ARTICULO PRIMERO.- Conformar, el Comité de Dirección de...
"Año de la lucha contra la corrupción y la impunidad”
El tiempo de armonía en las relaciones transatlánticas terminó. Para los Estados Unidos de Donald Trump, Europa, el proyecto de valores y defensa del orden multilateral basado en reglas, es un adversario. Uno que hay que tratar de reconducir para que camine hacia la vía iliberal y reaccionaria que marca el trumpismo y que siguen sus aliados europeos, los Caballos de Troya ultras, nacionalpopulistas y euroescépticos que buscan dinamitar a la Unión Europea desde dentro y a quienes, en su nueva estrategia de seguridad nacional, Washington —que los denomina partidos y formaciones políticas “patrióticas”— se marca como objetivo impulsar. Una promesa de interferencia, de intromisión en la soberanía europea, que podría sonar propia de autocracias como Rusia o China (aunque con toda probabilidad no harían públicas sus intenciones) más que del histórico aliado que ya no lo es.
A Federica Mogherini la ha engullido esta semana un escándalo que bien podría ser la trama de una de las novelas policiacas que tanto disfruta leyendo. La que fuera jefa de la diplomacia europea entre 2014 y 2019 fue arrestada ―aunque solo durante unas horas— por la policía flamenca el pasado martes a instancias de la Fiscalía europea, que la acusa de fraude y corrupción en la contratación pública dentro de su actual responsabilidad como rectora del prestigioso Colegio de Europa, con sede en Brujas. La imputación de Mogherini y de Stefano Sannino, ex secretario general de los servicios diplomáticos europeos, ha sacudido Bruselas. La investigación de la Fiscalía europea, que por primera vez apunta a la cúspide de la arquitectura comunitaria, es otro guantazo a la credibilidad de las instituciones europeas en un momento en el que estas buscan resguardarse de los ataques que reciben desde dentro y fuera de la UE. Pero el golpe va más allá: la investigación pone en entredicho también la reputación de una institución, el Colegio de Europa, que desde después de la Segunda Guerra Mundial ha venido formando las élites de Bruselas y pone sobre la mesa una vez más las complejas relaciones entre los lobbies y los políticos bruselenses.
Juan se sienta en la mesa de su cocina, abre una lata de cerveza y muestra el último mensaje que le ha enviado su dealer por WhatsApp: un vídeo de apenas unos segundos del paquete de cocaína que le acaba de llegar y que solo se puede ver una vez antes de que se borre automáticamente. La vende a 50 euros el gramo. Si se lleva tres, le hacen un precio especial de 100 euros. Ni siquiera tiene que salir de casa. Si quiere comprar, el vendedor estará en su puerta a más tardar en una hora o antes, si está cerca. “Es muy fácil”, explica este español de 46 años, que vive en Bruselas desde hace más de una década y que habla bajo la condición de que no se revele su nombre real.
Artículo elaborado en el marco del proyecto ChatEurope, financiado por la Comisión EuropeaCuando Oleksandra Matviichuk (Boiarka, Ucrania, 42 años) recogió el Premio Nobel de la Paz de 2022 en calidad de presidenta del galardonado Centro para las Libertades Civiles, dijo en su discurso algo muy significativo: ante la agresión brutal y la ausencia de justicia, muchos activistas por los derechos humanos y por la paz se vieron forzados a defender las ideas en las cuales creen con las armas en la mano. Su persona, su trayectoria, su discurso y el premio de la organización que lidera arrojan luz sobre la defensa de las ideas de paz y derechos en un tiempo de imperialismos desatados y creciente impunidad. Matviichuk concedió esta entrevista el jueves en Saint-Vincent (Valle de Aosta, Italia), en el marco del Grand Continent Summit, una conferencia organizada por la revista homónima para reflexionar sobre el futuro de Europa. En ella, la abogada ucrania se mostró convencida de que “Putin no quiere la paz. Quiere alcanzar su objetivo. (…) Quiere restaurar por la fuerza el imperio ruso”. Tras la conversación, se disponía a viajar a Siria, otro país en el cual la acción de Rusia, mediante su apoyo a la dictadura de Bachar el Asad, debería ser sometida a escrutinio de la justicia.
Isabel Pérez Moñino, la portavoz de Vox en la Asamblea de Madrid, dispara a quemarropa: “¿Dónde están las 25.000 viviendas que usted prometió en el año 2019?”, le pregunta a Isabel Díaz Ayuso un jueves en la Asamblea. Son doce palabras como doce granos de sal en una herida supurante. Porque no, las 25.000 viviendas del Plan Vive que prometió la presidenta para 2027 no se han construido. El objetivo se ha reducido a 13.000, de las que solo 4.875 se habían entregado a 1 de septiembre. Y como las elecciones de 2027 están ya en el horizonte, el dato alimenta la campaña con la que Vox espera reventar la mayoría absoluta del PP. Se llama Madrid Sur en Pie. Busca captar votos en barrios y ciudades tradicionalmente de izquierdas contraponiendo las necesidades en vivienda y servicios con la región espectáculo que creen que está construyendo Ayuso a base de grandes eventos (F1, NFL...). Un “Madrid global”; ”cosmopaleto”; “el patrio trasero de los multimillonarios de medio mundo”, dicen los portavoces de la extrema derecha. Una suerte de Miami europeo. Y todo el mundo, del PP al PSOE, pasando por Más Madrid, ha tomado nota.
En un artículo clásico sobre el ya manido “efecto Bilbao” y sobre cómo el Guggenheim de Frank Gehry desató una fiebre de la que quisieron contagiarse ciudades de todo el mundo, publicado en The Guardian con motivo del 20 aniversario del museo, el arquitecto canadiense, fallecido ayer a los 96 años, recuerda que un mes antes de la inauguración subió al monte de Artxanda. Contempló desde lo alto su flamante criatura de titanio brillar, y pensó: “¿Qué cojones le he hecho a esta gente?”.
Cuando Carlos Benaïm (Tánger, Marruecos, 81 años) llegó al mundo de las fragancias como aprendiz, a finales de los sesenta, se sintió un intruso. Entonces el oficio de perfumista, tremendamente endogámico, se transmitía de padres a hijos: “Yo no tenía nada que ver, pero primero porque la mayoría no estaban tan preparados. En Grasse en aquella época, cuando un chico no iba bien le metían de perfumista; pero yo venía de hacer estudios químicos muy avanzados, había empezado un doctorado y dejé todo para hacer algo creativo que no conocía, sin tener ni idea de si iba a salir bien”, cuenta en la sede de la Academia del Perfume en Madrid, donde presenta su autobiografía A Scented Journey (Nez Éditions). Maestro perfumista en IFF y Académico de Número, sillón Poleo, la Academia le acaba de otorgar también la mención Leyenda del Perfume.
A Scented JourneyCarlos Benaïm Nez Éditions, 2025 184 páginas. 30,95 euros Disponible en inglés y francésHa terminado la entrevista y Lole Montoya, relajada, dice: “Antes me preguntabas sobre lo que significó Nuevo día para la España de 1975. Fue esto…”. Y lo explica sin palabras: la cantaora encoge el cuerpo con las manos ocultando el rostro y luego se yergue con los brazos extendidos y el rostro mirando al cielo. La pequeña performance no puede ser más certera: una España acomplejada y sombría que recibía la muerte de Franco con esperanza. “El Sol, joven y fuerte, ha vencido a la luna”, canta con una voz clara y vibrante Lole en los primeros versos de aquel debut de Lole y Manuel, un álbum de referencia que se publicó meses antes del fallecimiento del dictador y que supuso un fogonazo de luz, un revulsivo anímico en un país que llevaba demasiado tiempo entre penumbras. En lo musical, Nuevo día abrió la puerta a un flamenco moderno y evolutivo varios años antes que Veneno, Pata Negra o del acercamiento de Camarón al rock con La leyenda del tiempo. Ahora Lole va a celebrar el medio siglo de aquel hito con una actuación en el madrileño festival Miradas Flamenkas el próximo 14 de diciembre.
La nueva Estrategia de Seguridad Nacional que acaba de publicar la Casa Blanca ha disipado las últimas dudas respecto a la temida ruptura del lazo transatlántico que tan estrechamente ha vinculado a los europeos con Estados Unidos desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. El enemigo declarado por el trumpismo no es Rusia, ni siquiera China, sino la potencia normativa y receptora de inmigrantes que es la Unión Europea, junto con las instituciones y países solidarios con Ucrania frente a la invasión rusa.
Algo fundamental se está desvaneciendo, casi imperceptiblemente, en el espacio público. Las aceras siguen llenas de gente, los parques también, pero si observamos, o mejor dicho, si medimos más de cerca, la trama sutil de las interacciones sociales parece haber cambiado. Se ha vuelto más escasa.
El machismo no es una suma de conductas puntuales, sino un sistema que atraviesa de manera estructural y transversal todas las esferas de la vida, lo que también afecta a las instituciones públicas y privadas y, por tanto, a los partidos políticos. Ninguna organización está al margen de esta realidad y, por eso, desde posiciones feministas reclamamos transformaciones profundas que garanticen una igualdad real, plena y efectiva.
Emanan vapores viscosos desde la Sala Segunda del Tribunal Supremo, la penal. El más denso es el dilema sobre la causa de la condena (¡carente aún de sentencia!) al ex fiscal general del Estado, por presunta revelación de secretos.
Aunque no se reúna desde hace más de un lustro, esta comisión de las Corts valencianas sigue activa sobre el papel. Su función no es trabajar para elaborar nuevas leyes. Digamos que se trata de un asunto interno: la revisión del Reglamento que rige el funcionamiento del parlamento autonómico. Y como el Reglamento vigente debe ser útil, la comisión está inoperativa y así podría parecer del todo innecesaria, pero allí sigue formalmente constituida porque cumple con una función alternativa. Los partidos designan a su portavoz para que participe en ella y esa elección, que no aumenta la carga de trabajo del diputado en cuestión, tiene premio: un complemento salarial mensual. Son 634 euros, como nos contó Ferran Bono. ¿Qué deben pensar los diputados que puntualmente reciben ese plus en la nómina porque ellos lo valen? Ahora el grupo parlamentario del Partido Popular ha seleccionado a su nuevo portavoz en dicha comisión que cumple a la perfección con esa idea tópica del chiringuito que tanto daña el respeto a la mecánica de las instituciones. Sí, sin vergüenza, el elegido es Carlos Mazón. ¿Qué debe pensar?
Llegamos con formación, idiomas y experiencia, esperando contribuir y crecer, pero pronto descubrimos que lo que importa no es el talento ni la vocación, sino convertir cada relación en una oportunidad. Los contactos, los afterworks, las conversaciones casuales se transforman en fichas de un juego donde, si no rentas socialmente, quedas fuera. La transaccionalidad invade todo: la vida profesional y la social se fusionan en un único espacio donde cada gesto se mide por el beneficio que puede ofrecer. La educación, que prometía abrir puertas, ya no garantiza movilidad; los méritos se diluyen frente a la necesidad de posicionarse. La meritocracia se revela como una ficción, y la precariedad se instala como norma. Es un capitalismo extremo, que nos usa y nos evalúa por nuestra habilidad para extraer valor de cada interacción, dejando la vocación y la autenticidad en segundo plano. Somos jóvenes atrapados en un sistema donde todo es transacción, y sobrevivir implica adaptarse a unas reglas que explotan nuestra energía y distorsionan la idea misma de trabajo digno.
Yolanda Martínez Cobos y Luna Fernández Grande, las dos españolas esposas de yihadistas repatriadas en 2023 desde el norte de Siria y a las que la Audiencia Nacional impuso penas de tres años de prisión por delitos de terrorismo al haber estado integradas en el Estado Islámico (ISIS, en sus siglas en inglés), terminarán de cumplir el año y tres meses de condena que tienen pendientes en tercer grado penitenciario o semilibertad, según han confirmado a EL PAÍS fuentes jurídicas y penitenciarias. Lo harán en el Centro de Inserción Social Victoria Kent (CIS, destinado a acoger reclusos en régimen abierto), en Madrid, donde han acudido recientemente para acogerse a este beneficio penitenciario.
La mañana del 16 de noviembre del escritor franco-argelino Boualem Sansal ha durado prácticamente un año. Aquel día, en el aeropuerto de Argel, cuando regresaba a su casa, fue detenido, conducido a un cuartel de los servicios secretos y acusado de terrorismo, espionaje y de atentar contra la integridad del estado. Llevaba años diciendo y escribiendo lo que pensaba sobre el Islam, el régimen argelino y sus relaciones. Pero hacía poco que el escritor, uno de los más traducidos y leídos en lengua francesa, premio de Novela de la Academia francesa, había declarado a una revista que parte del territorio argelino formó parte de Marruecos. Pudo ser lo que colmó la paciencia del régimen. Quién sabe, porque el juicio fue una farsa y fue condenado a cinco años de cárcel de los cuales pasó uno en condiciones deplorables. Hace dos semanas recibió un indulto, concedido a petición del presidente de Alemania, Frank-Walter Steinmeier. Pero la condena sigue vigente.
Los vecinos de las empinadas calles del barrio de San José, en Las Palmas de Gran Canaria, no esconden su alivio desde mediados de octubre. El día 14, un operativo de agentes de Policía Nacional y Policía Local desarticuló un punto de venta de droga abierto las 24 horas y que había obligado a 155 intervenciones policiales en lo que iba de año. No se trataba de un centro de menudeo cualquiera. Su dueño y señor era José Manuel Rodríguez, El Guaca, de 67 años, calificado por la Policía como “objetivo de alto valor”. Porque El Guaca es un nombre propio destacado de la crónica policial canaria desde los años ochenta: personaje recurrente en los tribunales, las comisarías, las portadas y hasta en alguna que otra canción pop local, suma con esta 48 detenciones, que le han llevado a acumular 24 años de condenas que ha ido cumpliendo. “Es un histórico”, sentencian fuentes policiales que trabajaron en la investigación.
La lesión seria de Trent Alexander-Arnold, la segunda del inglés esta temporada, ahondó en la sensación de que la banda derecha del Madrid está maldita. De abajo arriba, por ese flanco todo son problemas físicos, incomodidades, gente fuera de lugar o poca productividad. El equipo blanco se ha quedado sin laterales puros, al menos, para el próximo mes, y del centro del campo hacia adelante hasta seis jugadores (Mastantuono, Brahim, Rodrygo, Güler, Valverde y Camavinga) han ocupado esa orilla sin gran resultado a la vista. Unos no han tenido el peso esperado, otros no quieren estar ahí y alguno ha aparecido en ese carril de forma circunstancial.
Ningún español había saboreado las mieles del éxito en la IndyCar hasta 2021, cuando, justo al concluir la pandemia, un joven y desconocido barcelonés rompió los moldes del mismo campeonato en el que no habían conseguido descorchar el champán pilotos como Oriol Servià o Fernando Alonso. “Esto es mejor que cualquier sueño”, aseguró entonces aquel chico imberbe al otro lado del Atlántico. Cuatro años después, Álex Palou (San Antonio Vilamajor, Barcelona; 28 años) ha logrado que lo onírico se convierta en costumbre, y, tetracampeón ya de la IndyCar, el campeonato de automovilismo más importante de Estados Unidos, pasea por Madrid junto al colosal Borg-Warner, trofeo que le distingue como célebre campeón de las 500 Millas de Indianápolis. “De vez en cuando me paran por la calle para pedirme una foto, pero no me considero famoso”, confiesa a EL PAÍS desde un hotel de la capital, donde vuelve cada invierno junto a su mujer para reencontrarse con la familia y escapar del vórtice polar que asola Indianápolis en las últimas semanas del año.