ARTICULO PRIMERO.- Conformar, el Comité de Dirección de...
"Año de la lucha contra la corrupción y la impunidad”
Elegir regalo para el amigo invisible se ha convertido en todo un arte: cómo acertar sin exceder el presupuesto marcado ni caer en tópicos. Dar con el regalo adecuado para tu amigo invisible, ya sea en el trabajo o entre tus amigos, es más difícil de lo que parece, sobre todo cuando el presupuesto es ajustado y no puedes regalarle a la persona que te ha tocado esa cosa que sabes que tanta ilusión le hace porque es demasiado cara y va contra las reglas del juego. Pensar en las cosas que le gustan, le hacen gracia o saber sus hábitos diarios son excelentes puntos de partida para elegir un regalo acorde al presupuesto, divertido, funcional y que además le haga mucha ilusión a tu amigo invisible. Aun así, sabiendo todo sobre esa persona, muchas veces recorres tiendas, saltas entre pestañas de Amazon y al final sigues sin tenerlo claro.
Es una regla universal creer que los niños son los más fáciles de regalar, pero lo cierto es que, conforme crecen, la elección se complica. A cierta edad ya no es tan fácil acertar como antes, los gustos evolucionan, por lo que los detalles que combinan diversión, creatividad y un toque especial se vuelven los favoritos.
Foment del Treball vive con cierta angustia los vaivenes de la política española y catalana. Vista en Madrid como sospechosa de separatismo, la patronal carece en Cataluña del abrigo que encontró durante el largo mandato pujolista. Los herederos de Junts per Catalunya son un partido inmaduro y con escaso poder. El PSC —que ostenta el Gobierno de la Generalitat— no asume actualmente la hoja de ruta de la patronal. Foment valora la estabilidad que Salvador Illa ha proporcionado a la política catalana, pero le gustaría que se deshiciera de sus socios de ERC y Comunes y se moderase pactando con Junts. Un mundo feliz para la patronal sería, por ejemplo, que el PSC y también el PSOE se opusieran, como los de Puigdemont han hecho, a la reducción de la jornada laboral, vetaran los impuestos a las energéticas, eliminaran sucesiones y bajaran la presión fiscal. Con la entente con Junts se produciría la situación próxima a la de los viejos tiempos. En la nostalgia patronal pesa, tal vez, la trayectoria del actual presidente de Foment, Josep Sánchez Llibre, durante 23 años diputado de CiU en Madrid y de ahí su sambenito de nacionalista. A buen seguro que el dirigente patronal echa de menos los años en que la vieja Convergència —junto al PNV— tenía la llave maestra de la gobernabilidad en el Congreso. El PP o el PSC eran entonces colaboradores necesarios para las mayorías de Pujol en el Parlament. Y desde luego, los intereses de los empresarios catalanes estaban representados, aquí y en Madrid, por CiU. Ahora, a la patronal no le queda más remedio que lidiar con lo que hay.
Edsel Benson Cárdenas tiene 53 años y nació en la ciudad peruana de Arequipa. Allí trabajó más de tres décadas conduciendo autobuses. Desde junio de 2024, sigue al volante de un autocar, pero, al otro lado del Atlántico. Cárdenas es solo uno de las decenas de chóferes procedentes de Perú que conducen autobuses en Cataluña. “No soy ni mucho menos el primero. Algunos compañeros, en Perú, contactaron antes con la empresa Monbus y ahora trabajamos en diferentes puntos de España en busca en un futuro mejor”, resume Cárdenas. Cataluña y Galicia han sido dos de las zonas que más conductores extranjeros atraen.
Otoño de 2025, la invasión de Ucrania se encamina a su cuarto año. En las tiendas de la cadena rusa Tvoe suena un anuncio: “Zara, Stradivarius y Bershka ya están en las estanterías de Tvoe, pero no se lo digas a nadie, es un secreto”. Inditex, propietaria de estas marcas, abandonó aquel mercado en 2022, meses después de que el Kremlin desatase su guerra. Sin embargo, algunas prendas de la compañía española, como las de otras firmas occidentales, siguen llegando a los consumidores rusos. A cuentagotas, más caras y con una variedad reducida, pero llegan por otras vías.
Mal asunto cuando el primer ejecutivo de un fabricante de aviones tiene que salir a pedir disculpas. El consejero delegado de Airbus, Guillaume Faury, lo hizo la semana pasada en la red profesional Linkedin por un problema serio tras mucho tiempo de aparente calma en la casa. Desde hace más de siete años los siniestros y las pérdidas económicas son la sombra del rival estadounidense Boeing. Ahora, el popular modelo A320 de Airbus ha aflorado fallos en el sistema de control de vuelo, y eso no es poca cosa para uno de los aviones más vendidos del mundo, con unas 11.300 unidades despegando cada jornada.
L’autocar de la penya de Mollet, les porres improvisades, el pare al meu costat i la meva tia un parell de files més enrere. Les anècdotes del meu avi repetides una vegada i una altra. També la meva samarreta, la primera que vaig tenir, amb el 6 i el meu nom, i la del 3 amb el de la meva germana Alba, tots dos dorsals, una foto de les nostres edats l’any 2000. Aquests records són el que representa el Barça per a mi: un sentiment abstracte que només es materialitza quan trepitjo el Camp Nou. Allà és com si els pogués tocar.
En este episodio recopilamos las recomendaciones navideñas de libros, películas, series y juegos. Grabamos parte del podcast caminando por la redacción y hablando con compañeros que, además, nos enviaron audios con sus propuestas para estas fechas.
Realizan:Presenta:Diseño de sonido:Nicolás Tsabertidis
Edición:Ana Ribera
Coordina:Dirige:Ana Alonso
Sintonía:Jorge Magaz
Al fin, gracias a los secretos tejemanejes de Steve Witkoff y Jared Kushner entre Moscú y Washington, siempre a espaldas de Bruselas y Kiev, todo queda meridianamente claro: los multimillonarios han tomado el poder. La élite del dinero ya prescinde de los profesionales de la diplomacia y de la política. A diferencia de sus antecesores, esta diplomacia plutocrática no actúa constreñida por las instituciones internacionales, los tratados, las constituciones o cualquiera de las reglas comúnmente aceptadas. De la paz y de la guerra solo les interesan las jugosas contrapartidas dinerarias que puedan extraer de las inversiones en armas y luego de la reconstrucción y la explotación de recursos.
Tom Burgis. 'All the president’s millions: how the Trumps are turning the presidency into riches'. The Guardian, 30 de noviembre.Drew Hinshaw y cuatro periodistas más. ‘Make Money Not War: Trump’s Real Plan for Peace in Ukraine’. The Wall Street Journal, 28 de noviembre.House Judiciary Comitee Democrats. ‘Trump, crypto and a new age of corruption’. 24 de noviembre.David D. Kirkpatrick. ‘The Number. How much is Trump pocketing off the Presidency?’. The New Yorker, 11 de agosto, 2025.Peter Baker. ‘As Trumps Monetize Presidency, Profits Outstrip Protests’. The New York Times, 25 de mayo 2025.El chantaje de Junts no es solo un incordio para la coalición gobernante en España; simboliza también cuáles son las líneas rojas que marca nuestra Constitución en lo referente a la capacidad de autogobierno de las comunidades autónomas. En su cuadragésimo séptimo aniversario, la Constitución del 78, que tan grandes servicios ha prestado, muestra indudables signos de fatiga en aquello que dejó a medio regular. Me refiero, claro está, a su Título VIII, la organización territorial del Estado, que ya desde sus inicios se ha movido a golpe de sentencias del Tribunal Constitucional y, sobre todo, de la creatividad política derivada del choque de fuerzas entre los dos grandes partidos y la dinámica centrífuga de eso que dimos en llamar “nacionalismo periférico”. Este devino en nuestro eje de conflicto más perturbador, muy por encima del de izquierda/derecha.
Durante décadas América Latina fue el llamado patio trasero de Estados Unidos. Ahora Washington ha declarado a la región su jardín delantero. La nueva Estrategia de Seguridad Nacional de la Administración de Donald Trump, publicada el viernes, pone su principal foco geopolítico en el continente americano, en detrimento de Europa o de Oriente Próximo. Dos siglos después de su proclamación, vuelve la doctrina Monroe del siglo XIX que abrió una era de intervencionismo de Washington en América Latina dirigido en su mayor parte contra gobiernos y simpatizantes de izquierda, y regresa con características trumpistas. La campaña militar en torno a Venezuela es una de ellas. La presión ―llegando a la injerencia electoral― en favor de gobiernos y políticos afines en una región más polarizada que nunca es otra.
Pese a que el mundo hace tiempo que se acostumbró a la volatilidad de Donald Trump, la actitud de las últimas semanas del presidente de Estados Unidos ante la idea de un ataque a Venezuela tiene desconcertados a los observadores de la relación entre ambos países, sumidos últimamente en un ánimo voluble y en estado de alerta. Los mensajes que llegan desde la Casa Blanca son ciertamente contradictorios. Un día, Trump amenaza con el inminente comienzo de una ofensiva terrestre, y con “acabar con esos hijos de perra”, en referencia a los narcotraficantes del país sudamericano. Al siguiente, reanuda los vuelos de devolución de inmigrantes irregulares y deja abierta la posibilidad a una salida negociada de la crisis. ¿El resultado? Que nadie, ni en Washington ni en Caracas, se atreve a apostar si finalmente se producirá la temida intervención militar, ni qué forma tendrá, llegado el caso.
A finales de mayo de 1977, pocos días después de ser cesada como jefa de Gabinete de Adolfo Suárez, Carmen Díez de Rivera recibió una llamada del presidente. Algunos medios de derechas afirmaban que la habían echado de La Moncloa por comunista. La acusaban de ser una espía a sueldo de Alemania del Este y aseguraban que estaba en arresto domiciliario. Suárez la llamó para anunciarle que iba a publicar una nota desmintiendo los rumores. La relación entre ambos no pasaba por su mejor momento. Tras apartarla, el presidente le había ofrecido un puesto como asesora y ella lo había rechazado. Díez de Rivera no quería saber nada de la naciente UCD, no le gustaba la inclusión de tantos funcionarios franquistas en las listas electorales. “Para quitarle hierro al tema, Carmen, he pensado que te voy a dar una Gran Cruz”, le propuso Suárez. “Antes muerta que cogida con una cruz. Cruces ya tengo bastantes. Si insistes en dármela, la rechazaré”, respondió ella.
La de 2026 será la primera edición de Eurovisión en la que España no participe desde que debutó en el concurso musical en 1961. Su postura contraria a que Israel participe ha hecho que se RTVE se retire del certamen. La cadena pública tiene cosas que ganar y que perder al tomar esta decisión.
Con ese nombre tan sonoro, esa voz tan cálida y ese rostro tan rotundo, Pastora Vega resulta una presencia inconfundible para quien la ha visto madurar en escena desde que debutara, jovencísima, en la tele de los primeros años ochenta del siglo pasado. Hoy, Vega: madura, cortés y elegante, recibe en el ambigú del teatro Infanta Isabel, en Madrid, donde, al día siguiente a la entrevista, estrena la obra Género de dudas, en la que interpreta a la esposa de toda la vida de un político, encarnado por Pablo Carbonell, en plena campaña electoral. Los secretos que salen a la luz durante la obra ponen patas arriba no solo a la pareja protagonista, sino las certezas del patio de butacas. No puede esperar para ver la reacción del público.
LA PENÚLTIMA DE LA SAGAPastora Vega (Madrid, 65 años) quería salirse de la tracición de su familia de artistas (nieta del torero Gitanillo de Triana, bisnieta de la cantarora Pastora Imperio) y se licenció en Derecho, pero, al final, ganó la fuerza de la sangre, o del talante, y las tablas tiraron más de ella que las togas. Su debú en televisión, junto a Guillermo Summers en el mítico programa Y sin embargo, te quiero, enamoró a la cámara, la crítica y a los espectadores y ya no abandonaría el foco. Comunicadora y actriz, con intervenciones en cine, series de televisión y teatro, Vega se convirtió desde entonces, en presencia habitual de la vida social y cultural del país hasta hoy mismo. Jon y Daniel Arias Vega, los hijos que tuvo con su primer marido, Imanol Arias, siguen, desde la música y la interpretación, con la tradición familiar. A sus 65 años, dice que está como nunca.
Cada vez que uno se preocupa en voz alta por el estado del mundo y, sobre todo, cada vez que uno sugiere que el mundo atraviesa por estos días una crisis que nunca antes había vivido, hay una voz lista para decirnos que nos equivocamos: que el mundo siempre ha estado en crisis, que cada generación siempre ha tenido la impresión inevitable de que el suyo es el peor de los mundos o, por decirlo con el proverbio, de que todo tiempo pasado fue mejor. ¿Dónde está la razón? ¿Realmente estamos en un momento que nunca habíamos vivido, y así se explica la desorientación profunda que sentimos, o esta crisis es igual a todas las anteriores, y la impresión de que es distinta o más grave se debe simplemente al hecho de que estamos metidos en ella, de que todavía no la vemos con la perspectiva que da el tiempo?
Llevamos décadas tarareando canciones cuyas letras desconocemos, bien porque están en otro idioma, bien porque se insertan en nuestro cerebro fonéticamente. Siempre se dijo aquello de saberse la musiquita, pero no la letrita. Algo de eso pasa con el discurso feminista. Hemos puesto tanto celo en que los camaradas tararearan la música con espíritu entusiasta, duplicando géneros y no permitiéndose usar genéricos ni en los momentos críticos, hemos fiado tanto al lenguaje, que lo hemos convertido en un salvoconducto. Y sí, se han aprendido la musiquita, han incluido ciertos términos estrella en su discurso, como los niños cuando íbamos a misa. Tan enraizadas están en mi memoria las réplicas de los oficios religiosos que hoy puedo asistir a misa y ser una más de la parroquia. Porque solo tú eres santo, solo Tú Señor, solo Tú, Altísimo Jesucristo, con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre. Es ahora cuando presto atención al sentido de aquella cantinela repetida cada domingo. Así mismo, de memorieta, algunos de ellos se han aprendido los términos con los que trufarán su mitin dominguero, y aquí paz y después gloria. Y algunas de ellas, como ya hemos visto, secundarán con aplausos lo que sus chicos entonan y se darán fraternalmente la paz, porque no es plato de gusto ondear la bandera del feminismo y que mientras haya por ahí unos cuantos rijosos metiendo mano a las nuevas generaciones. Guapas y preparadas, dicen que eran las elegidas en el casting del calenturiento Salazar. Se viene repitiendo en las tertulias que era una afrenta que unas jóvenes “preparadas” tuvieran que aguantar el baboseo del jefe. En fin, siempre se nos cuela un poco de clasismo en la jugada. Vaya, aunque hubiera sido la mujer de la limpieza y sin estudios.
No estamos preparados para un poder sin máscaras. Y menos si se trata de Estados Unidos. Cuando Rusia o China vulneran el derecho internacional, lo llamamos por su nombre: presión, amenaza, atropello. Si es Washington, la gramática cambia. Hablamos de “inconsistencias”, de “señales confusas”, de “dificultad para descifrar”. El eufemismo es un refugio cognitivo: evita reconocer que el hegemón occidental ha vuelto a jugar sin reglas, eso que durante décadas denunció con la boca pequeña en los demás. En Venezuela, la deriva alcanza su expresión más cruda. Trump ha declarado “cerrado” el espacio aéreo de un país soberano sin base legal alguna. Ha ordenado el mayor despliegue naval en el Caribe desde la crisis de los misiles y ejecuta operaciones en alta mar con decenas de muertos sin pruebas ni juicio, justificándolas en la lucha contra el narcotráfico mientras anuncia su intención de indultar a Juan Orlando Hernández, expresidente hondureño condenado por compadrear con el narco. La meta es clara: precipitar la caída de Maduro y recoger beneficios en forma de petróleo. Lo que no está claro es el límite.