ARTICULO PRIMERO.- Conformar, el Comité de Dirección de...
"Año de la lucha contra la corrupción y la impunidad”
El Ayuntamiento de Jumilla, una localidad murciana de unos 27.000 habitantes, decidió la pasada semana prohibir usar instalaciones municipales para la celebración de las dos grandes festividades musulmanas: el final del Ramadán (el próximo 20 de marzo) y la Fiesta del Cordero (el 27 de mayo). La propuesta, originalmente del único concejal de Vox, salió adelante con los votos del PP, que gobierna gracias al apoyo del edil ultra, mientras este se abstenía. Aunque el texto aprobado suprime gran parte de la moción original, muestra de la peor xenofobia ultra, el PP da luz verde al objetivo final: impedir que los musulmanes allí residentes —estimados en unos 1.500 vecinos— puedan seguir utilizando las instalaciones deportivas municipales como en años anteriores para el tradicional rezo multitudinario de ambas fiestas.
Abro Instagram en el curro para evadirme con las stories de gente maja disfrutando en la playa. Pero me encuentro un asquerosísimo insecto palo gigante, que me negué a publicar en la sección de Ciencia: “Que lo den en la sección Bestias surgidas de la mente de Stephen King durante una fiebre tifoidea”, pensé. También me encuentro un nuevo horror de Gaza que se apila sobre los meses de horror ya conocido: el famélico niño Mohamed Zakariya Ayyoub al Matouq —esas costillas que se pueden contar desde lejos— y su desgracia explicada de maravilla por mi compañera de madrugones Tiziana Trotta. Y la enésima polémica forzada desde Estados Unidos, en este caso sobre un anuncio de vaqueros de la actriz Sydney Sweeney.
El presidente del Banco Sabadell, Josep Oliu, se puso unas gafas nuevas, montura moderna de pasta oscura, para entrar en la junta extraordinaria de accionistas de este miércoles en Sabadell, donde se debatía la venta de la filial británica TSB al Banco Santander, y el posterior reparto de un dividendo de 2.500 millones de euros. Pasado un rato, Oliu echó mano de sus anteojos habituales, de grandes cristales y fina montura dorada. No será porque no viera claro el resultado de la votación: 99,6% de apoyos a la decisión de venta tomada por él y por el consejero delegado, César González-Bueno.
Con 38 grados, Sol es una sartén, pero el turista que se atreve a venir a Madrid en agosto no pierde la oportunidad de darse un paseo exprés por la plaza más icónica de la ciudad, antes de salir corriendo a alguna de las calles aledañas, donde al menos podrá sentarse a beber un café helado de Starbucks o entrar a comprar suvenires en alguna tienda típica, como la Casa de las Carcasas o Zara. Bajo uno de los toldos que tanto han costado y que tan poco solucionan, Daniel P. (Madrid, 44 años), la mano detrás de la cuenta de la red social X @MadridDecadente, comienza a contar que, si tiene algo en común la Puerta del Sol con José Luis Martínez Almeida, sería este páramo de cemento.
La dificultad para acceder a una vivienda es la principal preocupación de los españoles, según el CIS, y, sin embargo, la compraventa de inmuebles alcanzó en el primer semestre niveles no vistos desde 2007, en plena burbuja inmobiliaria. Se venden más casas que nunca en una generación y al mismo tiempo se dispara la angustia ciudadana por no poder comprar vivienda. Una aparente contradicción que evidencia la complicada situación que vive el mercado inmobiliario español, para la cual las administraciones no parecen tener respuesta, y que obliga a preguntarse qué tendencias perversas se ocultan detrás de las buenas cifras de negocio para que una gran parte de la población se sienta expulsada del mercado inmobiliario.
Las acusaciones de Salvador Illa a la Comunidad de Madrid por hacer dumping fiscal son una maniobra de distracción y una falsedad. En primer lugar, pretenden desviar la atención de lo que supondría el cupo catalán —la extensión del modelo de las comunidades forales— y sus consecuencias, que según explican Jesús Fernández Villaverde y Francisco de la Torre incluirían un perjuicio general, aumento del fraude y efectos mucho menos positivos de los anunciados en Cataluña. Señalar el chivo expiatorio madrileño pretende distraer a los socialistas de las implicaciones antirredistributivas de la propuesta y a los independentistas de la incapacidad de llevarla a cabo.
Llevo unos días en Cantabria y me he encontrado con que los locales andan aún revueltos por la celebración el último sábado de julio de un macrobotellón de varios miles de personas en la playa de El Puntal, en Ribamontán al Mar. La fiesta, que no fue autorizada y coincidió con la Semana Grande de Santander, estaba formada en buena parte por jóvenes cayetanos que acudieron desde Madrid. “Lanzas al aire un disco de Taburete y no toca el suelo”, comentaba alguien en uno de los vídeos que documentó el evento. No era la primera vez que estas preciosas dunas, situadas en un parque natural protegido, se convertían en “la única playa con más barcos que personas, la única playa con más postureo que Ibiza, la única playa con más madrileños que cántabros”, como decía la actriz Teresa Gareche en otra publicación. Es fácil imaginar el debate que se está produciendo en la zona sobre los efectos medioambientales y sociales de la repentina fama de un Puntal habitualmente tranquilo y paradisíaco.
“El calor denso y húmedo que cubría como un manto el rostro de la tierra aniquilaba de raíz cualquier esperanza de sueño. Las cigarras ayudaban al calor, y el aullido de los chacales a las cigarras”. Con estas palabras comienza La ciudad de la noche atroz, un relato corto del autor anglo-indio Rudyard Kipling que plasma con admirable perspicacia la canícula nocturna en una ciudad del norte de la India. Cuando las altas temperaturas arrojan a los cuerpos —cuyo mayor prodigio es respirar— a la intemperie, y la ciudad adquiere una apariencia espectral.
El equipo liderado por el francés Elliot Zounon, responsable de data centers de la consultora inmobiliaria CBRE, ha elaborado un reciente informe en el que ha detectado a la península ibérica, y concretamente a España, como el único lugar en que por primera vez todas las grandes compañías tecnológicas, llamadas hiperescalares en la jerga del sector, han anunciado que apuestan por una misma ubicación en el sur de Europa.
Llega el verano y uno se pregunta: ¿qué plan hago? Me gustaría descubrir un destino nuevo, pero este año no tengo con quién viajar. No quiero ir al lugar de siempre. Me apetece conocer gente nueva. Tampoco me atrae la idea de viajar solo. ¿Y si hago un viaje en grupo con personas desconocidas? ¿Estoy preparado?
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No se menciona mucho, pero en Asturias se está rodando la nueva entrega de Los juegos del hambre. Dirán que no es para parar las rotativas, que en España tenemos vasta experiencia como plató de Hollywood. Hace más de 60 años, Las Rozas ya fue el improbable Pekín en el que pasaron 55 días Charlton Heston y Ava Gardner. Tampoco es novedad en Asturias. Los Cuatro Fantásticos se pasearon recientemente por el Palacio de Congresos de Oviedo, uno de esos níveos armatostes de Calatrava, un pufo innecesario que ahora languidece sin uso, pero auditorios, aparcamientos y rotondas nunca faltan en el bingo de la especulación urbanística.
Abdu Boukra tiene 53 años y nació en Marruecos, pero lleva más de 20 años viviendo en Jumilla (Murcia). Antes, estudió Traducción en Austria, vivió en Alemania, y regresó a la localidad murciana donde se casó con su mujer, española. Boukra se toma la noche de este miércoles una copa en uno de los pocos bares del municipio donde los hombres de origen magrebí se sientan en su terraza a ver la vida pasar después de volver del campo. Ha pasado ya demasiado tiempo desde que empezó a trabajar en el Ayuntamiento, al que señala cuando habla, a unos 500 metros del local. Formó en 2006 parte de un equipo municipal que promovía la integración de la comunidad marroquí en el pueblo. Ahora, cuenta, no comprende qué está pasando en ese mismo edificio: “Nos han quitado un sitio donde rezar y ahora es un rezo, pero no sabemos qué más nos pueden quitar mañana”.
Armas de guerra fabricadas en Bulgaria que supuestamente se venden para pertrechar ejércitos de países africanos y que, sin embargo, son desviadas a México para acabar finalmente en manos del Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG), en la actualidad la organización más peligrosa y violenta del narcotráfico mexicano. EE UU ha desmantelado en los últimos meses una supuesta trama de tráfico de armamento hacia este grupo mexicano que tenía en Madrid un punto clave. En la capital de España estaba el presunto cerebro de todo ello, el ciudadano búlgaro Petar Dimitrov Mirchev, al que las autoridades estadounidenses vinculan con Viktor Anatolievich Bout, el traficante de armas ruso conocido como el Mercader de la muerte.
Carmen Aparicio cumple 80 años en diciembre y cuida de su marido Manolo, de 82, al que hace dos le diagnosticaron párkinson, un trastorno neurodegenerativo que afecta severamente a la movilidad y al equilibrio. Acaban de celebrar 50 años de casados, no tienen hijos, tampoco familiares cerca. Viven en una casa de campo en Hellín, un pueblo a unos 60 kilómetros de Albacete. “La otra noche se cayó a las dos de la mañana mientras iba al servicio. Me destrocé la cintura para levantarlo. Él quiere hacer cosas, pero no se da cuenta de que tiene limitaciones”, explica Carmen. “Te corta tu vida: tú estás viviendo su enfermedad casi como él, pero tratando de tener la suficiente capacidad para atenderle sabiendo que no tienes la fuerza y la energía de antes”, añade.
La noticia supuso un jarro de agua fría para los seguidores de la cantante: Miley Cyrus tampoco hará gira de su nuevo trabajo, Something Beautiful. Un álbum visual que supone su regreso a la primera línea para remarcar su estatus como tótem del pop, dos años después de haber convertido su último gran single, Flowers, en la canción más escuchada del mundo en 2023. “Me gustaría tener el deseo de salir de gira, pero no lo tengo… es realmente difícil mantener la sobriedad cuando estás de gira, es difícil mantener el bienestar mental”, alegó en el programa Good Morning America, despertando una oleada de reacciones en una fanaticada que se dividía entre la empatía con la exposición de vulnerabilidad de la artista y la desazón por no poder aplaudir a su icono, más aún cuando muchos de ellos eran niños en su última gira y nunca han podido verla en directo. Hay que retrotraerse a 2014, la época de éxitos tan provocativos como Wrecking Ball y We Can’t Stop, para recordar el tour internacional de la de Tennessee o, al menos, uno homologable a los que despliegan contemporáneas como Taylor Swift, Dua Lipa o Beyoncé.
A Mi Hoa Lee le duele Gaza. Lo cuenta y lo luce en el lema de su camiseta: Me duele Gaza. Hace cinco días que esta cineasta y activista catalana acampa en plaza de Cataluña de Barcelona, donde realiza desde el pasado viernes una huelga de hambre. Solo bebe agua y rechaza la comida en una acción enmarcada en el Empty Stomach Movement, una iniciativa internacional que denuncia la hambruna de Palestina. Es la única forma, defiende, de entender el sufrimiento extremo de los gazatíes. “En Palestina no se respetan los derechos humanos y lo estamos viendo en directo por televisión. Israel acabará con todo. Nos estamos deshumanizando”, lamenta. Según datos del Ministerio de Sanidad de Gaza, desde el inicio de la ofensiva ya han fallecido 60.000 gazatíes.
Marcha por Palestina el sábado 9 en plaza CataluñaLa plataforma internacional Global Movement to Gaza, en el que también se inscribe Empty Stomach Movement, ha convocado el próximo sábado 9 una manifestación global. En Barcelona, la marcha saldrá a las 18.00 horas desde plaza Cataluña, donde la cineasta Mi Hoa Lee realiza la huelga de hambre, y acabará en el mar. "Exigimos a los gobiernos que actúen contra el genocidio de Israel en Gaza", reclama la organización en su convocatoria.