ARTICULO PRIMERO.- Conformar, el Comité de Dirección de...
"Año de la lucha contra la corrupción y la impunidad”
Escribo mientras el aire aventa las cenizas en Soto de Viñuelas. Y casi doy gracias, aunque apenas se puede respirar en la calle. El fuego del día 11 en Tres Cantos ha arrasado una vida, varias casas, instalaciones, numerosos coches y bastantes jardines; también ha calcinado conducciones y años de esfuerzo. Sí, en otras zonas de España ha sido mucho peor aún y bien lo siento. Ahora, mientras reparamos y amontonamos en la calle lo quemado, afrontamos un reguero continuo de turistas de catástrofes. A pie, en bici o coche, haciendo la carrerita matutina, solos o en familia, fotografían nuestro desastre sin mediar palabra. Algunos ponen cara compungida y los menos musitan un pésame cuando les pedimos que, por favor, no hagan fotos de la devastación de nuestras casas. “Tengo derecho”, suelen contestar molestos. Quizá, pero lo seguro es que no tienen empatía ni mucho respeto al prójimo. Gracias a la ventolera, los turistas han dejado de atascar mi calle. Volverán cuando amaine, me temo. Y los vecinos, además de gestionar nuestra devastación, seguiremos sintiéndonos como tras los barrotes de un zoo.
Rafel González, conocido como Rafalillo de los Motas, se ha criado en los montes de Antequera (Málaga, 41.619 habitantes). A sus 77 años relata que cuando apenas tenía cinco guardaba cerdos, luego hizo de cabrero, más tarde pastor y finalmente de ganadero. Explica que en sus andares por el campo siempre tenía como referencia unas piedras altas, grandes, que le salvaban la vida porque le marcaban el camino cuando caía la montera —niebla local— y no se veía nada. “Al tropezar con ellas, corriendo sabías el lugar exacto donde te encontrabas”, cuenta sobre unas rocas junto a las que ha descansado, conversado e incluso perdido la virginidad. Lo que no sabía este hombre es quién había puesto ahí esos peñascos, que pasaban desapercibidos para los ojos ajenos hasta que la arqueóloga Lidia Cabello ha conseguido identificarlos como menhires instalados desde el Neolítico, hace unos seis mil años, señales ancestrales que guiaban el paso entre el sur y el norte de lo que es hoy la provincia de Málaga. Es decir, entre el mar y el interior.
En el siglo VI antes de Cristo, el filósofo griego Pitágoras fundó una comuna en la que hombres y mujeres compartían sus propiedades para profundizar en los misterios matemáticos del universo. En Japón, la comunidad de Atarashiki-mura comparte sus ingresos provenientes de la agricultura con unas 30 aldeas autoorganizadas. En Alemania, el Centro de Educación e Investigación para la Paz Tamera intenta invertir los efectos del cambio climático a través de la agricultura sostenible y reteniendo aguas pluviales. La ecoaldea Nashira (Colombia) cuenta con más de 80 viviendas construidas por mujeres y niños que han sufrido violencia doméstica o desplazamiento forzado por el conflicto armado.
“No es solo el precio del pan, es que no tenemos futuro”. Coincidiendo con la Cumbre de la ONU en Sevilla, El País publicó varios artículos sobre la situación en el Sur Global. La frase se recoge en un artículo de Patricia Blanco sobre la situación en Kenia, la séptima economía africana y uno de los 14 países en situación de sobreendeudamiento. El estudio de Walter Rodney sobre la situación africana se publicó en 1972 y no ha perdido vigencia. Sigue siendo una buena herramienta para entender que la situación actual de Kenia, como del resto de países africanos, es consecuencia de un modelo económico que pervive en sus diferentes mutaciones. El desarrollo de Occidente y el subdesarrollo de África son dos procesos de un mismo sistema: el imperialismo colonial. Es algo que queda claro en la frase del Coronel Ewart Grogan, quizá el colono blanco más famoso de Kenia: “Les hemos robado la tierra, ahora debemos robarles los brazos y las piernas”.
Cómo Europa subdesarrolló a ÁfricaWalter Rodney Prólogo de Ángela Davis Traducción de Beatriz Ruiz Capitán Swing, 2025 424 páginas. 25 eurosUna de las grandes tendencias de la televisión en abierto de los últimos años es la de los concursos con famosos haciendo cosas: bailando, cocinando, conviviendo, sobreviviendo... Esta apuesta dominará la televisión pública en la nueva temporada con tres formatos que RTVE tiene en preparación, los tres previsiblemente para el horario de máxima audiencia de La 1. Y en los tres habrá famosos haciendo cosas fuera de su zona de confort.
Este verano se han cumplido 30 años del estreno de Clueless la comedia adolescente dirigida por Amy Heckerling y protagonizada por Alicia Silverstone, Brittany Murphy, Stacey Dash y Paul Rudd, y que adaptó, de forma libérrima pero a la vez asombrosamente precisa, la novela Emma de Jane Austen al Beverly Hills de los noventa. En la cinta, para aquellos que aún no hayan tenido ocasión de verla o la hayan olvidado, asistimos a la vida de Cher Horowitz (Silverstone), una estudiante rica, popular y carismática que vive con su padre, un abogado de éxito.
Encontrar una buena crema para un tipo de piel en específico no es una tarea tan fácil como puede parecer, porque cada piel es un mundo y no a todos nos garantiza un resultado efectivo el mismo tipo de crema. Muchas cremas prometen un alivio inmediato o un efecto calmante, pero en la práctica, terminas con rojeces, picor o una sensación pegajosa durante horas. Si eres una persona con la piel sensible, ya estarás más que acostumbrada a desconfiar de cualquier producto que no especifique bien sus ingredientes o del que no tengas referencias claras. Con el paso del tiempo, todos vamos sabiendo, aunque no seamos unos expertos en la materia, los componentes que le hacen bien a nuestra piel y cuáles nos generan picor, irritación e incomodidad.
“Hace mucho calor”, se disculpa en un español cargado de acento francés un turista ante la invitación de un cochero para dar una vuelta turística a bordo de su calesa. Él y su caballo están apostados en una de las escasas sombras que ofrecen los naranjos que bordean la catedral de Sevilla. Como él, otros cuatro compañeros con sus animales se protegen de los casi 36º que marca el termómetro. Son los únicos que desafían al mediodía la ola de calor. “Agosto no suele ser de los mejores meses para nosotros, pero con estas temperaturas los viajes aún se reducen mucho más”, constata el hombre, que prefiere no dar su nombre. Explica que tampoco hidrata más al equino que en otras épocas del año. “Hay que darle agua siempre y de la misma manera”, añade. En el caso de la capital hispalense, el Ayuntamiento tampoco impone requisitos específicos para proteger a los caballos en esta estación.
Aunque el poeta Gil Scott-Heron augurase que la revolución no sería televisada, en la película Perseguido (1987), Arnold Schwarzenegger volvió a demostrar que los axiomas están para derribarse. El culturista era la estrella de una distopía donde un gobierno totalitario se constituía en EE UU y a los más desfavorecidos les daban caza en un brutal concurso de televisión, virtualmente imposible de ganar. Al héroe, un capitán acusado en falso de una matanza de civiles, le enviaban a competir para sacrificarle frente a la audiencia, pero, como no podía ser de otro modo, el personaje de Schwarzenegger destruía a sus captores uno a uno, de forma violenta y siempre con una coletilla graciosa para cada ejecución. No solo tumbaba la dictadura a pulso con sus músculos en pleno prime time, también tenía tiempo de conquistar a una hermosa concursante en apuros, encarnada por la cantante y actriz cubana María Conchita Alonso.
Otra vez esa sensación: la luz del sol calienta mi rostro como un puré blando y espeso y me trae aquellos veranos en Caños de Meca, cientos de años atrás, bajando a la playa acalorados, aquellas escaleras serpenteantes donde siempre estábamos a punto de matarnos y en las que una vez encontramos un camaleón de ojos saltones que le hizo mucha gracia. Recuerdo la playa, las noches de flamenco, la arena entre los dedos de los pies, el cajón, la guitarra y la flauta travesera (yo amaba su sonido sinuoso) y el firmamento dándonos cobijo oscuro —todas las estrellas, todas— y perfectamente redondo porque todo era entonces así: esférico y perfecto. Recuerdo su cuerpo fibroso perlado de sal mientras se comía una gamba gorda y hermosa y una gota de mar caía en su ombligo desnudo, plof, y se oían las olas y yo le decía: “Tu piel es dorada como el pollo frito”.
Si hay un tren mítico entre los viajeros que eligen recorrer Tailandia evitando las rutas aéreas para que el cuerpo no llegue al destino varias horas antes que el alma es el que conecta la capital del país, Bangkok, con la deliciosa ciudad norteña de Chiang Mai. Este viaje sobre raíles que serpentean en muchos de sus tramos entre la frondosa vegetación de la jungla o de bosque húmedo discurre también por varias ciudades o enclaves arqueológicos que bien merecen una escala breve.
Matrona por vocación, Celia Padilla (Valencia, 32 años) se sintió desde muy joven fascinada por lo que muchos llaman “el milagro de la vida”, esa mezcla de ciencia, instinto y emoción que envuelve la llegada de un bebé al mundo, según relata. Más tarde, cuando comenzó a ejercer su profesión, descubrió que ser matrona es mucho más que asistir nacimientos: “Es acompañar a las mujeres. Es sostener, guiar, cuidar con conocimiento técnico y sensibilidad. Es estar presente sin invadir, y dar confianza sin imponer. Esa dimensión más humana y emocional de la profesión fue lo que terminó de enamorarme”.
Primero fue el reishi. Luego, el cordyceps y, más tarde, el shiitake. El nuevo hongo de moda en tiendas bio y menús veganos se llama melena de león o Hericium erinaceus, por su nombre científico: un champiñón con forma de erizo albino y fama de potenciador cognitivo, que está intentando también hacerse un hueco en la cocina. A su favor tiene una textura tierna que recuerda a las mollejas de ternera y un rosario de propiedades nutritivas que han propiciado su éxito como suplemento alimenticio. En contra, la complejidad de su cultivo, que encarece el producto y desanima tanto a productores como a cocineros a trabajarlo en fresco.
Nadie sabe cuántas croquetas quedan en la cámara frigorífica del asador Zubikoetxea porque Japitxi, el dueño del establecimiento, se niega a decirlo. Lo que sí se sabe es que cuando se terminen no habrá más, pues el que las hacía murió repentinamente a principios de verano durante un trayecto en moto. “Hay las que hay, y ya veremos a quién se las ponemos y qué hacemos con la última”, dice Japitxi con ojos vidriosos, en una rara exhibición de sentimientos por estas tierras tan poco dadas a la lágrima. Desde que murió Roberto, Japitxi no atiende ya a peticiones de croquetas, sino que las concede caprichosamente a quien le parezca digno de ellas. Si cae una en la mesa del cliente es por sorpresa, y créanme, impresiona comer algo preparado por las manos de un muerto, con la certeza de que el bocado que uno saborea es fruto de una receta que muere con él.
En la terminal de cruceros de Marsella, a casi ocho kilómetros del coqueto Puerto Viejo que marca el centro de la urbe, hay atracados cuatro enormes buques. Detrás de ellos, siguiendo la costa en dirección norte, se aprecia otro en los astilleros. La silueta de estos hoteles flotantes forma parte de las vistas habituales que tienen algunas de las viviendas del humilde barrio de Saint-André, al noroeste de la ciudad, el más cercano a la zona portuaria. Sus vecinos tienen que convivir con el rugido constante de los motores de estas moles de acero, que deben seguir encendidos para poder prestar los servicios de abordo. La brisa marina hace que hoy apenas sea perceptible el humo que expulsan sus chimeneas, pero dicen los lugareños que hay días en que nubla el ambiente.
“Creo que entre todos debemos mejorar el mundo”. Con esta frase, pronunciada en las escalinatas del Palacio de la Magdalena, se despide María Paz García Vera (Madrid, 61 años), catedrática de Psicología Clínica (UCM) y directora de la Fundación Complutense. Especialista en estrés postraumático y depresión, y con una amplia trayectoria en la atención a víctimas del terrorismo —colabora con la Asociación Víctimas del Terrorismo (AVT)—, fue delegada del Gobierno en la Comunidad de Madrid (2019-2020) y el pasado diciembre recibió la Cruz al Mérito Militar con Distintivo Blanco.
El fuego de la hoguera crepita, proyectando reflejos anaranjados sobre los rostros de frente prominente de un reducido grupo de neandertales. El olor a carne asada atrae a los depredadores que, sin embargo, se mantienen a distancia por miedo. Mientras unos humanos desgarran músculos y tendones con lascas de sílex, otros machacan los huesos para extraer la nutritiva médula ósea. Una vez procesados, los más pequeños acaban en las llamas, a diferencia de los más grandes que son lanzados por encima de sus cabezas hacia atrás, cayendo y acumulándose en una zona de desperdicio. Al alba, con las cenizas aún humeantes, el refugio se abandona, dejando tras de sí acumulaciones de huesos y herramientas de piedra. Pasados 100.000 años, y contando con un milagro geológico, esos restos se convierten en un yacimiento paleontológico.
La primera vez que Xabi Alonso tuvo que explicar cuáles eran las urgencias del Madrid al llegar al Mundial de Clubes, pareció que el entrenador seguía siendo Carlo Ancelotti. El nuevo técnico habló de lo mismo que el antiguo, con palabras casi idénticas: las distancias, el compromiso, el equilibrio... El disco de siempre, en referencia, sobre todo, al mejorable trabajo defensivo del equipo. El asunto, punto crítico de los blancos en el último año, apunta de manera directa al esfuerzo y convivencia de Vinicius y Mbappé, las dos estrellas que con bastante frecuencia se desentendieron la temporada pasada de correr hacia atrás y que, además, no hicieron match como pareja ofensiva.
Los resultados del primer semestre han puesto de relieve la compleja situación que atraviesan los grandes grupos europeos especializados en artículos de lujo. Gigantes como LVMH, Kering, EssilorLuxottica, Hermes, Pandora y Moncler registraron en los seis primeros meses del año un retroceso en sus márgenes de rentabilidad operativa [ver tabla], que apuntan a compensar con dos grandes palancas: subidas de precios y reducción de costes.