigando y fui consciente del desequilibrio de género que había en el sector, lo obsoleto que era”, explica en conversación con EL PAÍS. Entonces nació la idea de montar TaskHer, una plataforma que pone en contacto a particulares con fontaneras, albañiles o electricistas mujeres. Moyniha venía de trabajar en el sector de marketing y Paul de una start up, y la pareja se puso manos a la obra, nunca mejor dicho, para lanzar su empresa, que vio la luz a mediados de 2022.
Al decir arroz con leche, se imagina de inmediato el asturiano, sin dudarlo. Es buenísimo. Cremoso, denso, pero no pastoso en absoluto, dulce, pero no empalagoso, aún cuando a veces se termina con una lámina finísima de azúcar quemada por encima. Es quizá el dulce más típico o más conocido de Asturias, junto con los carbayones de Oviedo y los frixuelos. No siempre fue así y es interesante conocer cómo llegó este postre al Principado cuando en su territorio es imposible el cultivo del arroz, mientras la leche de vaca sí es uno de sus productos emblemáticos.
Comer bien en plena naturaleza es posible. Sea en la playa o el campo, no se necesita más equipamiento que las propias viandas, y todo sin comprometer la seguridad alimentaria. Estas cinco ideas son perfectas para coronar una ruta de montaña con vistas, un baño en las pozas del río, esa cala al final del camino o disfrutar de cualquier rincón tranquilo, lejos del ruido turístico.
Archivos del trabajo, documentación personal, recuerdos en forma de fotografías y vídeos… En la actualidad almacenamos todo tipo de documentos en nuestros ordenadores y dispositivos, y no siempre de forma segura; algo que puede tener consecuencias incluso legales si alguien accede sin autorización a toda esta información. Además de cifrar siempre los archivos por software, hay una opción más segura: hacerlo por hardware. Es decir, utilizar discos duros con encriptación incorporada en el propio dispositivo: un teclado para meter la clave, un lector de huellas…
“Con el agua tenemos la espada de Damocles”. Javier García ha pasado más de cuarenta años de su vida cultivando pepinos, pimientos, sandías y melones en una hectárea y media de tierra, a unos ocho kilómetros del mar, en El Ejido, la comarca del Poniente almeriense. La huerta de Europa.
Cuando pensamos en un deportista, lo que suele venirnos a la cabeza es la imagen de un cuerpo en movimiento: un regate preciso, una entrada a canasta en el momento justo, un saque que decide un partido. Sin embargo, detrás de esos gestos técnicos hay un componente menos visible, pero igual de entrenable: la preparación psicológica como parte esencial del rendimiento adaptativo expresado en el deporte.
Todas las biografías del italiano Alessio Lisci (39 años) sitúan sus orígenes en Roma, pero él hace una puntualización: “Por parte paterna, soy de Tremiti, unas islitas muy chulas que se conocen poco. Me riñen porque parece que no hemos pasado nunca por ahí”, comenta sentado en un pupitre de Tajonar, la ciudad deportiva de Osasuna, el club que lo ha fichado tras su gran paso por el banquillo del Mirandés, con el que disputó la temporada pasada la final del ascenso. Este martes, se estrena en el Bernabéu (21.00, DAZN).
Resulta cada vez más sencillo aceptar que Carlos Alcaraz y Jannik Sinner, juntos y revueltos durante la temporada, tan dispares al mismo tiempo, forman parte ya de la historia dorada del tenis. Así lo reflejan los datos. Español e italiano dibujan de un tiempo a esta parte una rivalidad que bien podría asemejarse ya a la perpetrada por cualquiera de los nombres que a todos se nos vienen a la cabeza.
Recuerdo uno de los primeros veranos de mi niñez por una respuesta contundente de mi padre. En Asturias, lugar de vacaciones familiar desde que mis abuelos habían encontrado una vida allí, lejos de la capital, seguíamos religiosamente el Tour de Francia desde el sofá. Yo aún no sabía muy bien lo que era aquello, pero sonaba bien, era colorido y tenía su gracia en una época del año en la que no había más deportes en televisión. Al otro lado de la pantalla veía hombres en bicicleta sufriendo para encontrar bocanadas de aire en la montaña. En un momento de lucidez le pregunté a mi padre si aquellos ciclistas dejaban de dar pedales al unísono cuando la retransmisión daba paso a la publicidad. A nuestras vidas no habían llegado aún las pantallas divididas, claro. Mucho menos la televisión sin anuncios. Comenzaba el carrusel y sin previo aviso se perdía la pista del pelotón durante varios minutos. Como era de esperar, mi padre se echó a reír. “¡Pero cómo van a pararse todos a la vez!”, respondió. A mi yo de cuatro, cinco o seis años aquella carcajada le ofendió. No solo me parecía una pregunta lógica, sino también de lo más pertinente. Es más, una vez le descubrí los hilos a la marioneta, me intrigó aún más saber que durante largos parones el esfuerzo de aquellos pobres osados caía en saco roto. Fue el primer chispazo con el que el Tour de Francia, el ciclismo más bien, comenzó a permear en mi retina.
“¡No toquen nada!“. Eso es lo primero que los expertos en investigaciones internas dicen a sus clientes cuando les llaman para requerirles que rastreen hasta las entrañas de sus negocios tras detectar una irregularidad. El simple encendido de un dispositivo electrónico puede provocar la modificación de información tan básica como la fecha de último acceso a un archivo, lo que después puede suponer una traba en un juicio. Las empresas contratan estos servicios especializados, como si de policías se tratase, que prestan, habitualmente, las grandes firmas de servicios profesionales por la necesidad de contar con sus sofisticados equipos tecnológicos y programas informáticos para esclarecer qué ha ocurrido en el seno de una compañía en un momento determinado.
La creciente presencia de canciones, voces y rostros generados por Inteligencia Artificial (IA) en Spotify, YouTube o TikTok está poniendo a prueba los sistemas de moderación de las plataformas digitales. Aunque las principales empresas del sector no comparten cifras, Deezer —con diez millones de suscriptores— calcula que cerca del 20% de la música nueva que recibe está creada por IA, lo que equivale a unas 20.000 canciones al día. Mientras tanto, la banda creada por IA The Velvet Sundown ya ha superado el millón de oyentes mensuales en julio apenas unas semanas después de su creación. Ante esta situación, las empresas tecnológicas intentan adaptar sus políticas y regular el contenido, pero se enfrentan a una situación que avanza más rápido que la legislación.
Un enfrentamiento en el Legislativo estatal de Texas por una reforma electoral, lejos de suponer una anécdota, está siendo un episodio revelador de los esfuerzos de los republicanos, bajo las órdenes de Donald Trump, para modificar las leyes electorales estadounidenses en su descarado beneficio, con vistas a las elecciones de 2026.