ARTICULO PRIMERO.- Conformar, el Comité de Dirección de...
"Año de la lucha contra la corrupción y la impunidad”
Puestos unos detrás de otros, los datos abruman. A pesar de que nacen menos niñas que niños, un desequilibrio que tiene su raíz en la adaptación evolutiva humana y hace que en las etapas de enseñanza obligatorias, Primaria y ESO, haya un poco más de chicos (51,5%) que de chicas (48,5%), pasado ese punto las alumnas superan a los alumnos en casi todos los indicadores educativos. Y lo hacen cada vez más. Repiten menos (6 puntos). Se gradúan más en Secundaria (7 puntos). Cursan más Bachillerato (7 puntos). Van más a la universidad (representan el 56,8% frente al 43,2% de los alumnos, una diferencia 2,5 puntos mayor que 10 años antes). Y, una vez en las facultades, se titulan más (60,9%-39,1%). Los chicos son mayoría en Formación Profesional. Pero su predominio, enorme en el Grado Básico ―un programa pensado para que los chavales que van mal terminen la ESO―, se reduce en el Grado Medio y casi se difumina en el Grado Superior.
Carmen Martín aún tiene grabado el día que su hija le dijo que necesitaba hablar con ella porque se planteaba ser madre. “Quería saber si podía contar conmigo, me quedé desconcertada. Le dije que era asunto suyo y lo entendió”, cuenta la mujer de 81 años, residente en Madrid. Se llegó a sentir culpable, pero sabía que no le tocaba esa responsabilidad. “Mi miedo era que lo que empezaba como un acto de amor, se convirtiese en una jornada laboral. Siempre tuve claro que no me quería volcar a esos niveles”, confiesa. Si lo hacía con el primer nieto, que ya supera la veintena, pensaba que debía hacerlo con los que vinieran después. Tiene cuatro, el más pequeño adolescente. “Hay que aprender a empoderarse y a poner límites, también en la familia. Si los abuelos cuidan a los niños y los padres tienen una economía estable, deberían cobrar un sueldo”, defiende.
Bolivia se asoma este domingo a un cambio de ciclo. Tan profundo como aquel que en 2006 supuso el inicio de la presidencia de Evo Morales, un aimara forjado en la lucha sindical de los cultivadores de la hoja de coca. Con Morales y su partido, el Movimiento al Socialismo (MAS), campesinos e indígenas, mayoritarios pero apartados durante décadas del poder, alcanzaron la hegemonía. Fueron casi 20 años, solo interrumpidos entre 2019 y 2020 por el gobierno de facto de Jeanine Añez, tan efímero como fallido. Se suman ahora las evidencias de que los bolivianos votarán por un drástico giro hacia la derecha. Los sondeos le auguran al MAS y a sus desprendimientos de izquierda una amarga derrota en la primera vuelta electoral por la presidencia.
Son las nueve de la mañana y el sol ya calienta. Algunos pájaros se bañan en el estanque. El gato, sigiloso, los observa. El ruido de los motores de los aviones rasga el silencio. Tras ellos el cielo se oscurece. No son nubes. ¡Ojalá! Huele a humo. En este momento mi cuñado está ahí conduciendo un camión motobomba. Por caminos empinados y sin limpiar. Ahora no piensa en sus condiciones laborales de mierda; en sus contrataciones por meses. No piensa en cómo tendrá que buscar trabajo para el invierno. Solo piensa en la forma de atacar este fuego que lo devora todo y en seguir vivo. El camión se agarra al terreno por la pericia del conductor. Las manos aferradas al volante, el corazón palpitante. Mi cuñado arriesga su vida porque ama el monte. Aquel cuyo destino se decide en la privacidad de despachos de quienes tienen otros intereses. Escribió Camus que buscamos proponer ejemplos de comportamiento a quienes llamar héroes y propone como héroe a una persona insignificante y borrosa para dar a la verdad aquello que le pertenece y al heroísmo el lugar secundario que debe ocupar. Mi cuñado quiere pasear mientras caen las hojas de los árboles. Cuando llegue el otoño. Mi cuñado no quiere ser un héroe.
¿Cuál es la mejor obra de arte español? El pasado 3 de agosto, el escritor Arturo Pérez-Reverte abrió un debate (otra vez) en la red social X al expresar su desacuerdo con el historiador del arte Miguel Ángel Cajigal, conocido como El Barroquista, que había afirmado en un programa de radio que el cuadro más relevante de la pintura española es el Guernica, frente a lo cual Pérez-Reverte opinó: “Picasso nos pintó el Guernica, pero Goya nos pintó el alma”. La polémica se recrudeció y alargó la discusión cuando el escritor señaló específicamente el Duelo a garrotazos del pintor aragonés.
Hoy, 17 de agosto de 2025, se cumplen exactamente 80 años de la primera publicación en el Reino Unido de Rebelión en la granja, de George Orwell (1903-1950), y en este día, además de celebrar la vida y la obra de un autor tan influyente y de un ser humano tan singular, me pregunto si esta semana, o este mes, o este año, se publicará algún libro en el mundo que merezca ser igualmente conmemorado dentro de ocho décadas, en el todavía muy lejano año 2105.
Frank Sinatra dijo en los años cincuenta que el entonces naciente rock and roll era “la forma de expresión más brutal, fea, desesperada y perversa que he conocido, huele a falso e impostado, compuesto y cantado por cretinos y matones…”. Unos 70 años después el reguetón es el nuevo anatema de los adultos por repetitivo, machista, consumista y vulgar. De esta constatación parte Oriol Rosell (Barcelona, 1972) para explicar en su ensayo Matar al papito, por qué no te gusta el reguetón (y a tus hijos sí) (ed. Libros Cúpula) cuáles son las razones que alimentan este rechazo a la música hoy dominante, y encima en español, hecho insólito en los anales de la música popular. Aceptando que el concepto de músicas urbanas es ambiguo, Rosell, divulgador cultural, ensayista y profesor Historia de Música Electrónica, cree que tanto el reguetón como el trap “son síntomas de transformaciones estructurales muy profundas que tienen que ver con cambios de modelo del capitalismo en los últimos 30-40 años, con la implantación del neoliberalismo y la desaparición del antagonista, la Unión Soviética”. La música es reflejo del contexto económico y cultural de la sociedad.
Cuando trascendió la identidad de los autores de los atentados de agosto de 2017 en Barcelona y Cambrils, los vecinos de Ripoll (Girona, 10.000 habitantes) quedaron en shock. No podían entender cómo un grupo de chavales criados en este tranquilo pueblo de montaña, que hablaban catalán y parecían integrados en la vida comunitaria, perpetraron una masacre que acabó con la vida de 16 personas. Artículos, libros y documentales han reflexionado desde entonces en torno a una perplejidad que persiste en Ripoll, donde el trauma del 17-A catapultó a la alcaldía a la islamófoba Sílvia Orriols. Ahora, coincidiendo con el octavo aniversario de los atentados este domingo, una investigación ahonda en los factores que impulsaron la transformación de un grupo de amigos y hermanos en una célula yihadista.
En un momento del culto, Jacinta Nzilani, una mujer de 60 años, la persona más mayor de cuantas se han congregado hoy, se levanta y pide el micrófono. La mayoría de los presentes (los más veteranos ataviados con elegantes trajes de domingo, los jóvenes con ropa ancha y deportiva), la observan expectantes. “Yo vengo de un pueblo, que está en una zona rural muy remota, en donde ni siquiera tenemos agua. ¡Oh, creedme! ¡Allí la gente me odia! ¿Sabéis por qué? Porque soy lesbiana. Esa es la única razón que tienen. Yo sé lo que es pasar por eso. Pero, aun así, sé que Dios me ama”, comienza. La gente aplaude, se emociona y vuelve a guardar silencio para que Nzilani siga hablando: “Sé que vamos a encarar muchos problemas, tantos que ni siquiera puedo decirlos. Pero vamos a ser fuertes, vamos a amarnos. Por eso estamos aquí, para celebrar el amor de Dios”.
Los mercados son una coctelera en manos de Donald Trump. La política arancelaria decidida por el presidente de Estados Unidos ha sido el principal catalizador de las inversiones desde que el mal llamado “Día de la Liberación” anunciara la aplicación de los gravámenes a las importaciones más altos en un siglo. Tras 90 días de tregua y una durísima negociación, finalmente la UE ha pactado un arancel del 15% para los productos con destino Estados Unidos. Cuatro meses después, los acuerdos comerciales de EE UU con la UE, Japón, Reino Unido y otros países han aliviado aquellos temores de los mercados.
La volatilidad ha vuelto con fuerza a los mercados. Las tensiones políticas, la incertidumbre sobre los tipos de interés y el huracán Trump, con su plan para levantar un muro arancelario contra el mundo, han provocado jornadas de infarto en los parqués, con bruscos movimientos en los índices. Y aunque las Bolsas han logrado recuperar parte del terreno perdido, el ingrediente de la volatilidad ha removido de nuevo los cimientos del mercado. En este contexto, la pregunta que se cuela en la cartera de los inversores: en tiempos de incertidumbre, ¿es mejor confiar en la gestión activa o en la pasiva?
La serie más adictiva de lo que va de verano ha contado las idas y venidas de la alta sociedad neoyorquina a finales del siglo XIX. La edad dorada (HBO Max) puede parecer un drama de tacitas más, un culebrón de lujo como fue Downton Abbey, de la que es directa heredera —o antecesora en la cronología—. Y es las dos cosas, drama de tacitas y culebrón de lujo, y a mucha honra. Julian Fellowes, creador de la británica y la estadounidense, ha sabido cómo dotar de prestigio a un género que se tiende a mirar por encima del hombro, como si las cosas que le ocurrían a las señoras de bien de antaño fueran menos importantes que las de los vaqueros de Texas o los mafiosos de Londres.
La vuelta de los zuecos se ha anunciado tanto como la del meteorito definitivo pero esta vez, puede ir en serio. Si seguimos el rastro del dinero y los precios de las webs de reventas —señales más fiables que los looks de los influencers—, podemos intuir un otoño abundante en suelas de madera y tachuelas. Los zuecos no favorecen ni gustan del todo a nadie, tampoco son especialmente cómodos, pero cada cierto tiempo todos los llevamos. Será por eso que nunca acaban de irse.
Cada vez hay más vecinos de Barcelona que huyen de la gran metrópoli hacia otras grandes ciudades cercanas en busca de precios de vivienda más asequibles o un mayor bienestar. Municipios de la segunda o tercera corona -Sabadell encabeza la lista- son los preferidos por estos emigrantes locales, atraídos por las buenas comunicaciones con la capital y un catálogo completo de servicios. Los ayuntamientos han empezado a ponerse en alerta y reclaman a la Generalitat mejoras en ciertos servicios para evitar el “colapso”. “Los movimientos migratorios internos generan un incremento de población en las ciudades de la segunda corona que no se puede asumir, ya que los servicios no están dimensionados para absorber este incremento”, alerta Ana María Martínez, presidenta del Arc Metropolità, la entidad que agrupa los alcaldes de la segunda y tercera corona metropolitana.
Construcción de vivienda en augeLos territorios periféricos de Barcelona también están encabezando las listas de construcción de viviendas. Las comarcas del Baix Llobregat y el Vallès Occidental superaron al Barcelonès en número de viviendas iniciadas -2.500 en las dos primeras y 1.600 en la de la capital-, según las estadísticas de la Generalitat correspondientes a 2024. Por municipios, Barcelona está al frente (1.151), seguida de Viladecans (711), Terrassa (669) o Sant Pere de Ribes (650). Pero fuera de estas estadísticas también se hallan anuncios como la construcción de 5.400 pisos en la zona del Centro Direccional de Cerdanyola del Vallès, que sin duda favorecerá este movimiento de población hacia la segunda corona metropolitana. “Ahora hay mucha necesidad de vivienda en el área metropolitana, pero hay poco suelo disponible. Lo que es necesario es construir de forma global, porque tampoco sabes hacia dónde se dirigirán los movimientos migratorios”, apuesta Xavier Vilajoana, presidente de la Asociación de Promotores de Cataluña.
Según el portal idealista, Terrassa y Sabadell ocupan el segundo y tercer puesto de España en la lista de ciudades que reciben una mayor presión de demanda de viviendas de alquiler. Y es que el precio medio en las cocapitales vallesanas (729 y 818, respectivamente), junto al de Vilanova (854) son mucho más atrayentes que el de la capital (1.087), según datos de la Generalitat del primer trimestre de este año.
Hace unos días se anunció el cierre del diocesano Seminario Conciliar (por el de Trento) de Barcelona. Algunos obispos solían utilizar esos seminarios como un jalón en su concurso de méritos ante la jerarquía vaticana de Juan Pablo II o Benedicto XVI. El Papa Francisco lo relativizó. Los tiempos cambian incluso en la eterna Roma, y un seminario interdiocesano no es una mala solución para agrupar a esas menguantes vocaciones (una veintena en Barcelona), en una Cataluña en la que cada vez es menor el peso del catolicismo después de años de credo único, obligatorio e indivisible. El problema es más de fondo.
Cada vegada és més comú que et convoquin per una roda de premsa que no és una roda de premsa. A vegades són inauguracions, altres són dinars, trobades o ―la paraula temuda― esdeveniments on és igual si ets periodista, client o influenciador. L’important és que hi assisteixis i, si pot ser, que en surtis sentint que has viscut una experiència tirant a exclusiva. L’última d’aquestes emboscades amb la qual vaig tenir el plaer d’ensopegar va ser una “visita de premsa” al Palau Moxó, després de les reformes que han transformat aquest palau barroc de la plaça dels sants Just i Pastor. Era fàcil copsar que entre les persones que ens havíem reunit per veure per dins una joia com aquella hi havia pocs periodistes i, en canvi, abundaven promotors de festes, caps de màrqueting i, sobretot, event planners.
La primera escena de Caro Diario (1993), la película más celebrada de Nanni Moretti, presenta a su protagonista, que es el propio director, paseando en Vespa por una Roma desierta. Apenas hay tráfico o viandantes, los edificios vacíos acaparan los planos y Moretti habla de que, en su ciudad, durante el verano, los cines cierran o proyectan lo que nunca exhibirían durante el resto del año (pornografía o cine italiano). Caro Diario comienza durante el Ferragosto, una fiesta de origen pagano que se celebra en Italia cada 15 de agosto. Ese día, y los que lo rodean, muchos de los habitantes de las grandes ciudades se trasladan a la playa o a la montaña y las calles de Roma o Milán que suelen estar atascadas se convierten en decorados solitarios. Muchas otras películas, como Il Sorpasso (una aventura estival coescrita y dirigida por Dino Risi en 1962), han recogido ese momento durante el que, según el tópico, todo un país se va de vacaciones de manera sincronizada.
Una noche de 1982. Todo sucede ahí. Un niño de seis años está sentado en el salón de la casa de su abuela, en un pueblo de Bizkaia llamado Ortuella. Mira con atención a la pantalla de un pequeño televisor en blanco y negro. En uno de sus dos canales, ha visto aparecer los primeros instantes de una serie para mayores.