ARTICULO PRIMERO.- Conformar, el Comité de Dirección de...
"Año de la lucha contra la corrupción y la impunidad”
Isabel González, nacida en Avilés (Asturias) hace 76 años, fue radióloga, jefa de servicio y gerente del Hospital de Sant Joan de Alicante. En 2017 la nombraron directora general de la Alta Inspección Sanitaria de la Generalitat valenciana con la misión de preparar la reversión del Hospital de la Ribera, en Alzira, el primero público de gestión privada en España, inaugurado en el año 2000, que dio nombre a un modelo que desde Valencia se extendió a otras comunidades gobernadas por el PP, como Madrid. Y que esta semana ha vuelto a ser cuestionado a raíz del escándalo del Hospital de Torrejón. La reversión de Alzira se concretó en el primer minuto del 1 de abril de 2018. González la vivió en el hospital, donde estuvo trabajando hasta avanzada la madrugada. “Fue como montarse a un tren en marcha”, responde por viodeollamada desde el edificio de Alicante donde vive, en un piso de la planta 18, frente al mar.
El escándalo del Hospital de Torrejón destapado esta semana por EL PAÍS ha sacudido la agenda política en España. Los audios desvelados por este diario donde se escucha a Pablo Gallart, consejero delegado del grupo Ribera Salud ―que tiene la gestión privada del hospital público de Torrejón― pidiendo en una reunión a una veinteina de directivos subir listas de espera y rechazar pacientes para ganar más, ha reavivado el debate sobre la gestión de la sanidad pública y ya se empiezan a ver las primeras consecuencias de esa eterna pugna política e ideológica.
El 23 de diciembre de 1985 dos jóvenes hicieron un pacto de suicidio en Sparks, una localidad del estado de Nevada (EE UU) de unos cien mil habitantes. Por la tarde, habían estado consumiendo alcohol y marihuana y escuchando durante seis horas seguidas el disco Stained Class (1978), del grupo de heavy metal Judas Priest. Al anochecer, se encaminaron a un parque infantil contiguo a una iglesia con una escopeta del calibre 12. Raymond Belknap, de 18 años, se puso el cañón bajo la barbilla, apretó el gatillo y murió al instante. Su amigo James Vance, de 20, hizo lo propio, pero sobrevivió, aunque su rostro quedó desfigurado.
El clan Bolsonaro está sumido en una ardua batalla para conservar el protagonismo que el proyecto de extrema derecha liderado por el patriarca conquistó en los últimos años en Brasil. La entrada en la cárcel del líder amenaza su relevancia. Jair Messias Bolsonaro, de 70 años, mata las horas viendo informativos y fútbol por televisión, en una celda en una comisaría de Brasilia, durante los primeros días de una pena de 27 años. La jugada más reciente para seguir en el centro del juego político llegó el viernes por la tarde. Flávio, el hijo mayor, anunció que su padre le ha encargado presentarse a las presidenciales de 2026. La noticia culmina una semana en la que las tensiones soterradas del clan Bolsonaro quedaron dramáticamente expuestas. Y cuando cada día resulta más evidente que el Donald Trump original ha abandona al Donald Trump de los trópicos.
Durante los últimos diez años, Nicolás Maduro ha intentado moldear al Estado venezolano como una máquina político-militar capaz de cerrar filas ante cualquier presión externa. En el relato que impulsa el propio Gobierno venezolano, ese entramado permitiría incluso resistir ante un eventual choque con Estados Unidos, en un momento de fuerte tensión entre los dos países con amenazas de Donald Trump de operaciones en suelo venezolano de por medio. Aunque heredó el andamiaje ideológico y diplomático de Hugo Chávez, Maduro ha ido dando forma a su propia versión del “mundo multipolar”, la doctrina que sigue guiando la estrategia internacional del chavismo.
Casi cuatro años después de que los representantes de 175 países aprobaran en la Asamblea de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEA, sus siglas en inglés) la creación del primer tratado global contra la contaminación por plástico este acuerdo está en el limbo. El documento debería haberse rematado en 2024 para abrirse a la ratificación de los Estados este 2025. Pero las negociaciones se tuvieron que suspender sin acuerdo en agosto en una reunión en Ginebra. La de la ciudad suiza fue la sexta ronda de encuentros oficiales para elaborar el texto, al que se le suman un sinfín de contactos informales. Tras el fracaso del verano, no hay fecha para retomar estas complicadas negociaciones para hacer frente a una contaminación que avanza galopante y golpea la salud global.
“Ves el vídeo una y otra vez. Tienes que abstraerte de lo que está pasando. De los gritos, los llantos, las lágrimas de un bebé que está sufriendo. Y quizás, en el visionado número 21, salta una pequeña pista, un detalle en el pañal, una marca que no habías percibido hasta ahora, que puede ayudar a encontrar a esa víctima, a sacarla de esa situación de abusos sexuales”. Eso es porque cuando se informa de las operaciones policiales, las víctimas suelen aparecer desdibujadas. El agente Pascual, investigador especializado en la protección de menores de la Unidad Central de Ciberdelincuencia de la Policía Nacional, no elude lo “terribles” que son las escenas que ve y escucha en su trabajo, aunque no se centra en ello. Su mayor estímulo, y el de los agentes especializados en investigar este tipo de delitos, es acabar con la violencia que sufren esos niños.
Estaba destinada a convertirse en una de las mayores estrellas del Hollywood actual. Desde 2019, Sydney Sweeney ha protagonizado una de esas historias de ascenso progresivo, pero imparable que durante décadas han forjado a los más grandes de la historia del cine y cuyo desenlace suele llegar en marzo, materializándose en forma de estatuilla dorada. Tenía méritos de sobra: un pequeño papel en la última película de Quentin Tarantino, dos nominaciones consecutivas al Emmy por series tan celebradas como Euphoria y The White Lotus, un inesperado éxito de taquilla con la comedia romántica Cualquiera menos tú, una sólida base de fans rendidos a su carisma y belleza y el favor de la industria de la moda que le valió contratos con firmas como Miu Miu o Armani. Todo parecía dispuesto para que este final de año fuera el de su consagración definitiva. Pero el bochornoso resultado de sus últimos estrenos, sus continuas controversias mediáticas y hasta su incómodo protagonismo en la contienda política estadounidense han dado al traste con cualquier expectativa. ¿Estamos ante el final de la promesa Sidney Sweeney?
Puede parecer una exageración, pero es completamente cierto: las neveras domésticas, esas donde hoy se enfrían las cervezas y se guarda el túper con las sobras de la cena, existen gracias a la necesidad de mantener fría la cerveza. Así es, todo comenzó con las lager alemanas, ese estilo dorado, limpio y refrescante que se puede encontrar en casi cualquier supermercado.
Los consulados españoles en América Latina y algunos Estados norteamericanos con fuerte presencia hispana se encuentran saturados por la avalancha de peticiones de nacionalización de descendientes de exiliados españoles, en virtud de la oferta que España les hizo en la Ley de Memoria Democrática aprobada en 2022. El plazo para presentar solicitudes acabó el pasado 21 de octubre y hasta entonces se habían presentado un millón. Pero la demanda ha sido tal, especialmente en los últimos meses, que 1,3 millones de solicitudes más han pedido cita y todavía no han conseguido presentar los papeles porque no hay medios para atenderlos a tiempo. Eso ha obligado a reinterpretar la letra de la ley y aceptar como válidas las solicitudes que hayan pedido cita antes de la fecha límite, aunque aún no hayan podido acceder a la ventanilla consular. Ante esta situación, existe el temor de que algunos solicitantes podrían esperar décadas antes de ver reconocido su derecho. Es el momento de que España haga un esfuerzo claro y tramite con celeridad este caudal de esperanza.
“No hay plata”. Javier Milei hizo ese diagnóstico al asumir como presidente de Argentina el 10 de diciembre de 2023 y advirtió de que se avecinaba un duro recorte del gasto público para eliminar el déficit fiscal y bajar la inflación. A lo largo de los dos primeros años de su mandato, el líder ultra pasó la motosierra por la obra pública, los subsidios a la energía y al transporte, las jubilaciones, los empleos estatales, las universidades y hospitales nacionales y la investigación científica, entre otras áreas de un Estado al que prometió “destruir desde dentro”. Benefició, por el contrario, a evasores fiscales, importadores, grandes empresas de minería y energía y agroexportadores con el objetivo de atraer dólares y cambiar la matriz productiva de Argentina. Este miércoles, Milei llega al ecuador de su mandato fortalecido tras la victoria en las elecciones de medio término, pero con una economía que funciona a dos velocidades y que tuvo que ser rescatada por Donald Trump ante la falta de reservas.
“¡¿Qué le damos?!”, grita la mujer que con su voz rasposa corta el bullicio de otros vendedores. Corre de un lado a otro, con un canguro apretado a la cintura y una gorra negra que apenas cubre el sudor de su frente. Ofrece su mercancía como algo esperanzador: “¿Agua, insulina, paracetamol, jeringas, guantes?”, enumera en el entorno del Hospital del Guasmo, el más grande de Guayaquil, ante la demanda de los pacientes a los que el sistema de salud no les provee ni lo básico.
La cita es en la estación de tren de Mánchester, la ciudad en la que vive Jennifer Nansubuga Makumbi (Kampala, 58 años). En la calle hace un frío polar, que se cuela también en el vestíbulo donde espera sonriente la escritora ugandesa, enfundada en una chaqueta de borrego color crema. Los paneles de la estación anuncian trenes que circulan por el norte de Inglaterra y unen ciudades grises por los nubarrones, pero también por la mugre que se acumula en estas urbes asoladas por las desigualdad y que, según Makumbi, sus compatriotas africanos ni imaginan que pueden existir. “Occidente ha estado en posesión de la pluma y el micrófono y ha reflejado solo su belleza en la literatura y el cine”, dice en alusión de los distintos estereotipos que pesan sobre África y sobre Europa.
Un chico alto —de 1,87 metros—, con brazos largos y muy delgado —apenas 50 kilos—, sale del aeropuerto de Guadalajara, en Jalisco. Es su primera vez en México, también la primera vez que sale de su país. Es de Villavicencio (Colombia), tiene 25 años y se llama Iván Esteban Cano Hernández. Está ilusionado, ha tardado casi un año, pero, por fin, ha conseguido un trabajo. Iván tiene el síndrome de Marfan, una enfermedad genética que le ocasiona fallos musculares, problemas de corazón y una fuerte pérdida de visión. A pesar de su discapacidad, él siempre ha tratado de salir adelante, cómo le enseñó su familia. Tiene estudios en contabilidad y es técnico en sistemas informáticos, justo lo que buscaba la compañía mexicana de paquetería que le contactó por internet y que le ha pagado un viaje de 3.600 kilómetros. Gracias a esta oportunidad ha montado por primera vez en un avión. Ha aprovechado una escala en Cancún para mandarle un mensaje a su madre: “Mamá, ya llegué a México y estoy bien”. Es lo único a lo que le ha dado tiempo.
Redacción e investigación:Natalia Herrera y Beatriz Guillén
Historia gráfica:Carlos Carabaña
Diseño y maquetación:Mónica Juárez Martín
“Todavía era de noche, aún no salía el sol”. Es la última línea de La oscuridad no llegó sola. Crónica de una tragedia venezolana, de la periodista y escritora Mirtha Rivero, que acaba de publicarse en España. La autora la sitúa en una madrugada de agosto de 2004 cuando el entonces presidente Hugo Chávez celebraba que no dejaría el poder tras la celebración de un referéndum revocatorio. Pero podría pronunciarse hoy, más de 20 años después, cuando Venezuela vuelve a ocupar las primeras páginas de la prensa por la tensión con Estados Unidos y la angustia de sus ciudadanos, dentro y fuera del país, se multiplica.
La oscuridad no llegó sola. Crónica de una tragedia venezolanaMirtha Rivero Editorial Alfa, 2025 1.372 páginas en dos volúmenes (596 páginas + 776 páginas), 49,90 eurosSus hornos apenas se han apagado en casi dos siglos: estaban allí antes de que Toledo contara con alumbrado eléctrico, allá por 1890. Durante generaciones, familias enteras han trabajado entre el aroma cálido del azúcar y la almendra tostada. Resistieron a relevos generacionales, a guerras y crisis, a una pandemia y a la turistificación. Esa constancia ha convertido el mazapán en un verdadero emblema de la ciudad. En 2008 obtuvo la categoría de indicación geográfica protegida (IGP) por parte de la Unión Europea, un reconocimiento que hasta entonces solo ostentaba el mazapán de la ciudad alemana de Lubeca.
En el estudio de Isern Serra hace tiempo que trabajan en equipo porque los proyectos se le han multiplicado en los últimos años. Bromeando, su mano derecha, Aasheen Mittal, dice que se puede pasar un fin de semana entero por Barcelona comprando, comiendo o tomando algo en locales reformados por este estudio de interiorismo que marca la pauta de la ciudad desde un luminoso loft del Poblenou. Su espacio de trabajo, abierto y diáfano, parece más una casa que una oficina. Esta sensación de hogar no es una casualidad, sino la manera de ver la vida que este interiorista de 44 años imprime en todos sus proyectos. Se podrían trazar más, pero esta sería una primera ruta para descubrir su imaginario: desayuno en Jaç, comida en Fiskebar, compras en Thinking Mu, Yerse o en la tienda del museo Moco, merienda en Origo, cena en Relleno y un cóctel en Focacha.
A Gabriela Leonardt (Buenos Aires, 50 años) siempre le gustaron las mentes que piensan y sienten de forma diferente. Con su formación de Diseño Gráfico y Artes Visuales bajo el brazo, la argentina se involucró en la dirección de talleres de arte infantil inclusivos y comenzó a trabajar con niños y adolescentes de centros de menores en riesgo de exclusión social. Pero se dio cuenta de que sus buenas intenciones no eran suficiente y que le faltaban estrategias para ayudarles a desarrollar todo su potencial, no solo a nivel artístico, sino también en el ámbito emocional. Por eso, cuando se vino a vivir a España, hace 25 años, decidió empezar de nuevo y estudiar Psicopedagogía, con el objetivo de tener las herramientas que la ayudaran a comprender a niños neuroatípicos y que sufren dolor emocional.