ARTICULO PRIMERO.- Conformar, el Comité de Dirección de...
"Año de la lucha contra la corrupción y la impunidad”
Hace unos años conseguí que mis odiadores me pusiesen por enésima vez a caldo porque en una entrevista se me ocurrió decir que yo no había trabajado en mi vida. Esa gente entrañable debió de pensar que por fin salía del armario, que esta vez sí me habían pillado, que pronto reconocería que en realidad era nieto del vizconde de Ibahernando e hijo de un potentado extremeño y por eso no había dado un palo al agua en mi vida. Pero la realidad siempre es decepcionante, sobre todo para los odiadores: la realidad es que en Ibahernando no hemos visto un noble en nuestra puñetera vida, que mis abuelos eran campesinos sin estudios, que mi padre perteneció a la primera generación de la familia que fue a la universidad y que yo no he trabajado nunca porque trabajar de verdad consiste en ganarte el pan haciendo algo que no te gusta y yo he procurado arreglármelas siempre para hacer lo que más me gusta, que es leer, escribir y pensar en las musarañas, y por eso sería insultar a quienes trabajan de verdad decir que yo he dado un palo al agua en mi vida.
Es 22 junio de 2025. Sobre una tumba del cementerio de Oviedo hay un enorme ramo de flores blancas y azules con una banda en la que se lee: “Somos de Primera”. Lo ha dejado Ana Estrada Sarmiento, hija, madre y abuela de “oviedistas hasta la médula”, para celebrar con los que ya no están que su equipo regresa, 24 años después, a la categoría de oro del fútbol español. “Tengo 65 y soy socia desde los 8. Mi madre fue la primera mujer socia del Oviedo: tenía el número 17. Mi nieto de 9 meses es el 24.680, y yo, el 180. En esa tumba están enterrados mis padres, mi tío, Manolo Sarmiento, y mi marido, que falleció hace año y medio. Hemos ido juntos al campo toda la vida y quería agradecerles todo lo que empujaron para que el Oviedo volviese a Primera”.
Entre más de 40.000 anuncios de alquiler procedentes de todas las capitales de provincia de España, apenas seis cumplen con el límite de precio teórico que sería asumible por un joven. El Consejo de la Juventud de España (CJE) advirtió este martes que un joven que quiera vivir en solitario tendría que destinar, de media, el 92,3% de su salario para pagar la renta: tres veces más de lo que la Ley de Vivienda fija como umbral de sobreesfuerzo. Una vivienda asequible para un joven, calculaba el mismo estudio, debería costar como máximo 351 euros al mes. Ese mismo martes EL PAÍS rastreó Idealista, el mayor portal inmobiliario de España, en busca de pisos que cumplieran ese requisito. Y el resultado deja claro que encontrar algo así en el mercado inmobiliario actual se parece más a una quimera que a una posibilidad real.
El pirata espera fumando en La Ponderosa, un bar junto a la incorporación del aeropuerto de Ibiza. En su WhatsApp ha saltado el mensaje: “XXXX en aerop”. Las x son la matrícula del coche en el que han llegado al aeródromo tres inspectores de Transportes del Consell. El más veterano de ellos hace guardia como un llanero solitario a 38 grados en la rotonda de entrada, bajo la escueta sombra de una palmera. Armado con un silbato y un chaleco amarillo, detiene vehículos sospechosos de llevar turistas sin licencia, sobre todo furgones de alta gama y cristales tintados, idénticos, salvo porque su matrícula no es azul, a los vehículos con conductor con licencia VTC.
A los mercados les gustan las verdades del barquero. Las que nunca fallan. Las recetas infalibles, casi de perogrullo. Una: todas las burbujas explotan. Y dos: las crisis siempre acaban llegando. Pero los mercados tienen también su lado sofisticado: en un tiempo eterno toda profecía termina por cumplirse, pero en esos dos casos lo difícil es acertar con los tiempos, y se puede ganar mucho dinero apostando al momento en que explotará una burbuja y llegará la crisis. Los analistas habían descontado que las erráticas políticas económicas del trumpismo iban a provocar una sacudida a corto plazo en Estados Unidos, y hubo unos días en abril de auténtica pesadilla, pero el fin del mundo no termina de llegar a pesar de que los datos macroeconómicos palidecen cada vez más. La previsible tormenta ha dado sustos, pero los nubarrones no descargan como prometían. A la corta no se atisba el Apocalipsis. La ansiedad se traslada al medio plazo.
Europa: una página en blancoLo popular en Estados Unidos es universal. Y lo que ocurre con su economía también lo es: los riesgos norteamericanos son un dolor de cabeza global, pero a la vez abren el abanico de posibilidades en otras zonas del mundo. China, de momento, sigue a lo suyo, tratando de forzar el sorpasso en la geoeconomía global. Otros países —el Brasil de Lula, por ejemplo— han adoptado posiciones belicosas contra los aranceles de Trump. Y Canadá, probablemente el espejo en el que debería mirarse Europa, acaba de aprobar medidas para acometer la tríada de problemas que atenaza a todo el Atlántico Norte: su primer ministro, el exbanquero central Mark Carney, ha activado planes para recoser el mercado interior, buscar soluciones al problema de la vivienda y aplicar políticas industriales para elevar la competitividad. En la UE se han presentado una miríada de informes al respecto con el mismo foco: los de Letta y Draghi son los más destacados. La hoja de servicios de las instituciones europeas, sin embargo, está prácticamente en blanco, emborronada además con un pacto comercial entre Bruselas y Washington que, sin ser del todo desastroso, pone de manifiesto todas las debilidades y carencias europeas.
Europa llegó mal equipada a la Gran Recesión, y lo pagó carísimo. En cambio, respondió adecuadamente al Brexit y al covid. Pero ha sido incapaz de despertar ante la amenaza del trumpismo, y sigue viviendo en el ensalmo de que las aguas volverán a su cauce. “No hay mercado único, la seguridad europea es aún muy incipiente y la debilidad alemana es un pésimo punto de partida: Europa ha sido incapaz de confrontar con Trump, algo que sí han hecho otras áreas económicas. No consigue articular una visión, tener un plan. Está empezando a mover sus piezas, por ejemplo en defensa, pero es difícil ver a los Veintisiete acordando algo ambicioso. Así que los analistas oscilamos entre la esperanza y el escepticismo. El objetivo es no desesperarse”, critica Blanchard con un punto de ironía francesa. “No hemos hecho nada, ni siquiera en lo más urgente: esa parálisis es atribuible a Bruselas, pero también a los Estados miembros”, asume una alta fuente europea.
Los deberes están ahí, y son de sobra conocidos: reforzar el mercado único, sacar adelante los eurobonos —un activo de reserva seguro en un mundo en el que cada vez escasean más los activos seguros—, y acelerar la unión bancaria para cuando lleguen los problemas. Pero nadie es capaz de ponerle el cascabel al gato. Menos aún con una Alemania que va a lo suyo. Frente a esa oportunidad, solo estamos viendo dolor: la apreciación del dólar, que se suma a la subida arancelaria, hace mucho daño a las empresas europeas, al continente más abierto del mundo. “Ahora mismo Europa es un actor débil, pero confío en que algún momento la estabilidad, la previsibilidad y el Estado de derecho den dividendos, aunque es evidente que tendríamos que hacer reformas difíciles y no hay apetito político para ello”, señala un optimista Praet.
Los aranceles de Trump están en el 15%, pero el FMI calcula que las barreras en el mercado interno equivalen a aranceles del 45% para la industria y del 110% para los servicios. “Europa es muy dependiente de la visión neomercantilista de Alemania, pero es que todo el mundo se ha vuelto neomercantilista y los bloques con grandes superávits comerciales, y ya no digamos Alemania, lo van a pasar peor”, explica Daniel S. Hamilton. González Laya es, de largo, la voz más crítica: “Nadie nos toma en serio, ni EE UU ni los grandes emergentes”, se queja, “porque hemos sido incapaces de jugar de otra manera en la guerra comercial al no tener ninguna autonomía estratégica”. El talón de Aquiles de la defensa europea ha mejorado, pero más porque las empresas están invirtiendo que porque Bruselas haya hecho los deberes: “Sigue sin haber pasos decisivos hacia un mercado único de la defensa bien integrado”. El otro agujero es, curiosamente, el gran activo del que siempre presume Europa, un mercado único con 500 millones de consumidores. “No hemos sabido quitarnos las anteojeras nacionales y no hay avances, esencialmente en el mercado de capitales: en 2008 ya vimos cuánto dolor acarrea esa línea de falla, y en el covid lo hicimos mucho mejor, pero ahora mismo no veo que vayamos hacia ninguna parte”, apunta la exministra. Francia no está. En Italia, Meloni juega al seguidismo con Trump. Alemania está completamente ensimismada en sus graves problemas internos. La voz de España ha perdido tracción por el ruido político. ¿Y Von der Leyen, la jefa de la Comisión? “Le ha faltado ambición en las agendas geopolíticas, como Gaza y Ucrania, y le ha faltado ambición en las agendas geoeconómicas. Está pensando más en lo que las capitales le van a comprar que en propuestas de calado con verdadero vuelo. Cuando ha hecho falta se ha arrimado a la ultraderecha. No veo liderazgo. Ni visión. Es una decepción. Una decepción enorme”, zanja.
Tener o no tener armas atómicas. Esa es la cuestión. Rusia las tiene y Ucrania no y por eso Volodímir Zelenski tendrá que aceptar el “trato” que Vladímir Putin quiera concertar (si es que quiere) para acabar con la guerra, y mejor si lo hace sin que se produzcan muchos más muertos, porque así el presidente norteamericano Donald Trump podrá seguir presentándose como un “pacificador”.
Dos realidades chocan frontalmente en un cerro reseco al sur de la ciudad palestina de Hebrón. A un lado, Um al Kheir, una pequeña aldea de pastores con caminos de arena, casas sin revestir y tejados de lona en la que viven unas 300 personas. Al otro, a menos de 100 metros y tras un portón de hierro amarillo e importantes alambradas, el asentamiento israelí de Carmel, construido en los años 80, en el que residen unos 600 colonos que tienen agua corriente, electricidad y seguridad.
Consciente de que este puede ser su último verano en el cargo, el primer ministro francés, François Bayrou, no se ha dado una tregua estival y durante estas semanas se ha volcado en tratar de defender sus presupuestos para 2026, cuyo debate anticipa un otoño caliente en los escaños y en la calle. La ley, que incluye 44.000 millones de euros de recortes y medidas muy impopulares como la supresión de días festivos, se presentará en el Parlamento en octubre y debería votarse a mediados de diciembre.
En la era de las redes sociales, cada paso en falso puede tener consecuencias laborales. Lo que empieza con un reel en Instagram bailando en una boda o un trend en TikTok en la playa haciendo deporte puede acabar justificando un despido. Especialmente cuando el trabajador está de baja médica. Los empleados deben andarse con ojo. Subir un contenido a internet haciendo actividades incompatibles con su baja médica puede interpretarse como un engaño o una conducta desleal hacia la empresa. Y los tribunales, en muchos casos, respaldan esa postura.
¿Se puede grabar al jefe para denunciar?Las empresas pueden utilizar mensajes públicos de los trabajadores como prueba, pero los empleados también tienen herramientas legales para defenderse. Una de ellas es la posibilidad de grabar conversaciones con sus superiores para documentar irregularidades dentro de la empresa. Así lo reconoce una sentencia del Tribunal Supremo, dictada en marzo de 2023, en la que los magistrados admitieron como prueba una grabación realizada por un empleado sin conocimiento del empresario. En ese caso, el audio permitió acreditar la existencia de cesiones ilegales de trabajadores. Eso sí, el tribunal aclara que para que estas grabaciones sean válidas deben realizarse en un entorno laboral, y su finalidad debe ser la de denunciar hechos ilícitos o proteger derechos laborales de los empleados.
Conseguir hablar con Graydon Carter (Toronto, 76 años) es casi tan difícil como acceder a los ricos y poderosos de los que se rodea desde que empezó a trabajar como periodista en los años setenta. El pasado marzo, el exdirector de la edición estadounidense de la revista Vanity Fair publicó sus memorias, When the Going Was Good: An Editor’s Adventures During the Last Golden Age of Magazines, y desde entonces está inmerso en una maratón de entrevistas de promoción. Tras cinco meses, su equipo finalmente encuentra un hueco en su agenda, en pleno agosto, para la entrevista con EL PAÍS: 30 minutos por videollamada. Carter se retrasa 20 minutos, pero tiene una buena excusa. “Perdón, mi mujer me estaba terminando de cortar el pelo”, explica desde su piso en el Greenwich Village de Nueva York, donde tiene como vecina a la actriz Bette Midler. “Eres el primero que me ve con mi nuevo corte”, añade, enseñando su característico pelo blanco.
La palabra resiliencia ha tomado protagonismo en los últimos años en nuestra sociedad, siendo cada vez más común su uso en términos psicológicos. Resiliencia proviene del inglés resilience, y este del latín resilio, que significa saltar hacia atrás, rebotar. Según la RAE, la resiliencia es la capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o un estado o situación adversos. Es decir, la capacidad de un ser vivo de sobreponerse a una situación hostil, de estrés o desfavorable, saliendo resurgido, fortalecido y exitoso de esta.
El pronóstico que maneja el Gobierno no es halagüeño. Hasta el martes o el miércoles “habrá llamas” en zonas de Galicia y Castilla y León, sin descartar áreas de Extremadura, afirma una fuente de La Moncloa citando la expresión típica de los técnicos para referirse a fuegos vivos, que, incluso aunque hayan dejado de crecer y estén empezando a ser doblegados, aún es posible que se vuelvan a desmadrar, por ejemplo por un mal golpe de viento.
Galicia es tierra curtida en combatir olas incendiarias pero como esta, ninguna. Lo repiten los vecinos, los bomberos, los agentes forestales, los ecologistas y, ahora ya, las autoridades. Nunca jamás se habían afrontado fuegos tan indómitos, de tales dimensiones, durante tanto tiempo y sin vislumbrar el final en los partes meteorológicos. “Esto es imparable, es como intentar parar el tsunami de Indonesia”, ilustra Rubén Cuiñas, que lleva 22 años de bombero forestal en el distrito de Ourense, la provincia que más arde de España. Las alarmas han saltado también en Madrid. Galicia es ahora la comunidad en llamas que más preocupa al Gobierno de Pedro Sánchez después de la devastación alcanzada en Castilla y León, con dos fallecidos.
“Adiós, te quiero”, “Cuídate, por favor. No hagas tonterías”. Así se despidieron las mujeres y los niños de sus maridos y padres el jueves, como si fueran a una guerra. El fuego llamaba a las puertas de Castromil y desde la Junta de Castilla y León llegó la orden de desalojar, pero un grupo se quedó a defender su pueblo y, durante 48 horas, lo dieron todo en una batalla que ganaron parcialmente. Extenuados, con hambre y con la cara y las manos negras, lograron que el fuego no tocara las casas, aunque todo lo que quedó a su alrededor es el esqueleto de los árboles y un desolador manto negro de tierra quemada.
Una de las técnicas del buitre para identificar dónde se encuentra la carroña es el avistamiento de un grupo de otros buitres sobrevolando un punto concreto. Tras detectar la imagen, el ave se suma a la bandada, aumenta el número de ejemplares y eso provoca que más buitres acudan al lugar en busca de los cadáveres de animales. Una escena así ocurre a mediodía de este sábado en el pico más alto del término municipal de Cabezabellosa (Cáceres), el Pitolero, a 1.400 metros, donde una decena de leonados se arremolina encima de la tierra quemada. “Estos están haciendo el agosto ahora”, apunta Ricardo García, oriundo del pueblo y que ronda los 50 años, mientras inspecciona la zona por primera vez tras el paso del fuego. El suelo del Pitolero parece hoy el cráter de un volcán salpicado de palitos chamuscados. “Qué pena, qué pena. Esto antes era una maravilla”, se lamenta Míriam Muñoz, de 49 años y esposa de García. Minutos antes, ella contiene las lágrimas al poner el primer pie en la localidad tras cuatro días de desalojo.
Los incendiarios están en el punto de mira como uno de los principales culpables de la ola de fuegos que asola España. Desde el 1 de junio se ha detenido a 27 personas y se ha investigado a 83 como presuntas autoras de incendios forestales, según los datos facilitados este sábado por el Ministerio del Interior. Uno de ellos es un brigadista al que se investiga por un incendio que quemó 2.200 hectáreas en Ávila. El hombre, vecino de la zona, podría haber cometido el delito para conseguir un contrato, algo que logró a los 10 días de originarse el fuego.
Marc Castellnou (Tivissa, Tarragona, 53 años) es inspector jefe del Grupo de Refuerzo de Actuaciones Forestales (GRAF) de los Bombers de la Generalitat de Cataluña. Está considerado un experto internacional en estrategias de abordaje del fuego. Divulgador del concepto “incendios de sexta generación”, aquellos casos donde la temperatura ardiente y el terreno recargado de vegetación impulsan una nube de fuego que hace crecer las llamas de manera caótica, señala que hace cinco años este tipo de suceso era extraordinario y ha pasado a ser habitual: “En Galicia hemos visto tres incendios de sexta generación en un mismo día”.
La Cuba de mediados de 2025 es en realidad dos Cubas: una puede contarse, por ejemplo, desde la Torre K, un imponente hotel de lujo de 41 plantas, 155 metros de altura y 600 habitaciones inaugurado este año en el barrio de El Vedado de La Habana, gestionado por la empresa española Iberostar y propiedad del conglomerado empresarial del ejército cubano Gaesa. Desde el mirador de la terraza del piso 32 del rascacielos, que tiene un enorme restaurante y una piscina que en una tarde de finales de julio estaban vacíos, se ve la belleza de una ciudad por la que —desde arriba— no parece pasar el tiempo: el mítico cine Yara, la heladería Coppelia, los hoteles Habana Libre y el Nacional, y, al fondo, en medio del centro histórico de edificios desconchados, el Capitolio y el inmenso mar Caribe.
El propio Robert Morgan, pintor estadounidense de 82 años afincado en Venecia desde hace medio siglo, ya dice que él no es famoso y se quita importancia, pero sí que se ha cruzado con otros que lo eran. Por ejemplo, su amigo el poeta ruso Joseph Brodsky, premio Nobel en 1987, que le dedicó su hermoso y célebre libro sobre Venecia, Marca de agua (Siruela). También se relacionó con Peggy Guggenheim, cuando llegó a la ciudad en 1973. Pero su historia menos conocida, y quizá la más curiosa, es la de su fugaz contacto con John Lennon, del que fue vecino durante dos años en Nueva York, y lo que ocurrió el día que lo asesinaron en la entrada de su casa, el 8 de diciembre de 1980. Porque es la historia de una renuncia, de la responsabilidad de la mirada y de una foto que habría sido histórica, pero que nunca se hizo. Morgan prefirió no hacerla: se asomó a la ventana al oír los disparos y vio toda la escena, entonces cogió su cámara, pero fue incapaz de apretar el botón. “Veía a John, aún vivo, moviéndose en el suelo, pero me di cuenta de que no podía hacer esa foto a una persona que se está muriendo, no me parecía justo”, recuerda. Así que no la hizo. Dejó la cámara y decidió que, en vez de hacer una foto, haría un cuadro.