ARTICULO PRIMERO.- Conformar, el Comité de Dirección de...
"Año de la lucha contra la corrupción y la impunidad”
Por primera vez en la historia de Brasil, un tribunal civil juzga a mandos militares por un golpe de Estado. Este 2 de Septiembre, el capitán retirado Jair Bolsonaro, tres generales, un almirante de la flota, un teniente coronel y dos civiles empezaron a ser juzgados en la Corte Suprema por cinco delitos: organización criminal armada, intento de abolición violenta del Estado democrático de derecho, intento de golpe de Estado, daños agravados y deterioro del patrimonio protegido. Es casi seguro que serán condenados, dada la abundancia de pruebas, pero el mero hecho de que sean juzgados ya es una enormidad para un país cuya República comenzó con un golpe militar, vivió varios más y finalmente fue devastado por una dictadura militar que duró 21 años (1964-1985), una dictadura que dejó un reguero de cuerpos torturados, muertos y desaparecidos sin que los responsables fueran nunca castigados.
Escandalosas (BBC, 2025) seria un altre fulletó ambientat en el luxe aristocràtic, on cal saber agafar la tassa de te, si no fos perquè les batalles familiars no se centren en la gelosia d’una senyoreta pel promès de la primera dama jove. Escandalosas, ambientat en els anys trenta, està basat en la documentada existència de la família Mitford, anglesa.
Pobrecito el verbo “carbonizar”, abandonado por periodistas y portavoces como si hubiera hecho algo malo. Podía haber obtenido en estas semanas su momento estelar, cuando cerca de 400.000 hectáreas de masa arbórea se reducían a carbón (eso significa “carbonizar”). Él levantaba la mano invocando su idoneidad para la ocasión, pero se desoían su valor, su rigor, su precisión. Algún designio ha impuesto en su lugar del verbo “calcinar”, que etimológicamente se refiere a “reducir a cal” y que por tanto se puede presumir destinado a aparecer cuando se queman coches, avionetas, casas o metales en general.
Cuando Félix Bolaños y Oriol Junqueras firmaron en Barcelona el acuerdo de investidura de Pedro Sánchez, el 2 de noviembre de 2023, que tenía como gran estrella la quita parcial de la deuda de la Generalitat con el Estado de 15.000 millones de euros, el mundo conservador se echó encima del Gobierno. Enfrascado en contentar a los independentistas y lograr la investidura, el Ejecutivo apenas explicó que esa quita serviría para todas las autonomías de régimen común e, incluso, que algunas gobernadas por el PP se verían más beneficiadas que la propia Cataluña. Pero poco a poco, el Ejecutivo ha ido demostrando con datos que esto será así, que, como explicó este martes María Jesús Montero con cifras oficiales, la comunidad con más potencial quita de deuda en términos absolutos, casi 19.000 millones de euros, será Andalucía, la que más quita tendrá per cápita será la Comunidad Valenciana, y la que más quita tendrá en porcentaje, más de un 50% de su pasivo, será Canarias. Siempre que la pidan, claro. En todas gobierna o cogobierna el PP. En total la quita sería de 83.000 millones, por tanto la de Andalucía supone más de un quinto de esa cifra final.
Inicio de curso con patada al tablero político catalán. Salvador Illa se entrevista con Carles Puigdemont en Bruselas para remachar el clavo de su apuesta por un nuevo tiempo en Cataluña. Una jugada que no está exenta de riesgo, pero que para el president es una condición sine qua non para su estrategia de gobierno. Desde su investidura, Illa ha apostado por la normalización de la vida política catalana como paso ineluctable para superar los años del procés. Esta apuesta por la normalidad es la que le lleva indefectiblemente a la reunión de ayer en Bruselas con Puigdemont. Era un paso inevitable, necesario, que Illa hubiese preferido hacer en el Palau, como él mismo declaró. El atrincheramiento del Supremo le obliga a volar a Bruselas y el president no tiene reparos en desplazarse allí, porque en el fondo ese viaje le refuerza.
El primer ministro del Reino Unido, Keir Starmer, ha perseguido con constancia de hormiga en su primer año en Downing Street un reencuentro con Europa que cauterizara los años de distanciamiento que provocó el Brexit. La visita a Londres este miércoles del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, forma parte este esfuerzo, porque concluirá con la firma de un memorando de entendimiento bilateral entre ambos países, similar al que Starmer ha cerrado ya con otros aliados como Francia o Alemania. Este acuerdo institucional político, el primero desde el abandono de la UE por parte de los británicos, abrirá las puertas a un diálogo fluido y regulado sobre desafíos comunes como la economía, el cambio climático, los derechos sociales, la migración o la movilidad.
Hollywood siempre vende que fabrica sueños. A Kim Novak, sin embargo, la sumió en una pesadilla. Le dio gloria, fama, adoración del público. Y, para la eternidad, el papel de protagonista en una de las películas más relevantes de la historia: Vértigo, de Alfred Hitchcock. Pero, a la vez, la industria del cine estaba empezando a privarla de lo más importante: de sí misma.
Cada día, a primera hora de la mañana, un agente sale de la comisaría de la Policía Nacional en Vitoria, cruza la calle y se acerca a los soportales de un edificio en el que duerme una veintena de personas en colchones tirados en el suelo. Son hombres jóvenes que han huido de la guerra en Malí. El policía les comunica la cifra de los que a lo largo del día podrán acceder a la comisaría e iniciar los trámites para solicitar asilo: hay días que son diez; otros, como hoy, seis. Se tira de una lista, los afortunados entran en la comisaría y el resto espera hasta el día siguiente. La escena se repite de lunes a viernes. “En internet es imposible conseguir cita”, cuentan los malienses que viven frente a la comisaría. Y se ha corrido la voz de que en Vitoria las citas se pueden obtener con mayor agilidad que en otros puntos de España.
La oleada de incendios ha resucitado un debate antiguo sin resolver: cómo poner en marcha una gestión forestal sostenible en un territorio que sufre el impacto de unas olas de calor y sequías cada vez más graves. No hay una varita mágica. Es un conjunto de actuaciones planificadas, explican científicos y ecologistas, que piden a los políticos pensar en el futuro antes de actuar de forma precipitada para salir del paso. El objetivo es crear un paisaje mosaico en el que convivan diversos usos del suelo. Este modelo se ha perdido por el abandono rural y la caída de la ganadería y los cultivos tradicionales, con un crecimiento al mismo tiempo de la superficie forestal, que ocupa el 55% del territorio (28 millones de hectáreas). En ella se incluyen tanto terrenos con bosques como zonas de matorral y pastos.
“Estamos mal miradas. Somos como una limpiadora, una criada, una chacha, y yo no soy nada de eso”, dice María, de 35 años, los últimos 15 dedicados profesionalmente a cuidar a personas con Alzheimer. También se expresa así: “Para mí es una gratitud mi trabajo y cómo lo hago. Es una alegría trabajar con las personas”. Esta dicotomía entre la sensación de ninguneo y el orgullo es frecuente en esta profesión, según las autoras de un estudio cualitativo sobre las condiciones de las auxiliares publicado en agosto en Gaceta Sanitaria, la revista científica de la Sociedad Española de Salud Pública.
Los vecinos empiezan a divertirse contando las persianas bajadas hasta el suelo. “Es un juego”, dicen, que practican mientras toman el sol en la piscina, mientras pasean al perro por la calle o mientras esperan a que se abran las compuertas del garaje. Una a una cuentan las casas vacías de su urbanización, que son prácticamente la mitad. No está siendo sencillo para los gestores del Plan Vive en San Sebastián de los Reyes llenar las 488 viviendas de “alquiler asequible” construidas en la avenida Arribes del Duero. Este es el segundo municipio de Madrid con mayor oferta de Plan Vive después de Getafe. En cambio, hasta el 31 de julio solo se han formalizado 292 alquileres. A esta cifra habría que restarle los que, en apenas seis meses, ya se han marchado. Poder acceder a uno de estos inmuebles no es fácil. Para optar a la vivienda de un dormitorio, la más barata —714 euros—, se exige un sueldo de al menos 2.000 euros. El caso es que, salir de allí —donde la inmensa mayoría de los pisos son entregados con desperfectos— tampoco es pan comido, ni barato: a algunos inquilinos se les ha exigido el pago de hasta 1.300 euros.
Robin, una joven argentina de 18 años, preguntó a ChatGPT: “¿Podemos tener un chat sexual muy explícito, sin filtro alguno?”. El chatbot le respondió que en principio no, pero sí podían usar un “tono erótico dentro de lo permitido”, que significa “coqueteo, seducción, juegos de palabras, roleplays sugerentes”.
La historia de Mario Vidal (Madrid, 23 años) cabe dentro de un traje. En concreto, dentro del que viste para la imagen que acompaña a esta entrevista. Hasta ahora, es el traje que ha confeccionado con más empeño y, aun así, estuvo a punto de quedarse sin lucirlo: se lo había alquilado a Teo Planell para un concierto el día anterior. Cuando se lo devolvió, apenas comprobó que hubiera sobrevivido al bolo. Sus trajes están hechos a prueba de fiestas. Que le pregunten a Ralphie Choo, Yerai Cortés o a Teo Lucadamo, algunos de los artistas y amigos para los que ha trabajado. ¿La clave? Solo se puede entender desde su casa-taller.
Por paradójico que pueda parecer, este verano la nostalgia ha conquistado el escenario más futurista del mundo. La impresionante Sphere de Las Vegas, edificio ya icónico de la ciudad de los casinos por su esfera recubierta de una pantalla led de 54.000 metros cuadrados, ha acogido durante julio y agosto la residencia de los Backstreet Boys, Into the Millenium, una de las más exitosas del año y que acaba de extender su duración hasta febrero de 2026. Los precios prohibitivos —las entradas más baratas superaban los 500 euros— no han sido obstáculo para que Nick Carter, AJ McLean, Kevin Richardson, Brian Littrell y Howie Dorough, de entre 45 y 53 años —y llamados solo por su nombre de pila por sus seguidores—, hayan llenado cada día las 20.000 butacas del recinto con fans deseosos de corear éxitos de la banda sonora de su pasado, como I Want It That Way o As Long As You Love Me.
Curritos de la obra en el metro, amigas que se van de viaje en un aeropuerto, niños en el cole, gente haciendo la compra, vendedores callejeros… Cualquier persona es susceptible hoy de llevar una de esas mochilas que regalan los gimnasios low cost Basic-Fit y que son objeto tanto de vídeos delirantes en TikTok e Instagram —con comentarios absolutamente hilarantes— como de anuncios de venta en plataformas de segunda mano como eBay o Vinted. La conclusión es clara: las amas o las odias. Pero están por todas partes, incluido el pasado Tour de Francia, donde hicieron su aparición en una original versión autobús-mochila.
La reunión que ayer celebraron en Bruselas el presidente de la Generalitat, el socialista Salvador Illa, y el expresidente Carles Puigdemont supone un nuevo paso en el proceso de normalización política de Cataluña que comenzó con los indultos a los líderes del procés encarcelados y que posteriormente continuó con la ley de amnistía, todavía pendiente de aplicación total. La imagen del apretón de manos entre ambos dirigentes supone un espaldarazo para quienes han defendido que, incluso en momentos de gran tensión, los políticos no pueden dejar de hablar. Por rivales que sean o por alejadas estén sus ideas. Al fin y al cabo, el diálogo entre quienes piensan diferente está en la base de la democracia, aunque algunos defiendan el conflicto permanente, que tanto daño hace a las instituciones.
Las tres décadas transcurridas desde la segunda guerra mundial hasta los años setenta fueron algo más que la edad dorada del capitalismo industrial. El nacimiento del consumo de masas, el pleno empleo y el aumento del poder adquisitivo trajeron consigo la consolidación de las clases medias y la expansión de los derechos civiles, elementos que han contribuido a forjar el pacto entre capitalismo y democracia.
De septiembre dicen que es el mes de los propósitos, lleno de listas con buenas intenciones. Lo mismo que el infierno. Luego la vida va echando dosis de realidad sobre nuestros deseos y nos atropellan la falta de sueño y la falta de horas; las prisas y las extraescolares de los niños; el trabajo, su búsqueda o el alquiler de fin de mes. Y la culpa, claro, porque querríamos hacer más cosas o hacer cosas distintas, pero algo ha pasado con el tiempo para que tan a menudo no lo manejemos nosotros por mucho que sea lo único que en realidad tenemos.