ARTICULO PRIMERO.- Conformar, el Comité de Dirección de...
"Año de la lucha contra la corrupción y la impunidad”
Me acuerdo como si fuera ayer de la tarde tórrida de julio en la que oímos en la radio que Miguel Ángel Blanco había sido asesinado. Me acuerdo de salir del Museo Thyssen y encontrarme en la acera con mi amigo Iñaki Esteban, que tenía la cara pálida y desencajada y me dijo que acababan de matar en Vitoria a Fernando Buesa y a su escolta. Y me acuerdo exactamente de la calle de Madrid por la que íbamos mi mujer y yo y oímos en la radio del taxi que unos etarras acababan de asesinar a Ernest Lluch. Nos quedamos en silencio y mi mujer rompió a llorar en la oscuridad del taxi, alumbrado apenas por las luces frías de la noche de Madrid. Las noticias de asesinatos eran tan frecuentes que se había instalado como una sorda rutina para acompañarlas: la rueda de “enérgicas condenas” de unos dirigentes políticos, el silencio o la ambigüedad oportunista y cínica de otros, los juegos malabares con las palabras, que en esa época habían alcanzado un nivel insuperable de vileza: la “lucha armada”, “el conflicto”, la siniestra “socialización del sufrimiento”.
Hace rato que quiero ver de nuevo Holy Smoke, una película de Jane Campion que se estrenó en 1999. Campion maneja materiales de riesgo —el amor, sus berrinches posesivos, su obviedad patética, su cursilería— y, con lo que otro haría una telenovela de mala calidad, ella logra algo extraordinario. Holy Smoke está protagonizada por Harvey Keitel y Kate Winslet. Keitel encarna a un improbable experto en recuperar personas cooptadas por sectas. Se dirige al desierto australiano donde está Kate Winslet que, bajo la influencia de las enseñanzas de un gurú de la India, se niega a volver a su casa. No pude encontrar la película, pero sí la primera escena. Keitel, bigotito canalla, anteojos negros, está en un aeropuerto. Los pasajeros tironean infructuosamente de los carros para las maletas. Keitel se abre paso con suficiencia y desprecio. Su forma de caminar, su ropa, su pelo, gritan: “Soy el peligro”. Con un movimiento preciso destraba los carros y los hace rodar hacia unas señoras que se derriten por ese hampón con buenos modales. Recuerdo muy poco de la película, pero, en algún momento, ese hombre frío y acerado se enamora como un perro de Winslet, la jovencita acerca de cuyo lema “amor y paz” se ha burlado brutalmente desde el comienzo. A partir de entonces, de aquel matón no queda nada. Se humilla, babea, aúlla de dolor, se desespera. Ella, por supuesto, no le corresponde. No sé si Holy Smoke es tan genial como El piano o El poder del perro, pero siempre recuerdo a ese hombre que renuncia a su economía negra, a su ahorro de afecto, y claudica, irresponsable y perdido, decidiendo —siempre es una decisión— que lo que ocurre es inevitable. Porque en el amor no se trata de dignidad, ni de elegancia, ni de estrategia, sino de sucumbir, de dejarse caer. Hay mucha belleza en el que sabe rendirse, en el coraje del que lleva la fatiga del sufrimiento hasta el final, sospechando que puede aguantarla pero sin garantía de que vaya a ser así.
Jemima Kirke coge el teléfono desde su casa de Brooklyn con déficit de sueño. Se quedó hasta tarde memorizando su diálogo en Ley y Orden: UVE. “Voy a ser una villana”, avanza sobre su participación en el drama policial más visto de Estados Unidos, una serie tan mítica que hasta la escritora Carmen Maria Machado le dedicó un cuento fabuloso. A sus 40 años, si algo encaja con esta multifacética londinense criada en Nueva York es ponerse en la piel de la mala del capítulo. Irradia ese aura del que solo presumen algunas privilegiadas. Mitad sirena mitológica y femme fatale del noir de los noventa, Kirke es esa clase de mujer magnética a rabiar, alérgica a las reglas, capaz de hipnotizar y desquiciar a cualquiera. Hija de Simon Kirke, batería del supergrupo Bad Company, y de Lorraine Dellal, interiorista y coleccionista de moda vintage (“me encanta ir de compras y se me da bien vestirme, pero odio la palabra vintage, ¿no es todo ropa al final?”), también es hermana de la actriz y cantante Lola Kirke y de Domino Kirke, cantante y doula casada con el actor Penn Badgley. Que su perfil de la Wikipedia acumule tal cantidad de enlaces azules podría delatar que ese carácter despreocupado, sin miedo al abismo, le viniese de serie, pero, como aclara más adelante en esta charla, también se ha trabajado esa mística a conciencia. Y la ha perfeccionado tan bien que hasta impone escuchar su voz ronca al otro lado del teléfono. Una no habla todos los días con Jessa Johansson, el personaje con “la cara de Brigitte Bardot y el culo de Rihanna”, como la etiquetó un espontáneo con frase en Girls, la serie que la catapultó tras estudiar pintura porque era íntima amiga de su creadora, Lena Dunham.
EstilismoAnatolli Smith
MaquillajeRen Nobuko (Bridge Artists)
PeluqueríaLevi Monarch (Frank Reps)
ProducciónCristina Serrano
Producción localWojtek Szaulinsk (Baltik Studio)
Asistente de fotografíaYuxin Zhang
Asistente de estilismoD’Andre Williams
Asistente de producciónSam Hana
El videoclip de la canción Un último vals, dirigido por Fernando León de Aranoa, abre los conciertos de la gira de despedida Hola y Adiós de Joaquín Sabina. Solo quedan dos en Bilbao y los seis últimos en Madrid. Este videoclip elegante es una celebración de la vida en un espacio icónico del imaginario del cantautor: el bar de noche para la última copa. Lo que vemos durante esos cuatro minutos y medio es una fiesta de rencuentro con amigos. A ese grupo lo hemos podido reunir casi al completo en Babelia gracias a la activa complicidad de algunos de ellos. Les hemos pedido que eligiesen y comentasen la pieza que más quieren del repertorio de Sabina. El disco más valorado es 19 días y 500 noches. Son 15 cómplices y 14 canciones. Aparecen por el orden de los créditos del videoclip. Y al final, como bola extra, incluimos la playlist.
Leiva: ‘Un último vals’Un último vals (2024) Pocas veces sobrevuela algo de solemnidad en una canción de Joaquín, pero para El vals quería chicha: “Es una canción de despedida, carajo”. Últimamente, suelo presentarme en su casa con canciones empezadas. Partir de un folio en blanco le aterra, así que conviene que el balón venga botando. La visita parece espontánea, pero Benja y yo pasamos semanas antes debatiendo a cara de perro cada verso. Escucha lo que traigo, toma notas, se baja las gafas y sugiere: “Prefiero ser cualquiera a ser yo mismo, prefiero ser don Nadie a ser don Juan”. Y nos mea en la cara sin miramientos. Escuche la canción >Joan Manuel Serrat: ‘De purísima y oro’19 días y 500 noches (1999) Lo nuestro fue un flechazo, un amor a primera vista que prende de nuevo, cada vez que escucho este vals triste. Me arrastra hasta su trampa donde me entrego indefenso dejándome llevar por el abrazo inmisericorde que me propone y le permito que apriete mi garganta con un nudo que solo podrán deshacer las lágrimas. Relato en blanco y negro, encadenado de paisajes y personajes que discurren por la larga y dolorosa posguerra de vencedores y humillados en el Madrid de los cuarenta y tantos al que, si uno no se tiene la edad o la información suficiente, resulta difícil acceder sin notas al pie de página. Tal vez por eso, a pesar de ser probablemente la canción más bella de su repertorio, Sabina no la canta habitualmente. Lo entiendo. Como él mismo suele bromear: “Yo sé lo que le conviene a mi carrera”. El tempo de la canción, la elección de las imágenes y la forma de desarrollarlas son justas y conmovedoras. Es una exquisitez incluso la licencia que el autor se permite al travestir de purísima y oro a Manolete. Una bella historia que escucho con amor, con gratitud y un pelín de envidia. Escuche la canción >José Tomás: ‘Peor para el sol’Física y Química (1992) Siempre quise ser el barman que le sirve la cerveza bien fría a Joaquín en el ‘Templo del morbo’ de la canción. Una inspiración en tonalidad y cadencias sabineras, con su diálogo elegante, juguetón, directo, sutil, irónico, sensual. Y esa excitante manera de husmear por el laberinto de la infidelidad. Cómo Sabina utiliza el encuentro fortuito para plantear interrogantes sobre las relaciones amorosas. Me gusta su lado canalla para saltarse la raya continua de lo cotidiano. El acelerón del deseo para devorar al juramento. El tesoro del momento único. Me lo recetó un psicólogo sudamericano hace tiempo: “Escuchar a Joaquín Sabina será tu mejor medicina”. He seguido la medicación al pie de sus letras. Y me muero de ganas, querido, de desmonterarme otra vez. Escuche la canción >Ariel Rot: ‘Princesa’Juez y parte (1985) Creo que algo mágico ocurrió el día que Los Rodríguez empezamos a tocar ‘Princesa’ en un viejo local de ensayo del barrio de Tetuán. Quizá Joaquín no sabía que existíamos… o tal vez sí, pero por algún motivo misterioso, en aquel arrebato de rock y poesía se creó un vínculo enorme con consecuencias inesperadas. No sé si fue ‘Princesa’ o el azar, pero de repente Joaquín apareció en nuestras vidas y fue generoso. Aparte de unos textos que quemaban en el bolsillo y se convertían en canciones sin necesidad de coger una guitarra, nos regaló una gira memorable y un año más de vida a Los Rodríguez cuando ya estábamos en estado crítico. Y por supuesto, noches de emoción, risas y amistad. ¿Quién no soñó con componer una canción como ‘Princesa’? Yo lo intenté mil veces. Incluso, alguna vez, envalentonado por una rima ingeniosa o un remate original, llegué a pensar que lo había logrado. Pero no, amigo, no te dejes engañar, escúchala bien y descubre dónde están las siete diferencias. Es la canción perfecta. La que todos quisimos dedicar a esa chica loca y salvaje, a esa mujer peligrosa que nos voló la cabeza y nos partió el corazón cuando no hubo más remedio que decir adiós. ‘Princesa’… qué ganas de haberla conocido y al mismo tiempo qué miedo ¿no? En realidad siento que la conozco, que la he tenido entre mis brazos y que también estuvo a punto de arrastrarme al vacío… pero joder, qué pena no haber podido componerle una canción tan hermosa. Escuche la canción > Benjamín Prado: ‘Contigo’Yo, mi, me, contigo (1996) Dicen que todas las combinaciones posibles de notas ya se han hecho y no se puede componer música nunca oída. Con las letras no ocurre lo mismo, porque el lenguaje cambia e inventa palabras que nos sirven en bandeja rimas de nueva generación: en una de sus últimas canciones, ‘Sintiéndolo mucho’, Sabina empareja “Imserso” con “metaverso”; en la penúltima, por ahora, que escribimos juntos, ‘Contra todo pronóstico’, dice: “La vida me enseñó a jugar con fuego / y a decir Messi donde dije Diego”. Mi canción favorita entre todas las suyas es ‘Contigo’, que dice lo de siempre pero del revés, usa todos los tópicos del romanticismo para hacernos ver el amor con ojos de ave de paso y tiene un mensaje en la botella: si quieres que te quiera como nadie te ha querido, no pidas que te quiera como quiere todo el mundo. Luego no digas que no te avisé. Escuche la canción >Luis García Montero: ‘Pongamos que hablo de Madrid’Malas compañías (1980) Los caminos se cruzan. Mi camino se cruzó con el de Joaquín en 1982, cuando yo empezaba a publicar y a darme a conocer como poeta, mientras que Joaquín había afirmado ya su éxito con la aparición de Malas compañías. Granada era un verdadero barrio de la alegría, una ciudad cultural, heredera del mundo universitario en el que se había formado Joaquín antes de tener que escaparse a Londres para huir de la policía franquista. Mis amigos mayores me presentaron a su antiguo compañero una noche en La Tertulia. Y la complicidad se hizo vida para siempre en cualquier parte del mundo. Pero ahora “pongamos que hablo de Madrid”. Escuche la canción >Juan Gabriel Vásquez: ‘Tan joven y tan viejo’Yo, mi, me, contigo (1996) Esta maravilla tiene las emociones tan vivas, y sus imágenes son tan luminosas y es tan generosa su sabiduría, que es fácil pasar por alto la calidad de su artificio: su enorme inteligencia verbal, esos alejandrinos de acentos infalibles, esas rimas inevitables como la gravedad. Pero más allá de sus virtudes poéticas, la canción debería venir con una advertencia y un consejo. La advertencia es no escucharla en compañía de extraños, pues puede producir reacciones que sólo son decorosas en privado; el consejo es hacerla seguir de ‘Lágrimas de mármol’, una suerte de enmienda, realizada con los años y la experiencia, de esta bellísima confesión que nos habla de lo que somos todos. Escuche la canción >Antonio García de Diego: ‘Peces de ciudad’Dímelo en la calle (2002) He tenido la gran suerte de trabajar casi cuarenta años junto a Joaquín, ya sea grabando, tocando o componiendo algunas canciones. El día que escuché por primera vez ‘Peces…’, sentí que había compuesto una de sus mejores canciones —si no la mejor—. Para mí es la simbiosis perfecta entre letra y música, y he de decir que reivindico a Joaquín como “compositor”, lleno de inspiración y sabiduría. Sobre el texto, me gusta cómo lo dice Joaquín: “No sabía muy bien lo que estaba contando, pero es lo que quería contar”. Algo tendrá esa canción que ya en el momento de grabarla Joaquín se quebró. Y no hay día que yo no lagrimee cuando la tocamos, sea donde sea. Es eso… Emoción… Escuche la canción >Alejo Stivel: ‘Donde habita el olvido’19 días y 500 noches (1999) Es una canción donde Sabina lleva la expresión de la tristeza a su máxima potencia. La sensibilidad y las imágenes, tanto la música como la letra, están en una comunión perfecta. Si uno oyera la música solamente, se imaginaría esa letra. Y si uno leyese solo la letra, podría imaginar exactamente esa música. Fue un placer increíble y un honor poder producir esa canción y todo 19 días y 500 noches: estaré eternamente agradecido como oyente, por poder escuchar esa canción y las otras, y como profesional, por haberme invitado a participar a trabajar con ese material tan fabuloso. Escuche la canción >Jorge Drexler: ‘19 días y 500 noches’19 días y 500 noches (1999) Me es muy difícil quedarme con una sola canción de un repertorio extensísimo como el de Joaquín. Me gusta especialmente ‘19 días y 500 noches‘. Tengo un recuerdo muy vívido de cuando me la mostró en su casa, solo con la guitarra, antes de grabarla. Siempre dije que Joaquín, además de gran escritor de letras, también es un gran escritor de la parte musical de las canciones. Y prefiero cuando él mismo escribe las letras y sus músicas, y todavía más si puedes conseguir que te las toque solo con la guitarra. En este caso hay algo excepcional en la música para esos versos, cuando canta “y regresé, a la maldición del cajón sin su ropa…”. Usa un elemento tan sencillo como los grados básicos de una canción y se queda enganchado a ese acorde de una forma hermosamente antinatural. Es la mejor utilización de un cuarto grado (La Mayor) que he visto en la canción popular. Es una genialidad. Escuche la canción >Jimena Coronado: ‘Que se llama soledad’Hotel, dulce hotel (1987) Fue la primera canción que escuché de Joaquín. Me deslumbró y me atrapó de tal forma que me llevé su alma conmigo de vuelta a casa, incrustada en una casete. Era 1987. Yo cursaba el primer año de universidad en Madrid. Me recuerdo esa tarde en el piso de alguien, rodeada de gente y absorta en la música que salía de los altavoces. Era el último disco de un tal Sabina. De pronto ya no había nadie más en ese lugar, solo Joaquín y yo. Algunos años pasaron y el hechizo se repetiría; el día que lo conocí, en una habitación de hotel en Lima, Joaquín daba entrevistas de promoción. Al entrar para hacerle las fotos encargadas, a pesar del gentío que allí había, volvimos a quedarnos solos, como en un giro mágico del tiempo. Y hasta el sol de hoy. Quién me iba a decir a mí que, además de las conmovedoras palabras, las notas y los adjetivos, las metáforas inimitables, los versos y la música que convertí en mi bagaje emocional, me llevaría en el pack al tipo divertido, generoso, agudo, pero sobre todo bueno, en el buen sentido de la palabra, bueno. Esta despedida le ha permitido reencontrarse con sus canciones, como si de un descubrimiento se tratase, para paladearlas, para ofrecerlas a corazón abierto a quienes las han hecho suyas. Íntimamente deseo que este último vals no se acabe nunca y con él exorcicemos a la pálida dama. Escuche la canción >Carmela Martínez Oliart: ‘A mis cuarenta y diez’19 días y 500 noches (1999) Las canciones de mi padre han sido mi educación sentimental. Elijo ‘A mis cuarenta y diez’ por lo mucho que me emociona de un tiempo a esta parte. La compuso antes del ictus, antes aún de mi "rojo escalofrío", y siento que habla de la despedida y de la muerte con la coquetería de quien intuye que le quedan lejos. Pero ahora adquiere un peso que me hace "un siete en el corazón". La letra tiene una buena dosis de humor negro, indispensable para poder soportar su "perdón por la tristeza". En la primera estrofa dice: "para que mis allegados, condenados a un ingrato futuro, no sufran lo que he sufrido, he decidido no dejarles ni un duro". A mí me gustaría hablar de "los derechos de amor" que sí nos deja, de la impagable herencia que le debo. Además de su entusiasmo, y un parecido físico que llega hasta los andares (me hacían llorar de pequeña llamándome Joaquinita), he heredado de él a Krahe, a José Alfredo, a Chavela, a Woody Allen, a Ángel González. Un regalo. También he heredado sin remedio "el mar de dudas". De lo que no tengo ninguna es de la inmensa suerte de seguir teniéndole conmigo, veinticinco años después de que empezara a despedirse. La suerte de tener como padre a un tipo tan decente, de una exquisita inteligencia y una generosidad disparatada, pero sobre todo, a un hombre bueno, siempre partidario de la felicidad. Y yo no podría estar más orgullosa viéndole despedirse de los escenarios, que le siguen tiñendo las canas. "Pero sin prisas". Escuche la canción >Jesús Maraña: ‘Lágrimas de mármol’Lo niego todo (2017) No elijo estas ‘Lágrimas de mármol’ porque me parezca la mejor canción de Joaquín (tiene tantas…), sino porque sus versos contienen un pedazo de vida cercano a la muerte que nos unió un poco más. Él superó su marichalazo, y su caída del escenario del Wizink, entre otros coqueteos con la parca. Quienes más le queremos pasamos horas dramáticas en una habitación de la Ruber. A mí se me coló una infección bacteriana, me indujeron el coma y avisaron a la familia de que no había mucha solución. Joaquín andaba entonces girando con su Vinagre y rosas y Jimena y él llamaban a Geni y se preocupaban cada día por lo que él define como “familia elegida”. De modo que siempre que la escucho, y más aún cuando tiene la generosidad de dedicármela en algún concierto, vuelvo a emocionarme. “Supervivientes, sí, maldita sea. Nunca me cansaré de celebrarlo”. Pues eso. Escuche la canción >Candela Tiffón: ‘Una canción para la Magdalena’19 días y 500 noches (1999) Las canciones de Joaquín, mi amigo, son retratos de emociones compartidas que se meten por todos los pliegues del alma. Joaquín es especialista en recorrer caminos oscuros para convertir pecados en luminosas virtudes y cogerte de la mano, como lo hace esta canción con la protagonista, para transitar desde los más remotos infiernos a los cielos más puros, y eso solo puede hacerlo quien conoce el camino. Como alguien dijo, “las emociones que no se comparten están vacías”. Escuche la canción >Chus Visor: ‘Donde habita el olvido’19 días y 500 noches (1999) Creo que ‘Donde habita el olvido’ es una de las canciones más raras del repertorio de Joaquín, y siempre me ha llamado la atención porque en ella muestra sentimientos de perdedor disgustado y pesaroso en sus relaciones amorosas. Nos tenía acostumbrados a ver cómo esos conflictos los manejaba de manera burlona o festiva, con muchas dosis de humor y muchas más de cinismo, irónico casi siempre e ingenioso siempre. Aquí manifiesta las pesadumbres de un amante desafortunado, y derrotado, pero sin perder el encanto porque la vida sigue como siguen las cosas que no tienen mucho sentido, y la amante termine "donde habita el olvido", aquel sitio al que se refiere G. A. Bécquer como lugar desolado y solitario, y donde Luis Cernuda quisiera escapar después de sus frustraciones con otro desengaño amoroso. Escuche la canción >Un lector le envió a David Uclés una bomba de la Guerra Civil (sin explosivo, solo a modo de obsequio). Otra lectora, que tiene una óptica, le regaló unas gafas graduadas. Y otra —al loro— le hizo entrega de las llaves de un piso vacío en Villajoyosa (Alicante), para que lo disfrute cuando quiera: “Fui una vez, pero solo duré un día: no soy un animal de playa”, cuenta el escritor.
Todo ocurre en la nave de un polígono industrial de Coslada. Desde fuera, nada hace pensar que lo que sucede dentro guarda la más mínima relación con el sexo. Y desde dentro, tampoco: No solo Fans perfectamente podría ser una agencia de imagen convencional. Las modelos caminan maquilladas y vestidas de aquí para allá, y el ruido de las conversaciones sobre estrategia de promoción solo se ve interrumpido de vez en cuando un cámara pide silencio para grabar una toma. Pero No solo Fans no es, ni mucho menos, una agencia convencional. De hecho, poco de lo que sucede allí es convencional. La empresa es una agencia de modelos de OnlyFans, la plataforma que saca negocio de poner en contacto a creadores (en su mayoría mujeres) de contenido sexual con clientes (en su mayoría hombres) dispuestos a pagar por medio de suscripciones. La dirige Mark Rakhilkin, un empresario ruso de 21 años que aprovechó el estallido de la guerra en Ucrania para abrirse paso en el sórdido y lucrativo negocio del sexo.
Robaban coches de altísima gama cuyos extras, como la pintura metalizada o la apertura y cierre automático de puertas, podían costar unos 12.000 euros, casi el precio de un utilitario. El precio “más básico” de los vehículos que buscaban se sitúa en unos 170.000 euros. Y para mantenerlos ocultos y que a sus dueños no les diera tiempo a localizarlos, recurrían a las leyes de la física. Usaban, por ejemplo, unas telas con las que envolvían los coches para bloquear o atenuar las ondas electromagnéticas, como una jaula de Faraday, o colocaban cerca numerosos inhibidores que hacían imposible que los dispositivos de geolocalización pudieran transmitir. A pesar las cautelas y la conciencia con la que protegían este negocio millonario ilegal, esta organización especializada en robar coches de lujo ha sido desarticulada esta semana en una operación de la Unidad Central Operativa de Policía Judicial (UCO) de la Guardia Civil en colaboración con los Carabinieri italianos.
El Gobierno tiene previsto llevar este martes al Consejo de Ministros un decreto con el que se agilizarán las ayudas para los enfermos de ELA y se autorizará un crédito específico para hacer frente a estas partidas. La ministra de Hacienda, María Jesús Montero, ya avanzó en la sesión de control en el Congreso, ante las críticas del PP, que se estaba preparando esa generación de crédito y retó a los populares a votar a favor cuando llegue la norma al Congreso para su convalidación. Pero el decreto que se está ultimando para el martes contiene todo un paquete complejo de medidas en las que ha trabajado el Ministerio de Derechos Sociales, dirigido por Pablo Bustinduy, que están pensadas para agilizar la llegada de las ayudas ante las quejas de las asociaciones. El Congreso aprobó la ley de la ELA con gran consenso, pero después ha tenido muchos problemas de aplicación que ahora se intentarán paliar con este decreto, que según fuentes del Ejecutivo irá este mismo martes.
Una anciana llamada Martina Fernández compartió con el investigador Santiago Macías, presidente de la asociación Semillas de Memoria, información sobre un crimen por el que nadie se había interesado nunca. Siendo joven, en el verano de 1936, había oído unos tiros mientras trabajaba en el campo y cómo los verdugos se dirigían a las dos víctimas, un hombre y una mujer, como Los Garbanzos. Los vecinos de Cubillos del Sil, en la comarca de El Bierzo (León), que enterraron los cadáveres, no los conocían. No eran del pueblo. “Martina”, relata Macías, “me llevó hasta el lugar en 2009 e hice un croquis del sitio, al borde de una carretera. Era una investigación al revés: normalmente, sabemos los nombres de los desaparecidos del franquismo y desconocemos el lugar donde fueron arrojados sus cuerpos. Aquí sabíamos el lugar, pero no quiénes eran, solo su mote”.
Antes de convertirse en profesora de Lengua castellana y literatura en Cantabria, Ticiana Domínguez, de 37 años, trabajó en un supermercado, atendió a peregrinos del Camino de Santiago, estuvo empleada en una residencia de mayores y en una asociación de personas con discapacidad psíquica. Su caso no es raro. España es uno de los países desarrollados donde más profesores de la ESO y Bachillerato llegan a serlo después de haber pasado bastante tiempo (al menos seis años) trabajando en actividades sin relación con la enseñanza, según reveló hace unos días el estudio TALIS, elaborado por la OCDE. La proporción alcanza en España a 4 de cada 10, un 33% más que el promedio de dicha organización, formada mayoritariamente por países ricos. A primera vista, el dato puede parecer negativo. Pero ni los docentes llegados al oficio desde otros campos laborales, como Domínguez, ni otros expertos en educación lo ven así. Más bien al contrario.
David Bustamante (San Vicente de la Barquera, 43 años) no necesita presentaciones. Tenía 19 años cuando se convirtió en uno de los rostros más populares de la televisión gracias a su participación en Operación Triunfo —donde quedó en tercera posición—; dos décadas después, sigue al pie del cañón. Nada ha cambiado en él: tiene la misma ilusión que aquel Titín —como le llaman los más cercanos— que hizo historia, continúa siendo un terremoto y mantiene intacta esa energía tan característica suya. Dice estar en su mejor momento, y no necesita repetirlo dos veces, se nota en el aura que desprende. Va de un lado a otro, saluda a quien se encuentra y gasta alguna que otra broma para relajar el ambiente. “Estoy viviendo un momento muy dulce porque hago lo que me gusta y me siento realizado”, reconoce el cántabro a EL PAÍS durante un encuentro en el hotel UMusic de Madrid.
La gran batalla empresarial en muchos años en España, la opa hostil del BBVA sobre el Banco Sabadell, llegó el jueves a un desenlace inesperado: solo aceptaron la oferta accionistas que suman el 25% del capital, muy por debajo del 50% al que estaba condicionada la operación, y del 30% que habría permitido al BBVA seguir adelante mediante una segunda opa en metálico. El resultado es un triunfo rotundo del banco catalán, que había desarrollado una agresiva estrategia defensiva, y un fracaso para el banco que preside Carlos Torres, quien se había implicado a fondo en el intento durante los últimos 17 meses. Los accionistas tenían la última palabra, y no fueron solo los minoristas (en su mayoría clientes del Sabadell) quienes dieron la espalda a la propuesta.
La vereda es estrecha y llena de obstáculos y peligros, pero existe, y todo aquel que mire sin anteojeras nacionalistas y partidistas sabe por donde discurre en términos generales. El camino de salvación de los europeos en este tiempo pasa por tres grandes lugares conceptuales que pueden sortear tres grandes desafíos. Los lugares son competitividad, seguridad y soberanía democrático-digital. Los desafíos, una suerte de versión geopolítica de las Escila y Caribdis mitológicas, son Trump, Putin y Xi.
“Necesitamos que todos se unan a nuestra revolución, incluso los poetas”. La sentencia es del poeta birmano Ko Maung Saungkha que, haciendo gala de una inapelable coherencia, también es comandante, con mil soldados a su cargo, del Ejército de Liberación del Pueblo, las milicias rebeldes que luchan contra la dictadura militar en Myanmar. Esta guerra civil ha desplazado, y desperdigado por todo el territorio, a 3,5 millones de personas.
El 14 de mayo de 1948, el último de los soldados británicos abandonó Palestina y los judíos, liderados por David Ben-Gurion, declararon en Tel Aviv la creación del Estado de Israel, de acuerdo con el plan previsto por las Naciones Unidas. Atrás quedaba una larga historia de pertenencia al Imperio Otomano para dar paso a un conflicto permanente con los Estados árabes vecinos y los habitantes árabes de la tierra que se conocía como Palestina desde la época del Imperio Romano.
Una mañana de octubre de 2022, con cara de emoción contenida, Julio Núñez (Casar de Cáceres, 1990) apareció en su sección de Sociedad de EL PAÍS con un montón de hojas en las manos. En la primera página había una sola palabra impresa: “Historia”. “Trabájatela bien, porque esta va a ser la historia de tu vida”, le dijo un compañero. “Piensa que todos estos años de investigación han sido tu preparación para contar esto”. Aquellos folios contenían, en efecto, una historia alucinante. Los escritos personales del jesuita español Alfonso Pedrajas, el padre Pica, durante sus años en Bolivia. Era el diario de un cura pederasta. Pedrajas, consumido por la enfermedad, se lo confió a su novio en un viaje en coche por Bolivia, y el diario acabó en un trastero de Madrid, donde lo descubrió un sobrino del sacerdote, que decidió finalmente entregárselo al periodista. Núñez, junto con su compañero Íñigo Domínguez, llevaba años investigando en EL PAÍS la pederastia en la Iglesia española. Una de las investigaciones periodísticas más importantes de la historia reciente de la prensa española, premiada con el Ortega y Gasset y aún en marcha. Después de años de hablar con cientos de víctimas, el diario del padre Pica ofrecía algo nuevo: el punto de vista del agresor. Ahí contaba sus abusos sexuales. Su lucha contra una culpa que lo atormentaba. Pero también sus peticiones de ayuda desatendidas por sus superiores. Tras una extensa investigación, EL PAÍS publicó el 30 de abril de 2023 Diario de un cura pederasta. Un reportaje, basado en los escritos de Pica, que causó un terremoto político y social en Bolivia. Allí viajó Núñez después para informar sobre aquello. Un viaje al encuentro con sus propios miedos, inseguridades y demonios. El viaje, el diario, las historias de las víctimas de Pedrajas, la de su novio, la de su sobrino. Historias todas extraordinarias que se entrelazan en el libro Padre Pica, que publica ahora Debate.
Sant Cugat del Vallès se ha unido a la batalla emprendida por algunos municipios para fiscalizar el acceso al padrón municipal. Tras destapar este verano un fraude masivo, con más de 320 contratos falsos de alquiler, el ayuntamiento impulsará un nuevo protocolo que busca “endurecer las condiciones de acceso” al trámite. El alcalde, Josep Maria Vallès (Junts per Catalunya), explica a EL PAIS que el nuevo protocolo supondrá, entre otras cosas, un incremento de las inspecciones previas por parte de la policía local para asegurar que la persona interesada reside efectivamente en el municipio. “No haremos efectivo el empadronamiento hasta que se haga esa comprobación. El padrón no puede ser un coladero”, zanja.
La nueva consejería del Interior, que dirige Núria Parlon, ha normalizado el uso del gas pimienta por parte de los Mossos d’Esquadra. Se trata de un espray, que contiene agua y pimienta, y que forma parte de la equipación autorizada de los antidisturbios desde 2013. El hecho de que los Mossos hayan utilizado el arma tres veces en dos semanas, y en tres protestas de apoyo a Palestina, ha levantado una polvareda política: ERC, Comuns y la CUP piden la comparecencia de Núria Parlon, y del director de la policía catalana, Josep Lluís Trapero. Antes de esto, la última vez que se usó el gas pimienta fue en agosto de 2024, en la visita fugaz y posterior huida de Puigdemont al Parlament, con ERC en el Gobierno.
Se trataba de salir a bailar con él otra vez, la penúltima. Él decía que sería su último videoclip y yo no quería perdérmelo. Así que preparé dos, tres ideas, y nos quedamos con esta, la más sencilla, la más compleja. Recuerdo haberlas compartido antes con Leiva en un restaurante. Leiva hace que las cosas pasen; el ímpetu que tú le transmitas te lo devuelve multiplicado por diez, sin intereses. Es difícil sustraerse a su entusiasmo sin condiciones, su predisposición a embarcarse en empresas de dudoso éxito le convierte en el cómplice ideal de todos los crímenes. Su implicación fue aquí, otra vez, esencial. Tanta, que se vino conmigo a contarle a Joaquín la idea.