ARTICULO PRIMERO.- Conformar, el Comité de Dirección de...
"Año de la lucha contra la corrupción y la impunidad”
“Busqué un sitio en Barcelona que tuviera buenas puntuaciones. El ambiente era maravilloso: luz tenue, velitas y música relajante. Hasta aquí, todo perfecto. Entonces entró la experta, que observa tu tipo de piel y te recomienda qué limpieza hacerte… O eso pensaba yo”. Así comienza un vídeo en el que la activista Júlia Salander narra su experiencia al acudir a un centro estético para hacerse una limpieza facial. “Me mira la piel y dice: ‘Uy, tienes manchitas. Tendrías que hacerte láser. Aquí tienes arrugas: deberías ponerte bótox. Y para levantarte la piel, un Indiba. También me dijo que tenía ojeras y que me tenía que poner ácido hialurónico en los labios para hidratarlos. La señora estuvo diez minutos reloj buscándome defectos en la cara. Me pareció tan violento, innecesario y fuera de lugar que le dije me gustan mis arrugas y mis marcas de expresión porque significan que estoy viva. Esto es violencia estética y te hunde la autoestima. Vas a quitarte los puntos negros y te quieren pinchar. Quieren hacer negocio creandónos traumas”, dice la autora de Fuego al machismo moderno (Montena, 2025).
Cuando tienes veintipocos, hay un momento en el que sientes que el verano se acaba y que tienes que tomar decisiones con urgencia. Y eliges caminos raros que distan mucho de la persona que eres, pero lo haces por la presión de que tienes que hacer algo para exprimir el tiempo. Te reúnes con tus amigos para ver si alguno te da la buena —y sorprendente— noticia de que lo han contratado en el sitio donde hizo prácticas; en esas conversaciones también se habla de qué fármaco les ayuda con el insomnio y, mientras, tú sigues analizando que, antes de preguntarnos cómo estamos, hemos hablado de cuál es el proyecto en el que invertimos nuestro tiempo. Como si fuéramos máquinas cuyo único objetivo pasase por buscar la máxima eficiencia, como si eso fuera sinónimo de felicidad. Porque estar haciendo algo, aunque nadie sepa si lloras, tienes ansiedad o no puedes más, es el signo indiscutible de que tienes éxito en nuestra generación.
Cuando tenía 13 años, Marko Kalirhe, un cultivador de café de 46 años que vive en Kivu del Norte (República Democrática del Congo, RDC), perdió a sus padres y tuvo que hacerse cargo de su familia, de siete personas. Cultivar café, un oficio que había aprendido de sus padres, fue su manera de superar las dificultades y le permitió, durante décadas, enviar a sus hermanos y después a sus propios hijos a la escuela. Pero ahora, tras huir de su finca por los combates en el este de la RDC, que se intensificaron a principios de este año, Kalirhe ve cómo se desvanece poco a poco el medio de vida que había construido.
Una cita de Victor Hugo abre el nuevo libro de Nicolas Mathieu: “Pertenezco sin remedio a esa noche oscura que llaman amor”. Ebrio de romanticismo, el autor francés, premio Goncourt en 2018 por Sus hijos después de ellos, inicia así El cielo abierto, su particular tratado sobre el deseo y la pasión. El volumen reúne una serie de textos cortos, originalmente concebidos para sus redes sociales, en los que el amor se presenta como una pasión trágica y devoradora, en la más pura tradición del amour fou teorizado por André Breton. El escritor surrealista lo definía como un sentimiento irracional y arrebatado que escapaba a la convención social y provocaba una especie de iluminación. “Hacía calor y dolía como en una novela de Marguerite Duras”, escribe Mathieu en las primeras páginas, fijando el tono lírico y febril que atravesará el resto de este pequeño libro, breve y fulgurante como un incendio condenado a la ceniza.
El cielo abiertoNicolas Mathieu Traducción de Manuel Cuesta AdN, 2025 128 páginas. 19,95 eurosEl amorFrançois Bégaudeau Traducción de Juan Carlos Durán Irradiador, 2025 96 páginas. 19 eurosA veces lo que haga un autor en su vida privada te puede fastidiar una obra. Es conocido el discurso de que hay que separar la obra del artista, vale, pero eso no quita para que sea más difícil digerir sus narraciones, sobre todo si esa creación puede caer directamente en hipocresía con lo perpetrado por el escritor en su vida real. Sandman, en todo caso, y pese a lo que haya hecho Neil Gaiman, siempre será una de las obras más influyentes e importantes del cómic, y también una de las mejores, pero ya su historia nunca se leerá igual.
Muy poco se habla de la Asturias de interior y, sin embargo, este verano algunos de sus rincones más desconocidos —y espectaculares— se han convertido en escenario de un rodaje de talla mundial: Teverga y su vecino Somiedo han sido elegidos como plató natural para filmar Amanecer en la cosecha, la quinta entrega de la saga de Los juegos del hambre. Una tierra de hayedos infinitos, gargantas, valles y cascadas; un territorio alejado del turismo de masas que, de pronto, se transforma en set cinematográfico para una de las franquicias más exitosas de Hollywood —la propia franquicia se ha encargado de enseñar a sus casi dos millones de seguidores en Instagram algunos de los paisajes elegidos—.
En América, el fuego ya no es un visitante estacional: se ha convertido en un residente permanente. Solo en 2024, más de 950.000 kilómetros cuadrados —una superficie mayor que Bolivia— ardieron en el continente. La devastación no solo consume bosques: arrasa cultivos, infraestructuras, cuencas hídricas y deja a millones de personas respirando aire contaminado. El impacto climático es colosal: en ese mismo año, los incendios liberaron 2,6 gigatoneladas de CO₂ equivalente a la atmósfera.
Los socialistas se juegan parte de su precaria estabilidad parlamentaria, tanto en el Parlament como en el Congreso, en un nuevo sistema de financiación y una herramienta clave para controlar la recaudación de esos nuevos recursos desde la Generalitat: la Agència Tributària de Catalunya (ATC). Aplazado su estreno en la recaudación del impuesto de la renta del 2026 previsto inicialmente a al menos 2028, el organismo nacido en 2007 gana tiempo para adecuarse a ese salto que supone pasar de recaudar poco más de los 5.000 millones actuales a encargarse de unos 30.000 millones y dar motivos para pensar que se puede encargar del resto de tributos estatales. Los últimos datos de 2024 muestran un récord de ingresos, pero estancamiento tanto en su capacidad para aflorar fraude como en el aumento de la plantilla, que desde 2017 ha crecido muy poco a poco.
La que firma está a dos comas de plantarse en la ferretería, pedir brocha y tinte rojo, y empezar a corregir los panegíricos que algunos atrevidos pintan por el pueblo. “Noelia te kiero”, reza en una señal de tráfico de camino a la playa. Así, sin la coma vocativa tras Noelia y keriendo a la gente como si viviésemos instalados en un eterno SMS escrito desde un Nokia 3310 en 2003.
En política puede defenderse todo. Excluir debates o silenciar posiciones acostumbra a ser un error que acaba alimentando lo que se pretende evitar. Pero no todos los debates son iguales ni todas las propuestas merecen la misma consideración. Nuestras sociedades democráticas tienen una serie de referentes comunes que pretenden ordenar, contextualizar y valorar las concretas propuestas y su alcance.
A veces, la primera pregunta de una entrevista es una toma de contacto, una forma de establecer parámetros y el tono de la conversación. Pero con Carlota Barrera (Gijón, 32 años) sucede algo distinto. Cuando le pregunto por el momento actual que atraviesa su marca, no responde a la ligera. “A veces, en la moda parece que todo el mundo está estupendamente siempre, y lo cierto es que yo he pasado algunas temporadas un poco desconectada de lo que hacía, creo que como resultado de escuchar demasiadas voces”, responde. “Al final, las marcas pequeñas siempre estamos intentando crecer más, vender más, salir más en prensa. Y, al echar la vista atrás, me di cuenta de que había empezado a hacer prendas y colecciones para cumplir unos objetivos que se alejaban de lo que yo quería hacer. Llegó un momento en que me detuve y dije: ‘Pero ¿de quién es esto? Porque mío, no’. A lo mejor desde fuera no se apreciaba tanto, pero me replanteé por qué estaba invirtiendo todo mi tiempo, mi energía y mi dinero en algo que tampoco me hacía increíblemente feliz”.
Anna Moynihan (Taplow, Inglaterra, 43 años) se trasladó con su joven familia a una casa en el sur de Londres que necesitaba reforma. Ella tomó las riendas del proyecto, encargándose de buscar y contratar a los obreros especializados. La tarea le costó lo suyo, ya que era nueva en la zona y no contaba con referencias de amigos o familiares. Era el contacto de referencia durante todo el proceso previo, pero en el momento en el que los trabajadores llegaban a su domicilio hablaban directamente con su marido Paul. “Me pareció una locura. Yo era la persona con la que habían estado tratando, cerrando fechas y presupuestos. Ahí me di cuenta de que no había visto ni una sola mujer en todas las páginas que había consultado. Estuve investigando y fui consciente del desequilibrio de género que había en el sector, lo obsoleto que era”, explica en conversación con EL PAÍS. Entonces nació la idea de montar TaskHer, una plataforma que pone en contacto a particulares con fontaneras, albañiles o electricistas mujeres. Moyniha venía de trabajar en el sector de marketing y Paul de una start up, y la pareja se puso manos a la obra, nunca mejor dicho, para lanzar su empresa, que vio la luz a mediados de 2022.
Al decir arroz con leche, se imagina de inmediato el asturiano, sin dudarlo. Es buenísimo. Cremoso, denso, pero no pastoso en absoluto, dulce, pero no empalagoso, aún cuando a veces se termina con una lámina finísima de azúcar quemada por encima. Es quizá el dulce más típico o más conocido de Asturias, junto con los carbayones de Oviedo y los frixuelos. No siempre fue así y es interesante conocer cómo llegó este postre al Principado cuando en su territorio es imposible el cultivo del arroz, mientras la leche de vaca sí es uno de sus productos emblemáticos.
Comer bien en plena naturaleza es posible. Sea en la playa o el campo, no se necesita más equipamiento que las propias viandas, y todo sin comprometer la seguridad alimentaria. Estas cinco ideas son perfectas para coronar una ruta de montaña con vistas, un baño en las pozas del río, esa cala al final del camino o disfrutar de cualquier rincón tranquilo, lejos del ruido turístico.
Archivos del trabajo, documentación personal, recuerdos en forma de fotografías y vídeos… En la actualidad almacenamos todo tipo de documentos en nuestros ordenadores y dispositivos, y no siempre de forma segura; algo que puede tener consecuencias incluso legales si alguien accede sin autorización a toda esta información. Además de cifrar siempre los archivos por software, hay una opción más segura: hacerlo por hardware. Es decir, utilizar discos duros con encriptación incorporada en el propio dispositivo: un teclado para meter la clave, un lector de huellas…
“Con el agua tenemos la espada de Damocles”. Javier García ha pasado más de cuarenta años de su vida cultivando pepinos, pimientos, sandías y melones en una hectárea y media de tierra, a unos ocho kilómetros del mar, en El Ejido, la comarca del Poniente almeriense. La huerta de Europa.
Cuando pensamos en un deportista, lo que suele venirnos a la cabeza es la imagen de un cuerpo en movimiento: un regate preciso, una entrada a canasta en el momento justo, un saque que decide un partido. Sin embargo, detrás de esos gestos técnicos hay un componente menos visible, pero igual de entrenable: la preparación psicológica como parte esencial del rendimiento adaptativo expresado en el deporte.