ARTICULO PRIMERO.- Conformar, el Comité de Dirección de...
"Año de la lucha contra la corrupción y la impunidad”
Leo en un extraordinario libro sobre arquitectura y catástrofe (Catedral de escombros, de Pedro Torrijos) que “la relación señal/ruido se define, de forma aparentemente aséptica, como la proporción existente entre la potencia de la señal que se transmite y la potencia del ruido que la corrompe”.
Estoy cómodamente instalada en el sofá de mi piso de la rue Keller en el XI distrito de París. Son las diez de la noche del viernes 13 de noviembre de 2015 y recibo una llamada de mi mejor amiga, Charlotte, que vive en las Antillas francesas, a miles de kilómetros. “Tía, ¿dónde estás? ¡Que están disparando a gente en tu barrio!”. No entiendo nada. “Enciende la tele”, me dice. Pongo BFM TV, un canal de información continua. Un comando terrorista está llevando a cabo atentados en diferentes puntos de la ciudad, hay ya decenas de muertos, las autoridades piden a la población que no salga de casa. Tengo la sangre helada. Uno de los atentados ha ocurrido rue de Charonne, a 500 metros de mi casa, en la terraza del muy querido y popular bar La Belle Équipe; los cadáveres, cubiertos con mantas de aluminio, yacen esparcidos por el suelo. Solo hay muerte y estupor. No parece real. Las imágenes y los relatos que llegan desde el Bataclan terminan de sumir a todo el país en el horror. Entiendo, como todos los franceses, que a partir de esta noche nada seguirá siendo igual.
Mi madre nació en un pueblo de la ribera de Navarra en 1942, tierra de agricultores. Era una niña inquieta, pero cuando cumplió 15 o 16 años (no tengo clara la edad exacta, ella no lo recuerda ya) sus padres decidieron que dejara de estudiar. Una de las monjas que llevaba la escuela fue a hablar con mi yaya, pero no lo consiguió. Mi madre fue educada para ser ama de casa. Y así transcurrió su vida. Siendo ella como era, llegó a la excelencia, a pesar de su frustración, y educó a su hija para que jamás fuese como ella. “Estudia hija, estudia. Sé independiente. No dependas jamás de un hombre”. Gracias a mujeres como ella, las mujeres de hoy hemos podido pensar en nuestro propósito de vida y elegir si queremos quedarnos en casa o tener un futuro profesional fuera. Y así educamos a nuestras hijas. Por ello, cuando leo las noticias de Afganistán, se me hiela la sangre. Mujeres y niñas encarceladas en sus casas, atrapadas entre ropajes que muchas veces no dejan ver ni sus ojos, reducidas a receptáculos para engendrar hijos. No pasa en una esquina oculta del mundo. Sucede en el escaparte global, y lo vemos gracias a los pocos que luchan para que su situación no caiga en el olvido. Yo puedo hacer poco y unos pueden hacer mucho. Lo que puedo hacer hoy es traer este tema de vuelta a la agenda y rogar a nuestros políticos para que ayuden a las mujeres y niñas de Afganistán. Sus hijas podían haber tenido la mala suerte de nacer allí.
En el cuerpo de Harris Dickinson (Londres, 29 años) hay varios tatuajes. En su hombro derecho, como se puede ver en alguna de sus películas, se puede leer “KES”, en referencia a la película homónima de 1969 de Ken Loach, que también era el filme favorito de Krzysztof Kieslowski. Eso sí es una declaración de intenciones. Festival de cine de San Sebastián. Urchin, el debut en el largo como director de Dickinson —que se estrena este viernes en salas comerciales—, se proyecta en la sección Perlak, y el londinense atiende a la prensa. Así que cuando se le pregunta por el tatuaje, levanta la manga corta de su camiseta, y luce orgulloso el referente. “Loach es uno de mis chicos”, ríe.
Paqui está sentada en una silla frente a una casa y pegada a la calzada, móvil en mano. Paqui se llama oficialmente Francisca Jiménez Fernández, tiene 49 años, y aunque su cuerpo emite cierta señal de indolencia y en su cara mande una sonrisa triste, sus ojos chispean: le va la ironía. “Yo acepté salir en la película para quitarme de aquí, porque tengo ilusión de ser alguien en el mundo”, dice. En pantalla se vio “muy bien”, aunque acabó harta de tantas repeticiones en el rodaje. “Con la peli se verá que los de la Cañada no somos monstruos, ni personas malas. Queremos salir de aquí y, si es con ayuda, mejor. Así también verán lo que es vivir en el chabolismo y entre drogadictos”.
Ben Collins (Massachusetts, 1988) es el presidente ejecutivo de The Onion, el principal medio satírico de EE UU. “Di que somos como Charlie Hebdo, pero mejores”, advierte para que la audiencia europea entienda lo que hacen en The Onion. Collins fue durante más de una década periodista tecnológico centrado en desinformación y conspiraciones en el Daily Beast y la cadena NBC.
Dice el antropólogo e investigador Tomás Criado (Madrid, 44 años) que una ciudad acogedora es aquella en la que no haya que asimilarse. “La asimilación siempre es un proyecto violento”, advierte el coordinador del Departamento de Umbrología de Barcelona, una institución especulativa para el estudio y la intervención de la vida urbana de las sombras que, durante dos años, realizará una serie de talleres colaborativos y finalizará con un Festival de las Sombras en 2027.
Costa no pensar en el monòleg de Phoebe Waller-Bridge a Fleabag (2013) cada vegada que la narradora de Soc fan (2022) obre la boca. A les dues protagonistes les agermanen la imperfecció, la moral discutible i la confessió sense filtres: són antiheroïnes del segle XXI, arquetips totalment nous que sense la formació d’una consciència feminista, o postcolonial (en el cas de Soc fan), mai no se’ns haurien aparegut en una obra literària.
Soc fan Sheena Patel Traducció d’Elena Ordeig Vila Jaŋde Editorial. 240 pàgines. 22 eurosCircula por Facebook una foto reciente de Georg Friedrich Haas (Graz, 72 años) en un conocido tablao flamenco del centro de Madrid. “No exagero si digo que fue una de las experiencias musicales más intensas de mi vida”, confiesa el compositor austriaco en un salón sin ventanas del Auditorio Nacional. “Me pareció que esa libertad expresiva no pertenecía a ninguna ideología ni canon centroeuropeo”. Haas es hijo y nieto de nazis, por lo que toda su música nace del instinto de supervivencia de lo que en sus memorias describe como el “horror heredado” durante una infancia en la que sufrió abusos físicos y sexuales. “Mis padres fueron unos criminales”, afirma con total serenidad. “Llegué a esa conclusión tras un largo proceso de asimilación, marcado por la vergüenza y el miedo. Durante años no pude hablar de ello con palabras, solo con música”.
“No pareces gitana”. Es el piropo envenenado que más veces ha escuchado a lo largo de su vida Eva Montoya (Madrid, 45 años), guionista de la película documental Pendaripen (historia en lengua romaní) y primera mujer perteneciente a esta comunidad diplomada en la Escuela de Cinematografía y Audiovisual de la Comunidad de Madrid (ECAM). Pendaripen, que estrenó ayer jueves en el Festival de Cine Europeo de Sevilla y hoy viernes llega a las salas comerciales, es el primer gran relato audiovisual de la historia del pueblo gitano: sus seiscientos años de presencia en la Península Ibérica, con sus consiguientes seis siglos de leyes de rechazo, persecución y señalamiento.
Pensar en cómo pensamos es un acto vertiginoso que nos precipita en en un abismo sin fin. El neurocientífico británico Iain McGilchrist ha dedicado décadas de estudio a este problema esencial y al parecer insoluble. El resultado es un libro admirable y necesario, y uno de los más importantes ensayos de las últimas décadas. McGilchrist argumenta, apoyado por una colosal biblioteca de pruebas científicas que abarcan en esta edición casi 200 páginas de bibliografía, que los dos hemisferios del cerebro humano pueden considerarse, en términos generales, como lógico y creativo; el hemisferio izquierdo orientado a los detalles y el derecho orientado al conjunto.
El Maestro y su emisarioIain McGilchris Traducción de Dulcinea Otero-Piñeiro Capitán Swing, 2025 Reseña de Alberto Manguel 1.088 páginas, 32 eurosLa guerra de Sudán irrumpió de golpe en abril de 2023, y desde entonces se estima que han muerto unas 150.000 personas. El conflicto enfrenta a las Fuerzas Armadas de Sudán y a las Fuerzas de Apoyo Rápido, que cuentan con apoyo armamentístico y financiación por parte de Emiratos Árabes Unidos y perpetran masacres cuyo rastro sangriento se puede ver desde el espacio. Este conflicto ha quedado enterrado bajo los escombros de la convulsa actualidad. Pero para la periodista y escritora Nesrine Malik, la guerra de Sudán está muy presente. Nacida en Jartum hace 50 años, a los 20 se fue al Reino Unido, donde ha desarrollado su carrera, y ahora es columnista en The Guardian. Explica cómo le afectó: “Me sentía muy afortunada de tener una vida en Occidente, pero yo tenía mi hogar en otro lugar, tenía lo mejor de ambos mundos, con lo cual no me planteaba mucho mi identidad. Cuando empezó la guerra sentí que por fin había llegado a Occidente, porque ya no tenía otro lugar al que ir”, relata Malik antes de participar en un debate en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB).
Hace 20 años, en 2005, la cadena estadounidense NBC estrenó The Office. La comedia que lanzó al estrellato a Steve Carell era una apuesta atrevida. Su estilo de falso documental y su peculiar humor incómodo ya estaba en la The Office original, la que firmaron Ricky Gervais y Stephen Merchant en 2001 para la BBC. El tiempo convirtió a aquella comedia repleta de gags y personajes inmortales, capaces de superar las barreras espaciales y temporales, en una de las series más vistas en plataformas año tras año. Su espíritu, y algo más, está ahora en The Paper (estreno el viernes 14 en SkyShowtime).
En uno de esos planos que un día fueron bonitos —cuando lo compuso el primero de los cineastas o, a lo sumo, el primero y el segundo—, y que ahora no pueden resultar más remilgados, cargantes y derivativos, una mujer pasea por un campo y acaricia con su mano las espigas de trigo, o las flores, o las hierbas altas, en un encuadre que corta las partes de arriba y de abajo de su cuerpo y en el que refulge la luz del sol.
Die My LoveDirección: Lynne Ramsay.
Intérpretes: Jennifer Lawrence, Robert Pattinson, Sissy Spacek, Nick Nolte.
Género: drama. EE UU, 2025.
Duración: 118 minutos.
Paul Urkijo se ha hecho un loable hueco en el cine español con un tipo de película que no hace nadie más: fantasía de época, mitología vasca, cuentos ancestrales, terror de bosque, dolor de seres humanos desfavorecidos. Películas tan influidas por la historia de su tierra y la mitología euskaldun como por el cómic, la novela de aventuras y el cine de fantasía. Así eran la singular Errementari (El herrero y el diablo) (2017) y la notable Irati (2022). Con Gaua repite fórmula, pero esta vez con una película de tesis social, y además expuesta desde el inicio: sociedades patriarcales, violencia de género y sororidad, viajando desde el siglo XVII.
GauaDirección: Paul Urkijo Alijo.
Intérpretes: Yune Nogueiras, Erika Olaizola, Elena Irureta, Xabi López.
Género: fantasía. España, 2025.
Duración: 87 minutos.
Belén arranca con una secuencia de genuino terror en la que se ve a una joven escuálida partida por el dolor entrar en un hospital ayudada por su madre. Lo que le ocurre en ese hospital de la provincia argentina de Tucumán cuesta digerirlo: un aborto espontáneo acaba con la joven detenida y acusada de homicidio.
BelénDirección: Dolores Fonzi.
Intérpretes: Dolores Fonzi, Camila Plaate, Laura Paredes, Julieta Cardinali.
Género: drama. Argentina, 2025.
Plataforma: Prime Vídeo.
Duración: 105 minutos.
Estreno: 14 de noviembre.
La Liga F empezó en agosto su cuarta temporada como competición profesional, una condición que faculta a los equipos a explotar los derechos audiovisuales y comerciales y manejar los ingresos que genera el torneo. Esta campaña es la primera en la que el campeonato no recibirá subvenciones públicas después de que el Gobierno destinara casi 40 millones de euros para que los clubes mejoraran sus infraestructuras e impulsaran la puesta en marcha de la Liga. EL PAÍS ha recopilado los datos de asistencia a estadios de las webs especializadas Flashscore y Soccerdonna y de la empresa de estadísticas deportivas Opta, unas cifras que la patronal no quiere compartir bajo el pretexto de que “se pueden malinterpretar”, según explica una portavoz. El análisis de este diario muestra que la concurrencia de aficionados a los campos es pobre, con solo 1.227 personas de media por encuentro este curso en las primeras diez jornadas, por debajo de las 1.660 registradas en la 2024-2025. También existe una dependencia extrema de los hinchas que atrae el Barcelona y de los que el Athletic reúne en San Mamés cuando abre el estadio para que jueguen las leonas. Los dos conjuntos llevaron a sus recintos a 177.400 aficionados la temporada anterior, lo que representa un 45% de los 398.300 que estuvieron en un partido del campeonato, en el que el Barça levantó su sexto título consecutivo.
29 de abril de 2007. La Ciudad Deportiva Joan Gamper asistía al descenso del equipo femenino del FC Barcelona. Ese 1-3 encajado frente a la Real Sociedad certificaba la pérdida de categoría de uno de los peores equipos de una competición que tuvo como ganador al Athletic Club. El Real Madrid ni siquiera existía, mientras que otro de los grandes de la actualidad como es el Atlético de Madrid se tenía que conformar con el octavo puesto. Puebla, Torrejón, Híspalis, Rayo Vallecano, Levante, Espanyol y el citado Athletic Club quedaron por encima de las colchoneras. Ese día fue la última vez que la Real Sociedad derrotaba al Barça, estadística rota 18 años después el pasado 2 de noviembre, gracias a un solitario gol de penalti de Edna (1-0) que le dio el triunfo a las txuri urdin.
Cualquier liga profesional, para serlo, necesita un modelo de negocio y sostenibilidad económica. En junio de 2021, bajo la presidencia de Irene Lozano en el Consejo Superior de Deportes, se aprobó la profesionalización del fútbol femenino en España. La decisión fue principalmente política y, en cierta medida, una reivindicación feminista, con efectos muy positivos. La profesionalización, unida al éxito internacional de la selección o del FC Barcelona, ha dado un impulso enorme al fútbol femenino, ha multiplicado referentes y ha contribuido a una mayor visibilidad de las mujeres en el deporte, en los banquillos y en los despachos. Además, ha inspirado a nuevas generaciones a implicarse en disciplinas que antes se consideraban exclusivamente masculinas, transformando la cultura deportiva del país.
Cuando la NFL planteó ampliar su negocio hacia España, los Miami Dolphins levantaron la mano. Es el gesto que hace su vicepresidente de Desarrollo Internacional, Felipe Formiga, brasileño, el único latino que ocupa este puesto en las 32 franquicias del fútbol americano estadounidense. Un periplo desde 2021 que desembocará en el duelo del domingo ante los Washington Commanders. Una guinda, la del primer partido de temporada regular de NFL en España, que la franquicia asume como un gran “desafío”, el de hacer de este debut un éxito. Y pone para ello sobre el tablero su principal baza, el nexo cultural. “Nos queremos convertir en el equipo de la NFL de todo el mundo hispanohablante”.